013. El Escriba. DUMBAR. Mi respuesta. Waldylei Yépez.doc
Cada día es una gran aventura en la vida, ya sea porque este llena de pequeñas cosas hasta llegar a las vivencias un poco más arriesgadas. De las virtudes de la misma -varios concordaran conmigo al decir que- el ejercer con placer una profesión es un sueño alcanzado. Muchas de las carreras llegan a ser honoríficas, y en ésta lista contamos con el periodismo sin lugar a dudas. Por otra parte, las aventuras de un corresponsal son innumerables como las de nuestro amigo Jorge Dumbar; nos pasaríamos mucho tiempo hablando de él y su trabajo, pero quien les relata tiene interés en contarles una vivencia muy particular dónde chocan dos sueños, sí, dos sueños.
Nuestro amigo, un joven corresponsal de unos treinta y tantos años, trabajaba para un reconocido periódico de su ciudad. Su espíritu emprendedor -y quizás un poco de ego- lo habían llevado a luchar por obtener reconocimiento, aunque él muy particularmente le llamaba: Respeto a su trabajo. Tenía una muy buena esposa y un par de niños consentidos. Su vida era exitosa si nos ponemos a compararla, pero él sentía que aún no alcanzaba algo realmente “admirable”, quería tener una experiencia nueva en su labor y se postuló como participante de un reportaje especial que se realizaría en el extranjero. Fue seleccionado junto al resto del equipo y partirían en un par de días, no tenían una fecha de regreso pero esto a él no le importó mucho en ése momento.
Al regresar a casa, su rostro poseía un no sé qué de jovialidad; su esposa Ana - que era muy perceptiva como la mayoría de las féminas - lo notó de inmediato y supuso que algo había ocurrido, sin embargo, no quiso decirle nada hasta que él quisiera comentarlo.
El, a la hora de la cena, le dijo con gran orgullo a su familia que iba hacer un reportaje especial en el exterior, que pasaría algún tiempo fuera pero que descuidasen pues les recompensaría con muchos regalos al volver; su esposa quedó atónita, jamás se había imaginado que su esposo se fuese de viaje así nomás, y de paso tan lejos. La alegría se mostró en la cara de los pequeñuelos, obviamente, resultado de haber dicho: muchos regalos al volver, y abrazaron a su buen papá. Pero, lo mismo no ocurrió con su mujer, ella yacía inerte y no mencionó palabra alguna.
Posteriormente, los niños fueron a ver un poco de televisión mientras la esposa lavaba los platos, Dumbar se fue hasta la cocina y se puso entonces a platicar con ella.
- No me has dicho nada de la noticia que te he traído.
- ¿Es que tenía que decir algo? - le dijo en tono de reproche. No me consideraste antes de tomar la decisión, así que ¿Para qué necesitas una opinión ahora?
- Pensé que te alegrarías. ¡Vamos! Es una gran oportunidad, cumpliré mi sueño; bueno, más bien: lo completaré. Sabes cuánto adoro mi trabajo, esto me dará reconocimiento y experiencia.
La señora Dumbar trató de calmar sus ánimos, por una parte él tenía razón, además cuánto podría tardar: una semana, quizás dos,… No era una cosa como para alterarla tanto, decidió preguntarle a su marido cuál sería la fecha de su regreso y la respuesta no le cayó muy bien: él no sabía.
- Esta bien, no sabes cuándo regresas, bien… Entonces dime de qué se trata el reportaje, ¿Cuál es tu trabajo allí? - Y se quedó secando los platos.
Con gran emoción su marido le respondió: ¡Seré Corresponsal de Guerra!
Aquella mujer sintió que se le iba el mundo, ¿Habría escuchado bien? ¿Su marido se iba a la guerra? Por el sobresalto dejó caer el plato que cargaba en sus manos, y sonó un ruido estrépito cuando se hizo mil pedazos. Miró a su esposo aterrorizada y él al verla dejó de sonreír.
- ¡Tú no vas a ningún lado! - Le ordenó entonces. ¡Dios! ¿Qué estás pensando? ¿Acaso se te olvida que tienes dos hijos? ¿Qué en una de ésas te puede alcanzar una bala? No, tú no vas.
Una mujer siempre termina siendo protectora, y pues esto no se aplica solamente a los niños, también se aplica al marido. Ella seguía con su mirada firme, si los pequeños hubiesen estado presentes seguro temerían a aquella cara de ogro, sin embargo, detrás de ése caparazón estaba asustada, le aterraba la idea de que algo le pudiese pasar a su esposo; por dentro era débil. Pensaba en las mil y una razones que decirle para obligarlo a desistir de la idea, pero cómo si aquel era su trabajo.
- Tú sabes que voy a ir porque es mi trabajo, si no voy lo perderé y luego ¿Quién mantendrá la casa?
