Hoy, cuando revive el pasado, las letras se juntan en alargados párrafos, párrafos que cuentan poco o cuentan todo. Mientras la pluma se mueve, escribe o borra, gira o retorna, y los dientes marcan la madera al morderla, en esa búsqueda de forma y manera, al escribir estas palabras sinceras.
Un hueco en mi alma siento, se aguanta la tormenta de mis ojos, agua que riega lo poco que queda de mi huerto o despensa, agua que seca aún más mi desierto y desvanece la última esperanza de sentir paz y felicidad.
Se cumple otro día y otra hora, y el segundo, el segundo que corre y corre, corre y corre; el tiempo suma tiempo, resta y resta vida, multiplica las experiencias y divide caminos, idas y vueltas, vueltas o idas.
Hace un tiempo, cuando no era quien soy hoy, creía en las mentiras verdaderas y verdaderas mentiras, creí en las palabras de alguien, ese alguien movía mi tiempo y espacio, el eje que movía el mundo, el dueño de mí y mi mundo.
Su nombre Sol era, el mío la Luna y quien le quisiera; él, dueño de luz que iluminaba los astros, la tierra y mi mirada, mirada que se ha vuelto sin vida, sin luz desde su partida.
Diario de Luna, en tu interior aquella fatídica noche. Tú sabes lo que luché y confesé, y sabes lo que sentía al su voz escuchar, o cuando al cerrar mis ojos podía verle y besarle.
El Sol y la Luna jamás han podido coincidir, pues ni en el baile del Eclipse de su mano le tomé; el abrazo me he guardado y la tristeza en letras he liberado. Él ilumina junto al día claveles, rosas y margaritas mientras se escucha la voz de los tiernos pajaritos; ni las nubes negras opacarán su luz. La Luna, aunque a veces serena, otras son enormes tristezas; en la soledad, sólo ella despierta mientras otros duermen, siempre pensando en su Sol, y aunque ya pasa el tiempo, ella aún le espera. Muy agotada cae por la mañana pues el sueño la victoria toma; puertas y ventanas que cierran para cuando aparece el Sol impiden el paso de su luz, Luna dormida queda sin enterarse de su presencia. Sin embargo, para cuando despierte parte de esa luz estará, la luz nunca dejará la superficie lunar, eso le une a su Sol, pero hay una gran tierra que les separa. Ellos aún esperan encontrarse, mientras tanto, grandes cráteres en su corazón hay, heridas abiertas jamás cerradas. Aunque intente odiarle o alejarse no podría, su presencia aún le marca.
La Luna llega y el Sol se va, el Sol que viene y la Luna… se acaba de marchar.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
004.El Sol y La Luna.Colección Katrina Dubracci.Waldylei Yépez.docx
16/10/05 10:06 p.m.
21/10/05 07:14 p.m. - 08:04 p.m.
04/11/05 09:14 p.m.
Un hueco en mi alma siento, se aguanta la tormenta de mis ojos, agua que riega lo poco que queda de mi huerto o despensa, agua que seca aún más mi desierto y desvanece la última esperanza de sentir paz y felicidad.
Se cumple otro día y otra hora, y el segundo, el segundo que corre y corre, corre y corre; el tiempo suma tiempo, resta y resta vida, multiplica las experiencias y divide caminos, idas y vueltas, vueltas o idas.
Hace un tiempo, cuando no era quien soy hoy, creía en las mentiras verdaderas y verdaderas mentiras, creí en las palabras de alguien, ese alguien movía mi tiempo y espacio, el eje que movía el mundo, el dueño de mí y mi mundo.
Su nombre Sol era, el mío la Luna y quien le quisiera; él, dueño de luz que iluminaba los astros, la tierra y mi mirada, mirada que se ha vuelto sin vida, sin luz desde su partida.
Diario de Luna, en tu interior aquella fatídica noche. Tú sabes lo que luché y confesé, y sabes lo que sentía al su voz escuchar, o cuando al cerrar mis ojos podía verle y besarle.
El Sol y la Luna jamás han podido coincidir, pues ni en el baile del Eclipse de su mano le tomé; el abrazo me he guardado y la tristeza en letras he liberado. Él ilumina junto al día claveles, rosas y margaritas mientras se escucha la voz de los tiernos pajaritos; ni las nubes negras opacarán su luz. La Luna, aunque a veces serena, otras son enormes tristezas; en la soledad, sólo ella despierta mientras otros duermen, siempre pensando en su Sol, y aunque ya pasa el tiempo, ella aún le espera. Muy agotada cae por la mañana pues el sueño la victoria toma; puertas y ventanas que cierran para cuando aparece el Sol impiden el paso de su luz, Luna dormida queda sin enterarse de su presencia. Sin embargo, para cuando despierte parte de esa luz estará, la luz nunca dejará la superficie lunar, eso le une a su Sol, pero hay una gran tierra que les separa. Ellos aún esperan encontrarse, mientras tanto, grandes cráteres en su corazón hay, heridas abiertas jamás cerradas. Aunque intente odiarle o alejarse no podría, su presencia aún le marca.
La Luna llega y el Sol se va, el Sol que viene y la Luna… se acaba de marchar.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
004.El Sol y La Luna.Colección Katrina Dubracci.Waldylei Yépez.docx
16/10/05 10:06 p.m.
21/10/05 07:14 p.m. - 08:04 p.m.
04/11/05 09:14 p.m.
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