miércoles, 27 de marzo de 2013

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Íbamos por la avenida, aquella gran avenida que atraviesa la ciudad

Fuente: Google Images.

011. Íbamos por la avenida, aquella gran avenida que atraviesa la ciudad. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Íbamos por la avenida,
aquella gran avenida
que atraviesa la ciudad.
Yo iba mirando por la ventanilla,
mientras las hojas caían.
Tú conduciendo rápidamente,
sólo conducir tenías en mente.
Mientras veía a otros caminar,
yo eché mis sueños a volar.
A veces te atrevías a ir más rápido,
otras dejabas pasar los autos.
Íbamos por la avenida,
aquella gran avenida
que atraviesa la ciudad,
y sentí tu mano rozar la mía
mientras el auto se detenía.
Me sacaste de mis sueños
y te vi sonreír,
me lanzaste un beso al viento
y leí en tus labios: te quiero.
Luego seguiste corriendo rápido,
y cruzamos a la autopista,
mientras el sol entibiaba las montañas
y mis sueños de futuro volaban.
Soñaba con casa y niños corriendo,
mientras tú seguías en silencio.
Íbamos rápido
y rápido se movían mis sueños,
quería contarte muchas cosas,
y afuera se veían las mariposas.
Quería contarte de los hijos que tendríamos,
quería contarte que me sentía ser alguien
cuando me mirabas con esos ojos,
esos ojos de ángel.
Íbamos por la avenida,
aquella gran avenida
que atraviesa la ciudad.
Yo iba mirando la ventanilla...
Es difícil describir
lo que ahora son sólo recuerdos,
recuerdos de alguien,
de alguien que amó.
Voy por la avenida,
esta gran avenida
que atraviesa la ciudad
y que me recuerda lo que pudo, y no fue.
Ahora sé que pasas con otra,
otra que quizás sueña como yo,
cuando estuve a tu lado mientras:
íbamos por la gran avenida,
aquella gran avenida
que atraviesa la ciudad
y se llevó los sueños
de los hijos que soñé,
esos sueños que creé cruzando la ciudad,
pareciera que fue ayer
los sueños que soñé.

27/03/13 08:09 p.m.
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lunes, 25 de marzo de 2013

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Carta a mi maestra

Fuente: Google Images.

