sábado, 20 de mayo de 2006

, ,

Con la piel del mar

Hoy es como cualquier otro día en la playa, en esta playa que se ha vuelto mi vida, mi tiempo y el amor que tanto idealizo. Mi nombre es María de las Casas, soy joven es lo que diré pues mi edad no importa, pienso que todos los días seré una niña y una mujer al mismo tiempo; lo que ya no soy es tan ingenua como ayer pues el ayer me visitó junto a quien era mi Mar. Supongo que un día todos encontraremos nuestro Mar, ¿pero qué es el mar? Pues eso que te hace volar entre las nubes, y suspirar más de un millón de veces; que te hace cosquillas en la panza, y te pone a temblar como gelatina.

Estoy sentada en la orilla junto a una pequeña fogata. La luna menguante y el agua serena me acompañan; a lo lejos se escuchan mis pensamientos soplando las palmeras. Esta noche decidí contarme mi historia, esa historia que nadie conoce y que nadie sabrá pues muy dentro la he guardado en un cofre. Pero hoy quiero escribirla y también quemarla, volver atrás para borrarlo todo o mejor arrancar esa página, no negando lo que pasó sino comprendiéndolo y liberándolo para que las olas se lo lleven. Esta es la historia que viví, con la piel del mar…

I

Hace algún tiempo, lo suficiente para olvidar algo y tan poquito como para recordarlo, vino un viejo amigo forastero a pasar sus vacaciones junto a la playa. Quedamos en que todos los demás amigos nos encontraríamos por la noche en la orilla para celebrar con música popular y un gran banquete. Ese día fui tan sencilla como siempre he sido, aunque el resto de las chicas vistieron de fiesta. Me quedé cerca de la mesa donde había algunos dulces y refrescos mientras mis hermanas bailaban cerca de la gran fogata. Mi amigo el forastero se acercó a donde me encontraba para saludarme, luego de poco tiempo me dijo que quería presentarme a alguien que le había acompañado en el viaje. Al ver a esta persona sentí cuán especial era, y esa noche llegué a casa diciendo a mis padres que había conocido a alguien muy interesante y que esperaba encontrarlo luego.

A la mañana siguiente volví al trabajo. Ese día me fui sin desayunar pues me había despertado muy tarde, así que pasé por un pequeño restaurante y allí encontré a mi Mar (así llamé a la persona interesante), por suerte se acordó de mí y me sonrió. Nos saludamos, y me invitó a desayunar pues no quería hacerlo solo. Yo acepté por dos razones: él era lindo y yo tenía hambre también. Estuvimos conversando un rato hasta que recordé que tenía que trabajar, así que me fui muy deprisa, pero antes me hizo prometerle que más tarde le vería en la orilla de la playa.

Esta vez me arreglé otro poquito, quería verme bien para cuando lo volviera a ver. Llegué al atardecer, y él ya estaba sentado viendo tan bello espectáculo natural. Me senté a su lado, y conversamos de todo un poco; también hablamos del Amor y yo le dije que le llamaba Mar al Amor, con curiosidad me pregunto por qué y le respondí:

–Porque lo único tan amplio que existe como el Amor es el Mar. Porque Amor es una palabra gastada para muchos que ya no creen en él; dicen que eso no existe porque no puedes encontrarlo ni verlo, entonces prefiero llamarlo Mar porque a él sí puedes verlo y tocarlo. Puedes medir cuán profundo es; sentir cómo te baña por completo, cómo te hace flotar sin necesidad de tener magia o alas. Sé que encontraré mi Mar, quizás esté más cerca de lo que creo… quizás no tanto, pero con la misma fuerza anhelo sentirlo y que lo sientan por mí.

Él me dijo que buscaba ese Amor, o ese Mar como yo le llamaba, pero que hasta ahora no lo había encontrado. Supongo que estábamos en la misma situación, perdidos en un río que supuestamente va hacia el Mar pero que nunca termina de llegar…

II

Mis sueños salieron de lo común, ahora aparecía un cielo con nubes y sol, la playa y él… él y su sonrisa que quería mía, sus labios que quería sólo míos, sus ojos que sólo a mí miraran. Era mi sueño y allí estaba volviéndose de a poco en mi realidad, en ésa que me hacía enormemente feliz y segura, donde podría llevarme al mundo porque sentía al mundo en mis manos… así me sentía de plena. Llena de Mar cuando me decía: «te quiero», «te extraño» y «te necesito».

