domingo, 18 de enero de 2009

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Con el corazón en otro país

037. Con el corazón en otro país. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

El Amor es una de las maravillas del mundo, de hecho, creo que es la principal de todas. Él une lazos de manera insospechable, crea puentes “imposibles” de edificar y trae a la realidad los sueños más fantásticos. El verdadero Amor no está limitado por tiempo ni espacio, y aparece cuando menos esperas y en quien menos lo crees. Autónomo entre autónomos así es el Amor, así es el Corazón…

Por y para ti, mi apreciadísima amiga Olga Balvidares, un gran abrazo para todos los amigos de la Argentina.

* * *

Rodeada de un hermoso paisaje ella le sonreía al viento. Había decidido realizar un pequeño viaje fuera de la ciudad para despegarse del estrés que le causaba el tráfico y el bullicio, así como el montón de trabajo que le esperaba aún en la oficina. Pero aquel era un momento de paz y tranquilidad, no recordaba el papeleo urgente que tenía pendiente, las llamadas que debía contestar pronto ni las deudas que se acumulaban. Este era un momento sólo para ella. Se sentía libre. En un instante dado se puso a pensar en cosas agradables, en helado de chocolate que tanto quería, recordó que tenía bastante sin comer frutas, se le antojaba unas fresas aunque durazno también podía servir. Se reía de las cosas graciosas que recordaba. En un momento sus ojos se movieron como intentando recordar otro episodio de algo, así estuvo un rato hasta que se asomó en sus rostro una leve sonrisa, pero no era cualquier sonrisa, era especial. Suspiró y cerró sus ojos mientras el viento chocaba sutilmente su rostro.

Más tarde de regreso a casa, se quitó los zapatos y se fue directo a los papeles que debía revisar para la mañana siguiente, había sido agradable la tarde pero al volver a su casa tenía que enfrentar su realidad. Preparó café y pensó un rato. Fue al computador y chequeo si había algún mail nuevo, se conectó al chat y habló otro rato con algunos amigos y colegas. Entre ellos estaba Josue, un hombre con un trato agradable.

Penélope, que así se llamaba nuestra amiga, tenía muchos planes y proyectos, deseaba mejorar su condición actual y trabajaba mucho por ello pero no veía los resultados que tanto quería. Fue entonces cuando decidió dar otro paso en la búsqueda de sus sueños, dejaría su país Argentina e iría a España, buscando mejores condiciones y aquello le parecía muy prometedor. La tranquilidad de la tarde le había dado las fuerzas necesarias para embarcarse en ese nuevo rumbo que estaba apunto de tomar.

No pasó mucho para cuando renunció a su trabajo y viajó. Allí comenzó nuevamente, pero al poco tiempo de llegar se le detectó un cáncer de mama. Sería operada a finales del año en un Hospital de Murcia.

Antes de que este episodio tocara su vida, conoció a ese hombre agradable llamado Josue. Las vivencias con él fueron numerosas y le enseñó cosas que ella no sabía como superación, motivación, autoayuda al leer los diversos libros y audios que él le compartía. Bastaron unos pocos meses para enamorarse de él por completo. Lo primero que amó fue su voz, su decir. Además, él estuvo a su lado durante todo el proceso de operación y curación apoyándole incondicionalmente.

Las vivencias para Penélope serían muchas, las cuales quedarían marcadas con fuego en su vida y corazón.

Al momento de regresar a su país, habló sinceramente con Josue expresándole lo más profundo de sus sentimientos. Ella quería que él supiera lo que sentía.

Una noche en su casa, ya en su amada Argentina, se sentó frente al computador e inspirada por sus sentimientos ella escribió:

“La distancia no mata el amor, lo fortalece. Yo no sé si él me ama como yo lo amo, pero que no sea así, no quiere decir que no me ame…”

Sonreía con una hermosa luz brillando en sus ojos. Recordaba los momentos junto a él.