010. Carta a mi maestra. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Por y para Mirna Yépez.

Recordada maestra,

Desde hace días he querido escribirle algunas palabras, han pasado tantas cosas en mi vida, y ha pasado tanto tiempo desde la última vez que le vi, que tengo millones de historias que podría contarle.
Cuando le conocí era tan sólo una niña, mi mayor preocupación era decidir con cuál juguete habría de jugar. Recuerdo que su clase empezaba a primera hora de la mañana; habían ocasiones en que mi madre me regañaba por no despertarme temprano, o tomar tiempo en exceso para cepillarme, vestirme o peinarme. Y cuando se hacía muy tarde, ella era quien tomaba el cepillo para peinar mis cabellos, mientras me apuraba para que recogiera la mochila que estaba lista sobre el sillón y saliéramos de casa.
Recuerdo también que dormía con un osito de peluche llamado “peluchín”. Yo siempre le insistía a mi madre para que me dejara llevarlo a su clase, ella me repetía que no, y aun así yo le insistía diciéndole que en la clase teníamos juguetes para jugar, que no estaría mal si yo me llevaba mi propio juguete, que a usted no le molestaría. Recuerdo que me dijo que no podía llevar mi peluche porque estaba muy viejito y feo. ¡Yo me molesté tanto! Le había dicho a “peluchín” que era feo y eso no me gustó... ¡Era mi mejor amigo, no podía permitir que le dijeran feo! Ese día escondí a “peluchín” en la mochila, y logré llevarlo a la clase. Me di cuenta que era cierto lo que me había dicho mi mamá, los juguetes de los otros niños eran más lindos que mi pequeño “peluchín”, me sentí triste y me senté con él en un rincón, lo abracé muy fuerte y casi me pongo a llorar. Pero llegó usted, mi maestra, la mujer más poderosa del mundo para mí en esos años, y se sentó a mi lado. Me preguntó qué me pasaba, la miré con cara de preocupación, no encontraba cómo contarle. Usted me miró con mucho cariño y con tanta comprensión, fue entonces que le confesé aquello que apretaba mi pequeño e inocente corazón, la más grande de las preocupaciones que me habían atacado hasta ese momento: yo no quería que mi mejor amigo “peluchín” se pusiera triste cuando mis compañeros le dijeran que era feo, yo quería protegerlo. Usted me sonrió de una forma tan hermosa, yo sentí paz y me pidió que le prestara a “peluchín”. Se lo pasé y usted lo miró, me dijo que “peluchín” era el oso más hermoso que había visto y yo sonreí, me sentí tan feliz. En ese momento supe que mi mamá estaba equivocada cuando decía que era un oso feo, pues eso no era cierto porque mi maestra, la mujer más poderosa del mundo, la mujer que yo admiraba y respetaba tanto, me había dicho la verdad: “peluchín” era el oso más hermoso.
Recuerdo las ocasiones en que debía hacer mis tareas, mi mamá intentaba explicarme de una forma distinta lo que tenía que hacer, entonces yo discutía con ella que no, que eso no se hacía así sino como me había dicho mi maestra, porque mi maestra sí sabía cómo era que tenía que hacer la tarea y ella no. Mi maestra era mi héroe, era mi modelo... ¡Yo quería ser como mi maestra!
Reflexionando sobre esos años, me doy cuenta de la enorme responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, nada más y nada menos que la educación de decenas de personitas en desarrollo. Sí, nosotros no podíamos comprender muchas cosas siendo unos niños aún, pero usted siempre nos trató con respeto, como personitas inteligentes que veían en usted a un ser admirable. Sí, hubo más de uno que se portó mal, y aunque parecía que le iba a sacar “canas verdes” como dicen por ahí, usted estuvo en pie de lucha cuando esa personita más le necesitó, porque recuerdo que hubo un accidente con un niño, todos nos asustamos, y usted lo tomó entre sus brazos y corrió con él al puesto asistencial y no se separó de su lado, ni siquiera cuando su madre llegó. Al correr del tiempo, también me enteré de muchas cosas que usted hizo, de mucha gente que ayudó sin esperar nada a cambio. Y con cada cosa que me enteraba, más orgullosa estaba de usted. No había forma de que yo comprendiera, siendo apenas una niña, que habían ocasiones en que nos dedicaba más tiempo a nosotros que a sus propios hijos, es por eso que ahora quiero decirle a sus hijos que les agradezco, en nombre de todos mis compañeritos, la oportunidad de que nos prestaran a su mamá para que pudiera educarnos en la escuela. Nosotros fuimos como sus hijos en aquellas horas de clases, y aprendimos mucho de ella... gracias por prestarnos el amor de su mamá.
Maestra, más que sólo dedicar unas palabras de saludo y agradecimiento, también quise escribirle para compartir con usted una gran alegría que desborda mi corazón de adulta, sí, así como la alegría inmensa que sentí cuando me dijo que mi osito era hermoso, así como sentí cuando decía que mis dibujos de rayas eran perfectos, cuando decía que me estaban quedando bien las letras aunque sólo fuesen garabatos que nadie entendía (ni yo), así de feliz me siento hoy. Maestra, quise seguir sus pasos y sé que me falta mucho para llegar a ser como usted, pero hoy he comenzado... hoy me he presentado a mi primera clase como maestra, y me he encontrado con las más hermosas personitas que jamás conocí. Mi primera reacción fue de temor, sentí una gran responsabilidad, entonces me hice la pregunta: ¿Qué haría mi maestra, mi héroe, en este caso? Y me respondí que, como siempre, usted daría lo mejor de sí, y eso hice yo: dar lo mejor de mí. Esta carta representa mi compromiso para mí misma y para mis niños, cada día me diré:
Hoy daré lo mejor de mí, como mi maestra lo hizo por mí.
Gracias maestra, por todo lo que me enseñó.
Gracias por contribuir en mi formación. ¡Muchas gracias!

25/03/13 05:13 p.m. - 05:20 p.m.
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jueves, 21 de marzo de 2013

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Carta de los desesperados

Fuente: Google Images.

