sábado, 25 de marzo de 2006

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Ya no puedo volver

No puedes imaginar cuánto duele saber que no me amaste, y además creer que has jugado conmigo. Sin prever las consecuencias, echaste mi amor a la basura porque no te importaba. Por supuesto que alguien te esperaba, pero para tu mala suerte ella también te dejó. Y ahora vuelves para levantar las cenizas que dejaste de mi amor… lo siento ya no puedo volver. Es cierto que una vez me conformé con nada, pero ya no más.

Ve con ésa que aunque esté a tu lado jamás estará contigo. Ve con ésa a la que preferiste antes que a mí. Ve con ésa, al final ustedes están hechos tal para cual. Yo me encargaré de mí. Me encargaré de sanar, y de dejar de sufrir.



Waldylei Yépez



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26/03/06 12:00 a.m.

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Ya no me recuerdo

Hace tantas lunas que no sé de ti que creo poco me recuerdas ya, si es que aún lo haces. Te conocí en una conversación donde estuvimos con quien nos presentó. Recuerdo que el tiempo parecía tener prisa, pero yo no. Quería quedarme allí y hablar de todo. Inmediatamente sentí magnetismo, y preví cuán importante serías para mí. Lo que no esperaba era que tu nombre durmiera en mi pecho cada noche, y tu presencia caminase sobre mis huellas.

Alguna vez visitamos el mar, y la luna nos arropó con su luz mientras cada uno prometía nunca alejarse. Pero te fuiste, y aún a esta hora yo te espero porque no hay forma de olvidarte, ni de sacarte de mi respiración pues dentro de mí llevo tu aliento.

Veo pasar la luz y la sombra; el agua y el hielo; el transitar de las hojas en la carretera; todo se va, pero tú no. A veces deseo con toda mi fuerza no saber más nada de ti porque quiero alejarme, pero no puedo.

Ya no existe un tiempo anterior a ti, porque el inicio de mi vida fue cuando te conocí. Sonará raro esto, pero ya no me recuerdo… porque antes sabía quién era al mirarme en tus ojos, y eso no lo hago desde hace mucho. Me olvidé de mí, pero no me olvido de ti. En cambio tú… tú te olvidaste de mí esa misma noche de abril. La noche cuando fue tu partir, y empezó mi sufrir.



Waldylei Yépez



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25/03/06 11:38 p.m.

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martes, 21 de marzo de 2006

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Pasos de mayo

Cuando pierdes el autobús estás segura de que otro vendrá más allá, siempre formando cadenas porque detrás de lo uno encontrarás a lo otro. Mientras pasa la tarde sabes que saliste temprano en la mañana, y que regresarás en la noche; que cuando se acaba la mantequilla debes ir a comprar otra; que ha sido un día difícil, pero mañana podría estar peor porque detrás de lo uno… encontrarás a lo otro.

Mientras va en marcha el paso del año siempre esperas tener más suerte, porque al iniciar el Año Nuevo te llenaste de nuevas y renovadas esperanzas. Pediste prosperidad y paz para los tuyos; anhelabas arreglar la casa, y tantas cosas más. Sí, son muchos los planes a corto o mediano plazo. Jamás esperamos que las cosas cambien dramáticamente, y por lo general, los cambios queremos hacerlos nosotros porque tendríamos control de cada uno de ellos. Pero cuando entra en juego lo que algunos llaman destino, pues lo cambia todo.

Los pasos dejan huellas. Unas mil veces caminadas porque se vuelve a caminar sobre ellas, y otras intactas en una sola pisada. También están las huellas que nunca se dejan, y aquellas que nunca se borran a pesar del paso del tiempo. Paso tras paso, y huella tras huella, las frías marcas que el paso de mayo deja…

Entra la mañana a la capital, se cierran las puertas al salir del hogar. Se oye el sonido de un autobús que te lleva a prisa pues se hace tarde para entrar al salón de dibujo; como todo el tiempo, te fue más o menos bien, y a la hora del almuerzo a casa otra vez. Paso a paso caminas a tu hogar, en la calle ni alma que mirar, pero una puerta que cerrada siempre está, ya no lo está. Ves un círculo de amigos que raro te parece encontrar, sigues caminando y allí está tu mamá limpiando la casa. Qué raro, no fue a trabajar aunque se subió contigo al autobús en la mañana.

