Tavo empieza a leer la carta que ha recibido Ángela:
«Amor, debo decirte que aquí en el Ejército las cosas no son tan fáciles. Se aproxima una guerra que quizás nos deje muchas tristezas, pues sólo eso trae y deja una guerra. Estoy luchando por mantenerme en pie, ya quiero darme de baja y regresar a mis campos junto a ese aire puro y junto a ti. He soñado con que tengamos muchísimos hijos, ¿te parece buena idea? Quiero muchas cosas contigo, pero también espero que tú lo quieras así. Te quiero con todo mi corazón.
Con amor,
Oficial Samuel Soria
Ejército Nacional de Melí».
–¡Bueno ya lo has escuchado, Ángela! Ese chico te ama mucho. Es una lástima que no sepas leer buena mujer. Esperemos que pronto ya pueda darse de baja para que vuelva a ser un trabajador de estos campos tan puros.
Tavo era el dueño de una bodega del pueblo de Caldeas en Melí. Su país estaba en guerra con Taboltos debido a las malas acciones del Gobierno Tabol. Melí y Arsenías habían unido sus fuerzas para invadir por el oeste, la idea era proteger a las comunidades de esa zona.
Samuel ya tenía mucho tiempo de oficial, y cuando el conflicto armado empezó su grupo fue enviado a Taboltos. Él era el prometido de Ángela. Por su parte, ella era una buena y muy linda mujer, pero su pobreza evitó que pudiera estudiar; por eso nunca aprendió a leer o escribir. Ésa era la razón por la cual Tavo le leía las cartas que su novio le enviaba.
Con mucha ilusión ella esperaba a Samuel. Recibir sus cartas era algo muy especial, pero no eran tan frecuentes. A veces tardaban meses en aparecer.
Un día llegó otra carta. Como de costumbre, fue a la bodega de Tavo para que se la leyera. A él le caía muy bien Ángela, y con mucho gusto le prestaba toda la atención para leerle las cartas que siempre le daban ilusión. Tavo abrió la carta y la leyó para sí mismo primero, la expresión de su rostro se modificó un poco, pero siempre mantuvo una sonrisa. Ángela había notado que ésta tenía unos dibujitos en la parte de arriba, y le preguntó qué significaban.
–No es nada, él... él de seguro sólo quería mostrártelas.
Ella sonrió.
–Entonces, ¿qué dice la carta?
Él dudó un poco mientras la miraba.
–Pues lo mismo de siempre, que te ama.
Dobló rápidamente la carta dándole a entender que tenía mucho trabajo. Sin embargo, ella le suplicó unos minutos, y que, por favor, se la leyera. Se disculpaba por molestarlo, y le prometía que iba estudiar con los niños del pueblo para no volver a quitarle más tiempo.
Tavo volvió abrir la carta y le dijo:
–Hola Ángela, estoy bien, tenemos una guerra por aquí, pero espero que pronto acabe...
Tavo mira a Ángela como buscando más palabras en su mente. Ella lo mira.
–Sí, pero, ¿qué más dice? ¿Dice si regresará pronto?
Tavo miraba de nuevo la carta y entendiendo lo que ella quiere escuchar le dice:
–... Ángela estamos en guerra ahora, y quizás no pueda volver a escribirte... tan pronto, sólo ten en cuenta que te quiero.
Ángela le extraña que diga tan poco si hay muchas más letras que en la carta anterior, insiste en preguntarle si eso es todo. Tavo con tono serio le dijo que sí, y que, por favor, se marche a su casa porque él tiene mucho que hacer. Tavo intentó llevarse la carta con él, pero Ángela lo detuvo recordándole que se la devolviera. Él la miraba un poco extraño, pero al final extendió su mano y se la entregó.
Durante días ella pensó en esa situación, se sentía tan impotente al no poder leer por si misma lo que decía la carta. Tan pronto como pudo se incorporó a las clases del pueblo que los maestros recién llegados, Susana y Alberto, comenzaban a impartir.
Ángela recibía clases con los niños y otros adultos. En ese tiempo ninguna carta llegó, pero se mantuvo entretenida ayudando a la comunidad. Pasaron muchos meses antes de que se cantara victoria en la guerra; el mal Gobierno Tabol fue derrocado por su misma gente, y ya estaban construyendo uno mejor. Pero seguían pasando los meses, y Samuel no enviaba ninguna carta y tampoco llegaba.
