martes, 7 de octubre de 2003

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Angelito de la guarda

Hola, ¿cómo estás? Mi nombre no importa ahora, lo importante es lo que tengo que decirte: Hace 5 minutos estuve conversando con un lindo angelito -hasta este momento me doy cuenta que no me dijo su nombre y se me pasó por alto preguntárselo-, estaba algo triste; no me gustó verlo así porque se nota que es muy travieso, juguetón y además muy alegre. Pero cuando me dijo: “Hola”, no parecía estarlo; también estaba algo preocupado -es demasiado pequeño para andar preocupado, eso es cosa de mayores a mi parecer-, me sorprendió bastante eso. Me pidió un pequeño favor, le dije: “Por supuesto Mi Ángel, dime... qué puedo hacer por ti pequeño angelito travieso”. En ese momento sonrió de una forma que me invadió, parecía como que estuviese en el mismo cielo, luego me pidió que escribiera una pequeña carta y que la enviase a un ser muy preciado para él y a quien quiere mucho -que es la misma persona por la que estaba preocupado-, le dije que con mucho gusto la escribiría. Me fue dictando mientras yo escribía cada palabrita que salía de su boca, me hablaba de manera muy clara, creo que tendría como 3 añitos, sólo al verlo supe que era un ser especial. Esto fue lo que me dictó y me pidió que te enviase:

“Hola mi preciosa hermanita, ¡soy yo! El pequeñín de la casa. ¿Sabes algo? Te extraño y también a mami, lamento no poder escribirte personalmente. Me estoy portando muy bien aquí; no estoy solo, hay un señor que siempre está conmigo, me dijo que se llama Jesús. Él me llevó a conocer a su mamita, ella se llama María, y es la persona que me está cuidando. A veces lloro porque quiero regresar a casa, y ella seca mis lágrimas con mucho amor; me prometió que algún día volvería a estar cerca de ustedes. Mi amigo Jesús ha estado junto a ti y a la familia consolándolos, él también se pone muy triste y llora cuando ustedes lloran; a veces igualmente yo lloro. Extraño no llegar hasta tu cama para despertarte en las mañanas, extraño no poder darle un besito a mami, extraño muchas cosas, y sé que a mí también me extrañan... los quiero muchísimo. Estoy en un lugar muy bonito, cuando me voy de paseo puedo admirar las bellezas que existen aquí. Jesús me consciente mucho, y María es muy cariñosa. He estado muy preocupado por ti hermanita, hay un pensamiento que ronda por tu cabecita y que no es bueno porque te hace sufrir y me hace sufrir a mí también, te hace llorar y me hace llorar a mí también, y cuando yo estoy triste todos mis demás compañeritos se ponen tristes. ¿Recuerdas cuando íbamos en el auto, y cuando chocamos? Lo único que puedo recordar es una cosa: de repente sentí como que mi mundo se detenía por un instante, luego apareció Jesús y se sonrió conmigo, me dijo que me había venido a buscar; le pregunté que si ustedes iban a venir y me respondió que no, que aún no, que todo en la tierra tiene su momento, y que todavía no había llegado el de ustedes; entonces le pregunté que por qué había llegado mi momento, y él sonriendo de nuevo me dijo: todos vienen a la tierra con una misión, o con una razón, cuando el Padre necesita que alguien lo acompañe, Él los llama y dejan este mundo terrenal y van a un paraíso muy bello...

Hay algo que me pone muy pero muy triste, que tú digas que fue tu culpa, que si tal vez hubiésemos salido a la hora prevista, tal vez no hubiese pasado nada, pero no es cierto, por alguna razón debíamos salir a la hora en que salimos, todo lo que sucede es para bien, recuerda eso, tal vez si hubiésemos salido antes las cosas hubiesen sido peores aún; yo estoy muy contento aquí, sé que piensas que todo esto es injusto, que Dios me puso en sus caminos y luego sin avisar me arrebató de sus manos; llegué a ustedes como un niño sin casa, sin hogar, sin amor; ustedes me adoptaron y me llenaron de felicidad, tuve la mejor familia que jamás hubiese deseado. Los últimos dos años fueron los mejores de mi existencia, marqué sus vidas y ustedes marcaron la mía, sé que ahora hay un profundo hoyo en sus corazones, y sé que no olvidarán cada momento que pasamos juntos, también sé que la tristeza es muy grande, pero el tiempo les dará resignación. Los quiero muchísimo, y recuerden que esto es sólo un hasta luego. Siempre estarán dentro de mi corazón, y yo seguiré en el de ustedes por siempre...”.

Cuando terminé de escribir, mi corazón estaba muy chiquitito, tenía unas inmensas ganas de llorar, inclusive varias lágrimas se derramaron por mis mejillas, él muy tiernamente las secó con su manita, y me dijo: “No llores”, se sonrió conmigo y me agradeció haberlo ayudado. Luego se volteó, dio dos pasos y me dijo: “Recuerda colocar al final de la carta que yo siempre estaré a su lado, y la cuidaré como hubiese hecho en vida”, luego se volteó de nuevo, le dije: “¿Te puedo ayudar en algo más?”, y me respondió: “ya has hecho mucho por mí y por mi familia, gracias a ti pude volver a estar en contacto con ellos, gracias”.

Luego de eso no volví a verlo, pero sé que cumplirá su promesa de estar junto a ti, y protegerte como tu Angelito de la Guarda.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

002.Angelito de la guarda.Colección Cartas.Waldylei Yépez.docx
07/10/03

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