Nubes pasajeras que derraman sus escarchas rojas, limpiando e inundando la calle que te encuentras al andar. Serpientes y cobras que cobardemente atacan a quien mucho pan de vida ha brindado, a quien en libertad ríe y a su familia aprecia; a quien se ha esforzado en volverse firme pilar de humanidad, porque a los que son buenos: ángeles he de llamar. Fina línea del tiempo reducida a segundos. Ventanas que guardan más de un secreto de rápidos destellos filosos que marcan el fin de los tiempos, de la mano del polvo explosivo, la idea macabra y la cobarde ejecución, basados en el simple poder del dinero porque la ley es no meterse con el que tiene, aunque sea para defender al que no tiene. Un acto de hielo, una voz que se apaga y la luz se consume, un manantial de bondad que se seca tan sólo por codicia y por orgullo. Aguas que se vuelven mares rojos de historias, recuerdos olvidados e imágenes imborrables, presencias incomparables y la rabia que como fuego arde.

Los pasos del día se vuelven pesados en ocasiones. Querer huir del momento lo puedes hacer, pero huir de la realidad nunca. Los pasos de mayo fueron terribles, marcaron dolor y marcaron rencor, dejaron un por qué y un dolor latente que vuelve a nacer porque ocho años no son suficientes para olvidar lo inolvidable. Un 14 de mayo marcado en la mente de muchos niños y adultos. Cuando algo existe sabes que a su momento dejará de existir, pero aún así hay ocasiones en que el saber la verdad no te hará sentir bien, y mucho menos sabiendo que son cosas evitables. La verdad siempre sale a la luz, pero incluso eso no prenderá la mecha de la vela apagada. Aún hay ríos y mares rojos que se han vuelto océanos, y vidas que se han vuelto tristeza. Sigue lloviendo, pero espero que escampe y los ríos de las calles se sequen, para volver a transitar por ellas y tener la seguridad de no ser parte del agua que allí se encuentra.



Waldylei Yépez



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21/03/06 10:58 p.m.

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martes, 14 de marzo de 2006

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Me enamoré de ti

Veme aquí, sentada en la historia y con vista al tiempo, mientras por mis pies pasa la arena del sendero y sobre mis mejillas chocan las palabras del viento. Viento que a su vez mece las hojas de un árbol, árbol que si miro hacia arriba forma mi cielo. Aquí estoy, pretendiendo ser sincera conmigo mientras miro las nubes que van formando figuras y arrojando escarchas al vacío, escarchas que se esparcen mientras los rayos de luz tocan la clorofila. Pienso en los milagros que habitan el mundo y transitan por él, ángeles de sueños, rostros y reflejos, y entre todos ellos la excepción, la diferencia… tú.

«Me enamoré de ti» así dice mi mente traidora que no deja de pensarte, y que no para de soñarte cuando debiera descansar por las noches; y es que suena tan sencillo… tan simple, como si esas palabras fueran tan fáciles de sentir, como si todo fuese una simple frase, y he descubierto que no es así, que para poder decirte «me enamoré de ti» he pasado por más de un sentir, y por más de un pensamiento.

He fusionado mi mente, cuerpo y alma a un sólo propósito: el vivirte en esta hora, en este día o de aquí en adelante. Volví a soñarte despierta mientras mi pensamiento teje un mundo perfecto, un mundo de rosas y palabras bonitas que no tendría fin porque no dejaríamos que acabase. Un mundo donde hay espacio para el perdón y mis letras tienen sentido, donde mi corazón vive y late por ti, donde soy capaz de amoldarme para convivir.

