miércoles, 31 de julio de 2013

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Este es mi corazón

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005. Este es mi corazón. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Podría conversar contigo de mí,
podría decirte: estas son las cosas que he hecho,
estas son las piezas que forman lo que soy,
y puede que yo haya cambiado con el tiempo,
pero el tiempo nos cambia a todos ¿o no?
He leído muchos libros
y he escuchado tantas canciones,
todas hablan de la vida,
pero nadie realmente te enseña a vivir.
Aquí estoy,
soy bastante joven para entender,
eso me han dicho,
pero ¿qué es lo que los demás pueden saber?
¿Acaso han conocido mi corazón?
¿Acaso han intentado conocer mi razón?
Cada mañana me despierto
esperando un nuevo día,
creyendo que puedo volver a empezar
y que esta vez no fallaré.
Cada mañana me despierto
creyendo que alguien honesto he de encontrar,
alguien a quien valga la pena mostrar lo que soy,
alguien a quien valga la pena decir estas cosas,
decirle: ésta soy yo.
Sí, aquí estoy,
soy joven, amargada e inocente,
he amado con todo mi corazón
y también he odiado con todo mi corazón
a aquel que me traicionó.
He renunciado muchas veces,
pero también he triunfado muchas veces,
me han hecho pedazos la vida
y salí adelante aunque me creí vencida.
He llorado mucho porque sé que las personas
pueden ser injustas, frías y crueles.
He llorado mucho por entender
que a veces la vida no es como uno quiere,
pero soy terca, valiente y auténtica
y también sé que las personas
pueden ser buenas, sinceras y honestas,
y un día las encontraré y valoraré,
y ellas valorarán lo que yo soy y puedo dar,
sí, nos unirá nuestra bondad.
Este es mi corazón
con cicatrices y heridas,
con vendas que evitaron se desangrara
de tantas puñaladas.
A veces suave porque no pierde su esencia,
a veces distante por miedo a equivocarse.
Sincero porque jamás dirá lo contrario de lo que piensa,
valiente porque defiende a quien ama con uñas y garras,
inocente porque a pesar de todo cree en la vida,
amoroso porque no cree en el odio y su rostro.

Este es mi corazón.
Este soy yo.

31/07/13 05:06 p.m. - 05:14 p.m.
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sábado, 27 de julio de 2013

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Matilda Santos Dumont: Los días más tristes de mi vida

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004. Matilda Santos Dumont: Los días más tristes de mi vida. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

- ¿A dónde la llevo señorita? -. Preguntó una voz masculina.

Podría haberle dicho cualquier cosa, podría haberle dicho que me llevara al mismísimo infierno pues ya me sentía como si estuviese allí. Yo estaba como en otro mundo, además estaba muy cansada, el viaje había sido muy largo. Por fin contesté su pregunta, él asintió y puso en marcha su taxi.
Era de noche ya, yo veía los vidrios empañados. No escuchaba que estuviera lloviendo, y aun así veía que gotas obstaculizaban mi visión. Sentí que se me mojó la mano, fue entonces que caí en cuenta de que era yo quien estaba llorando. Disimulé y limpié mis ojos, levanté mi mirada y divisé un lugar familiar para mí: estaba transitando por mi barrio.
Llegamos a la calle señalada, me bajé del auto y suspiré al ver la fachada de mi casa. El taxista me ayudó a bajar mi pesada maleta del auto, tomé mi mochila adicional, mi cartera y unas bolsas. Le pagué al taxista y se fue, mientras yo entraba con todas mis cosas a la casa. Al abrir la puerta escuché pasos acercarse, allí frente a mí apareció mi madre con una gran sonrisa al verme llegar, pero yo apenas di unos pasos y me lancé a sus brazos a llorar. Preocupada me preguntó qué pasaba, apenas logré responder: “me dejó, él terminó conmigo” y se me quebró la voz. Mi madre lloró conmigo mientras seguíamos abrazadas, ella me decía que no entendía y me preguntaba qué había pasado, le respondí que yo tampoco entendía y que, al igual que ella, me gustaría saber qué había pasado.
Dejamos las maletas a un lado, le pregunté si me había comprado lo que le pedí y me dijo que sí. Trajo las cervezas, yo no tomaba pero en ese momento creía en lo que los demás dicen: que la cerveza me ayudaría a desahogarme y sentirme bien. La destapé y tomé el primer trago, hice un gesto con mi rostro pues nunca me ha gustado el alcohol y, aun así, seguí con el siguiente trago. Mi madre me miraba con preocupación y tristeza, yo estaba terriblemente deshecha. Mi voz se quebraba, apenas podía hablar, sentía un dolor horrible que me recorría el cuerpo, me dolía el alma. No tenías ganas de nada.

- ¿Qué fue lo que pasó? -. Volvió a preguntar mi mamá.
- Él decidió terminar conmigo -.
- ¿Por qué? -.
- No lo sé con exactitud, la verdad no lo sé… pero te contaré las cosas que sucedieron los últimos días -. Ella asintió y comencé a contarle.