Ellos aún siguen juntos, tal vez no físicamente pero sí a través de la gran red de redes: Internet. Él ha marcado profunda e indeleblemente su vida. Y ahora ella vive… con el corazón en otro país…

(Basado en hechos de la vida real)

18/01/09 05:44 p.m. - 05:55 p.m.
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El Amor... El Magno Poder

036. El Amor... El Magno Poder. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

¿Alguna vez has escuchado la frase: “Se acabó el amor”? Es fácil asimilar lo que se quiere expresar con ella porque desafortunadamente se ha vuelto cotidiana, entonces la interpretamos en el sentido en que se pronunció. Sin embargo, ¿Esto será posible? Para ello te invito a preguntarte primero si el amor es algo “tangible”, si es algo que se puede “medir” o si se puede usar en él algún sistema de medida, si pesa tantos kilos o si hablamos de metros o kilómetros. Me digo que si pesa muchos kilos el amor puede catalogarse como “pesado” ¿no?, o si mide kilómetros ¿eso querrá decir que si recorro esos kilómetros al final ya no tendré amor? Cualquiera sea el caso, tendría un principio y un final predeterminado desde su comienzo.
Les pregunto a todas las personas que aman o han amado si ese sentir puede ser expresado a cabalidad con palabras, si se puede describir y si pueden saber hasta “dónde” llega su amor o “cuánto” mide. No he encontrado a nadie que responda eso, ¿Usted podría?
Hasta este momento, todo lo que tiene que ver con emociones y sentimientos no pueden ser medidos porque no son algo “tangible”, mucho menos el amor para el cual se dice: “Las palabras sobran”. El centro de todo este preámbulo reside en que el Amor está muy por fuera de todo razonamiento mental, por tanto con él no pueden ser usadas técnicas de medición alguna lo que nos lleva a que el amor “no puede acabarse”, más esto no quiere decir que el mismo no pueda ser -transformado-.
El Amor es energía pura en movimiento, por tanto no tiene inicio y no tiene fin simplemente se transforma. Pero si esto es así, ¿Dónde estuvo -eso- que ahora siento antes de que “naciera”? Todo el Amor que has sentido ha “nacido” dentro de ti, en realidad ha estado todo el tiempo allí es sólo que ahora lo has expresado y gracias a eso has generado más y más amor, gracias a la generosidad de ese sentimiento.
El Kybalión expresa que el amor y el odio son los polos de una misma cosa, distintos grados. Para entender esto debemos imaginar un termómetro, donde arriba y en mayor grado reside el amor y hacia abajo el odio tendiendo a lo frío. ¿Se podría decir que a nivel medio puede estar la indiferencia? Puede ser…
Ahora, nuestro cometido no es profundizar sobre las distintas ideologías respecto al amor, sino enfatizar que el mismo está muy por fuera de ser “medido” y que para entenderlo no puedes usar el razonamiento mental, así de simple.
Después de toda esta importantísima introducción, vamos a referirnos al tema central que nos trae hasta aquí, el hecho de que hay personas que creen que no pueden compartir su amor con más nadie porque puede “acabarse”.
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lunes, 15 de diciembre de 2008