A esta hora y a toda hora nunca miro el reloj, porque no me gusta ver este tiempo en el que no estás, y estando junto a ti tampoco quiero ver la hora de tu marchar. ¿Sabes? Hay tantas cosas que me gustan de ti. Tienes algo en la voz que me estremece, y algo en la piel que me magnetiza. Mariposas revolotean a la mitad de mi ser, palabras a medias y mis ojos que sólo a ti buscan, que sólo a ti siguen.

¿Por qué he de sentirme así? En mi mente no hay respuesta, pero la mente no ama; a ella sólo le corresponde analizar, y de análisis el amor no vive. Grande es mi desesperación por verte. Qué loco es que, a pesar de la distancia, te sienta a milímetros de mi corazón. Qué loco es decirte que me enamoré, pero ¡qué linda es la locura donde vivo! ¡Qué lindo el tiempo en que estás conmigo! ¡Qué lindo sería tomarte de las manos y besar tus labios! ¡Qué lindo sería decirte que te amo! Porque quiero ser libre de gritar al mundo lo que siento, porque quiero decirles que tú miras más allá de mis ojos, que son de tus labios de los que quiero un beso y mil más, que es entre tus brazos donde quiero descansar, y que sí, que tu amor me hace volar y me hace soñar.

Tu ausencia sólo es la excusa para anhelar más tu presencia. Es más, ella ni siquiera existe porque nunca estás ausente, porque siempre estás aquí cuando te encuentras lejos. Pongo mis manos sobre mis ojos, los tapo como lo haría aquel que va ser sorprendido, y siempre que los destapo espero encontrarte frente a mí; serías la sorpresa más hermosa y la que más me haría feliz.

«Me enamoré de ti» era algo que muchas veces temí decir al no saber si me corresponderías, pero llegué a un punto donde era tan grande mi sentir que ya no cabía en el gran espacio que abarca un corazón. Esto que siento ya no lo puedo ocultar. A fuego está tu nombre escrito en mi ser. Amo lo que eres. Te amo desde el alba al anochecer.



Waldylei Yépez



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14/03/06 11:33 p.m.
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miércoles, 8 de marzo de 2006

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Solo quería decirte

Mi valioso sueño, mi adorable amor,

Hoy me he despertado con muchas ganas de verte —aunque toda la noche estuviste conmigo mientras caminabas en mis pensamientos—, pero esta mañana en particular me haces más falta que nunca. Jamás he dejado de pensarte, es sólo que quizás dejé de decírtelo, como también desde hace mucho no te digo que te quiero porque pensé que era obvio.

Hace meses recordaba tus palabras y las mías, como cuando aquella vez cambié mi “te quiero” por un “te amo”… sí, creí que ya era hora de decirlo. Aún sonrío al recordarlo. Y qué alegría cuando me respondiste de la misma manera.

Recuerdo todas las cartas que, como ésta, te envíe junto con algunas fotos hechas postales. Hasta ahora no sé si llegaron en su totalidad porque con ese asunto de las guerras, enviar algo a otro sitio se hacía muy difícil. No sabes cuántas veces soñé con ser un ave para poder migrar hasta ti, o quizás ser del tamaño de un reloj para poder enviarme a mí misma por correo. Yo sólo quería zarpar en un barco con rumbo a la felicidad, tomar un avión o el tren, lo que fuera.

Amor, hoy he sentido unas enormes ganas de hablarle a tu corazón, y mientras escribo mi mente vaga en la ilusión más grande que he tenido. ¿Sabes? Cuando quiero verte, me quedo muy quieta mientras me fusiono al silencio cerrando mis ojos muy lentamente, luego te veo hablándome de lo que nunca dijiste. Me lleno de ternura, y subo mi mano hacia tu rostro para acariciarlo muy despacio, perdiéndome en tu mirada y respirando a tu ritmo.