Hace ocho días yo tenía un noviazgo que parecía estable, no todo era color rosa pero tampoco era negro. Nunca intenté esconder mis defectos, lo que mostré fue lo que yo era. Sí, no dudo que podía mejorar muchas cosas, pero ninguna de ellas era tan grave. Como dije hace ochos días todo estaba bien, al menos lo parecía para mí, pero él llegó del trabajo y se sentó en la cama a escribir en su computador, yo tomé el mío y me senté a su lado. Por la forma en cómo estaba sentado yo no podía ver su pantalla, así que no sabía qué hacía en esos momentos, yo mientras veía algunas páginas en internet y planificaba algunos proyectos. Escuché un raro sonido de repente, como si él se estuviese ahogando, lo miré y al verlo me preocupé, dejé el computador a un lado y me acerqué a preguntarle si algo le pasaba, creí que estaba enfermo por su actitud y su mirada, al final entendí que debía ver mi correo electrónico cosa que me extrañó, tomé de nuevo el computador y vi que tenía un correo de su parte, me dijo varias cosas y que terminaba conmigo. En ese momento se me vino el mundo encima, sabía que esto era un gran problema, el primero que tendríamos después de tanto tiempo juntos, en ese momento no le di tanta importancia a que estuviera terminando conmigo por correo electrónico, tenía fe en que arreglaríamos las cosas. Salí y me encerré en otra habitación, él se fue a llorar a la habitación de sus padres. Durante toda la noche me sentí muy mal, quería arreglar el problema pero no sabía cómo hacerlo, casi no pude dormir. Al día siguiente él se fue a trabajar temprano, no supe nada de él hasta después del mediodía cuando llamó a la casa y pidió hablar conmigo. Recuerdo que tomé el teléfono y el me hizo una pregunta diciéndome: “Amor, estoy en la agencia de viajes me dicen que hay chance para el vuelo del lunes, ¿quieres que te compre el pasaje?”. Me quedé helada y me enojé, ¿por qué me estaba ofreciendo un pasaje de avión el día posterior a un problema que sólo me comunicó por correo electrónico? ¿Por qué me llama “amor” justo cuando me estaba demostrando que quería que me alejara de él? Le respondí con firmeza que no, que no quería que comprara nada y terminó la llamada. Me preguntaba: ¿cuál es el apuro? ¿Por qué el desespero para que me vaya si ni siquiera hemos podido hablar las cosas? Yo seguía encerrada en mi habitación, no entendía lo que ocurría.
En algún momento de la tarde, escuché a lo lejos algo que sería un puñal a muerte para mí, su madre, en una conversación con otra persona, insistía en que yo debía irme de la casa. Recuerdo que sentí como si me estuvieran clavando una navaja, mucho dolor se esparció por mi mente y mi cuerpo, no podía creer lo que oía y el tono de eso mismo. Realmente no podía creerlo. Esa mujer que yo quise como si fuera mi segunda madre, por muchísimo tiempo se portó bien conmigo, me trató incluso como una hija o al menos eso fue lo que yo pensé, me abrió las puertas de su casa y junto con su esposo me regalaron un juego de llaves de ese hogar antes de que me mudara. Esa mujer tan comprensiva, esa mujer que yo creí tan justa, que yo admiraba y respetaba, de un momento a otro lo único que quería era sacarme de su casa, pero era incapaz de decírmelo a la cara. Después me enteraría que ella había sido la primera en asomar la posibilidad de que yo me fuera, en una conversación privada con su hijo le preguntó si yo me iría, allí entendí por qué su hijo me había llamado para ofrecerme un pasaje de avión en menos de 24 horas después de ese correo electrónico. Ahora menos entendía lo que estaba sucediendo, y para mí comenzaba a ser inmensamente preocupante que él no hubiese hablado cara a cara todo, si la cosa era tan grave ¿por qué no me lo dijo? ¿Por qué lo escribió?
Después de escucharla a lo lejos, después de sentir en su tono de voz la urgencia de que yo me fuera, después de sentir ese puñal que me atravesaba el corazón con el hecho de saber que me había convertido en un “estorbo” para ella, decidí ceder y decir que sí al pasaje de avión, y se hizo efectiva la compra a través de internet esa misma noche. Yo realmente la quería, la quería mucho. ¿Cómo una persona puede cambiar de un día para el otro? ¿Cómo? Jamás tuvimos un problema, jamás tuvimos una discusión, ni con ella ni con él, nunca hubo un insulto, no habían señales de que algo estuviera tan mal, y ahora resultaba que las personas que yo quería y amaba estaban desesperadas para que yo me montara en un avión y me alejara cientos de kilómetros. Era incomprensible, lo era.
Yo había dejado mi familia, mis amigos y mi vida en otro país por estar con él. Me enfrenté a un cambio brusco de paradigmas, de cultura, de sociedad, de ambiente, de clima y lo hice por amor a él. ¿Y ahora me enteraba de que era un “estorbo” en esa casa? ¿Cuándo? ¿Cuándo las cosas cambiaron tanto? Lo peor de todo es que él no me decía: “no te amo”, “ya no quiero estar contigo”, “quiero que te vayas”, no me decía nada de eso, cuando hablaba le daba tantas vueltas a las cosas que no decía nada al final.
Comenzó mi lucha contra el reloj, cada minuto que pasaba me recordaba que tenía un pasaje comprado que me llevaría a otro país lejos, que me alejaría irremediablemente del amor de mi vida, que al abismo caerían las buenas cosas, los buenos recuerdos, el amor, los sueños de futuro, la familia que construiríamos, la casa que tendríamos, todo eso estaba al filo de la navaja y yo no sabía cómo salvarlo. Estaba en un país donde desconocía muchas cosas aún, donde no tenía familia, en una casa donde viviría los últimos días a la espera de mi viaje sólo por compromiso humanitario, porque sabía que la dueña de casa me quería fuera de ahí pero de donde “no me podían echar” porque sabían que no tenía a dónde más ir.
Todo esto empezó el martes por la noche con ese correo electrónico, el miércoles por la noche ya tenían el pasaje comprado con fecha del siguiente lunes, el jueves y viernes me hice la fuerte mientras él no estaba en casa en el día debido a su trabajo. Yo sentía que su mamá vigilaba mis pasos, que no le gustaba la idea de que me quedara hablando con él a solas, por eso no podía hablar realmente, para ella ya todo estaba dicho, pero no se había dicho lo realmente importante, él sólo me había escrito un correo electrónico por Dios. Yo insistía en salvar la relación que tenía años, y como no podía hablar con él en casa intenté enviarle correos electrónicos entonces, a los cuales me respondía que lo dejara tranquilo, que mientras más le insistía más quería alejarse de mí, y yo aún sin entender el por qué.
Fue muy duro sentarme a la mesa a comer esos días, nadie tocaba el tema sino que hablaban de otras cosas mientras mi desespero y ansiedad iban aumentando conforme pasaban las horas. Al llegar el fin de semana fue el colapso total, él estaría allí todo el tiempo y yo querría hablar con él, querría arreglar las cosas y él sólo querría que lo dejara tranquilo. Sentía como si me quedaran 48 horas de vida, sentía que iba caminando rumbo al abismo, a una muerte segura y aún no entendía por qué. Él siguió usando el corazón y la cadena que le regalé, seguía con mi foto en su teléfono celular, hasta que se lo hice notar y dejó de usarlos. Me confundía su actitud, yo no entendía nada, estaba que me volvía loca, quería morirme eso quería, ya no quería seguir sintiendo que estaba condenada, ya no quería seguir sintiendo el dolor profundo e inmenso que tenía en mi cuerpo. Estuve tirada en el sofá sin ganas de moverme, preguntándome una y otra vez qué diablos había pasado, por qué él estaba haciendo lo que estaba haciendo, o si acaso me estaba castigando por algo, realmente yo estaba muy mal. Buscaba siquiera que su madre me hablara, quizás ella sabía algo que yo no sabía, alcanzó a decirme que su hijo no era de decisiones precipitadas y salió otra interrogante: ¿Entonces esto viene de atrás? ¿Entonces esto es planificado? Mi cabeza decía tantas cosas en ese momento, me quedé en el sofá tirada, su madre me preparó un té de manzanilla y se sentó a mi lado, creo que en el fondo sentía lástima de verme tan mal. Puse el té a un lado y de súbito me dirigí al cuarto donde él estaba, cerré la puerta y quise hablar nuevamente, esta vez le supliqué que salváramos la relación y él sólo me dijo:

- No puedo hacer nada por ti -.

Estaba ya tan herida que pensé que no me podían herir más, pero sí, esas palabras me hirieron más. Me senté a un lado mientras lloraba, él estaba a mi lado. Me vio y quizás le dio lástima.

- Sé que me voy arrepentir de esto -. Dijo y pasó su brazo derecho por detrás de mí como para “abrazarme”.

Sentí tan frío aquel abrazo, fue tan falso. Definitivamente ese no era el hombre que yo había conocido. Salí del cuarto y creo que su mamá se metió hablar con él, no lo recuerdo bien. Regresé al sofá y en algún punto tomé el té de manzanilla. Yo me estaba muriendo y a él poco le importaba.
Estuve encerrada lo más posible en mi habitación, pero tenía que salir a sentarme con ellos a la mesa en horas de almuerzo y cena. Es la experiencia más cruel que he vivido en toda la historia de mi vida. Yo apenas pasaba bocado, a veces simplemente no comía. Era realmente duro escucharlos hablar de planes a futuro, de salidas a tal o cual lado, de promociones en la televisión. Hacían planes de visitar un sitio frente a mí, cosa que harían los siguientes días y yo me decía: Por Dios, en los siguientes días yo no estaré aquí, ¿por qué hacen planes de viaje, planes de un lindo paseo y de futuro cuando yo estoy condenada a viajar en pocas horas? Dios mío, ya no podía más… ya no resistía más.
Ese domingo simplemente no salí de la habitación, me mantuve metida en el computador con los audífonos puestos porque me causaba mucho daño escucharlo hablar a lo lejos. Me atormentaba su tono de voz. En la tarde tomé la maleta, la abrí y cuando intenté moverme para buscar mi ropa casi caigo de rodillas, el cuerpo me temblaba, me faltaba el aire… ahí supe lo que significaba respirar dolor. Me obligué a mover mis piernas y brazos, poco a poco fui echando adentro de la maleta mis cosas, ahí supe que debía olvidarme de algunas que no podría llevar conmigo como mi colección de libros y alguna que otra ropa. Yo seguía encerrada en esa habitación, era cuestión de horas el subirme a ese avión.
Más tarde alguien me dijo algo que le habría confesado la mamá de él, este alguien le decía a ella que él debía hablarme claramente, que si él sólo me quería como amigo yo debía saberlo, a lo cual ella contestaría:

- Él jamás se lo va decir así, él se lo va decir a su manera -.

Eso me molestó mucho, pero ya era muy tarde y ellos estaban durmiendo. Me preguntaba entonces: ¿cuál es su manera? ¿Ocultarme que no me ama para evitarme dolor? ¿No ve acaso que me ha causado más dolor su silencio? ¿Por qué no me habló de frente? ¿Por qué simplemente usó un correo electrónico? ¿Por qué no me miró a la cara? ¿Por qué? Yo merecía la verdad, y en vez de decirme que no me amaba hizo lo contrario, me dijo que me amaba pero que igual ya habíamos terminado. Entonces era mentira, me dijo que me amaba para no mirarme de frente y hablarme con la verdad. Me sentía tan decepcionada.
Me quedaban como cuatro horas para dormir, intenté hacerlo pero casi no pude, me atormentaban sus mentiras y me atormentaba lo que sentía que su madre me ocultaba.
Al despertar en la madrugada, pues había que levantarse muy temprano para ir al aeropuerto, estuve molesta pues me sentía muy engañada. Su padre puso la mesa para desayunar pan con té, él se quedó durmiendo en su habitación y yo me senté a la mesa junto a sus padres. La noche anterior, antes de enterarme de lo que me atormentaba, yo me despedí abiertamente de ellos llorando y les regresé la llave de la casa que ellos me habían regalado, además les pedí que sólo me llevaran hasta la puerta del aeropuerto, que no se quedaran y estuvieron de acuerdo.
Los tres estábamos sentados en la mesa, fue entonces que decidí hablar y le expresé a ella lo que me había enterado, ella hizo una expresión en su rostro sorprendida de que yo supiera lo que ella había dicho. La expresión de su rostro cambió y se endureció, en todo el tiempo que la conocí jamás la había visto así conmigo. Fue realmente triste ver esa mirada, fue muy triste. Me dijo afirmando que él ya había hablado conmigo, y que simplemente las cosas no habían funcionado. Sí, me afirmó algo que no estaba en capacidad de afirmar y aun así lo hizo, me mintió mirándome a los ojos y sin ningún remordimiento. Ya yo no quería decir nada más, no valía la pena. Me di cuenta que lo que había sido una relación de dos personas, había pasado a ser una relación familiar donde todos tenían voz y voto, y él nunca estaba para dar la cara.
Terminamos de tomar el té, movimos las maletas hacia el auto y me comunicaron que sólo el padre iría conmigo al aeropuerto, la madre se quedaría para apoyar a su hijo que “estaba pasando un momento terrible”. Al salir ella y yo nos dimos un último abrazo, frío y falso como nunca había abrazado a nadie. En toda mi vida sólo he recibido dos abrazos falsos, el último de él y el último de ella, las personas que quise y que amé, pero que a última instancia desconocí porque ya no eran lo que me habían mostrado en varios años. Subí al auto sin mirar atrás y nos dirigimos al aeropuerto, su padre intentaba conversar sobre algún tema trivial pero las palabras no le salían, era el único que yo sentía que estaba realmente afectado, es el único que al final pensé que valía la pena como persona. Llegamos al aeropuerto y bajamos las maletas, me despedí de él y lo abracé.

- Fue un placer conocerlo -. Le dije mirándole a los ojos. Evidentemente afectado me deseo que fuera feliz.

Subió al auto y se fue. Tomé mis cosas como pude y entré al aeropuerto. Casi no podía caminar por causa del dolor que sentía en todo mi cuerpo, aquello era terrible, realmente lo era. Tuve contratiempos con el tema del pasaje, de por sí ya tenía muchos problemas, sabía que cualquier cosa que sucediera tendría que resolverla yo porque, para ese momento, literalmente ya no contaba con nadie en ese país.
El único que nunca me abandonó fue Dios, fue el único que no me dio la espalda, que no me engañó, que no me traicionó y que no me mostró una cara para luego mostrarme otra. Realmente es muy triste pasar por algo como eso, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
Fue un calvario enorme hacer la gran fila de entrega de equipaje, me obligaba a caminar, como podía empujaba ese pesado equipaje que sobrepasaba mis fuerzas, más que contenido me pesaba el dolor y me quitaba las fuerzas de todo, hasta de vivir. Me sentía enferma, me sentía morir.
Luego vino la espera en la puerta de embarque, yo estaba como en otro mundo. Un pasajero se acercó a preguntarme algo, yo no le entendía lo que me quería decir, ni siquiera podía responderle. Llegó el momento de abordar, subimos al avión, busqué mi asiento y quise guardar mi mochila en el compartimiento superior, pero yo no tenía fuerzas y no era capaz de levantarla. Una señora del puesto de atrás vio que estaba en apuros y se apresuró a ayudarme, entre las dos pusimos arriba el equipaje, le agradecí. Me senté en mi puesto y yo seguía en otro mundo. Un rato más pusieron en marcha aquel avión, se movió por la pista y tomó posición, entonces aceleró y con él se aceleró mi corazón. De repente sentí que las ruedas se despegaron del suelo, y me dije cerrando los ojos:

- ¡Dios mío! -.

Atrás comenzaba a quedar esa ciudad, esa ciudad donde fui feliz, donde amé y donde creí que me habían amado. No podía creer lo que estaba pasando.
Después de muchas horas de vuelo llegué a la capital de mi país. Recogí mis pesadas maletas nuevamente, y de nuevo no podía con ellas. Recuerdo que empujaba con mi rodilla el equipaje para poder moverlo, las fuerzas de mis brazos ya no eran suficientes, y terminé con la rodilla llena de moretones. De nuevo me tocó esperar en la puerta de embarque, pues mi destino final no era la capital. Esperé muchas cosas la hora del vuelo, luego éste tuvo varios retrasos. Me desesperaba, quería llegar a casa, quería ponerme a llorar como una niña, quería dejar de hacerme la fuerte ante esas personas. Quería gritar que había cosas que no entendía, y hasta quería insultarlo a él por lo que me estaba haciendo. No entendía por qué si yo nunca había sido mala, él me había destruido de esa manera. Nunca lo insulté, sólo le dije “imbécil” en una de las primeras conversaciones porque creí que estaba echando todo por la borda cuando aún me amaba, en ese momento yo no sabía que él no me amaba y que no era capaz de decírmelo de frente.
Por fin salió mi vuelo local y en una hora estaba llegando a mi ciudad. Vino el proceso de las maletas nuevamente, luego salí y tomé un taxi a casa.

- Tú nunca me dijiste que tenías problemas con él -. Preguntó mi mamá.
- No podía decírtelo porque nunca los tuvimos -. Le respondí. - Y si lo hubiésemos tenido, creo que su madre igual se habría metido en la discusión. Bien claro dejó que ella no iba permitir que peleáramos, lo dijo -.
- Entonces, ¿esto fue de repente? -.
- Literalmente de la noche a la mañana -.
- ¿Crees que lo tenía pensado desde antes? -.
- Por las palabras de su madre: “él no es de decisiones precipitadas”, yo creo que sí. Además, había detalles que daban a entender que si no pasaba ahora, no pasaría mucho más a futuro para que yo saliera de ahí… eso confirma que ella sabía cosas que yo no sabía -.
- No sé qué decir hija, todo esto me toma de sorpresa -.
- Si te toma de sorpresa a ti mamá, ¿qué queda para mí? Tantos años creyendo que él era un buen hombre, que era correcto, que era justo, que era honesto. ¡Tantos años creyendo que teníamos una bonita comunicación! Todo fue falso, todo -.

Mi madre me miraba con tristeza y con amor. Yo lloraba mientras seguía tomando esa amarga cerveza.

-  Mírame, yo que ni tomo y veme aquí queriendo emborracharme con un par de cervezas, queriendo desconectarme del mundo, queriendo olvidarme de todo… -. Decía mientras un trago seguía al otro.

Terminé efectivamente mareada, un par de cervezas y ya no podía ni caminar. Me fui a dormir y no supe nada más de mí hasta el siguiente día.
Había terminado mi sufrir en el país del hombre que amaba, pero comenzaba el sufrir en mi propio país. Las primeras semanas fueron terribles, casi no comía, me despertaba ansiosa o no podía dormir, me sentaba en mi cama y me repetía: “no entiendo, no entiendo, no entiendo”. Casi me vuelvo loca de dolor, pensé en ir a un psicólogo para que me recetara pastillas para dormir, pero luego desistía porque no quería volverme una adicta a esas pastillas. Fue un proceso extremadamente terrible.
Después de tres semanas, le envíe un correo electrónico para hacerle saber que los proyectos profesionales que teníamos juntos ya no seguirían, pero como mi trato al dirigirme a él fue formal, se molestó. Y en medio de esa molestia, me escribió un correo electrónico largo donde sí comentaba puntos en los cuales yo había fallado, ninguno era algo grave y se podía trabajar, se lo hice notar y le insistí en salvar la relación, a lo que él respondió:

- Ya me hice a la idea de que no estamos juntos -.

Me quedé pasmada. ¿Era tan fácil para él hacerse a la idea de eso? Habían pasado tres semanas y yo recordaba “ese gran amor” y lo sufría, pero él simplemente “ya se había hecho a la idea de que no estábamos juntos”. Ahí me dije: “Sí, efectivamente es obvio que ya no me ama, y que cuando me lo dijo la última vez simplemente mentía”.
Respecto a lo que yo estaba sufriendo, que no podía dormir y todo eso, se limitó a decirme:

- Si te destruyes a ti misma es tu culpa. Ya no soy responsable de ti -.

Y sobre mi insistencia de salvar la relación, o cuestionarlo:

- Te he perdido todo el respeto por no respetar mi decisión -.

Ahora se trataba de su decisión, se trataba de lo que le hiciera bien a él ¿y a mí que me atropelle el tren? Se supone que una pareja son dos personas, se supone que uno es responsable de enamorar a la otra persona y esa responsabilidad no te la puedes quitar de un día para el otro, pero eso hizo él, ahí “se lavó las manos” y lo que importaba era él, su decisión, su tranquilidad. Y yo fui la que perdió su respeto, sí, la que actúo mal y perdió su respeto…
Pasaron días en que no supe de él, sin embargo, eso no me impedía recordarlo y yo quería terminar las cosas bien, me parecía que era justo, en honor a “tanto amor”, que no quedáramos como enemigos. Así que nuevamente le escribí en tono reconciliatorio de amistad, y su trato volvió a ser amable. Yo quería terminar las cosas bien y dejarlo libre, tenía claro que la comunicación se iba acabar, pues jamás habría intentado ser amiga del hombre que amaba y que ya no me amaba a mí, eso es absurdo, pero quizás él creyó que podíamos ser amigos y me contó que estaban remodelando la casa, y que además se había comprado un auto tomando las sugerencias de sus padres. Mi primera reacción fue de incredulidad, yo no podía creer lo que estaba leyendo. No había pasado ni un mes cuando hizo todo lo que no quiso hacer cuando yo estaba presente. Se negó en innumerables ocasiones a comprarse un auto, se negó a la opción de un apartamento, y la idea de remodelar la casa nació desde antes de que yo viviera con él, se tenía incluso un croquis de cómo iba a quedar y allí representadas estaban las modificaciones pertinentes que debían hacerse para crear un nuevo sitio para guardar su auto. Postergó mucho una operación que quería hacerse en los ojos, y la planificó justo cuando se deshizo de mí. Ahí comenzaron de nuevo mis cuestionamientos: ¿Entonces ése era el problema? ¿Yo era una carga económica? Todo lo que yo creía de él comenzó a chocar con lo que ahora estaba sabiendo, y sólo tenía más y más preguntas.
Tres meses después de aquel correo electrónico que comenzó todo mi sufrimiento, y terminó con toda mi alegría, recibí un último correo electrónico. Sí, jamás volvió a darme la cara ni hablarme en voz, sólo me escribía. Ese último correo tenía una confesión que yo jamás me habría esperado, jamás lo habría imaginado y que no lo hubiese creído si él mismo no me lo dice.

- Yo no soy el hombre que “habíamos” construido mientras estuvimos juntos -.

El último balde de agua fría que me faltaba, pero la pieza fundamental que le da sentido a lo vivido: al cambio brusco, al no reconocerlo, el no saber quién era ese hombre con quien estaba hablando porque no era el que yo había conocido.
Resultó ser que efectivamente él no era el hombre del cual me había enamorado. Ese hombre que yo amaba, que aún amaba, no existía, era irreal, fue un personaje de telenovela que se cansó de un día para el otro de seguir fingiendo. Ahora tenía sentido lo que antes me repitió: “que estaba desgastado”. ¡¿Cómo no va estar desgastado si ha estado fingiendo por años?! Fingiendo mientras repetía que teníamos una buena comunicación, fingiendo haciendo el papel de “hombre perfecto”, fingiendo el papel de hombre correcto, franco y honesto… por años. Yo creo que eso se le olvidó cuando hizo su declaración, se le olvidó que tuvimos una relación de años. Quizás lo obvió para no “sentirse tan mal”.
Eso sí, ahí no dudó de compartir la responsabilidad con ese “habíamos”, porque obvio tenía que dejar claro que yo también “tenía culpa”. Pero antes no pensó en los dos cuando me dijo que me había perdido el respeto por no respetar su decisión, aquí se trataba de SU decisión y lo que pase conmigo no importa, total yo ya no era su responsabilidad. Sin embargo, cuando le atacó la culpa ahí sí pensó en dos pues “habíamos construido” ¿no?
El noviazgo también lo habíamos construido entre los dos, y cada uno era responsable del otro, era responsable de hacerle saber las cosas a tiempo, era responsable de ese amor que había hecho nacer y crecer dentro del otro. Eran años de palabras bonitas, eran años de afecto, años… hasta que un día “chao contigo”, sin hablar las cosas, sin dar la cara, detrás un correo electrónico y alejándome cientos de kilómetros. Qué manera más fácil de arreglar las cosas, qué manera más fácil de deshacerse de las molestias, qué manera más fácil de deshacerse de las personas… Esperaba más que eso, ¡pero espera! Verdad que el hombre a quien le importaba hacer las cosas bien es justo el que no existe, verdad que el hombre bueno y del cual me enamoré no existe, se me olvidaba eso. Ese hombre que yo amaba era otra cosa, era un hombre justo, era un hombre sabio, no era tan egoísta y le importaba el bienestar de los demás, ese hombre no era solamente una apariencia de bueno, ese hombre no habría calculado fríamente mandarme lejos en un avión, ese hombre me habría respetado, ese hombre habría tenido dignidad, habría tenido respeto por sí mismo, me habría hablado mirándome a los ojos, me habría dicho la verdad, habría tenido reciprocidad… pero ese hombre no existe, nunca existió.
Me siento tan tonta, es como haber tomado un libro romántico y haberme enamorado del protagonista, y justo haber llegado a la última hoja y leer en la última línea: “Lo siento, el hombre que aquí conociste y aprendiste a amar, en verdad no existe”. ¡Por Dios! ¿Cómo se vive con ese punto final en la historia? ¿Cómo?
Yo no merecía esto, y ahora tengo que aprender a vivir con ello.
Qué fácil te quedó todo ¿no? Puedes salir tranquilo a la calle, tienes asegurado el no volver a encontrarme, el no tener que enfrentarte a mis ojos. Puedes hacer de cuentas que todo está bien, si quieres volver a fingir con otra persona pues nadie lo va saber… realmente eres un buen actor, y yo la tonta que se enamoró.
Te odié. De repente te odiaba y te amaba a la vez, ¡qué terrible contradicción! Y hoy siento que no vale la pena ninguna de las dos. Como dice alguien por ahí: “El odio no libera del dolor, si fuera así este mundo sería feliz”, y no, yo no he sido feliz. Supongo que tú sí, lograste lo que querías, y lograste mucho así que espero que te alcance para ser enormemente feliz. Creo que ya ni eso importa, no me debería importar lo que pasara contigo si total el “tú” que yo amaba no existe más, nunca existió. Pero hasta aquí sufro, aquí es cuando me despido yo, chao a ti y chao al que nunca existió. Simplemente adiós.

Creí en la vida que estaba construyendo,
pero no me di cuenta que yo sólo era parte de un guión,
que era la víctima perfecta de un personaje,
de una novela que termina en desamor.
Remontando a los días más tristes de mi vida
recorro de nuevo el dolor,
amé y me engañaron,
creí y traicionaron.
No quiero rencores ni odios
que ensucien mi corazón,
pero muy fuertes han sido las mentiras,
el engaño y la traición.
Me siento muy tonta por haber creído tanto,
me siento culpable por haber esperado tanto,
me siendo desilusionada del amor y las personas,
no quiero ser parte de una novela, de una obra.
He amado y nada bueno me ha dejado,
he odiado y nada bueno me ha dejado,
ya no sé qué esperar de la vida,
ya no sé si me vienen verdades o me vienen mentiras.
Remontando a los días más tristes de mi vida
recorro de nuevo el dolor
y con él he escrito cada párrafo, cada verso,
cada parte de esta historia gris que ya no tiene color.
Así es, aquí yace la verdadera historia de Matilda Santos Dumont…

27/07/13 02:49 a.m. - 03:21 a.m. - 02:40 p.m.

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viernes, 26 de julio de 2013

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Tren de Santiago

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003. Tren de Santiago. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Qué rápido se mueve la vida,
qué rápido pasan las cosas.
Los viejos recuerdos se van,
y los nuevos recuerdos no han de llegar.

El viento sopla sólo de ida,
y ahí a lo lejos se pierde de vista,
ahí a lo lejos va el tren,
ahí a lo lejos se fue.

Ahí va el rápido tren que no llegará a destino,
y que marcará al futuro.
Ahí va el rápido tren que será principio
y final para algunos.

Desconsuelo para amigos y familiares,
para toda una nación que llora la pérdida de sus iguales.
Un profundo dolor causa este viaje permanente,
los que se fueron, ya no podrán volver a verles.

Una plegaria por aquellos que se han ido,
que su viaje sea tranquilo.
Un día volveremos a verlos,
por ahora, descansen en lo eterno.

Adiós hermanos y amigos,
que en el trayecto la paz sea contigo.

El tren de Santiago ha partido,
ahora ha tomado un largo camino,
un camino a la eternidad,
un camino a la inmensidad.

26/07/2013 03:56 p.m. – 04:05 p.m. – 04:46 p.m. En memoria de los afectados en el accidente de tren en Santiago de Compostela.
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miércoles, 24 de julio de 2013

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Por el hombre que amaba

002. Por el hombre que amaba. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Meses aguantando el frío del invierno,
un invierno que nunca antes viví,
simplemente porque así era su ciudad
y yo estaba feliz de tenerlo junto a mí.
Por ese hombre fui capaz de mucho
desde cambiar de lugar, cultura y sociedad
hasta convertir su verdad, en mi verdad.
Fui capaz de hacer muchos cambios
y los demás pensaron que yo era una tonta,
mientras sus bocas me llamaban “valiente”...
“¡Qué valiente es esa tonta!”.
Pero estaba junto a ti,
tú que eras todo para mí.
Por el hombre que amaba fui capaz de mucho,
desde abandonar mi vida
hasta callarme las cosas que no debía.
Pero en mi mente y corazón todo parecía maravilloso,
sólo me bastaba que él dijera que me amaba,
y creí en cada cosa que decía, cada cosa que planteaba.
¿Qué puede hacer a una mujer cambiar tanto?
¿Qué puede hacer que una mujer haga tanto?
Todo lo que necesité fue amarlo
y abandoné todo por seguirlo, por acompañarlo.
Hice muchos esfuerzos,
más de lo que los demás vieron;
por el hombre que amaba aprendí a omitir detalles,
a mentir diciendo que siempre estaba bien.
Y ahora sólo me pregunto:
¿qué significa estar enamorada?
¿qué significa estar ilusionada?
¿vale la pena sacrificarse
si a estas alturas ya lo olvidaste?
Fui una tonta muy valiente
o valientemente tonta,
pero te amaba y mi corazón era feliz,
sólo necesitaba oír que me amabas
y todo lo demás valía la pena para mí.
¿Qué significa sacrificarse por amor?
¿Vale la pena sacrificarse por amor?
¿Vale la pena sacrificar mi vida por tu amor?
¿Vale la pena tan alto costo sólo para escucharte decir: “mi amor”?
Por el hombre que amaba...
por amarte a ti
me olvidé de mí,
por amarte a ti
me llamaron “tonta”,
sí, por amarte a ti,
en una tonta me convertí,
por amarte a ti...

24/07/13 05:39 p.m. – 05:48 p.m.
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lunes, 22 de julio de 2013

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Carta de despedida a mi suegra

Fuente: Google Images.

001. Carta de despedida a mi suegra. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

He tardado mucho en escribir esta carta, y llegué a pensar que no debía escribirla, que sólo debía simplemente olvidar, pero me es imposible hacerlo si tengo cosas que decir aún. Sé perfectamente que no leerá esta carta, sé que lo que menos espera ahora es saber de mí, y yo jamás le enviaré lo que escriba aquí. No hago esto por usted, lo hago por mí.
Imagino que está frente a mí ahora, una silla frente a la otra. La imagino mirándome seriamente, ni yo ni usted parecemos felices, pero creo que nadie está feliz cuando tiene cosas importantes que decir, y que el otro no quiere oír.
Suegra y yerna, ése era el parentesco que tuvimos un día, hace muchísimo tiempo atrás. Recuerdo muchas cosas de ese tiempo, recuerdo que me importaba mucho lo que usted pensara, que intenté en muchas ocasiones hacer evidente mi cariño, y que llegué a quererla tanto que la comparé con mi madre, porque usted logró despertar ese sentir en mi interior y sus muestras de afecto sólo lo reforzaron. Creí que era mi amiga, realmente lo creí.
Recuerdo que le llamaba en cada cumpleaños y en cada día de las madres, yo me sentía tan contenta, era una gran celebración y yo quería hacerle sentir todo ese cariño, quería hacerle sentir mi alegría por usted. Su persona me inspiraba un gran respeto, una gran consideración, y aunque habían ocasiones en que sentí que usted estaba cometiendo una equivocación, jamás la contradije. Supongo que me gustaba la idea de mantener una gran relación entre suegra y yerna, supongo que me hacía sentir bien tener una suegra que yo creía que era mi amiga y una madre a la vez, y no quería que esa fantasía se perdiera.
Me cuesta hablarle, me cuesta realmente mucho hablarle en pasado, hablar de lo bonito como algo que quedó tan atrás. La puse en un pedestal, el más alto y hermoso pedestal que mi imaginación pudo crear, y así de larga y dura fue la caída cuando se rompió.
Recuerdo que me abrió las puertas de su casa con mucho cariño, que también tuvo muchos bonitos gestos conmigo y le agradezco cada una de esas cosas, realmente lo agradezco. Pero tengo algo que reprochar, y es justo lo que tengo aquí atragantado, lo que no he podido decir en tanto tiempo y que me ha destruido en silencio. Cuando su hijo decidió terminar conmigo, realmente nunca me habló mirándome a los ojos, realmente nunca me dejó claro sus motivos, él sólo escribió un correo electrónico y me lo envió estando sentado a mi lado. Yo pensé que ese sería el primer gran problema que tendríamos, pero tenía fe en que podíamos arreglarlo, porque no todo estaba dicho, y ahí fue cuando apareció usted preguntando si me iría de la casa, sí, él me lo dijo: usted fue la primera en asomar la posibilidad de que yo me fuera. Él se fue a trabajar al siguiente día y yo me quedé tan dolida encerrada en mi habitación, y desde ahí escuché cuando usted insistía en una conversación con alguien más en que yo debía irme, para mí haber escuchado su tono y sus palabras fueron un puñal a muerte, jamás esperé que la mujer que había aparentado ser tan comprensiva conmigo ahora estuviera tan desesperada para que yo abandonara su casa. El tono de voz de esa mujer que escuché a lo lejos era el tono de alguien que quería echarme de casa, y eso para mí fue terrible… hubiese preferido que me dijera de frente: “vete de mi casa”, eso habría sido más franco y honesto. Después de escucharla a lo lejos, decidí efectivamente irme a pesar de que yo aún no sabía qué era lo que estaba pasando, pero no podía aguantar el hecho de que usted, una persona que yo quería tanto, sólo quisiera que yo me fuera como si yo fuese una extraña a quien hay que correr de la casa. Me sentí traicionada por usted, y así me he sentido todo este largo tiempo. Y para terminar, la última conversación que tuvimos, cuando mirándome a los ojos me aseguró que su hijo ya había hablado conmigo, que no había nada más que decir… yo no podía comprender cómo era posible que una persona que yo había admirado y respetado tanto, me mintiera mirándome a los ojos. Me aseguró algo que no estaba en su capacidad asegurar, aun así lo hizo… pero sus palabras eran una mentira, él no había hablado conmigo realmente, ni siquiera se había atrevido a mirarme a los ojos y decir: “terminamos”, “vete” o “no te amo”. Él era un cobarde ante mis ojos, y usted se había convertido en una mentirosa de un momento a otro… era mucho para mí, yo no entendía cómo habían cambiado tanto en un día.
Sufrí un penoso infierno, no sabía qué le había pasado a mi relación de años, no sabía cómo me convertí en un “estorbo” de un momento a otro, realmente no entendía nada y casi me vuelvo loca por el dolor. Fueron muchas semanas terribles para mí, hasta que llegó la confesión que terminó de matar el amor que sentía. Nuevamente un correo electrónico fue la vía, esta vez él me confesaba lo que jamás me habría pasado por la mente, básicamente me dijo que él no era el hombre que yo conocí, el hombre que “habíamos” construido cuando estábamos juntos. Creo que se le olvidó que estuvimos muchos años juntos, y ese fue el quiebre total de todo lo que yo creía hasta ese momento. El hombre que yo amaba era irreal, no existía, era una invención en la cual, según él, yo también tenía responsabilidad. Lo chistoso es que nunca me di cuenta de nada.
E insisto, usted me miró a los ojos aquel día y me aseguró que él ya había hablado conmigo, me mintió señora, me mintió mirándome a los ojos y es una imagen que no he logrado quitar de mi mente. Ahora entiendo cuánto daño te puede ocasionar la gente que uno ha amado, y no es poco.
Si tan sólo hubiera hablado conmigo a tiempo, cuánto daño habríamos evitado. Pero no, optó por el silencio, por tratarme con amabilidad falsa. Allí es donde somos muy diferentes, yo miro a la cara y soy franca, no ando con rodeos ni palabras falsas. Y si hubiese tenido la posibilidad, le habría dicho todas estas cosas a la cara y no las escribiría en esta carta.
Y a pesar de todas estas cosas, aún me siguen doliendo en el alma, pues yo fui auténtica. Esperé demasiado de ustedes, esperé demasiado de usted. Pero ya aprendí la lección, es mejor no esperar nada de nadie, y hay que estar atentos porque la traición llega de quien menos uno espera.
La idealicé y fue mi culpa. Esperé demasiado de la imagen de una suegra, pero uno siempre aprende aunque sea por las malas, uno siempre aprende, lástima que a veces sean tan dolorosas las lecciones de la vida.
Le agradezco las cosas buenas que hizo por mí, le agradezco los actos humanos que tuvo conmigo, le agradezco su preocupación y el apoyo que en su momento me dio. Le agradezco lo bueno, y lo malo intentaré olvidarlo para no albergar reproches en mi corazón.
Recuerdo que yo no entendía por qué se estaban despidiendo así de mí, era una despedida “para siempre” y yo aún no comprendía por qué, a veces en la vida supongo que hay cosas que no se comprenden sino que simplemente se aceptan, pero me tomó mucho tiempo llegar a esa conclusión. Hoy acepto esa “despedida para siempre” que me dieron, aunque yo no la merecía en ese momento pero hoy la acepto, y respondo del mismo modo.
Ojalá algún día aprendan a tener más respeto por el otro, a entender la importancia del diálogo y no mentirle a los demás asegurando cosas que no pueden asegurar. Ojalá un día aprendan que no se es bueno por guardar silencio, se es bueno cuando no se engaña a las personas haciéndoles creer que somos de una forma distinta a lo real. Se es bueno cuando uno mira a los ojos y habla con la verdad. Para ser bueno uno debe demostrarlo con acciones, y no con palabras disfrazadas.
Si ahora estuviera realmente frente a usted, si estuviera diciéndole estas cosas a la cara seguramente me miraría como me miró esa madrugada, era una mirada tan dura, llena de esa seguridad que le hace creer que es la única que no está equivocada… qué tristeza me dio esa mirada, qué tristeza me dio ese último abrazo. Lamento que ese último abrazo haya sido tan frío, haya sido tan falso… eso también intentaré olvidarlo.
Adiós señora, y no se preocupe que no volverá a saber de mí, sí, exactamente como ustedes quisieron que fuera.
Hoy les he concedido su deseo.
Adiós al pasado y todo lo que significó.
Adiós… sólo adiós.

21/07/13 10:23 p.m. – 10:41 p.m.
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sábado, 20 de julio de 2013

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En el nombre del Padre

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009. En el nombre del Padre. Colección Emilia. Waldylei Yépez.docx

De niña aprendí a memorizar
las oraciones que me daban,
a través de ellas supe cómo rezar
y me acostumbré a buscarte en la necesidad.
En la alegría
a veces te di las gracias,
pero en su mayoría
te buscaba cuando algo pasaba.
Hoy no busco memorizar,
ya no soy la niña,
ésa que no comprendía que te puedo hablar,
que eres un amigo, que eres el Amor Universal.
Hoy vengo a ti,
me acerco para conversar,
vengo en busca del amor y comprensión
que a ninguno has negado.
Padre, enséñame el camino correcto,
enséñame a entender el propósito de mi vida,
y saber que todo está en perfecto orden,
porque Tú, que sabes más que yo, puedes verlo.
Hermano, protégeme de las caídas,
defiéndeme de los enemigos que quieren dañarme,
sonríe ante mis pequeñas travesuras,
pero no me dejes solo ante el mar y su bravura.
Amigo, sé confidente de mis sueños,
ofréceme tus brazos cuando otros me den la espalda,
y las palabras de aliento que me impulsen a levantarme
con el entusiasmo para seguir adelante.
Padre, amigo y hermano,
no recuerdo que alguna vez no hayas estado a mi lado,
aunque en esos instantes quizás lo creí,
pero te hacías presente diciendo: estoy aquí.
Hoy sé que mi vida no está destinada al sufrir,
que mis equivocaciones no son tan graves,
que, por sobre todo, el amor va delante,
y que llevamos la corona triunfante.
Hoy sé cuán dichoso te hace nuestra alegría,
que a veces debes callar porque es mejor,
pero que cuando hablas lo haces por amor
con esa justicia que arranca de raíz al dolor.
Hoy declaro que en mi mundo todo está bien,
que la bondad es la verdad de mi ser,
y que seguiré hacia adelante
en el camino y el tiempo perfecto del Padre.
Hoy declaro que soy Uno Contigo,
Uno con Todos Ustedes,
sintiendo la seguridad de que todos estamos conectados
y que Tú no te irás de mi lado.
En el nombre del Padre declaro
que todo está bien en mi mundo.
Gracias Padre por ese amor tan profundo.

20/07/13 06:24 p.m. – 06:33 p.m.
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viernes, 19 de julio de 2013

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Oración al Arcángel Gabriel

Fuente: Google Images.

008. Oración al Arcángel Gabriel. Colección Emilia. Waldylei Yépez.docx

Estando en el día más terrible que haya vivido,
sintiendo el dolor más profundo que haya sentido,
intentando ser tan fuerte como nunca fui,
y obligándome a dar un paso a la vez
aunque mis pies ya no quieran seguir.
Ahogándome entre las lágrimas que salen
y las que no quieren salir,
con todos los propósitos perdidos,
sin saber a dónde me dirijo,
y sin siquiera tener certeza de quién me ha querido.
Sintiendo que este dolor se acrecienta,
a ti clamo Amado Arcángel,
el que todo lo ve y el que todo lo sabe,
el Mensajero de los Cielos.
Gabriel, ángel de buenas nuevas,
tu nombre significa fortaleza,
la fuerza de Dios que se mueve
y calma los demonios que me desesperan.
Mensajero del Altísimo,
guíame hacia la resurrección,
a resucitar de esta muerte
a la que me ha llevado el dolor y la traición.
Regresa la alegría que se me arrebató,
protégeme con tu manto,
que prevalezca en mí la inocencia y el amor,
dame claridad para ver el propósito de mi vida
entendiendo que hay muchas razones para que yo siga.
Ángel de Creatividad,
clamo tu amorosa asistencia
que me ayude a construir la vida que merezco vivir,
la vida que me está destinada
en medio de la luz y la verdad.
Gabriel, tu presencia se manifiesta en tantas formas,
yo jamás me detuve a contemplarte hasta ahora,
pero agradezco las bendiciones que has traído a mi vida.
Llévame fuera de las oscuras penumbras,
abre mis ojos al camino real
para contemplar la grandeza de Dios,
su bien y su verdad.
Gracias Gabriel, gracias por tu infinita bondad.

19/07/13 04:27 p.m. – 04:47 p.m. – 05:18 p.m.
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lunes, 15 de julio de 2013

Perú: El diario “La Prensa de Islay” publicó el texto “Pese a todo, aún sigo viva” de Waldylei Yépez

El pasado 27 de mayo de 2013, el diario “La Prensa de Islay” publicó el texto “Pese a todo, aún sigo viva” de Waldylei Yépez, dicha versión fue tomada del portal de TodaMujerEsBella junto con las imágenes que se prepararon para el sitio CosasParaTuMuro.

La versión digital del periódico puede verse a través de ISSUU, el texto yace en la página 14 en la sección “Hogar – Mujer de hoy”.

Esta buena noticia la recibimos muy entusiasmados, sin embargo, lamentamos que “La Prensa de Islay” no haya tenido la precaución de publicar el nombre de la autora junto al texto, cosa que demuestra el respeto a los derechos de creación, como sí lo hizo TodaMujerEsBella en su portal.

Waldylei se refirió a la buena noticia:

“¿Qué me parece? Pues es genial que los textos estén llegando a todos lados, genial que las maravillosas personas del Departamento de Arequipa, en el Perú, hayan leído un texto mío. Genial, ¿qué más podría decir? Bueno sí, ojalá que los editores sean un poco más cuidadosos y confirmen que los artículos van con los nombres de sus autores, del resto pues estoy muy contenta. Aprovecho para enviar un saludo muy afectuoso a todo el Perú, desde mi amada Venezuela les envío muchísimo cariño y ojalá un día tenga el enorme privilegio de conocer las hermosas tierras peruanas. ¡Un abrazo!”.

Para culminar, les dejamos la página del diario digitalizada.

Red DkX

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viernes, 12 de julio de 2013

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Oración al Arcángel Miguel

Estatua del arcángel Miguel de August Vogel en Hamburger-Neustadt. (Wikipedia)

007. Oración al Arcángel Miguel. Colección Emilia. Waldylei Yépez.docx

Frente al negro abismo que me acecha,
con los pies al borde,
con el huracán que sopla,
y con el corazón en agonía,
se me empapa el rostro ante la suerte mía.
Con los enemigos que se burlan a mis espaldas,
con las mentiras que me han difamado,
que me han censurado, que me han destruido.
Con las pesadas cadenas de mis errores,
y con la inmensa culpa por haber confiado en quien no debía,
aquí estoy con mi alma.. ¡Pobre alma mía!
¿Cómo puede existir tanta mentira?
¿Cómo puede existir tanta traición?
¿Cómo se puede generar tanto daño,
para luego lavarse las manos?
Frente al negro abismo que me acecha,
y con las pocas esperanzas que me quedan
clamo por tu ayuda Príncipe de los Cielos,
Príncipe de las Huestes Angélicas.
“¿Quién como Dios?” dice tu nombre Mikael,
Quién como Dios para saber quiénes somos.
Clamo tu auxilio Miguel,
empuñad tu espada y alistad tu lanza,
que los demonios huyan en tu presencia.
Protector de los afligidos,
cúbrenos con tu manto azul,
salvadnos del abismo y la oscuridad de la traición,
protegednos de los difamadores y enemigos,
que su negativa creación recaiga sobre ellos mismos,
guía a tu Ejército de Ángeles en defensa de los justos,
y que la paz sea con los hombres de buena voluntad.
Que el abismo negro frente a mí se vuelva un gran paisaje,
que mi siguiente paso no sea para caer
sino para seguir adelante.
Gracias por tu asistencia Amado Arcángel,
gracias por salvarnos del mal
que quiso vernos caer en la profundidad,
y que intentó oscurecer nuestro cielo,
pero no logró oscurecer nuestro corazón,
este corazón que es sólo de Dios,
del Dios que es Amor
y que no da paso al rencor.
Gracias por tu asistencia,
gracias Miguel,
gracias te doy.