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Yo tenía un amigo

035. Yo tenía un amigo. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Releyendo el libro de mi vida encuentro páginas muy hermosas de cuando yo tenía un amigo, una persona que me mostró su apoyo y su comprensión, con la cual pasé muchas horas de mi tiempo al transcurrir los meses, a quien le conté mis sueños y esperanzas, quien se río de mis chistes y con quien compartí más de alguna foto en aquel viejo álbum. Recuerdo el día que me habló de su casa en construcción, de la chica que le gustaba, de las dificultades de su vida académica y hasta de la sobreprotección que aún tenía de su madre. También sabía que no le agradaba leer pero leía los textos que le enviaba porque era mi amigo.
Les contaré algo más de él, era una persona especial pues podía verlo en sus ojos. Así mismo tenía sus manías y defectos como todos, pero siempre los dejé de lado porque creía que él “podía llegar a ser mejor”, sin embargo, luego de muchos años comprendo que lo que yo pensaba era que él “debía cambiar” y que “iba hacerlo”.
Durante años esquivé mi mirada cuando salía a flote alguno de sus defectos, sus rabietas, o su mala actitud y en esos instantes me concentraba en lo que me agradaba de él. Cuando me respondía de una manera brusca me entristecía y me enojaba pero luego pensaba en los buenos momentos, de alguna manera negaba la realidad diciéndome que no eran tan rudas como parecían sus palabras. Me dije eso una y otra vez… por años.
Sin embargo, amigo mío, hoy debo confesarte que siempre creí que “debías ser mejor”, que habían cosas de ti que “debías cambiar”. Debo decirte que hasta último momento vi algo especial en tus ojos, y que aún vive en mí tus gestos de cariño, que me hubiese gustado ver tu casa concluida y en tu vida siendo feliz con la persona indicada. También debo agregar que hubo palabras tuyas que me hirieron mucho, y que en más de una ocasión lloré la perdida de tu amistad como aquel día que te pedí alejarnos, fue el peor de todos, lloré en el hombro de otra persona y me sentía muy tonta para serte franca, me sentía así porque tú no sabías y seguramente no sabrás la magnitud de lo que significaba tu amistad para mí. Pero, mi apreciado amigo hay ciclos que se deben cerrar, este es uno de ellos. Nos alejamos hoy porque ninguno de los dos se merece palabras rudas, y eso era lo que en los últimos tiempos nos sobraba.
Una de las más hermosas actitudes que los seres humanos poseen es la Compasión, intentamos hacer lo que podamos por alguien que no está de suerte, más que todo cuando sentimos cariño por la persona, sin embargo el exceso puede llegar a cegarnos hasta tal punto que aceptamos sus malas actitudes ante nuestras buenas acciones, y si esto se alarga por años la costumbre puede hacernos creer que “debemos” aceptar sus malas actitudes sin chistar por el simple hecho de que las malas actitudes vienen de alguien que queremos, amamos o nos ha enseñado algo. Repentinamente nos convertimos en esclavos, esclavos de nosotros mismos porque no nos permitimos detener la situación como deberíamos hacer, sencillamente porque se trata de alguien que apreciamos durante mucho tiempo y lo que es peor es que nos ponemos a recordar el tiempo pasado, todo lo bueno, llegándonos a sentir como que somos nosotros los que fallamos si hacemos algo al respecto.
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miércoles, 15 de octubre de 2008

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Detrás de un te amo

034. Detrás de un te amo. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Es difícil sacar la cuenta de cuántas palabras he llegado a escribirte a lo largo de este tiempo. Lo único que podría asegurar es que han sido cientos de palabras nacidas del amor más profundo que pueda sentir. Son tantas las cosas que te he dicho en todas mis cartas, y seguramente he repetido un gran porcentaje de todas esas frases pero igual cada vez que te escribo es como si fuera la primera vez, cada palabra está llena de amor y energía renovada.

De entre tantas palabras, me pregunto, ¿en alguna de mis cartas he mencionado que te amo? Creo que lo he dicho en más de una, pero hoy quisiera descifrarte esa frase: Te Amo, pues ella es como una cajita con muchísimas cosas por dentro.

Parece fuera de lugar que quiera explicar lo que traduce un te amo, ¿y es que alguna persona podría? No lo sé amor, pero yo necesito decirte tantas cosas y sé que las mismas no pueden definir ni mucho menos dar un concepto de aquella frase porque para conceptos y análisis está la razón y no el corazón. Yo tan sólo tengo la gran necesidad de comunicarme contigo y hablarte al oído para decirte lo que siento amor.

¿Sabias que eres el regalo más grande que he recibido, y que has convertido en una maravilla cada día de mi vida? Pues eso eres para mí, el mejor regalo de la vida, y he intentado la manera de decírtelo todo el tiempo y la única frase que iguala esa idea es cuando te digo que te amo.

Todas las veces que lo menciono es cuando más cerca me siento de ti porque mi alma se libera de este cuerpo y va en tu búsqueda, pues mi alma no quiere otra cosa que unirse a la tuya, estar tan cerca de ti que nos volvamos sólo uno y eso es posible cuando te expreso lo que llevo en mi pecho, ese caudal infinito de amor que yace allí por ti y para ti. Quisiera poder estar allí contigo, abrazarte y besarte con mucho amor. Quiero decirte que aquí estoy, que cuentas con mi apoyo y mi comprensión. Yo quiero ser el refugio donde te resguardas cuando sientes miedo, cuando estás cansado, o cuando tan sólo necesitas caricias y los besos de mis labios.

También te digo a través de un te amo, que mi anhelo de tu presencia es inmenso. Que todas las luces del cielo me recuerdan tu rostro y cuando ellas parpadean es cuando más sonrío porque te veo iluminándome con tu luz. La misma luz cálida y suave que percibo de tu mirada, mirada que me envuelve por completo.

Tú eres la otra mitad de mi corazón, mi par, mi complemento… Mi necesidad de ti es mucha. Mi corazón palpita tu nombre todo el tiempo. Eres tú lo primero que pienso y lo último que recuerdo en cada día. En mi mente tan sólo estás tú. Mis ojos se iluminan al verte y mi ser se emociona al escuchar tu voz, así es mi querido amor.

¿Cuánto falta para que tus ojos se encuentren con los míos? No lo sé, pero te siento tan cerca ahora mismo que el tiempo ya no importa. Estás adherido a mi alma, si doy un paso entonces tú también avanzas conmigo. Cuánto bien me has hecho a lo largo del camino. Te amo… ¡cuánto te amo!
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domingo, 17 de agosto de 2008

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Trazos de Amistad

033. Trazos de Amistad. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Cuando era niña, y estudiaba en aquella escuela, no logré hacer muchos amigos. Quienes me acompañaban en cada clase tan sólo eran mis compañeros. Recuerdo haber sido siempre tímida y reservada, podía permanecer en absoluto silencio mucho rato sin problemas. Por lo general, siempre estaba sola en el tiempo de recreo, a menos que una amiguita me instara de alguna manera para acompañarla hasta la cerca detrás de las aulas donde su madre le esperaba con el desayuno.
Esa niña de la que hablo se podría decir que fue mi primera amiguita. No recuerdo a qué jugábamos en recreo, pero sé que no corría como ahora lo hacen los niños. La mayor diversión era jugar en casa con mis primos, pero la escuela era otra cosa. Cuando terminó el primero de primaria se acabó la amistad porque luego la niña tenía otros amiguitos, y yo quedaba por fuera. Así ocurrió los siguientes años, por supuesto que hablaba a los niños pero no eran mis amiguitos.
Hubo un tiempo, más o menos de dos períodos académicos, donde el salón tenía una “elite”. Era ese tipo de grupos que se forman y sobresalen del resto, todos se les acercaban para hablarles y andar con ellos, y aunque el grupo elite les hablaba los otros no pertenecían a él y nunca lo harían. Recuerdo que tal grupo se desintegró el último año de primaria.
En el penúltimo año, conocí a otra amiguita. Claro que ella se la pasaba con otra compañera la mayoría del tiempo, pero eso poco importaba. El siguiente año volvimos a estudiar juntas y compartimos mucho, recuerdo que me explicó cómo jugar ajedrez incluso. En ese lapso hubo una situación que quedó grabada en mi mente, un día salimos al recreo pero yo no andaba con ella para ese momento. Luego de dar unas vueltas, me dio por regresar al aula de clases, mi amiga estaba cerca de la cantina y pocos niños yacían en la puerta del salón, llegué hasta un borde y me voltee. Al mirar hacia dentro se podían ver los primeros pupitres, mi amiga siempre se sentaba de primera y se podía visualizar su bolso, sin embargo para mi sorpresa otra compañera que se decía ser una gran amiga de esta niña estaba apunto de abrir furtivamente su bolso, quizás para revisarlo, no me atrevo asegurar otra cosa aunque el gesto de su rostro daba mucho que pensar. Cerca de la puerta, vigilando por si mi amiga se acercaba al salón, la otra gran amiga (desde el año pasado) riéndose, ella era la cómplice. Tan sólo las miré, al verme la otra niña cerró el bolso mientras se reía y salieron nuevamente al recreo. Me quedé en la puerta y mi amiguita no tardó mucho en aparecer, pensé en decirle lo que había visto: sus grandes amigas revisando su bolso furtivamente con no sé qué fin. Pero no le dije nada, creí que tan sólo lo vería como una broma más pues ellas eran sus mejores amigas, y yo me metería en problemas con aquellas dos así que preferí callar. La situación pudo haber pasado como una broma infantil pero para mí estaba presenciando la traición en una forma infantil, nunca confié en aquellas dos.
Con la graduación de primaria vino la separación. Sin embargo, siempre quise seguir estudiando con mi amiga y pedí irme a estudiar en su liceo, pero no se pudo. Le llamé por teléfono varias veces al correr de los años, perdí su número y por casualidad lo volví a encontrar. Tardé cinco años para volverle a ver.
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