martes, 14 de marzo de 2006

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Me enamoré de ti

Veme aquí, sentada en la historia y con vista al tiempo, mientras por mis pies pasa la arena del sendero y sobre mis mejillas chocan las palabras del viento. Viento que a su vez mece las hojas de un árbol, árbol que si miro hacia arriba forma mi cielo. Aquí estoy, pretendiendo ser sincera conmigo mientras miro las nubes que van formando figuras y arrojando escarchas al vacío, escarchas que se esparcen mientras los rayos de luz tocan la clorofila. Pienso en los milagros que habitan el mundo y transitan por él, ángeles de sueños, rostros y reflejos, y entre todos ellos la excepción, la diferencia… tú.

«Me enamoré de ti» así dice mi mente traidora que no deja de pensarte, y que no para de soñarte cuando debiera descansar por las noches; y es que suena tan sencillo… tan simple, como si esas palabras fueran tan fáciles de sentir, como si todo fuese una simple frase, y he descubierto que no es así, que para poder decirte «me enamoré de ti» he pasado por más de un sentir, y por más de un pensamiento.

He fusionado mi mente, cuerpo y alma a un sólo propósito: el vivirte en esta hora, en este día o de aquí en adelante. Volví a soñarte despierta mientras mi pensamiento teje un mundo perfecto, un mundo de rosas y palabras bonitas que no tendría fin porque no dejaríamos que acabase. Un mundo donde hay espacio para el perdón y mis letras tienen sentido, donde mi corazón vive y late por ti, donde soy capaz de amoldarme para convivir.

A esta hora y a toda hora nunca miro el reloj, porque no me gusta ver este tiempo en el que no estás, y estando junto a ti tampoco quiero ver la hora de tu marchar. ¿Sabes? Hay tantas cosas que me gustan de ti. Tienes algo en la voz que me estremece, y algo en la piel que me magnetiza. Mariposas revolotean a la mitad de mi ser, palabras a medias y mis ojos que sólo a ti buscan, que sólo a ti siguen.

¿Por qué he de sentirme así? En mi mente no hay respuesta, pero la mente no ama; a ella sólo le corresponde analizar, y de análisis el amor no vive. Grande es mi desesperación por verte. Qué loco es que, a pesar de la distancia, te sienta a milímetros de mi corazón. Qué loco es decirte que me enamoré, pero ¡qué linda es la locura donde vivo! ¡Qué lindo el tiempo en que estás conmigo! ¡Qué lindo sería tomarte de las manos y besar tus labios! ¡Qué lindo sería decirte que te amo! Porque quiero ser libre de gritar al mundo lo que siento, porque quiero decirles que tú miras más allá de mis ojos, que son de tus labios de los que quiero un beso y mil más, que es entre tus brazos donde quiero descansar, y que sí, que tu amor me hace volar y me hace soñar.

Tu ausencia sólo es la excusa para anhelar más tu presencia. Es más, ella ni siquiera existe porque nunca estás ausente, porque siempre estás aquí cuando te encuentras lejos. Pongo mis manos sobre mis ojos, los tapo como lo haría aquel que va ser sorprendido, y siempre que los destapo espero encontrarte frente a mí; serías la sorpresa más hermosa y la que más me haría feliz.

«Me enamoré de ti» era algo que muchas veces temí decir al no saber si me corresponderías, pero llegué a un punto donde era tan grande mi sentir que ya no cabía en el gran espacio que abarca un corazón. Esto que siento ya no lo puedo ocultar. A fuego está tu nombre escrito en mi ser. Amo lo que eres. Te amo desde el alba al anochecer.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

025.Me enamoré de ti.Colección Andanzas 2006.Waldylei Yépez.docx
14/03/06 11:33 p.m.

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