jueves, 30 de julio de 2009

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Despedidas

047. Despedidas. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Sonó mi teléfono por la mañana y contesté tan rápido como mis movimientos me permitieron. Aquella fue una voz distinta e irreconocible la que a mí llegó. Después supe que el interlocutor era más cercano con noticias muy lejanas. Escuché con detenimiento sus palabras y mi contesta vagaba entre el silencio y pocas palabras. Acabó la llamada y me senté un rato a pensar en las cosas de la vida, las que se pueden controlar y las que no, las que se espera y las que no.

Un rato después salí a tender la ropa limpia recién sacada de la lavadora. Mis manos quedaban húmedas al dejarlas puesta. Fue entonces que, mirando un poco hacia los árboles del vecino, divisé un ave parada en una rama con un hermoso plumaje azul y me quedé allí observando y pensando, imaginando que me encontraba en otro lado, sentada quizás en un banco en medio de un sitio tranquilo… Pensé entonces en escribir una carta, la carta que nunca imaginé escribir…

Creo firmemente en la vida, en el Dios y el pedacito de Él que llevamos dentro anclado a nuestro corazón. Creo también que más allá de nuestros ojos existen y existirán cosas que jamás podrán ser explicadas, o que nuestra mente no puede procesar o entender, pero en parte sí lo puede hacer nuestro corazón. Creo que el mundo yace conectado, creo en que todos estamos conectados de alguna manera.

Hoy quise escribirle una carta, hoy quería despedirme.

Mi corazón se llenó de tristeza de repente después de aquella llamada, y comencé a pensar en sus seres más cercanos. Creí que estando sentada en este banco podíamos intercambiar algunas palabras, aunque sea yo quien escribiera y pareciera que mis palabras se perdieran pero no es así, la energía, el corazón llega hasta donde lo demás no puede y sé que me entiende, que lee mi carta y que escucha mis palabras.

Quería decirle que me he puesto a recordar su rostro, sus palabras y su personalidad. Que he recordado su risa y su sonrisa, su buen humor y también su seriedad. He recordado su alegría. Le he recordado con alegría interna y con una sonrisa, porque es así como merece ser recordado. He recordado lo excelente padre que ha sido y que seguirá siendo por todos los tiempos. El buen ejemplo que siempre fue para sus hijos, y la enseñanza que ha dejado en ellos. Recuerdo las charlas, el entusiasmo, la alegría de su rostro y eso se queda conmigo, y con todos quienes tuvimos la inmensa oportunidad de compartir momentos con su presencia.

Hoy ha cambiado su rumbo, sin avisarlo y sin esperarlo…

- Ya lo has dicho tú, hay cosas que no se pueden explicar. Yo tampoco esperaba irme, era inmensamente feliz junto a los míos, junto a la gente que me quería y yo quería, junto a quienes me amaban y yo amaba. Era feliz con las cosas que me gustaba hacer. Y la pasé muy mal con las que me hicieron sufrir, y mi familia la pasó mal al verme sufrir a mí. Sé que aguantaron muchas preocupaciones, y sé de la tristeza y el dolor de ahora de verme y entender que no puedo levantar mi cuerpo, de la ausencia. Sé que a raíz de esto que me afectó el ambiente cambió en casa, me veían decaído cuando yo era más fuerte y alegre. Pero más que hablar de las cosas difíciles y duras, es importante decirles a mis hijos que yo estoy muy orgulloso de ellos, que siempre fueron y seguirán siendo mi mayor alegría, tú lo decías que el corazón llega hasta donde no puede llegar el resto de las cosas. Yo tenía un buen humor y eso quiero que recuerden, y que recuerden que me encantaba ver la sonrisa en sus rostros. Ahora no estaré físicamente pero sus corazones conectados con el mío harán posible que siempre viva, hablamos de una vida que no se apagará como el cuerpo físico, una conexión que trasciende y yo estaré con ellos porque son lo más importante para mí. Estaré allí para ver a mis hijos realizados, para ver cada uno de sus triunfos y acompañarlos en las derrotas. Yo estaré vivo mientras me mantengan presente, mientras tenga un lugar en el corazón de las personas que me quieren. Me verán, me escucharán y me sentirán en sus corazones y yo los veré, los escucharé y los sentiré en el mío. Los llevo en mi corazón, diles eso… -.

Lo haré. Ya lo hice. Mi corazón le sonríe y le desea un buen viaje. Hasta luego.

Y así desperté de mi letargo. Seguí tendiendo ropa y al mirar a la rama aquel pájaro azul ya no estaba, había emprendido su viaje, había alzado el vuelo a través de los aires mientras nosotros seguíamos caminando… caminando sobre la tierra.

30/07/2009 4:07 p.m. – 4:39 p.m. A su memoria.
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