009. Carta de los desesperados. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

A quien corresponda (A ti, a nadie o a la nada),

Esta es la carta de los desesperados, aquellos heridos de amor o heridos por causa del amor, o heridos por la persona que fue su amor... da lo mismo, en el fondo hablo de nosotros, aquellos que sufrimos desesperación a veces, aquellos que esperamos lo que no deberíamos esperar, que esperamos sin esperanza aunque esta espera diga que algo de ella queda.
No sé a quién le escribo, quizás le escribo a mis iguales, aquellos que como yo sufren de nostalgia y de un montón de cosas más. Quizás les escribo para decirles que no están solos, tal vez escribo para ser esa voz que no logra describir lo que están sintiendo en este momento, quizás mis manos son la voz de las decenas o cientos que sienten como yo estoy sintiendo.
Sí, en mi camino ya he encontrado más personas que viven lo que yo, a veces les escucho y me gustaría decirles tantas cosas, pero en ese instante no me atrevo hacerlo. He decidido escribirlo, nunca antes había escrito en mi vida, nunca antes había escrito mis vivencias y pesares. Pienso que a nadie le importará, y aun así lo escribo porque a mí sí me importa.

Amigo/a desesperado/a,

En cierta forma, me afecta ver mi caso reflejado en tu caso. Sí, sé que tu relación ha acabado, y que, al igual que yo,  no tienes todo claro. Sé de tu dolor, de ese dolor que causa que la otra persona no sea capaz de decirte algo definitivo, y eso te ha dejado sin entender, con la cabeza llena de suposiciones, sintiendo que el otro aún siente algo especial y aun así actúa de forma injusta, de una forma que te daña y no es capaz de darse cuenta. ¿Cuántas veces has pensado "no sé qué le pasó"? ¿De sentir que todo puede arreglarse con voluntad, y en vez de acciones en pro de arreglarlo recibes justo lo contrario? Sí, y sigues pensando más cosas y sigues decepcionándote, no terminas de comprender nada... Piensas en todas las cosas buenas y en las malas que pasaron juntos, en los años y lo que se ha construido, pero pareciera que al otro no le importara, pareciera que sólo le importa él/ella mismo/a... Y nosotros nos quedamos tristones sin saber qué diablos pasa, con ganas de mandar todo a la basura, y aun así aferrándonos a todo porque no se quiere soltar nada. Esperas con ansías el momento en que se arregle todo, que llame, que se converse y esta vez conversar de verdad, sin discusión y esperando entendimiento. Sí, a veces hay esperanzas de que eso pase, y otras veces llegas al otro punto donde no parece haber esperanza de nada. Qué horror. Qué desolación. ¡Qué profunda es la herida en el corazón!
Sé lo que vives. Sé que a veces es difícil dormir por las noches, y que en los momentos más terribles creíste perder la cordura. Sé que hay ocasiones en que no comes bien, que te la pasas preguntándote por ese amor malogrado; te preguntas si aún te recuerda o si ya te ha olvidado, y te respondes que no, que no es posible que te haya olvidado porque tú le recuerdas aún... pero te invade la duda, caes en el abismo nuevamente, la ansiedad se apodera de ti y vuelve la desesperación. ¡Cómo es posible que se haya olvidado de este gran amor! De este gran amor que parece ya no existir más... Te aferras, te aferras al único salvavidas que queda mientras te amenaza ese océano, el océano que pretende arrancarte la vida, pero en verdad fue el amor quien ya te la arrancó. Crees que ese amor aún está vivo, lo quieres creer porque no soportas la idea de que todo se haya acabado así: sin explicación, sin razón y con sólo silencio. ¡No, no se puede aceptar esto! Te repites y te repites.
Sé lo que vives. Recuerdo cada instante a su lado, lo recuerdo con dolor. Recuerdo sus palabras, recuerdo aquello que llamamos “nuestros planes”, lo recuerdo con tristeza y desilusión. A veces sólo siento decepción. He visto cómo a veces algunos de nosotros, los más desesperados, se hunden en el alcohol. Yo me hundí en depresión. A veces los sueños que uno tiene, no son sueños de dos. ¡Cómo duele darse cuenta de eso! ¡Qué atroz!
Y la vida continúa, los demás te ven como si nada. Debes sonreír y aparentar estar bien, aunque en verdad estés con el interior deshecho, con ese gran dolor en el pecho. Quisieras llorar sin parar, hasta el punto en que te das cuenta que se te acabaron las lágrimas, porque sí: las lágrimas se acaban, aunque la tristeza siga y tu interior se desgarra.
Ríes, cantas y bailas, realmente puedes ser un gran actor cuando te toca actuar, pero cuando estás a solas vuelves a pensar en tantas cosas. Vuelves a pensar en lo que fue y ya no será, y sin embargo, por instantes, te guardas la secreta esperanza de que te vuelva a buscar. Es difícil comprender cuando el gran amor de tu vida ya no quiere ser más lo que fue; es difícil aceptar que, para quien tanto amaste, ya no eres nada; que tiene derecho a elegir con quien estar, y ese alguien ya no eres tú. Que ya tú no representas su felicidad, y que su más grande deseo es que le dejes ir, que le dejes en paz... Sí, ¿duele verdad? Duele que a uno le hablen tan claro, quizás yo te hablo como él/ella no pudo hablarte, como a mí no pudieron hablarme aunque lo hubiese preferido así. Hubiese preferido que asesinaran mis sueños de amor de un solo golpe, y no cruelmente y de a poco como realmente pasó.
El amor efectivamente puede matar, porque como dice El Cantar de los Cantares “el amor es tan fuerte como la muerte”. Quizás no mate físicamente, pero sí lo hace emocional y psicológicamente. A veces lamento que algunas personas no se den cuenta de eso. A veces lamento que ya no exista aquello que fui antes. A veces lamento haberte conocido, y otras veces sólo me gustaría estar contigo. No puedo amarte ni odiarte, ¡vaya! ¡Qué desilusión me dejaste!
Esta es la carta de los desesperados, aquellos que no entendemos qué diablos le pasó al amor de su vida. Aquellos que no podemos entender por qué nos han causado tanto daño, con ese silencio en el cual nos hundieron, con esa distancia que nos impusieron, con esa traición que no merecíamos...
Esta es la carta de los desesperados, tendrá que perdonar que el final no sea el más bonito, tendrá que perdonar si siente mi desespero al escribir todo esto, pero soy un desesperado más de la vida y tal vez sólo eso puedo reflejar ahora... la gran desesperación en la cual me ha dejado el amor, la desesperación en la que está sumido mi corazón...
Quizás sólo eso puedo dar ahora: desesperación, desesperación por causa de tu amor...

20/03/13 03:52 p.m. - 21/03/13 12:52 a.m. - 12:07 p.m.
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sábado, 16 de marzo de 2013

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Me enseñaste

Fuente: Google Images.

008. Me enseñaste. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Desperté enumerando,
enumerando las cosas que me enseñaste.
Entre ellas,
me enseñaste a besarte,
me enseñaste a soñarte
y también a buscarte.
Me enseñaste tantas cosas,
tantas cosas la verdad.
Lo que no sabía
es que me enseñarías
cosas que destruyen y desgarran,
cosas que parten el corazón,
la risa y la calma.
No sabía,
no sabía que te convertirías
en lo que tanto criticaste.
No sabía,
no sabía que te irías
con mi corazón en tus manos,
apretándolo para asfixiarlo,
para destruirlo y botarlo
pues ya no te servía...
¿Quién lo hubiese imaginado?
Te convertiste en lo que "nunca" serías.
No sabía,
realmente no sabía,
no sabía quién eras
aunque un día lo creí,
aunque un día te creí.
Me enseñaste que se puede morir por amor,
aunque yo siga caminando por las calles.
Me enseñaste a creer en tu piel de oveja,
y no ver los ojos del lobo, debajo de las cejas.
No sabía,
realmente no sabía,
no sabía que tu cara de "niño"
pudiese ser tan peligrosa,
no sabía que pudiera marchitar una rosa.
¡Y yo que tanto busqué protegerte!
No sabía que era yo
quien debía protegerse.
Lo supe muy tarde,
cuando por fin buscaste ser lo que eras:
quien me hizo creer en el amor
y después me lo quitó,
me lo quitó de buenas a primeras.
Te felicito, has ganado.
Espero que te sientas satisfecho,
me has deshecho.
¿Qué se siente lastimar a alguien?
¿Qué se siente lastimar a alguien que te amó?
Supongo que debes estar muy feliz con tu premio,
con tu traición.
Supongo que debes tener la conciencia muy tranquila,
qué decepción.
Hoy desperté,
desperté enumerando las cosas que me enseñaste.
También recordé todas las veces
que te dije que eras "lo mejor que me había pasado",
si hubiese sabido todo esto en ese tiempo,
hubiese preferido que "nunca me pasaras".
Pero no sabía,
realmente no sabía que en esto te convertirías.
Felicidades por destruir mi corazón,
felicidades por enseñarme que no vale la pena esperarte,
buscarte o soñarte.
Nunca fuiste lo que dijiste que eras,
ya no eres para mí el cielo, la luna o las estrellas.
Te convertiste en lo que jamás pensé,
el hombre que destruyó
mi amor, mi vida y mi ser.
Felicidades señor lobo,
logró que todo resultara a su antojo...