Cuatro años les llevó a los maestros levantar la nueva escuela. Ángela, que ya sabía leer y escribir, se convirtió en una colaboradora oficial. La fiesta de inauguración fue bastante bonita, además se anunció el compromiso de los maestros Susana y Alberto. Este episodio le hizo recordar a Ángela aquellos días con su amado, y también todas sus cartas de amor.
Al llegar a casa se propuso buscarlas y leerlas ella misma de una en una. Todas estaban ordenadas por fechas, así que empezó a leer desde la más antigua. Cuando llegó a la última carta le volvió a llamar la atención aquellos dibujos, y se dio cuenta que eran escudos que decían: EJÉRCITO NACIONAL DE MELÍ y FUERZAS DE PROTECCIÓN DE ARSENÍAS.
Ella empezó a leer la última carta:
«Ciudadana Ángela de Nila:
Recibe las siguientes líneas porque figura como único contacto familiar del Oficial Samuel Soria. En estos momentos nuestro conflicto en la zona de Taboltos es muy serio, hemos enviado refuerzos en más de tres ocasiones porque se ha recibido muchos bombardeos y ataques sorpresas. Nuestro gobierno prevé deberá hacer reclutamientos en las principales ciudades para ayudar en el conflicto a los oficiales activos allí. Nuestro Ejército y la de Protección de Arsenías agradecen las colaboraciones de otros países que se han sumado en la lucha por defender los derechos de los Taboltianos. Dios mismo nos protege en cada paso.
El Oficial Soria ha luchado enorme e incansablemente en estos campos de batalla. Con él y con todos estamos en deuda, gracias a esfuerzos como ése hemos logrado la paz en muchos sitios y esperamos terminemos dándole la victoria al presente.
El Oficial Samuel Soria cayó por fuego enemigo realizando su labor de manera valerosa. Sus restos serán depositados en el suelo santo que el Ejército dispuso para los caídos en guerra en el Paso Verde de Melí en la ciudad de Katras.
Le hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias.
Kos Patrón
General del Ejército Nacional de Melí
Chel Socrosqui
General de las Fuerzas de Protección de Arsenías».
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
006.La carta leída, sin leer.Colección Mi respuesta.Waldylei Yépez.docx
31/08/06 10:13 p.m.
«Amor, debo decirte que aquí en el Ejército las cosas no son tan fáciles. Se aproxima una guerra que quizás nos deje muchas tristezas, pues sólo eso trae y deja una guerra. Estoy luchando por mantenerme en pie, ya quiero darme de baja y regresar a mis campos junto a ese aire puro y junto a ti. He soñado con que tengamos muchísimos hijos, ¿te parece buena idea? Quiero muchas cosas contigo, pero también espero que tú lo quieras así. Te quiero con todo mi corazón.
Con amor,
Oficial Samuel Soria
Ejército Nacional de Melí».
–¡Bueno ya lo has escuchado, Ángela! Ese chico te ama mucho. Es una lástima que no sepas leer buena mujer. Esperemos que pronto ya pueda darse de baja para que vuelva a ser un trabajador de estos campos tan puros.
Tavo era el dueño de una bodega del pueblo de Caldeas en Melí. Su país estaba en guerra con Taboltos debido a las malas acciones del Gobierno Tabol. Melí y Arsenías habían unido sus fuerzas para invadir por el oeste, la idea era proteger a las comunidades de esa zona.
Samuel ya tenía mucho tiempo de oficial, y cuando el conflicto armado empezó su grupo fue enviado a Taboltos. Él era el prometido de Ángela. Por su parte, ella era una buena y muy linda mujer, pero su pobreza evitó que pudiera estudiar; por eso nunca aprendió a leer o escribir. Ésa era la razón por la cual Tavo le leía las cartas que su novio le enviaba.
Con mucha ilusión ella esperaba a Samuel. Recibir sus cartas era algo muy especial, pero no eran tan frecuentes. A veces tardaban meses en aparecer.
Un día llegó otra carta. Como de costumbre, fue a la bodega de Tavo para que se la leyera. A él le caía muy bien Ángela, y con mucho gusto le prestaba toda la atención para leerle las cartas que siempre le daban ilusión. Tavo abrió la carta y la leyó para sí mismo primero, la expresión de su rostro se modificó un poco, pero siempre mantuvo una sonrisa. Ángela había notado que ésta tenía unos dibujitos en la parte de arriba, y le preguntó qué significaban.
