miércoles, 25 de septiembre de 2013

, ,

Círculo perfecto

Fuente Imagen: Google.

015. Círculo perfecto. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Me he quedado mirando al horizonte, pero en verdad no miro nada a lo lejos, al contrario, estoy mirando hacia adentro, hacia el interior que casi nadie entiende, hacia mi propio interior. Para muchos, quizás, sea raro mirar así, pero siempre llega el momento en que debes hacerlo, y es cuando allí reconoces tu luz y tu oscuridad. Por lo general, es el dolor el que te lleva hasta allá, para luego dar paso a un gran camino, y entre luces y sombras te transformas, es cuando comienzas a entender tantas cosas. A veces te culpas de no haber visto detalles tan obvios, a veces sientes vergüenza de haber transitado un camino erróneo, a veces… bueno, son tantas cosas que no vale la pena hacer una lista de ellas.
Mirando hacia adentro he comprendido tanto, y también he aceptado lo que no pude comprender. Hoy la vida me dio las respuestas que necesitaba, y luego todas mis preguntas cambiaron; así es esta búsqueda eterna donde no siempre se busca lo mismo, y ni siquiera uno es el mismo. Respecto a esto último, aclaro que yo no pienso que seamos capaces de cambiar radicalmente, creo que eso no es posible a menos que no hubiésemos sido auténticos antes; más que cambiar pienso que hacemos ajustes en nuestra vidas, ajustes basados en experiencias o nuevas perspectivas de las cosas. Ya no soy la misma de ayer, algo hizo que “ajustara” lo que fui y creo que ha sido el dolor, el dolor en sus distintas manifestaciones, con sus distintas razones y sin-razones.
Mi dolor hasta hoy estaba basado en creerme atrapada, en creerme ser ese pequeño pajarillo enjaulado que ansiaba liberarse, que aleteaba hasta ocasionarse daño, que se desesperaba por no obtener las respuestas correctas, que buscaba la verdad que hace libre. Hasta que llegó el instante en que dejé de aletear y me quedé mirando mi encierro, sin juzgar sólo observaba, y me di cuenta que no estaba atrapada, que las puertas no estaban cerradas y que fue sólo mi percepción de encierro, lo que me hizo sentirlo. Pude haberme culpado por no haberme dado cuenta antes de mi error, pero en lugar de eso preferí valorar el conocimiento que adquirí, y entre tantas cosas que aprendí estaba el comprender que la desesperación o ansiedad jamás solucionarán nada, y que sólo cuando soy capaz de silenciar las voces que me atormentan seré capaz de escuchar la voz profunda y sabia de mi Ser, esa voz que nace del Amor que vive dentro de cada uno, ese Amor que engendra y guía.
Hoy es el día del círculo perfecto, ese círculo que da inicio y cierre a un ciclo, a uno de tantos ciclos que me afectan. No hay forma de describir el cierre perfecto de algo que estuvo tan recargado de dolor, de tanto daño, pero, a pesar de ello, sí se puede decir sin equívoco alguno que la paz que se siente al final no viene de la acción de un alguien externo. No importa quién sea, nadie externo podrá darme la paz profunda y serena que sólo puedo encontrar dentro de mí, que sólo puedo encontrar cuando retomo la conexión sublime con mi Ser, con mi interior. He allí el círculo perfecto, cuando aparecen lo humano y lo sublime y te sientes parte de ambos, cuando te sientes Uno con el Todo y regresas a tu centro, cuando eres capaz de soltar todo dolor y todo daño.
Aprendí a amar inmensamente, y por eso puedo perdonar también. Te suelto, suelto todo… dejo que lo que quiera irse se vaya, y dejo que lo que me hace daño también lo haga.
Que, a partir de hoy, sea el Amor quien guíe mi nuevo camino, que guíe mis pasos hasta llegar a destino. Que sea el Amor que con sus lazos una lo que debe ser unido.
Que sea el Amor transparente, que sale de todo mi Ser y no de mi mente.
Que sea el Amor, que ilumina como sol, que cierre este ciclo de mi corazón.
Sí, que sea así, que sea el Amor y sólo el Amor el que llene el vacío de mi corazón…

24/09/13 08:09 p.m. - 08:16 p.m. - 08:57 p.m. - 09:17 p.m.
25/09/13 01:07 a.m. - 03:49 p.m.
Continuar leyendo Círculo perfecto

sábado, 14 de septiembre de 2013

, ,

Me pregunto cuándo volverás

Fuente Imagen: Google.

