jueves, 7 de septiembre de 2006

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Pétalos al viento

En el piso, sin nada ya que ofrecer, se encuentra una rosa.
Los que están presentes la creen fea porque está marchita;
porque ha perdido color y ha dejado sus pétalos al viento.

Aquí ya nadie recuerda su historia,
pues todo el mundo olvidó lo bueno que ella entregó.
Quizás yo sea quién mejor conoce lo que pasó,
pero es triste recordarlo.

¡A lo que te llevó tu suerte, mi amiga rosa!
Deslumbrabas con tu encanto y apariencia.
Te encontrabas llena de amor y pasión,
pero te has enamorado, y te han decepcionado.

Ésta es una fría tarde de invierno. Su rostro yace inerte. Está sentada con una mirada sin vida. Ya no siente frío ni siente calor, sólo está allí a la espera sin esperar nada.

Pero esto no siempre fue así. Hace mucho tiempo ella era distinta, era una rosa deslumbrante. Sus éxitos marcaban el paso del tiempo, su valentía la hacía parecer más fuerte de lo que era, y su color de pasión era de entrega total.

Hasta que un fuerte terremoto movió su piso y corazón.

Cuenta la historia que las rosas antes no poseían espinas. Eran bellas y sus ojos eran ilusiones vivas. Pero un día se apareció el Amor junto a un Hombre. Si bien todas las rosas del rosal se parecían, había una que era única y ésa se fue junto a este Hombre. Luego fueron apareciendo más Hombres, y cada uno se llevó su rosa… aunque hubo casos en que unos terminaron llevándose dos (y una de ellas ignoraba la existencia de la otra).

La primera que se fue, no tardó mucho en volver al refugio del rosal. Otras la siguieron en esa misma situación. Ellas habían entregado todo de sí, pero no fue reconocido por los Hombres que se las llevaron. Las vivencias de cada una era distinta, pero algunas tenían similitud. Ciertas rosas contaban que los Hombres les habían engañado con otras rosas de otros rosales, y otras decían que ellos las habían herido en su corazón o su piel. Triste era el episodio cada vez que alguna llegaba con su corazón destruido, y en parte sus pétalos marchitos.

Desde afuera yo veía ese sufrimiento, pero nada podía hacer. Pensaba que, entre tanto dolor, ellas necesitaban una forma de defenderse, porque no era justo estar a merced de tanta injusticia. Y entonces un día el máximo Creador de rosas les concedió un “arma”. Poco a poco sus cuerpos comenzaron a tener espinas. Ellas comenzaron actuar con más cautela, y así se reflejó la vida en sus pétalos. Me sentí orgulloso de verlas renacer, pero aún había una de ellas (la primera que se había ido y que regresó) que estaba muy marchita, y seguía marchitándose sin parar. Entonces le pregunté al Creador:

–¿Por qué ella aún está así si le has dado la misma “arma” y has rociado un poderoso perfume para su revitalización?

Él con una cara un poco triste me dijo:

–A veces las “armas” llegan muy tarde. Por otra parte, lo que le he enviado para ayudarle sólo lo hará si ella lo acepta así. Muchos han llegado para hablarle, pero está sumergida en su dolor. Fue la primera en sentir el primer dolor, ése primer dolor es el más fuerte y ella tiene el coraje de superarlo, pero no lo hará porque no lo quiere. Otras rosas han vuelto de su viaje, pero se han ido de nuevo porque se han vuelto a enamorar; ellas no se escondieron a la vida ni a la ilusión, y decidieron esperar si había que hacerlo para posteriormente ser felices. Pero como ves, ella se ha escondido entre la oscuridad y el frío, eso le ha evitado ver otras cosas y personas. Ayer me preguntaste por aquel chico de allá afuera, él ha entrado en muchas ocasiones a ver el rosal, pero nunca se ha decidido por alguna aunque muchas quieren irse con él. Si él supiera que su rosa está metida en la oscuridad... por eso no la ha encontrado aquí, y tampoco la encontrará en otros rosales.

–¡Creador! Pero eso es muy triste, hay que decirle dónde está para que la busque allí.

–No tiene caso hacerlo. En la oscuridad en la que ella está nunca vería su rostro, y mucho menos su alma. Además, aunque pudiera verla, te aseguró que él sufriría por ella como ella ahora sufre por otro. Para ser feliz debe encontrarse de nuevo a sí misma, y alejarse del pensamiento maligno que la rodea, sólo así su corazón volverá a latir y podrá volver a vivir en la ilusión. Hoy ella culpa al Amor, lo que no ve es que gracias a esa decepción se ha hecho más fuerte y cautelosa, pero incluso esto no lo sabe tampoco puesto que sólo ha pensado en los momentos que fueron y que quiere que vuelvan a ser. Ella vive del pasado y en él. Quizás nunca sepa que su verdadero Amor está allá afuera esperándola.

–Creador, pero ella morirá si no hacemos algo.

–Mi fiel ayudante para ella... eso ya ha ocurrido, y para él que espera allá afuera también pasará. La verdadera muerte es perder la capacidad de amar. En el caso de ella su corazón podría volver a latir, pero su mente no lo dejará. Se aferra al dolor de lo perdido, pero lo que no sabe es que: lo que ella considera perdido, nunca lo tuvo porque nadie posee a nadie nunca.

Me sentí terriblemente triste e impotente por no poder hacer nada, y mientras el tiempo pasaba yo veía cómo los pétalos de su rostro se los llevaba el viento.

Ella sigue sentada en la oscuridad, y él sigue buscando en los rosales.

Qué triste es saber que dos almas debieron encontrarse,
y que una de ellas ha dejado su búsqueda
mientras el otro no pierde la esperanza.

Qué triste es ver cómo ella libera sus pétalos al viento,
y pierde el Amor al Amar.

Qué triste es ver cómo nosotros mismos destrozamos nuestros caminos,
y nos perdemos entre la oscuridad que nos presenta el destino.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

038.Pétalos al viento.Colección Andanzas 2006.Waldylei Yépez.docx
07/09/06 12:58 p.m.

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