domingo, 17 de agosto de 2008

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Trazos de Amistad

033. Trazos de Amistad. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Cuando era niña, y estudiaba en aquella escuela, no logré hacer muchos amigos. Quienes me acompañaban en cada clase tan sólo eran mis compañeros. Recuerdo haber sido siempre tímida y reservada, podía permanecer en absoluto silencio mucho rato sin problemas. Por lo general, siempre estaba sola en el tiempo de recreo, a menos que una amiguita me instara de alguna manera para acompañarla hasta la cerca detrás de las aulas donde su madre le esperaba con el desayuno.
Esa niña de la que hablo se podría decir que fue mi primera amiguita. No recuerdo a qué jugábamos en recreo, pero sé que no corría como ahora lo hacen los niños. La mayor diversión era jugar en casa con mis primos, pero la escuela era otra cosa. Cuando terminó el primero de primaria se acabó la amistad porque luego la niña tenía otros amiguitos, y yo quedaba por fuera. Así ocurrió los siguientes años, por supuesto que hablaba a los niños pero no eran mis amiguitos.
Hubo un tiempo, más o menos de dos períodos académicos, donde el salón tenía una “elite”. Era ese tipo de grupos que se forman y sobresalen del resto, todos se les acercaban para hablarles y andar con ellos, y aunque el grupo elite les hablaba los otros no pertenecían a él y nunca lo harían. Recuerdo que tal grupo se desintegró el último año de primaria.
En el penúltimo año, conocí a otra amiguita. Claro que ella se la pasaba con otra compañera la mayoría del tiempo, pero eso poco importaba. El siguiente año volvimos a estudiar juntas y compartimos mucho, recuerdo que me explicó cómo jugar ajedrez incluso. En ese lapso hubo una situación que quedó grabada en mi mente, un día salimos al recreo pero yo no andaba con ella para ese momento. Luego de dar unas vueltas, me dio por regresar al aula de clases, mi amiga estaba cerca de la cantina y pocos niños yacían en la puerta del salón, llegué hasta un borde y me voltee. Al mirar hacia dentro se podían ver los primeros pupitres, mi amiga siempre se sentaba de primera y se podía visualizar su bolso, sin embargo para mi sorpresa otra compañera que se decía ser una gran amiga de esta niña estaba apunto de abrir furtivamente su bolso, quizás para revisarlo, no me atrevo asegurar otra cosa aunque el gesto de su rostro daba mucho que pensar. Cerca de la puerta, vigilando por si mi amiga se acercaba al salón, la otra gran amiga (desde el año pasado) riéndose, ella era la cómplice. Tan sólo las miré, al verme la otra niña cerró el bolso mientras se reía y salieron nuevamente al recreo. Me quedé en la puerta y mi amiguita no tardó mucho en aparecer, pensé en decirle lo que había visto: sus grandes amigas revisando su bolso furtivamente con no sé qué fin. Pero no le dije nada, creí que tan sólo lo vería como una broma más pues ellas eran sus mejores amigas, y yo me metería en problemas con aquellas dos así que preferí callar. La situación pudo haber pasado como una broma infantil pero para mí estaba presenciando la traición en una forma infantil, nunca confié en aquellas dos.
Con la graduación de primaria vino la separación. Sin embargo, siempre quise seguir estudiando con mi amiga y pedí irme a estudiar en su liceo, pero no se pudo. Le llamé por teléfono varias veces al correr de los años, perdí su número y por casualidad lo volví a encontrar. Tardé cinco años para volverle a ver.
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sábado, 2 de agosto de 2008

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Mi Amor

032. Mi Amor. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Si pudiera tenerte en este momento a mi lado seguramente querría abrazarte tanto que parecería que no deseo apartarme de ti, y en verdad es así. Me la paso soñándote a cada rato como si fueras el sueño mismo que va de la mano junto a mi mente, así de cercano eres a mis pensamientos, pero no se trata de un día o una hora en la que te sueño pues se trata de todo el tiempo, sea de mañana o quizás la tarde, tal vez la noche y su madrugada. Como ya dije, no representas un sueño más, tú representas el sueño mismo.

Veo caer la noche por mi ventana y pienso detenidamente cómo escribirte una carta, pero no me atrevo a plasmar nada pues no hay palabras que definan lo que siento, todo esto que tú me haces sentir, lo que soy cuando estoy contigo.

Mis palabras se traban en mi pecho y mi emoción se expresa en mis ojos, estos ojos que son las ventanas de mi alma la cual se llena de regocijo al sentir tu presencia, cuán dichosa me siento, cuánto amor yace acá en mi pecho.

Me refugio en la calidez de mi almohada, ésa misma que te representa cuando más necesito un abrazo tuyo. Me aferro a ella para que no se aparte de mí, para que tú no te apartes de mí porque quiero tenerte cerca siempre, aunque tan sólo sea mi almohada la ilusión de tu presencia. Alivio mi necesidad de ti visualizando tu rostro, creyendo que puedo tocarte si tan sólo extiendo un poco mi mano, estás a tan pocos centímetros de mí que puedo alcanzarte, que puedo estar contigo pues ya no hay nada que pueda separarme de ti.

Si miro al cielo puedo ver tu cara en la inmensidad, la tranquilidad de las nubes representa la paz que me traes siempre que te recuerdo y ese tono azul, qué lindo azul, es tu sonrisa que me fortalece y me da ánimos para continuar mi obstaculizado camino.

Y si es de noche, las estrellas que iluminan el cielo representan la luz que irradias y me ilumina, porque eres como el sol para esta pequeña luna, tú presencia es la calidez que me arrulla en los días tristes y me hace brillar aún más en mis días alegres. Tú mi leal compañero, siempre cerca de mí aunque estemos a grandes distancias o cuando estamos a un solo paso. Cuánto deseo de ti un abrazo. Cuánto anhelo de tus labios un beso.
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Cambios en el camino

031. Cambios en el camino. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Cuando llegué a esta casa me sentí la dueña y señora del espacio. La elegida para ocupar el puesto de mujer de la casa. Tu par o complemento. Lo primero que hice fue soñar visualizando adornos, momentos, cosas que deseaba llegaran con la unión tan maravillosa que vivíamos. No puedo decir que me equivoqué porque sí viví muchísimas cosas que quería. Sin embargo, veo las cortinas, los muebles y el resto del espacio que ahora está tan distante para mí, como si fuera la primera vez que los veo.

Me pediste recoger mis cosas temprano, se me hizo tarde así que por eso aún me encuentras aquí. Me pregunto, ¿Es que acaso querías evitar verme partir? ¿Tan poco te importo ya? Ja… ya no importa.

Todas mis cosas ya están empacadas y dentro de mi auto, ya acá no hay nada que me pertenezca, simplemente quería mirar el lugar completo una última vez. Tal vez mañana lo extrañe todo, o quizás no lo haga.

Hoy estuve recordando que te gustaban los besos cerca de la oreja y que te arrullara en mis brazos por la noche. Me pregunto si ella hará las mismas cosas. Si acaricia tu rostro muy despacito o si se queda a jugar con tus cabellos, o si es capaz de hablarte directo al corazón y conmoverlo como yo lo hacía. Si se sienta a tu lado en cada comida, aunque ella ya haya acabado su porción, sólo por el hecho de acompañarte. Me pregunto si aún posees la capacidad de ver lo que fuimos o si tan sólo yo veía esas cosas, si tan sólo a mí me importaban.
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