viernes, 30 de diciembre de 2005

, ,

La llegada

Abrazado a las estrellas
entre nebulosas y el cinturón de Orión,
rodeado del cántico de planetas regentes,
entre uno que otro meteorito despistado,
y lo oscuro de un agujero.

Otros que duermen en el menguante de la luna,
y aquellos que juegan con planetas
pasándoles como pequeñas pelotas,
bordeadas por el polvo procedente del cosmos.

Desapercibido pasaba uno de ellos,
pues siempre rodeado de nubosidad
nadie sabía qué interior traía.

Un día como cualquier otro,
pero diferente de todos,
se fue desvaneciendo el grueso manto
que ocultaba enormes bellezas,
entre ángeles se rumora de hermosura terrenal,
y todos quieren de cerca admirar.

Muchos se arriesgan a llegar a lo lindo,
pero mientras descienden sus alas se queman,
-quien tesoros busca debe saber que algo sacrificará-
pero la adaptación es rápida al terreno;
se brinca y baila cuando la luna canta,
el generoso sol aporta aún de sí,
y ahora existen las estrellas fugaces.

La llegada puede ser aparatosa y sacrificada,
pero cuando se adaptan pueden admirar nuevas cosas;
tememos a los cambios, pero a veces son necesarios
como explorar y conocer, dejar y poseer.

Ahora se dice que los ángeles son hombres,
y los hombres son ángeles que transitan la tierra,
pero siguen con algunas costumbres:
ignorar lo que no es "bonito" a la vista,
ya no con planetas sino con personas.
Hay mucho que deberán aprender,
por ejemplo que la belleza es interna,
y que ésta no es fácil de ver.

El que no arriesga nada gana,
muchos son los que aún no contemplan nada
pues decidieron quedarse con la luna y los planetas;
quizás están contentos, pero quién sabe,
por mi parte, aprendí a mutar con el paisaje.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

011.La llegada.Colección Mi Alma.Waldylei Yépez.docx
30/12/05 01:03 a.m.

¿Te ha gustado este contenido? Por favor, ayúdanos a mantener el sitio con una donación.

¡Gracias por tu apoyo!

0 comentarios: