sábado, 21 de agosto de 2004

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Ella

Con la piel tostada,
y presencia grata,
verdad anhelada,
noche desvelada.

Fuerte como el hierro,
poderosa como el fuego,
más valiosa que el petróleo,
minerales y hasta el oro.

De belleza indudable,
y una fuerza envidiable,
de trabajo incansable,
y poderosos ideales.

Voz de cardenalito,
ligera como turpial,
inocencia de niñito,
mirada crepuscular.

Ojos del Caribe,
transparente mi coral,
a las faldas de los cerros,
y esas ganas de bailar.

Al ritmo del tambor,
golpes y gaitas,
ya se escuchan a lo lejos
con cuatros y con maracas.

Un brillante color de sol,
un imponente color de mar,
y el color de aquella sangre
de quienes piden libertad.

Pies moviéndose incansables
por selvas, llanos y mares,
admirando aquellas aves,
y también a los jaguares.

Vestida de esperanza
a Dios das tus alabanzas,
sembrando y cosechando
en esta tierra de gracia.

Muestras a tus hijos que todos son iguales
siguiendo las líneas de sus ideales,
buscando respeto,
y el bienestar de su pueblo.

Desde el propio Salto Ángel
pediste por tu hijos,
bienestar y beneficios
para aquellas carecidos.

Dios te ha bendecido
con toda la razón,
por tu buena voluntad,
y tu gran corazón.

Mi madre eres tú,
pariste a los más grandes,
como Bolívar que aún sigue en vida
por sus grandes ideales.

Tierra de gracia eterna
por ti lucho sin censar,
y por ti he de continuar
en este fuerte galopar.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

015.Ella.Colección El Poder de las Letras.Waldylei Yépez.docx
21/08/04

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