martes, 30 de octubre de 2007

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Sé que no es el momento

015. Sé que no es el momento. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

No esperaba que está ocasión llegara. Pretendía pensar que todo era “prolongable”, y que los “para siempre” sí existían. Como niña que sueña, quería vivir sumergida en la fantasía pensando que caminar juntos era imprescindible. Quería pretender ser tan importante, que aún la erosión del tiempo no pudiese borrarme. Soñaba tantas cosas, que aunque sólo fuesen utopías, confiaba en ellas ciegamente. Hoy me he dado de frente contra la realidad, e inmersa de soledad y nostalgia echo mi prosa al andar.

Pisando fuerte la tierra, como huella que pisa huella, decidí tomar una decisión. Este quizás no sea el momento más preciso. Como un vaso de agua fría que choca contra el rostro, me temo será mi noticia. Me ha costado un mundo decirte estás cosas, me he llenado de lágrimas mis ojos y de suspiros el corazón, mis dedos desaceleran su paso mientras mi mente viaja como la más veloz de las locomotoras. No sé cómo continuar…

Por mi ventana, diviso a dos pequeñas aves sobre el árbol. Parecen satisfechas de estar juntas, parecen ser felices entre cada salto de rama en rama. Sin embargo, una ha decidido volar mientras la otra me mira con tristeza, luego alza su vuelo en dirección opuesta. Veo que más de uno, correrá la misma suerte que yo.

Ése es el mensaje de mi carta, ha llegado el instante de que me vaya. Sé que no es el momento, justo ahora que comenzamos a conocernos un poco más, la vida se interpone y me hace perder la batalla.
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Desaparecidos digitales

014. Desaparecidos digitales. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Más que una contraseña y usuario
es una vida en un diario,
la verdad enmascarada
detrás de un nick y una espada.

Mientras yacía conectada
y esperaba te conectaras,
tu cuenta ni conectabas
en tantos meses y semanas.

Cercioré la cuenta MySpace
pero ninguna entrada fue incrustada,
pregunté a los Bloggers del momento
y según ellos, no tienen conocimiento.

Verifiqué tu número en mi “cel”,
y de inmediato lo dizque,
me salió: “número equivocado”
a pesar que atentamente, lo había anotado.

Alguien me dijo que quizás cambiaste de Nickname,
y que tu correo ya no es de Hotmail,
que te creaste uno de los tantos millones de Gmail,
y que quizás se te extravió mi mail.

“Un poeta” fue tu nombre
detrás un Roberto, Enmanuel o Luís Conde,
me llamabas: “Niña linda”
mientras era Adriana, Luisana, Fabiana o Maria Luisa.

Muchas veces me enviaste las Tarjetas Gusanito,
y unos correos bien bonitos,
hoy mi buzón está vacío
pues ni Cartas ni Postales fue el envío.

Releí tus correos del pasado
y me han llenado de nostalgias,
ver lo que fue y hoy está olvidado,
ver lo que fuimos, y que hoy se ha marchitado.

Hoy escribo esto a ver si te encuentro…

Atención:
Si eres “el Ángel”, o mi “Romántico Caminante”,
escríbele a la “Niña de Diamantes”…

¡Pronto! Antes que el tiempo… Me haga olvidarte.

30/10/2007 01:32 p.m.
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martes, 23 de octubre de 2007

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¿Cómo decir?

013. Cómo decir. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

¿Será que podemos hablar unos instantes? O mejor dicho, ¿Será que puedes escucharme un momento? Me imagino que estás ocupado, como siempre lo has estado, pero quiero decirte algo. Por favor, deja de escribir o de mirar el objeto que miras, en su lugar mírame a mí que estoy aquí. Sé que el negocio es importante, también comprendo que debes trabajar pero son sólo unos minutos de tu tiempo lo que quiero.

Sí, ya me has dicho que me quieres, y también me has dicho que me piensas. Pero yo sé que, en verdad, sólo es en los instantes que nos vemos, cuando te acuerdas de éste rostro. No por favor, no digas que sólo busco discutir y que nada me satisface. No me ofrezcas cosas materiales, eso no me interesa aunque pienses lo contrario. Yo sólo… te he amado demasiado.

Hoy desperté empapada en silencio, y me puse a pensar cómo decirte todo esto. ¿Podrías dejar ésa llamada para más tarde? ¿Tienes que contestar ése e-mail en éste instante? Sí, yo comprendo… siempre lo hice, y has de admitir que nunca lo agradeciste. No digas eso, no busco discutir, de verdad.