–No es nada, él... él de seguro sólo quería mostrártelas.
Ella sonrió.
–Entonces, ¿qué dice la carta?
Él dudó un poco mientras la miraba.
–Pues lo mismo de siempre, que te ama.
Dobló rápidamente la carta dándole a entender que tenía mucho trabajo. Sin embargo, ella le suplicó unos minutos, y que, por favor, se la leyera. Se disculpaba por molestarlo, y le prometía que iba estudiar con los niños del pueblo para no volver a quitarle más tiempo.
Tavo volvió abrir la carta y le dijo:
–Hola Ángela, estoy bien, tenemos una guerra por aquí, pero espero que pronto acabe...
Tavo mira a Ángela como buscando más palabras en su mente. Ella lo mira.
–Sí, pero, ¿qué más dice? ¿Dice si regresará pronto?
Tavo miraba de nuevo la carta y entendiendo lo que ella quiere escuchar le dice:
–... Ángela estamos en guerra ahora, y quizás no pueda volver a escribirte... tan pronto, sólo ten en cuenta que te quiero.
Ángela le extraña que diga tan poco si hay muchas más letras que en la carta anterior, insiste en preguntarle si eso es todo. Tavo con tono serio le dijo que sí, y que, por favor, se marche a su casa porque él tiene mucho que hacer. Tavo intentó llevarse la carta con él, pero Ángela lo detuvo recordándole que se la devolviera. Él la miraba un poco extraño, pero al final extendió su mano y se la entregó.
Durante días ella pensó en esa situación, se sentía tan impotente al no poder leer por si misma lo que decía la carta. Tan pronto como pudo se incorporó a las clases del pueblo que los maestros recién llegados, Susana y Alberto, comenzaban a impartir.
Ángela recibía clases con los niños y otros adultos. En ese tiempo ninguna carta llegó, pero se mantuvo entretenida ayudando a la comunidad. Pasaron muchos meses antes de que se cantara victoria en la guerra; el mal Gobierno Tabol fue derrocado por su misma gente, y ya estaban construyendo uno mejor. Pero seguían pasando los meses, y Samuel no enviaba ninguna carta y tampoco llegaba.
Cuatro años les llevó a los maestros levantar la nueva escuela. Ángela, que ya sabía leer y escribir, se convirtió en una colaboradora oficial. La fiesta de inauguración fue bastante bonita, además se anunció el compromiso de los maestros Susana y Alberto. Este episodio le hizo recordar a Ángela aquellos días con su amado, y también todas sus cartas de amor.
Al llegar a casa se propuso buscarlas y leerlas ella misma de una en una. Todas estaban ordenadas por fechas, así que empezó a leer desde la más antigua. Cuando llegó a la última carta le volvió a llamar la atención aquellos dibujos, y se dio cuenta que eran escudos que decían: EJÉRCITO NACIONAL DE MELÍ y FUERZAS DE PROTECCIÓN DE ARSENÍAS.
Ella empezó a leer la última carta:
«Ciudadana Ángela de Nila:
Recibe las siguientes líneas porque figura como único contacto familiar del Oficial Samuel Soria. En estos momentos nuestro conflicto en la zona de Taboltos es muy serio, hemos enviado refuerzos en más de tres ocasiones porque se ha recibido muchos bombardeos y ataques sorpresas. Nuestro gobierno prevé deberá hacer reclutamientos en las principales ciudades para ayudar en el conflicto a los oficiales activos allí. Nuestro Ejército y la de Protección de Arsenías agradecen las colaboraciones de otros países que se han sumado en la lucha por defender los derechos de los Taboltianos. Dios mismo nos protege en cada paso.
El Oficial Soria ha luchado enorme e incansablemente en estos campos de batalla. Con él y con todos estamos en deuda, gracias a esfuerzos como ése hemos logrado la paz en muchos sitios y esperamos terminemos dándole la victoria al presente.
El Oficial Samuel Soria cayó por fuego enemigo realizando su labor de manera valerosa. Sus restos serán depositados en el suelo santo que el Ejército dispuso para los caídos en guerra en el Paso Verde de Melí en la ciudad de Katras.
Le hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias.
Kos Patrón
General del Ejército Nacional de Melí
Chel Socrosqui
General de las Fuerzas de Protección de Arsenías».
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
006.La carta leída, sin leer.Colección Mi respuesta.Waldylei Yépez.docx
31/08/06 10:13 p.m.