014. Me pregunto cuándo volverás. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Bella durmiente de mi corazón,
hace unos meses entraste en el sueño profundo
del cual no te has levantado de nuevo,
y me he perdido de tantos recuerdos
que no tuvimos tiempo de construir.
Recorro tu casa
y veo tus ropas,
la soledad de tu cama
y la silla que usabas.
Recorro el camino que un día siguieron tus pasos,
me siento en la sala o en la cocina,
me siento a esperarte,
me siento a soñarte.
Por las noches extraño
que me mandes a dormir temprano,
que me mandes a cerrar la puerta
apenas se oscurezca.
Por el día extraño
no verte caminar el pasillo,
no verte sonreír conmigo.
Me he quedado pegada
en el tiempo que tú estabas,
esta casa está tan llena de recuerdos
y ahora predomina tu silencio.
A veces me pregunto cuándo volverás,
si ya ha sido suficiente del paseo que emprendiste,
si estás extrañando tu casa y quieres regresar,
me gustaría que pudiésemos conversar.
Cuándo volverás es mi pregunta,
cuándo será el regreso a tu hogar,
cuándo, mi bella durmiente, cuándo será,
esta espera, cuándo terminará…

14/09/13 08:47 p.m.- 09:02 p.m. Regalo de cumpleaños para ti Maita (15/09/25-03/05/13)
Continuar leyendo Me pregunto cuándo volverás

viernes, 13 de septiembre de 2013

, ,

El camino del perdón

Fuente Imagen: Google.

013. El camino del perdón. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Llego a casa después de un largo día de trabajo. Me siento agotada. Pongo las llaves sobre la mesita de la sala, me quito la chaqueta y los zapatos, me duelen los pies. Me invade la sed, busco algo para beber y regreso a la sala. Habría sido un largo, aburrido y cotidiano día de trabajo si no fuera porque me pasé recordándote, y recordando lo que eras… o lo que fuimos. Pongo el vaso sobre la mesa y me quedo mirándolo, pero en realidad no lo miro, sólo he fijado mi vista en él pero mi mente yace en otro camino, en otro tiempo, en otra época. No sé por qué tengo la leve sensación de que esta casa está más silenciosa que nunca, es como si nadie estuviera aquí adentro… hasta mi mente se ha quedado en silencio. Suspiro ante el pasado que se asoma a mi ventana. Bebo otro sorbo y miro el reloj. Miro el piso, las paredes, el cuadro que nunca terminé de pintar, el cuaderno de notas donde a veces escribo alguno que otro verso, la guitarra que dejaste olvidada y la felicidad que quedó socavada. Miro todo y no miro nada.
Por mucho tiempo he intentado regresar a mi centro, reencontrarme con la paz que perdí, entender lo que nunca entendí, y aceptar lo que tuviese que aceptar aunque no estuviera de acuerdo con ello. En el camino de toda esta “terapia” de vida, aprendí mucho hasta de mí misma; entendí que muchas cosas las aprendí mal, y tuve que desaprenderlas para reaprenderlas como debieron ser; entendí que debía hacer algunos ajustes en mi vida, que jamás cambiaría mi forma de ser, pero que la vida no se trata de “cambiar” sino de “ajustar” y en eso me he enfocado, y la verdad siento que es mucho lo he avanzado. Me siento orgullosa y feliz con ello. Me siento más segura e independiente. Me siento en paz conmigo misma. Sin embargo, me queda algo pendiente, lo sé, puedo sentirlo… y llegó el momento de hacerle frente.
Me levantó de mi asiento y busco el teléfono. Vuelvo a mi sitio y tomo una respiración profunda. Marco tu número. Me invade el nerviosismo, no sé si me contestara otra mujer o algún familiar.
- Aló -. Es tu voz y se acelera mi corazón.
- Hola -. Te digo.
- Hola -. Me respondes. Llevamos mucho tiempo sin hablar, pero aún puedes reconocer mi voz.
Te pregunto si puedo hablarte unos minutos y me dices que sí. Tomo aire de nuevo y comienzo.
No sé cómo empezar esta conversación, la verdad no lo sé. Sin embargo, siento que hay cosas que necesito decirte, porque siento que es lo que falta por resolver en mi vida, por resolver de esa época en la que tú eras el protagonista principal. Te culpé de muchas cosas que sucedieron, pero ahora sé que yo también falté en más de una. No, no buscaré justificarme, porque cuando uno va pedir perdón lo que menos tiene que hacer es justificar sus propios errores. Te he llamado para decirte que lo siento, que lo siento mucho, que me equivoqué, que en definitiva quiero hacerme responsable de la parte que me corresponde en todo el problema. Quiero pedirte perdón por las cosas que deba pedirlo. Y yo también quiero perdonarte por todo el dolor que sentí, por todo el daño del cual te he creído responsable… No sé cómo es perdonar, no sé cómo o por dónde empezar, pero tengo toda la intención y voluntad de hacerlo. Lamento de verdad el cómo terminó todo esto… Necesitaba que lo supieras. No, no necesitas decir nada ahora. Sólo déjame terminar diciéndote: gracias por escucharme.
Colgué la llamada, y me recosté sobre el sofá.
No sé, la verdad no sé cómo se puede perdonar tanto daño, pero prefiero averiguarlo y zafarme del rencor, para dejar de recordar este dolor una y otra vez hasta el cansancio. Al daño no hay que agregarle más daño, eso es lo único que tengo claro. Desde hoy comenzaré a dejar de recordar lo malo.