Una majestuosa noche de luna llena de color rojo, y un hermoso cielo tachonado de estrellas fue el ambiente perfecto aquella noche, todo muy romántico y solitario. Asimismo el silencio cubría todo, yo podía escuchar su mirada y cómo ésta poco a poco me desnudaba. Se acercó con suma dulzura tocando mi mejilla, y besando con mucha pasión mis ya desnudos labios; acariciando mis cabellos que sueltos se movían porque él jugaba con ellos, con mi boca y mis manos. Fue la noche más perfecta, la noche donde se consumaba mi Amor o mi Mar, donde el viento no hacía bulla para no quitarnos la serenidad de la playa y del tiempo, donde la luna engalanada me sonreía mientras yo me sentía protegida entre sus brazos.

Alguna vez me escribió algo muy lindo, era como poesía. Traté de hacer lo mismo, pero no pude; creo que me comunico mejor con las palabras así que le dije:

–Aunque no pueda escribir lo mejor del mundo, ni tenga palabras para hacerlo porque no soy una estudiada en letras, lo poco que puedo decirte o lo que siempre quiero decirte lo sabes: yo te amo, y no habrá letras que puedan expresar algo más grande que eso, y me gustaría demostrarlo en todas las formas que necesites. No puedo negar que quiero estés conmigo por siempre, pero también quiero que tú lo quieras así. Siempre te respetaré y te amaré pase lo que pase, y aunque los tiempos sean duros prometo nunca dejarte solo, porque yo quiero ser uno solo contigo. Eres mi sol, eres mi vida y yo daría la vida por ti. Eres mi Mar, mi playa y mi arena… eres todo lo que soy.

III

Poco tiempo luego dejé de verlo tan seguido. Me extrañaba porque sentía distancia entre los dos, y a decir verdad no me gustaba. Fui a buscarle, y con una pizca de indiferencia me saludó. Me sentí muy confundida y pensé que había tenido un mal día, pero igual no era excusa para tratarme así. Cuando quise preguntarle algo me dijo que no quería seguir con lo que éramos, que esto se acababa; ahí me terminé de confundir, pues no entendía lo que había pasado o lo que pasaba, y aunque no explicó mucho (en realidad no explicó nada) me dejó muy en claro que nunca me había amado. Después de eso se fue a su lugar de origen, y jamás supe nada más.

Veme aquí con miras al horizonte, y escribiendo sobre estos pedazos de papel. Hay muchos por qué que no tendrán respuesta nunca, pero supongo que ese Mar tenía sus razones para irse. Mis días después fueron bastante tristes, y donde mi amor pasó a ser odio pues no le perdonaba haberme dicho «te quiero» sin sentirlo; no le perdonaba haber jugado conmigo ayudado por su gran retórica, pero más grande eran los reproches para mí misma porque me sentía como una tonta por haberle creído. No tardé en darme cuenta que yo era mi principal fuente de dolor, que el amar conlleva a sufrir y que quien no ama nunca será completo, y que querer y amar son dos cosas muy distintas. Terminé perdonándome y perdonándole, supongo que nunca sabrá lo que ha causado su juego de aventuras, pero yo sí sé pues me enseñó a amar aunque duela hacerlo.

Quería conocer el Mar y creí hacerlo con esta persona, pero no fue así… simplemente conocí su piel o su manto. El verdadero Mar es profundo e infinito, no es cobarde ni traidor. Se me mostró cómo era ese Mar, pero aún no llega el momento para navegar en él, sólo vi su piel y es más bello de lo que jamás pensé. El Mar a mí se mostrará a su momento, por ahora me toca valorar lo que ha sucedido y a dejarlo ir pues cada cosa nos enseña algo de este Océano llamado Vida, donde hay belleza y oscuridad, y que es tan amplio y profundo que quién quiera saberlo todo nunca sabrá nada.

Conviví con la piel del Mar, y aquí sentada espero lo que haya que esperar…



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

032.Con la piel del mar.Colección Andanzas 2006.Waldylei Yépez.docx
17/04/06 02:22 p.m.
20/05/06 01:09 a.m.

¿Te ha gustado este contenido? Por favor, ayúdanos a mantener el sitio con una donación.

¡Gracias por tu apoyo!