Hace tiempo que no me escribes, y aún espero con la misma ansía leerte. La última vez pregunté si me querías, y dijiste simplemente “claro”… no me molesta, es sólo que esperaba leer un “te quiero” de nuevo. Ya hace medio siglo que no lo dices… bueno prefiero pensar que fue ayer, mientras aún espero.

Sé que he sido muy torpe, y me comporté como una niña poco responsable —cuando aún era una niña—, pero a medida que crecí fui aprendiendo mucho. Sí, es cierto que no lo viste, pero cuando lo hagas estarás orgulloso.

Yo sólo quería decirte que aún te amo, y que no olvidé todo lo que dije. Que aún recuerdo cuando soñábamos con estar juntos, que aunque ha pasado el tiempo yo aún te espero porque sé que estaremos juntos como lo prometimos. Porque éramos el uno para el otro, esa media mitad.

Sólo quería decirte que entre las líneas se va mi alma, que aún recuerdo con dolor cuando nos separamos, y que mis manos ya están cansadas… pero que dentro de mí las letras no se acaban.

Espero con gran ilusión una pronta respuesta, mientras se despide quien te amó medio siglo, y quién te amará el resto de lo que quede del tiempo.

Con amor, tu niña.



Waldylei Yépez



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08/03/06 10:56 p.m.
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sábado, 4 de marzo de 2006

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Sin más que decir

En las sombras de una casa medio vacía
pretendía esconder lo que soy,
pretendía esconder cualquier cosa
pues mis paredes jamás me delatan,
y jamás me enseñan nada.
Pero aún sin querer enseñarme
yo aprendí de su silencio.
Aprendí que ya es hora de callar,
y que es hora de mirar,
mirar las mil y una cosas
que están a punto de pasar.
Y éste es mi último aliento de letras
hasta que tenga otra cosa que decir,
o hasta que tenga más trozos para escribir.
Vivo entre recuerdos e ideas,
vivencias o experiencias
serenas o aplastantes,
y en mi mente agobiantes.
Vivo del que vive
porque soy quién aprendiendo sigue;
porque sólo estando en sus zapatos
entiendo de la vida, y los malos tratos,
o de las cosas buenas que se acercan.
Aprendí del amor en la vivencia,
de ese amor espiritual
que va al cielo y más allá.
También he querido aprender
a tener fortaleza de pared,
para estar de pie sin llorar,
y dejar de derramar lágrimas al andar.
Pero me ha sido imposible,
pues son ellas las compañeras de mis ojos,
las que yacen en mis alegrías, tristezas o enojos.
¡Ay! Quiero ser como tú, pared,
quisiera que me enseñaras tantas cosas;
quisiera escuchar sin juzgar ni culpar;
guarecer y proteger a quienes amo;
aprender de tu silencio
porque mucho he herido con palabras,
y por eso ha sufrido mi alma.
Sin más que decir
aquí detengo mi lápiz,
y en mi gaveta, por ahora, le guardo
junto a muchas páginas blancas que vacías se hallan,
esperando el momento de llenar el vacío,
en el instante de un nuevo día, de un nuevo brío.
Detrás de la voz me quedo, detrás de mi yo,
aquí en soledad me siento a esperar
a ver si me enseña a no llorar.
A despedirme de lo que se me ha ido
sin culpas y sin castigos.
No soy una niña, pero tampoco una mujer aún,
es mucho lo que me falta por ver,
por escribir y por hacer,
pero en la música nace la pausa,
y la pausa es parte de ella
porque contribuye para hacerla.
Las lágrimas no han sido malas
porque ellas forman parte de mi enseñanza;
tienen protagonismo en quién soy
y marcan el camino a dónde voy.
Mis andanzas continúan,
y en mi camino letras hallaré,
las de ahora y las de siempre,
y las que nunca escribiré.



Waldylei Yépez



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023.Sin más que decir.Colección Andanzas 2006.Waldylei Yépez.docx
04/03/2006 11:00 p.m.
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