viernes, 2 de junio de 2006

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De frente a la realidad

Simplemente soy yo quien escribe. Una voz dentro de mi mente me dice qué hacer; me dice que actúe de manera libre y que los ángeles no existen; que llevo miles de segundos sentada frente a una fantasía dejando la realidad de lado, pero resulta que ella siempre vuelve. Dejé que mi destino me guiará a dónde creí debería ir, y pasaron los minutos en los lugares donde debí estar y de donde sólo me ausenté, pues di más importancia al resto de las cosas que a las más importantes. Cuando la gente se da cuenta de que te va mal porque fuiste descuidado, y porque ya no eres tan bueno como ellos creían, se ciegan a culparte… pero nunca se preguntan: ¿por qué actúa de esa manera? Claro, porque una carrera vale más que un caminito pequeño, porque un título te da cuanta posibilidad no te da un buen trato, pero veme rompiéndome por dentro. Aquí estoy a solas con mi conciencia, pues sí tengo una. Dicen que no aprendí de mi pasado, pero no sé qué debo creer en sí.

Fuera de la línea de lo aceptable me detuve a mirarla, mientras la gente me espera al otro lado. Nunca han tomado en cuenta que no quiero atravesar esa línea, que de ese lado no quiero estar aunque ellos crean que para mí es lo mejor. Quizás mi destino esté escrito o quizás no, pero lo cierto es que me siento como una piedra en medio de la arena que se hunde. Creo que las cosas están mal, pero qué más puedo hacer si no puedo moverme. Estoy sola en medio de la nada, y ni siquiera tengo lágrimas para llorar porque resulta que las piedras no lloran. Veme aquí sin poder respirar esperando que el próximo día llegue, aunque sólo deseo que el dolor pase porque me siento mal en medio tanta arena que me ahoga.

Me siento sola rodeada de agua y arena. Quiero no sentir lo que ocurre, pero mi piel arenosa comienza a sudar lágrimas rojas. Estoy llamando dentro de mí a la última esperanza que puedo sentir, pero nada me escucha y nada me mira. Quizás porque mis ángeles murieron, y los otros se decepcionaron de que soy lo que soy. Es tan triste saber que quiero llorar, y no puedo; que quiero hablar, y ya nadie me quiere escuchar.

¿Será el destino que me puso aquí? ¿Para qué? ¿Para darme cuenta de que, en serio, no soy nada?

No me dejes así, sola conmigo porque mi camino fue errado. Aún espero dejar de ser una piedra, y dejar de estar sola...

No quiero morir, pero no sé qué hacer. No quiero escuchar más insultos ni la excusa de mi mente de que esto no es real, pues la realidad está aquí de frente a mí y de a poco me aplasta como un pequeño objeto que no tiene sueños y que está solo.

Ya no quiero seguir aquí llena de llanto que no sale a la luz porque soy una piedra. Aún espero, aún espero aunque sea para seguir esperando.

De frente a la realidad hay otros caminos, pero ¿dónde están que ya no puedo ver nada, ni sentir ni escuchar?

Sólo eligen qué será mejor para mí, pero nunca me lo preguntaron a mí.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

033.De frente a la realidad.Colección Andanzas 2006.Waldylei Yépez.docx
02/06/06 03:13 p.m.

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