12/07/13 04:25 p.m. – 04:47 p.m.
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miércoles, 3 de julio de 2013

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Acróstico: Maita... Mi ángel de luz

006. Acróstico: Maita... Mi ángel de luz. Colección Emilia. Waldylei Yépez.docx

( M ) adre hermosa,
( A ) quí estoy escribiéndote unas pocas palabras,
( I ) maginando que estás a mi lado,
( T ) ambién esperando que me eches la bendición desde el cielo.
( A ) quí estoy para decirte que te adoro, que te extraño y que te quiero.

( M ) is días han sido tristes sin ti,
( I ) mito tu valentía, quiero ser firme y fuerte como tú.

( A ) veces me ganan las lágrimas, pero sé que
( N ) os volveremos a ver, sé que será así.
( G ) ran madre, eso eras,
( E ) so eres.
( L ) a mejor de todas.

( D ) iariamente te siento conmigo.
( E ) n silencio escucho tu voz.

( L ) indo tesoro son tus recuerdos.
( U ) n día volveré a abrazarte.
( Z ) afiro de mi corazón, la gema más preciada, la niña de mi amor.

30/06/13 06:54 p.m. – 07:22 p.m. A ti, mi Maita hermosa.
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martes, 2 de julio de 2013

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Emilia... El retrato de una mujer maravillosa

005. Emilia... El retrato de una mujer maravillosa. Colección Emilia. Waldylei Yépez.docx

Miro el reloj, apago el computador y me voy hacia la cocina. Busco un paquete de harina y la mezclo para hacer la masa. Esta tarde prepararé algo fácil y que me gusta mucho, serán unas arepitas rellenas que acompañaré con tajadas y un rico café con leche. Mientras las arepas se cocinan, miro al otro extremo, justo al lado de la puerta yace la silla roja con líneas blancas y me quedo mirándola, me sonrío recordando aquellas tardes donde en esa silla te encontraba a ti. Siempre cerca de la puerta, siempre a esa hora, mirando hacia los lados; a tu derecha el largo pasillo que da hacia la puerta de la calle, a tu izquierda el patio con vista también a la jaula de la lora, esa que silba como tú le enseñaste y que incluso dice algunos nombres.
Me siento en una silla cercana frente a ti y me hablas de la última travesura de la lora, esa lora traviesa buscando salirse de su jaula. Me cuentas que con una pata ha logrado subir la pequeña puerta, y justo se asoma sacando la cabeza. La regañas y le reprochas que si se sale el gato se la comerá. Ella parece escucharte y se ha metido de nuevo a su jaula. Cruzas tus brazos y los dejas descansando sobre tus rodillas mientras estás inclinada, te sonríes; nunca te comenté lo angelical que te ves cuando lo haces. Yo me sonrío, me sonrío al recodarte.
Me levanto de mi silla y corro para ver las arepas, me parece como si me hubieses gritado para advertirme que no las deje quemar. Las reviso y las volteo, por un lado están listas. Y sigo recordando esas tardes, ésas que han quedado lejos ya. Recuerdo que tomaba un plato y te servía tu arepita mientras esperabas ahí sentada, la acompañaba con las cosas que te gustaban y de último dejaba el café, porque si te mostraba el café te lo tomarías antes de comer y luego no comerías más. Sí, eras una “pequeña muy traviesa” a quien uno debía insistirle porque siempre decías que no tenías hambre, aunque en esas tardes el plato siempre quedaba vacío. Al final tomabas tu rico café, ¡y te ponías tan contenta!
Las arepas están listas, regreso a mi asiento frente a ti. Me miras con tu cara de princesa, y me cuentas de ese pasado lejano que ha quedado tan atrás. También me preguntas si alguno de tus hijos ha venido, sí, a veces había cosas que se te olvidaban, pero en su mayoría tus recuerdos estaban intactos. Muchas veces nos quedamos conversando, nos reíamos de las bromas de mi hermano. Tampoco dejabas de preguntarte por Bobby, ese perro loco que un día se fue y jamás supimos de él. Lo extrañaste, lo extrañaste mucho, y mucho también fue el tiempo que esperaste volver a verlo, pero jamás regresó.
Me quedo mirándote y me sonrío. Te veo allí sentada en tu silla roja y me digo que si quisiera describirte en palabras sería bastante difícil. Pero, aunque lo sienta así, hoy yo sería capaz de escribir sobre ti, y así formar un retrato en palabras de quién eres. ¿Me darías tu permiso abuela? Veo que te ríes, sé que te da un poco de vergüenza que hable de ti, pero no parece disgustarte la idea. Bien, prometo decir muchas cosas buenas. Me sonrió.
Amigos lectores, después del permiso que mi abuela me concedió, quiero presentarles un poco de su vida, sólo algunas cosas y con ellas espero poder acercarles un poco a su figura, la figura de una gran mujer. Vamos a comenzar:

Emilia nació en 1925 en una zona rural. En su juventud se mudó a la ciudad, desde entonces comenzaría su vida familiar y laboral.
Una de sus primeras hijas cuenta sobre su infancia, y describe aquella como un período donde su madre trabajaba para darles de comer primordialmente, no alcanzaba el dinero para nada más. Comenta que las niñas se confeccionaban su propia ropa interior con pedazos de tela. No eran pobres, eran más que pobres, así lo expresaría. También dijo que en donde vivían entraba el agua cuando llovía, o los bichos les caían encima.
Emilia se mudaría con su creciente familia a una casa muy sencilla, pero en mejores condiciones que la anterior, que tenía techo de zinc y un piso con rajaduras.
En total ella tuvo once hijos, y quedó viuda a los cuarenta y nueve años cuando su esposo murió, después de salvarle heroicamente la vida a otro compañero de trabajo. Con la ausencia del padre, se apoyó en sus hijos mayores quienes hicieron su mejor esfuerzo para sacar adelante a los más pequeños.
Posteriormente, en los años noventa, cuando una de sus hijas le cambió su cocina de kerosene por una de cuatro hornillas a gas, y también cambiaron el techo de su casa por láminas de acerolit y un mejor piso, Emilia expresaría sobre su hija la siguiente frase: “Gracias a ella, me siento rica…”. Pero esa expresión de agradecimiento tardó más de veinte años en conocerse, y hoy en día ha dejado una profunda marca. Esta casa, que es su casa y desde donde escribo hoy, dista mucho de ser una casa de ricos, pero para ella era una mansión. Me produce una gran presión en el pecho pensar en las necesidades que mi abuela pasó siendo joven, me hace reflexionar en que siempre tenemos alguna necesidad, pero las de ella eran más difíciles de las que puedo tener yo ahora.
Ella no era de ir a misa, pero eso no le impedía tener a Dios en su corazón y ser una buena mujer. Sin embargo, le gustaba mucho que sus hijas fueran y participaran en el coro de la iglesia. Cuenta una de ellas que mi abuela las despertaba para que fueran a misa de aguinaldo en diciembre, por supuesto, no las acompañaba pero las esperaba con café y pan, o les hacía empanadas, y le gustaba que le contaran lo sucedido en la misa.
Otro de sus grandes intereses era la música, ella tenía un radio pequeño que colocaba sobre la ventana. Le encantaban las rancheras, escuchar las leyendas venezolanas y ver películas mexicanas. Así mismo, le gustaba los bailes como el Tamunangue, con el cual no faltó ocasión en que ella misma le explicaba a sus hijas cuál era la forma correcta de bailarlo.
Muy pocas personas le llamaban por su nombre de pila, para nosotros ella siempre fue “Maita”. Recuerdo que cuando yo era niña asumía que ése era su nombre, y que la única “Maita” que existía era mi “Maita”. Era tan raro para mí escuchar a otras personas decirles así a sus madres, porque yo sabía que ellas tenían un nombre distinto; un poco más grande comprendí que “Maita” era una especie de apodo, asumiendo que nazca de “Mamita” y se reduzca a “Ma’ita”. Quizás esto para muchos es obvio, pero para una niña en sus primeros años no lo era.
Emilia siempre fue una mujer multifacética, es bastante difícil para mí definirla porque son muchos los episodios de su vida que se nos escapan, además de que cuando yo nací ya tenía seis décadas de vida. Sin embargo, hay rasgos comunes entre lo que sus hijos pueden contar y las cosas que yo pude aprender de ella.
Siempre tuvo un corazón generoso, siempre fue una buena samaritana. Ayudó a todo aquel que necesitó y no miró a quién, se desprendía de sus cosas si la ocasión lo ameritaba, no dudó en prestar su propia cama para que el que tuviese sueño durmiera en ella. Probablemente la pobreza en la que vivió casi toda su vida le enseñó a compartir lo poco que tenía, porque el que ha necesitado sabe qué se siente necesitar y por eso ayuda. Sin embargo, todas esas cualidades no implican a que fuera una mujer dócil, al contrario, el poder de su carácter era tal que su sola presencia era imponente.
Hay una imagen de ella muy fresca en mi mente, es la de una mujer con un carácter fuerte, sentada en su silla y con una expresión seria en su cara, con su mano sobre un bastón de madera apoyado al piso. La viva imagen de lo que uno llamaría “la patrona”, “la que manda aquí”. Ésa era Emilia. Como diría un amigo, la firmeza no quita la bondad.
En ella siempre hubo una mezcla equilibrada de muchos elementos, entre los que destacaría la fuerza de su carácter, de su firmeza, como así mismo de su ternura, su buena voluntad. También es la mujer más terca que he conocido en mi vida, y orgullosísima de su autonomía. Incluso el final de su vida estaría marcado por esos últimos elementos.
Fue una madre para muchos de nosotros, muchos nos criamos bajo su tutela. La palabra inglesa para abuela es grandmother, si quisiéramos separar la palabra para llevarla a su raíz etimológica sería “grand” y “mother”, la primera hace referencia a “grande” y la segunda a “madre”; literalmente para mí sería: Gran Madre. No hay mejor forma de definir a Emilia que decirle: Gran Madre, porque eso fue y eso es.
Los recuerdos pasan y pasan por mi mente, son tantas cosas, tantas conversaciones, tantas expresiones de su rostro, risas, etc. Con más de ochenta años ella seguía pendiente de que “tenía que hacer la comida”, que pobrecito tal que ella no le había hecho sus caraoticas, o sus arepitas, o que tenía que prepararle su cafecito. No pensaba en hacer algo para sí misma, pensaba siempre en los demás, en que los demás estuvieran bien.
Un aspecto que yo destacaría es su autonomía, como ya lo mencioné, le gustaba hacer las cosas por sí misma sin querer depender de nadie y esto fue así mientras pudo. Recuerdo una ocasión en que estaba sentada en la sala, se le dificultaba levantarse de su asiento, se quejaba un poco, y cuando uno mostraba la intención de ayudarla ella lo rechazaba, en ese momento su argumento era algo como que ella se tenía que levantar sola, porque si un día no había nadie quien la ayudara no podría pararse, que no podía depender de otra persona. Este deseo de valerse por sí misma era fuerte en ella, pero cuando esto dejó de ser así le causó mucha tristeza. Era una mujer que rechazaba la idea de usar pañales, silla de ruedas o andaderas. El no poder levantarse sola, posterior a una caída, fue el detonante de una depresión que repercutiría de una manera muy negativa en su salud, esto después de la celebración de su último cumpleaños.
Por las fotografías, sé que ese último cumpleaños fue maravilloso para ella, que lo disfrutó mucho, que fue una sorpresa muy linda. Lastimosamente yo no pude estar presente entonces, cuando volví a verla dos meses más tarde yacía en una cama clínica y físicamente deteriorada. Recuerdo que a partir de ese momento yo quería volver a verla como antes, caminando hacia la cocina para sentarse nuevamente en su silla roja, que me volviera a sonreír como lo hacía y que conversara acerca de ese pasado lejano. Pero ese sueño no se cumplió, mi abuela ya tenía una edad avanzada, el permanecer en cama le había hecho mucho mal, y las infecciones que la atacaron fueron mortales. La lucha que se dio para que se recuperara fue ardua, nunca le faltó asistencia médica, las hijas que la cuidaban hicieron todo lo humanamente posible por ella.
Al asomarse la noche de ese 3 de mayo, nuestros peores miedos estaban ocurriendo. Recuerdo que rodeamos su cama, algunos más desesperados que otros lloraban y la llamaban como queriendo despertarla. Yo estaba atónita, y me quedé mirándola desde los pies de su cama. Su respiración se hacía más lenta, hasta que vino el último suspiro. Su abdomen no volvió a moverse. Es la escena más impactante que me ha tocado vivir.
Era muy difícil en ese momento entender lo que estaba ocurriendo, y en cómo en tan poco tiempo su salud se había deteriorado tanto. Podíamos entender que había muchas cosas que ya no estaban funcionando bien, y el que permaneciera con nosotros más tiempo alargaría su dolor, su agonía, pero aun así uno no quiere que el ser amado se vaya. Nos aferramos al último hilito de esperanza, y nos hubiese gustado tenerla muchísimo tiempo más con nosotros, pero también sabemos que no era justo que fuese acosta de su sufrimiento. Es difícil asumir el hecho de que se haya ido. Yo aún pienso y siento por las mañanas que está en su cuarto durmiendo, y mi madre aún se despierta muchas veces en la noche por “la necesidad de estar pendiente de ella”.
Parada en medio de tu cuarto, allí mismo donde estaba tu cama y donde te quedaste dormida hace casi dos meses, no dejo de pensar en ti, no dejo de mirar tus cosas, tu fotografía en medio de tus santos e iluminada por una pequeña luz que no se apaga. Toda esta casa habla de ti, desde el árbol que tanto defendiste para que no arrancaran sus hojas, la puerta que pedías cerrar temprano, el sonido de las sillas al arrastrarlas, tu cama, la cocina donde cocinaste para todos nosotros, los platos, tu ropita, tus sábanas, cobijas… Es imposible para mí cocinar algo, y no voltearme a mirar hacia tu lugar, ese sitio donde siempre te encontrabas sentada en tu silla roja. Imposible no acordarse de las veces que extrañaste a Bobby, ese perro loco que tanto quisiste, que fue tu compañero cuando los demás estábamos metidos en nuestras responsabilidades. Y qué decir de la lora en el patio, todos los días silba como le enseñaste… ¿cómo no acordarse de ti con eso? Esta casa palpita tu nombre, porque tú eres el corazón de esta casa. En tu última noche de rezos, recuerdo haberme quedado viendo unas velitas encendidas y me pregunté a mí misma: ¿Esto es todo? ¿Esto es todo lo que me queda de ti abuela? ¿Solamente tu ausencia? Pero ahora pienso que me fijaba más en tu ausencia porque era lo que dolía más, pero que en verdad nos quedan muchas cosas de ti. Te pedí millones de veces que me ayudaras a ser tan fuerte como tú lo eras, yo la verdad no he conocido a nadie más que sea así. Estuviste consciente hasta el último momento, con un grado de lucidez increíble. Sé que te esforzaste por seguir junto a nosotros, porque aunque tu cuerpo estuviese cansado seguías batallando por no dejarnos. Siempre tan tú, siempre pensando en los demás, poniendo a tu familia antes que tú misma. ¡Te amamos tanto! Es tan difícil escribirte abuela…

A casi dos meses de tu partida,
este dolor sigue tan vivo como ese día.
Mientras intento mostrarle al mundo quién eres,
me doy cuenta que es imposible,
no hay manera de que yo pueda resumir en unas páginas
la grandeza de tu alma.
Hay cosas que se viven, que se sienten,
y que no pueden describirse en palabras,
aunque lo intenté
porque tú vales todos los intentos posibles.
Lamento no poder escribir algo mucho más hermoso para ti,
tú que eres la más bella de las flores,
mi tesorito hermoso,
mi Maita que tanto adoro.
Déjame decirte una vez más lo mucho que te extraño,
lo mucho que te quiero, lo mucho que te amo.
Déjame decirte lo mucho que nos duele que no estés,
lo mucho que queremos verte de nuevo.
A veces no entiendo la vida,
ni por qué existe la muerte.
A veces no entiendo, si éste es tu lugar,
¿por qué te tuviste que marchar?
Si aquí está todas tus cositas,
tu casita, camita y la comidita.
Pero hay cosas que son irremediables,
al menos espero que de vez en cuando vengas a visitarnos,
ya sabes que siempre aquí estará tu lugar,
y todas las personas que siempre te vamos amar.
Desearía poder regresar el tiempo atrás
para volverte a encontrar…
Descansa mi tesorito, mi ángel de luz y de amor.
Te amo con todo mi corazón…

30/06/13 06:54 p.m. – 07:22 p.m. 02/07/13 04:45 p.m.
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