El camino del perdón tiene muchas vías,
y yo aún no conozco cuál es la mejor,
la que a mí me funcionaría,
pero sí sé algo:
me cansé de tanto daño,
del que me hizo él,
del que me hice yo
y del que me hago recordando.
Estoy dispuesta a dejar lo pasado,
a perdonar el daño causado,
porque merezco algo mejor que vivir sufriendo
o vivir añorando.
Hacia el horizonte iremos caminando,
y aprenderemos a perdonar,
aprenderemos a soltar
y un día volveremos amar.
Amar, reír y soñar…
en un nuevo caminar.

13/09/13 07:54 p.m. - 08:03 p.m.
Continuar leyendo El camino del perdón

miércoles, 11 de septiembre de 2013

, ,

Alegría

012. Alegría. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

En medio de las penumbras despiertas,
y la luz se posa a los lejos,
te invade, te inunda, te llena.
Recuperas la vista
que la sombra dejó a ciegas,
y te das cuenta que el tormento se ha acabado,
que los gritos que inundaban ya no existen,
que sólo la serenidad persiste
y sientes una rara alegría,
la tristeza se ha hecho serena.
Te pones de pie,
pues la fuerza ha regresado a tus piernas,
te levantas de la caída
que has llevado a cuestas.
Al mirar tus manos la luz está en ellas,
la miras, la contemplas,
te parece raro no sentir dolor,
rencor o tristeza.
Todo yace en calma,
la alegría se acrecienta.
Alegría sin razón,
sin causa o consecuencia,
alegría rara,
alegría plena.
Alegría de Principio,
de Alfa y Omega.
Alegría que borra la furia,
el rencor, la vergüenza.
Alegría de la vida.
Alegría que se siembra.
Alegría que queda y prevalece
sobre las oscuridades y tinieblas,
que te hace creer
aunque creer ya no puedas.
Alegría de la Luz,
y del sol que rodea,
de la fina verdad,
que la verdad prevalezca.

Alegría,
como un árbol de vida,
alegría.
Como la luz del día,
alegría.
Del verde bosque
al gran silencio,
alegría.
Como un salto a la gloria,
alegría.
Como una fuente de paz,
alegría.
Alegría que va más allá,
alegría que llena de paz…

11/09/13 05:01 p.m. - 05:17 p.m. - 05:23 p.m.
Continuar leyendo Alegría

miércoles, 4 de septiembre de 2013

, ,

Adiós mi pequeño superhéroe

Fuente Imagen: Google.