Cada vez que recuerdo tus palabras bonitas, revivo todo lo bueno que me hicieron sentir. También aprendí a conocerte con el tiempo, hasta darme cuenta que sencillamente no me necesitas. Sí, sé perfectamente lo que estoy diciendo.
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sábado, 20 de octubre de 2007

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Puente al Futuro

012. Puente al Futuro. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Era una noche bastante oscura. A lo lejos, los sonidos de las bestias al acecho. Él caminaba rápido entre la maleza de aquel bosque. Se preguntaba así mismo si habría alguna cabaña cercana. No era la mejor situación que vivía.

De repente, oyó el sonido de las piedras arrastradas por el agua.

« ¡Un río! ». Se dijo para sí mismo. Corrió.

Al llegar, se dio cuenta que efectivamente era un cuerpo de agua. Bastante extenso, caudaloso y hondo. No había modo de pasar al otro lado.

Fue entonces que escuchó un ruido débil cerca, también se movía ligeramente un pequeño arbusto. El chico se acercó con cautela, allí pudo divisar a un anciano que titiritaba. Si bien llevaba algo grueso para cubrirse, no le era suficiente para el tenaz frío que los acechaba. El hombre apenas lo miró.

« Y yo que pensé estaba en una pésima situación ». Reflexionó un momento. Luego siguió preguntándose cómo haría para cruzar el río.

- No hay forma de cruzarlo -. Le dijo como pudo el viejo.

- Mañana lo veremos -. Contestó el chico.

Luego se dispuso hacer una fogata, ambos necesitaban calor o la pasarían muy mal en la noche. Le preocupaba más el anciano por su avanzada edad.

« Debo encontrar una manera de pasar ése río ».

A la mañana, el viejo abrió los ojos. Desperezó su cuerpo mientras oía los ruidos de unas aves. Miró a su lado, allí estaba el chico aún dormido. Decidió levantarse para estirar las piernas y buscar algo de comer. Se alejó algunos metros del sitio. Al rato estuvo de regreso, y el chico parecía un oso invernando. Hizo un gesto de desaprobación. Fue entonces cuando tomó una rama del suelo, y se la lanzó encima. Éste se levantó asustado, pues el golpe lo había despertado.
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martes, 9 de octubre de 2007

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El Privilegio de Amarte

011. El Privilegio de Amarte. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

He intentado escribir un par de ideas, pero no he podido plasmar nada concreto. Será que no tengo inspiración alguna, o que no puedo unir satisfactoriamente dos palabras. Sigo intentado decir algo importante, pero las letras superfluas sobran.

¿Qué te puedo contar de ésta noche? Quizás que es una noche como cualquier otra. Creo que no hay nada fuera de lo común, excepto porque ésta vez quiero escuchar tu voz diciendo: “Hola, que tal”. Sí, me encantaría que hicieras sonar mi teléfono.

Mientras escribo puedo imaginarte, allí yaces sentado leyéndome sin motivo alguno, aunque quizás yo te lo pedí o te insté a que lo hicieras. Sin embargo, nunca he pretendido que me leas. Para serte sincera, nunca he esperado nada de ti y aún así, terminas dándome cosas que no esperé, que no pedí pero que necesitaba aunque no lo dijese. He estado preguntándome, ¿Cómo es posible que seas así? Es que me sorprende tus pequeños-grandes detalles que siempre hacen la diferencia.

Estuve repasando los capítulos de mi vida, hace relativamente poco tiempo, y siempre se me ha tildado de ser alguien tal o cual. Pero no sé por qué razón ahora, me gustaría saber cómo me ves tú. Por otra parte, ¿Te gustaría saber cómo realmente soy? ¿Te interesa saber cuáles son mis niñerías? ¿O conocer mi firmeza cuando se trata de seriedad? De mi parte, no sé mucho de ti tampoco, creo que estamos en la misma situación. ¿Quién reside detrás de ése rostro? ¿Quién respira bajo ése nombre tuyo?

Me sorprende verte aparecer cada vez que necesito un apoyo. Me inquieta sentir que, en algún momento, voy a comenzar a necesitarte más de lo normal. Pero para seguir siendo franca, no voy a impedirlo. Me agrada cada uno de tus gestos.
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lunes, 1 de octubre de 2007

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La Librería del Amor

010. La Librería del Amor. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Ana era una mujer dedicada a los libros y las letras, se había casado con Ricardo hacía un par de años. Él había prometido ayudarla con la apertura de la Librería que tanto deseaba. Trabajando juntos se logró hacer para principios del mes de Abril. Ella buscó la ayuda de su mamá para la caja y administración, mientras su esposo continuaría en su trabajo original.

