domingo, 24 de julio de 2011

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Álter Ego

Fuente: Google Images.

004. Álter Ego. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

Álter ego. (Loc. lat.; literalmente, 'el otro yo').

Llovía a cántaros. Desde el sofá, podía ver el choque de las gotas con el vidrio de la ventana. Sobre el techo también sonaba la caída del agua. Yacía recostada sobre aquel mueble, mientras la rodeaba ese sonido de lluvia. Pensaba en que si no estuviera lloviendo, estaría sumida en un gran silencio.
A veces cuando uno está solo, así como ella estaba, optamos por hablar como locos y comentar de todo un poco, pues bien eso hacía ella. Se veían moverse sus labios mientras miraba hacia el techo, como si estuviera hablando a alguien allá arriba. De repente algunas muecas aparecían en su rostro, otras veces era expresión de molestia y otras sonrisas, es que eso hacemos: dramatizamos lo que contamos. Y resulta que, en instantes como esos, repasamos incluso nuestra propia vida alegrándonos o reprochándonos alguna que otra acción, y claro está que agradecemos que nadie nos escuche.

- ¡Qué cobarde eres! -. Se oyó un reproche.

Ella se levantó sorpresivamente, quedando apenas sentada en aquel sofá.

- ¿Por qué cobarde? -. Intentó defenderse mirando hacia el otro mueble, justo el que estaba cerca de aquella ventana con gotas de agua.

La figura humana, en aquel mueble, se inclinó un poco hacia delante, lo suficiente como para que su rostro se pudiera observar al exponerlo a la luz que entraba por la ventana, luz de luna que acompañaba aquella agua que caía del cielo.

- Eres incapaz de decir todo esto, decirlo frente a la gente. Incapaz de reclamar lo que te molesta. Siempre te callas, y esperas a estar sola para expresar tu rabia… Eres una cobarde -.
- No seré como tú, siempre impulsiva. No seré como tú, yo prefiero evitarme problemas, evitar que la gente pueda hablar de mí, evitar discusiones pues eso es lo que se debe hacer… -. Le contestó.
- ¿Es lo que se debe hacer? -. Aquella figura se sonrió apenas. - Sé que te das cuenta de que lo que dices no es cierto. ¿Por qué te da tanto miedo expresarte? -.

La chica evadió la mirada de aquella que le hablaba, y en vez de responder tomó una cobija que tenía cerca y se arropó. Se acostó nuevamente, esta vez de medio lado y se quedó mirando al piso.

- ¿Por qué sufres haciendo lo que no quieres? ¿Por qué aceptas sufrir cuando sabes que no es lo que mereces? -. Seguían las preguntas, pero ella no contestaba nada.

Mientras estaba aún arropada, la otra figura se levantó de su asiento y se acercó a un espejo que estaba cerca. Se miró en él.

- Durante toda la vida te has callado un montón de cosas, y las veces que no lo has hecho es porque yo actúe por ti. A veces me pregunto: ¿Cómo podemos ser tan distintas si compartimos el mismo rostro? Y otras veces me da rabia que seas tú quien se imponga, y no me dejes actuar realmente como me gustaría actuar… -.
- ¡¿Y PARA QUÉ?! -. Saltó del sofá la chica y se puso de pie. - ¡¿Para qué quieres ser tú quien hable?! ¡¿Para herir a las personas?! -.
- ¡¿Herir a las personas?! -. Le respondió la otra. - ¿Quién es la que está tirada en el sofá hablando consigo misma? ¿Quién es la que se pone a llorar porque la empujan hacer cosas que no quiere? ¿Quién es la que se calla cuando la insultan? ¿Quién es la que grita interiormente cuando lo externo le hace daño? ¿Ah? ¡Dime! ¡¿QUIÉN?! -. La mirada se le endureció.

La chica, después de saltar fuera del sofá, terminó sentándose nuevamente en él con esa actitud de derrota, actitud representada claramente por su cabeza y mirada baja.

- No me gusta cómo es mi otro yo -. Le dijo aún cabizbaja.
- Yo podría decirte exactamente lo mismo -. Le contestó firmemente su otro yo.
- Sé que a veces debería ser más como tú -. Decía entre sollozos. - Pero… a veces es mejor ser como soy, aunque me postergue a mí misma… -.
- ¿Aunque sufras? ¿Aunque tus anhelos sean pisoteados? -.
- Tú no lograrías entenderme, no puedes ver las cosas como yo las veo…-.
- No, no puedo ver las cosas como tú pero puedo sentir tu sufrimiento, tu frustración, tu molestia, tu rencor, por tanto, sé que deberías defenderte, o al menos dejarme a mí hacerlo. Tú y yo sabemos que hay que detener el ataque externo, que no mereces o no merecemos que nos impongan cosas -.
- Lo siento, pero prefiero tener una guerra interna contigo que tener una guerra con los demás… -.
- ¡NO ENTIENDES QUE LA QUE SE ESTÁ HACIENDO DAÑO A SÍ MISMA, ERES TÚ! ¡RAYOS! -. No se aguantaba la rabia.

La chica calló.

De repente, se escuchó una voz en otra habitación, alguien la llamaba. Se levantó asustada de su asiento, mientras que la otra estaba enfurecida y dijo:

- ¡Ahora sí! ¡Le voy a decir todo lo que me toca decirle y gritarle! -.

Pero cuando se disponía a caminar rumbo a la puerta, la chica la detuvo diciéndole:

- ¡No! ¡No puedes hacer eso! -.

Se volvió a escuchar la voz en la otra habitación, pero esta vez era más un grito que un llamado.

- Cálmate, por favor… -. Le suplicó la chica a su otro yo, mientras sus lágrimas caían.

Su otro yo tomó una respiración profunda.

- Nuevamente hago lo que tú decides, pero llegará un día en que ya no te haré más caso. Has estado condenándonos al sufrimiento todo este tiempo, ya no más. Hoy me callaré nuevamente, pero no lo haré siempre -. Caminó de nuevo hacia su mueble y allí se quedó mientras la chica salió de aquella habitación.

Desde un frío rincón,
desde un frío salón,
el álter ego y yo
somos uno y somos dos.

Desde un frío rincón,
desde un frío salón,
todo se acumula,
sí, todo se acumula…

Mucho es lo que puede aguantarse,
pero la injusticia cansa,
y es cuando viene la reacción,
y es cuando viene la venganza.

Mucho es lo que nos podemos callar,
hasta que nos hagan hablar.

Somos como somos,
pero el entorno también influye.
Somos como somos,
y debemos expresarnos.

Somos como somos,
y mucho podemos callarnos,
pero para siempre
no vamos a poder aguantarnos.

Exprésate ahora que puedes.
Expresa lo que realmente eres.

Exprésate, antes de que tengas que gritar.
Exprésate, la solución a veces no es callar…

24/07/11 5:59 p.m. - 6:39 p.m. - 10:07 p.m.

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