046. Día del Padre. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc
Por y para Eduardo, un padre maravilloso…
En los tiempos de la infancia, recuerdo que nuestras visitas a la playa eran muy constantes y los más pequeños jugábamos mientras mi padre, un gran pescador de la zona, trabajaba con nuestro hermano mayor en ese bello mar que aún persiste en las fotos del ayer. No recuerdo mucho mi niñez para ser franca, pero existe un día que fue marcado con tinta indeleble en mi memoria, un tercer domingo de junio que para mí era como cualquier otro día, pero todos en la casa actuaban con cautela, como si algo escondieran. Me extrañó ver aquel comportamiento pero no podía imaginar nada para ese entonces, tan sólo escuchaba a la familia insistirle a mi padre llevarme a jugar a la playa un rato.
- ¿Tengo que llevarla precisamente hoy? Se supone que hoy es un día para mí, para descansar… -. Le decía a mi madre pero ella insistía.
Por fin accedió y otros dos de mis hermanitos vinieron también con nosotros.
Recuerdo que nos sentamos en la orilla al llegar. Mis hermanos corrían por todo el sitio mientras yo preferí permanecer a su lado. Él miraba al horizonte. Imaginé que quería ir a trabajar en la pesca, que extrañaba su bote.
- Si quieres yo puedo acompañarte a trabajar, puedo ayudarte -. Le dije.
Él bajó su mirada y me sonrió con ternura.
- Tal vez si fueras un poquito más grande podrías ayudarme con las redes -. Me respondió acariciando mis cabellos. Volvió su mirada al horizonte.
- ¿Qué estás viendo papi? -.
- Veo el mar, siento la tranquilidad que trasmite el agua y pienso en tantas cosas…-.
- ¿Piensas en mami? -.
- En ella y en muchas otras cosas, como por ejemplo en este día y en ustedes… -.
- ¿Qué tiene de especial este día? -.
Me miró un poco extrañado.
- ¿No lo sabes? ¿No sabes qué día es hoy? -.
- No. ¡Oh! ¡Sí! Hoy es domingo… -. Él se sonrió.
- Hoy es el Día del Padre -.
- ¿Qué significa? -.
- Es una especie de reconocimiento a los chicos que tenemos hijos e hijas tan lindas como tú -. Y me abrazó. Me encantaba que mi padre me dijera que era linda.
- Reconocimiento… Entonces, hay que darte un premio… -.
- Un abrazo sería el mejor regalo -. Me dijo y lo abracé.
Al regresar a casa mi padre se encontró con su premio del día, la familia le tenía preparada una sorpresa por eso actuaban como lo hacían. Se notaba en sus ojos lo contento que estaba y lo bien que le hacía recibir mucho cariño de parte de los seres que él más quería. Así fue como me enteré de que existe un Día del Padre, una tarde en la playa…
Muchos días del padre después lo encontré a solas en su habitación, mientras el resto de la familia yacía reunida en la sala compartiendo.
Toc toc. Toqué la puerta. Él me dijo que entrara. Colocó una hoja de papel en la mesita cercana y se quitó los lentes.
- ¿Qué leías? -. Pregunté.
- Un texto que encontré por Internet y me gustó, lo escribió un señor llamado Walo San. Me parece muy acertado y muy sabio lo que expone -. Respondió.
- ¿Si? -.
- Sí, él habla sobre el rol de padre y otras cosas bien importantes como el afecto que le debemos, que no debemos olvidarnos de él, que necesita nuestro cariño… -.
En ese momento recordé aquel instante en la playa, comprendí que lo que él decía del regalo en aquel tiempo era lo que verdaderamente necesitaba, un abrazo, cariño. Entendí que el Día del Padre no es un día que necesariamente se deba festejar con objetos, con cosas materiales. Él no quería irse a la playa aquella vez porque lo que más deseaba era vivir ese día junto a quienes amaba, a todos los que amaba. Y en ese instante también me di cuenta que nunca le había expresado como quería mi cariño por él.