16/03/2013 03:29 p.m. - 03:41 p.m.
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jueves, 7 de marzo de 2013

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Lágrimas de un pueblo

Fuente: Wikimedia.


007. Lágrimas de un pueblo. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Hoy he salido a la calle
y sólo tristeza he encontrado.
Mi bandera a media asta
reposa allí calmada.
La cara que expresa dolor,
el dolor cruel,
la vi llorando,
la vi ayer.
Llora mi pueblo,
hay dolor en su pecho.
Y es que éste es mi pueblo,
mi pueblo el que llora
por el hermano caído,
por todos los que se han ido.
Éstas son las lágrimas de mi pueblo querido.
Hoy he salido a la calle
y sólo tristeza he encontrado.
Mi bandera a media asta
reposa allí calmada.
Amarillo de ideas claras,
azul del mar y las estrellas blancas,
rojo por la sangre derramada
de aquellos que lo dieron todo
por ésta, su tierra amada.
Hoy he salido a la calle
y la tristeza que invade
me ha conmovido.
He visto y sentido
las lágrimas de un pueblo
que se siente caído.
Pero hay que recordarle al pueblo
que aún tiene patria,
que mientras los pies avanzan,
la mirada se levanta.
Hoy he salido a la calle,
y las lágrimas de un pueblo
me han apretado el pecho.
¡Gloria al bravo pueblo, carajo!
¡Que ahora es que queda patria!
Gloria a mi pueblo querido
que ahora más que nunca está vivo,
este pueblo que aunque dolido...
sigue avanzando en el camino.

07/03/2013 10:33 a.m. - 10:42 a.m. - 10:56 a.m. Dedicado al pueblo venezolano.
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domingo, 3 de marzo de 2013

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No sé por qué sigo soñando contigo

006. No sé por qué sigo soñando contigo. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

No sé por qué llegas a mis sueños
y te apareces en ellos.
No sé por qué aún busco comunicarme contigo,
y siempre obtengo la misma respuesta: te vas.
Antes me dejabas plantada
y te alejabas de mi mirada,
yo quedaba como loca, desesperada,
no sé por qué no me escuchabas.
Ahora simplemente dejo que te vayas,
ya no te veo
pues te apareces hablando por teléfono,
aunque siempre es lo mismo: te vas.
No sé por qué sigo soñando contigo
si se supone que hace mucho te fuiste,
me dejaste.
No sé, la verdad no lo sé,
lo que sí sé es que cada vez
me dueles menos.
Antes yo quedaba como loca, desesperada,
ahora sólo dejo que te vayas.
Quizás estoy dejando de amarte
como aquel día que dejaste de amarme a mí,
ese mismo día que te vi partir,
tal vez llegó el día en que yo debo partir.
No sé por qué sigo soñando contigo,
pero ya no quiero soñarte,
quiero despertar y mirar por mi ventana
la linda mañana,
la linda mañana que me espera.
No sé por qué sigo soñando contigo,
pero siento que pronto dejaré de hacerlo.
Seguiremos, tú por tu lado y yo por el mío,
así como quisiste que fuera,
como quisiste que fuera...

03/03/2013 12:44 p.m. - 12:49 p.m.
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