Alejandra, Pedro y Miguel eran jóvenes emprendedores que Ana decidió contratar. Todos tendrían más o menos su edad, se había casado joven y había sido privilegiada con un matrimonio feliz. Estaba alcanzando poco a poco lo que se había trazado.

De ella, podemos decir que era un mujer atractiva, con cabellos largos castaño claro y ojos color café. Su porte era la de una mujer muy segura, decidida y firme. Ana y Ricardo hacían la pareja perfecta; él nunca dio de qué hablar.

En la librería todo marcharía de viento en popa, los empleados eran muy colaboradores y pronto se harían grandes amigos de su jefa. Ana estaba complacida.

Sin embargo, meses más tarde sentiría una caída importante en las ventas, pues la competencia terminó siendo ardua. Esto le llevó a una crisis financiera, que podría acabar llevándola a recortar personal, y era algo que no quería hacer. A pesar de las trabas, se mantuvo junto al apoyo de todos. Pero la situación se hacía cada vez peor.

Un día, antes del horario de cierre, uno de los empleados subió a la segunda planta para hablar con Ana, en su pequeña oficina junto al depósito.

- Disculpe, ¿Puedo pasar? -. Le pregunta Miguel a su jefa.

- Por supuesto, adelante -. Le contesta Ana, mientras se quita sus lentes para leer.

- Estoy aquí porque quisiera presentarle el mayor apoyo y colaboración posible. Me parece que las bases para ésta librería son muy importantes, y le parecerá raro pero me gustaría colaborar con algo de dinero para pagar algunos compromisos. No es mucho, pero estimo que podría sacarla de apuros -.
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Café con leche

009. Café con leche. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

- ¿Aún no terminas ésa pintura? -. Preguntó una voz femenina que retumbó en la habitación.

- No hermanita, aún no la termino -.

Sofía López era la hermana menor de María Emilia, ésta última era toda una artista del lienzo; por su parte, Sofía se encargaba de la Galería de exposición y las presentaciones de las obras de su hermana.

- ¿Pero qué le falta? Yo la veo completa -.

El paisaje representaba un pequeño café en el centro de la ciudad, ciudad que abandonarían pronto puesto que María Emilia se casaría en los próximos meses. La cafetería plasmada, era un lugar cómodo y sencillo con mesas disponibles al aire libre. Marie, que era su apodo artístico, había realizado una excelente imagen de aquel sitio, incluyendo unas mesas con muchas personas, pero había un detalle extraño: la mesa principal yacía con las sillas vacías, y era la única que estaba así.

- No, le falta algo… -. Le contestó Marie a su hermana.

- Bueno, para mí está todo perfecto -.

- Pues para mí no -. Y Marie puso sus pinceles en la mesita que tenía a un lado. - Le falta algo, pero aún no sé qué es -. Y se quedó pensativa.

- Tu última presentación en la Galería será en dos semanas, y prometiste todas las piezas nuevas Marie, es necesario que la termines o la muestres así sin terminar. Sé que no te agrada la idea, no me pongas ésa cara, pero ésta será “tu despedida” y debe quedar bien, de eso me preocupo yo pero necesito que termines tu parte del trabajo -.

- Lo terminaré, o si no hago otro cuadro, no hay problema con eso -.

Sofía le dio una palmada de apoyo y se retiró, mientras Marie seguía pensando cómo acabar la pintura, no tenía falta de inspiración era sólo que no sabía como acabar ésa, precisamente.

Se quedó un rato más pensando pero decidió ir a dar una vuelta, tomó un libro y su chaqueta cuando salió. Caminó alrededor de la plaza y por el centro, terminó llegando al mismo establecimiento que había pintado. Era una buena hora así que aprovecharía de tomarse un cafecito. Todas las mesas estaban ocupadas, espero un rato a ver si alguna persona se retiraba. Unos minutos después terminó desocupándose un sitio.

- Por favor, me da un cafecito con leche -. Le dijo al mesero.

Contemplaba el sitio, las personas que entraban y salían.

« Creo que terminaré pintando otro cuadro, será lo mejor ». Pensó.
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