- ¿Y si te pasa algo? Ellos (y señala en dirección a la sala) se quedan sin papá. Te advierto: si sales por ésa puerta, no volverás a entrar. O tu trabajo o nosotros, tú decides.
- ¿Esta es tu forma de amarme, destruyendo mis sueños? Me parece que eres muy egoísta, sólo piensas en ti; quieres llevarte por delante mis anhelos. He esperado una oportunidad de sobresalir y ahora que la tengo, en vez de ser comprensible eres la primera que se opone; ¿Crees que tu amor te da derecho a limitarme? No entiendo ésa forma de amar, y te desconozco.
- ¿Egoísta yo? ¿Sabes cuál es mi sueño? Mi primer sueño fue ser una profesional y ejercer, luego cambio y se convirtió en mi familia, en hacer todo cuanto este a mi alcance para que estén bien, tú eres parte de mi sueño y ahora vienes con que vas a exponer tu vida, y me lo dices con una sonrisa como si eso pudiese tranquilizarme y despreocuparme. Entonces dime tú: ¿Cuál sueño se esta llevando por delante a cuál?
Esta pobre señora no era mala, ni siquiera buscaba truncar el sueño de su esposo a propósito pero al estar en la situación de peligro, o posible peligro, actúa como una fiera que resguarda lo que es suyo. El mayor problema reside en: ¿Hasta dónde somos capaces de llegar para “proteger” a alguien amado? Tristemente, a veces por sobreprotección terminamos destruyendo: lo que queríamos preservar.
Fue terrible para él escuchar aquello, ella sabía que lo que más adoraba en el mundo era precisamente su familia y su trabajo, ¿Por qué le estaba haciendo eso? ¿Por qué ya no era la buena mujer de los días anteriores? ¿Por qué no le apoyaba si siempre lo había hecho? Estaba bastante decepcionado. Entonces llegó a éste dilema: ¿Qué pasa cuándo la felicidad de una mitad de tu ser, resulta ser la infelicidad de la otra?
Por esa noche no discutieron más sobre el asunto.
Luego, la señora Dumbar llamó a su hermana mayor pues necesitaba platicar sobre Jorge, esto alertó a la otra mujer pues cuando le llamaba: Jorge, era porque estaba molesta o era algo serio. Terminaron encontrándose por la tarde. Ana le contó todo lo acontecido y le pidió algún consejo puesto que no sabía qué hacer.
- Mi querida hermana, el ponerle contra la espada y la pared no te ha beneficiado en nada, de hecho sólo le has decepcionado. Mira, tu sueño se ha cumplido: tu familia, pero él aún no alcanza el suyo. Si decide no seguir su sueño, en algún punto del camino comenzará a reprocharse a si mismo, y se convertirá en un ser frustrado puesto que tuvo la oportunidad de luchar y la dejó ir. Si no le permites Ser, ya no será él. El Amor Verdadero nunca te impide realizar tus sueños, si lo amas sabrás entenderlo.
- Es que yo lo entiendo, pero temo por él - decía entre sollozos.
Al siguiente día, Dumbar tenía todo listo para partir. Por un momento, dudo de aquel viaje, pensó que quizás debería quedarse allí, pero tomó un aliento de coraje y colocó sus pertenencias en el auto. Se despidió de los niños, quienes le recordaron lo que había prometido. Luego, miró a su esposa y ella le acarició el rostro, sólo le dijo con una sonrisa: Vuelve a mí. Su reacción tan tranquila causó sorpresa y alegría en él.
- Volveré, no te preocupes. Además, no estaremos lejos pues yo siempre los llevo conmigo - Y señala su corazón con la mano; le dio un gran abrazo y se despidió besando sus labios.
A partir de esto, Jorge fue corresponsal de guerra algún tiempo. De todas ésas experiencias, muchas fueron marcadas con tinta indeleble en su memoria. También llevó algunas pequeñas libretas en forma de diarios donde relataba vivencias, que según él, debían quedar plasmadas en papel; posteriormente, basadas en ellas, comenzaría a escribir un libro con la ayuda de su esposa para la trascripción.
Una noche yacía escribiendo muy tarde, Ana lo fue a buscar rogándole irse a dormir ya, pero él le respondía:
- Ya casi termino, estoy escribiendo sobre un día que hablé con un soldado herido, me decía que extrañaba mucho a su familia, y hablé con una niña de seis años que...
- Amor, sé que te entusiasma lo del libro pero ya ven a dormir, deja Las Crónicas de Dumbar descansar y mañana las continúas.
El le sonrió, y dejo todo para irse a descansar pero súper contento porque su esposa le había dado lo que le faltaba: el titulo.
- ¿Sabes? Un día como hoy te vi en una estrella, y ella me dijo: El Amor Verdadero nunca te impide realizar tus sueños. Yo también pienso que es así…
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