011. Adiós mi pequeño superhéroe. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Tocan a la puerta. Siento un susto invadir mi estómago, mis dedos ligeramente comienzan a temblar, tomo aire en una respiración profunda y luego indico que pueden pasar. Se abre la puerta y te veo entrar, señalo con mi mano que te sientes en un puesto frente a mí. Cierras la puerta y te sientas, no dices nada pero tampoco es necesario que digas algo.
Me quedo mirándote fijamente, hace tanto tiempo que no te veo pero tu rostro evoca aquellos momentos felices de mi vida. Las cosas no terminaron bien entre nosotros, para mí fue un final catastrófico y cruel, he trabajado todo este tiempo para poder superar todas esas cosas que me ocasionaron tanto daño, entre ellas tus propias palabras. Verte cambiar tu comportamiento fue para mí un choque mortal, darme cuenta que no eras lo que yo creí ha sido el golpe más grande que he recibido, pues sabías cuán importante para mí era la sinceridad y al final sólo obtuve de ti las tres cosas que más me desagradan de la vida: la mentira, la traición y la cobardía. Pero no te cité a este encuentro para hacer de él un desahogo de reproches, o para revivir todo el dolor que he intentado superar, ni para que me recuerdes que no eres quien yo creí por tanto tiempo, o para que me recuerdes “el estorbo” que fui para ti o tus ganas inmensas de deshacerte de mí… lo siento, es difícil no recordar también las malas cosas cuando veo tu rostro, es difícil que no se me endurezca la voz, es difícil no enumerar cuáles de tus acciones y palabras me provocaron tanto dolor, dolor que en su mayoría yo no merecía. Déjame respirar profundamente para volver a mi centro, como te digo los reproches no son el objetivo de este encuentro.
Cierro mis ojos unos instantes y respiro varias veces profundamente. Abro mis ojos nuevamente. Cuando lo nuestro se fue al precipicio, yo te desconocí por completo, no supe qué había pasado con el hombre que yo amaba, sólo sabía que se había ido y que ahora tenía frente a mí a quien de verdad eres, por eso ya no me querías a tu lado porque ya no podías seguir fingiendo y eso lo entiendo. Pero aunque me abandonaras, aunque me apartaras de tu lado yo seguía amando al hombre que se suponía que eras, y lo extrañé mucho. Fue realmente difícil vivir entre la ambivalencia de amarte y odiarte a la vez; amaba al hombre que eras y odiaba al hombre que eres, no sé cómo una misma cara puede generar dos cosas tan diferentes. Te amé y te odié con todo mi corazón, y en esa lucha interna creo que ambas cosas se apagaron. Sin embargo, al final del proceso me di cuenta que me faltó algo por hacer y era despedirme del hombre que amaba; sí, sé que no existe pero simbólicamente yo necesito despedirme de él, por eso te he citado aquí, en este espacio de mi mente, porque tu rostro me recuerda a él aunque ya no eres exactamente como él, incluso tu rostro ha cambiado o mi percepción de él lo ha hecho. Quiero decirte algunas cosas y al final me gustaría que te levantaras y te fueras, así sin decir nada, sin mirar atrás. Quiero reescribir el final tranquilo que me arrebataron, quiero despedirme del personaje que amé y quiero dejarlo ir, así como dejas ir al protagonista de una novela cuando lees la última hoja y cierras el libro.
Como quiero hablarle a él y no hablarte a ti, porque tú sólo evocas dolor y reproche, cerraré mis ojos y le hablaré desde mi corazón, con ese último pedacito que aún guarda algo bonito, porque quiero hablarle con amor y cariño. Respiro profundo.
Con los ojos cerrados busco en mi corazón eso que sentí por ti, eso que me hacía sonreír, que me hacía soñar. Tardo un poco en encontrarlo porque el dolor ha opacado muchas cosas, pero allí está… ahí puedo ver el pedacito que queda de ese amor que no tenía fronteras, que era tan grande que se expandía por todo mi cuerpo, qué lástima lo pequeño que se ha hecho. Junto mis manos y entrelazo mis dedos, pareciera como si mi mano tomara la tuya, la mano del hombre que amaba. Siento nostalgia, iba a mantener mis ojos cerrados pero al final los abro y te miro. ¿Qué fue lo que te pasó? Es la pregunta que pasa por mi cabeza. ¿Qué fue lo que nos pasó? Te digo. Decido dejar eso de lado y me concentro en sentir el amor que sentía por ti. Me sonrío y decido hablarte:
Mi príncipe bonito, mi amado y gran tesoro. Cuánta admiración y respeto siente este pequeño corazón por ti. Mi superhéroe, el hombre invencible que es capaz de cualquier cosa. Me dices que exagero, que no eres tan bueno como yo creo, pero te replico que sí lo eres, que eres grande, que eres hermoso, que eres increíble. Tenemos tantos planes a futuro, la casa, los hijos… cuánto nos entusiasma el futuro. Te cuento mis sueños, te cuento mis quejas cotidianas de mujer, me río de tus bromas y las escenas graciosas. Te pido tu opinión sobre mis proyectos, te planteo unos nuevos. Conversamos de la vida, filosofamos un rato y psicoanalizamos en otros. Criticamos la política, la religión y ciertas actitudes de la gente. Damos paseos entre árboles y flores, entre pajaritos y girasoles. Jamás el cielo ha sido tan azul, tú haces que sea pleno, haces que me sienta segura. Me encanta tu rostro, tus besos y abrazos, me encanta tu piel y tu olor. Me encanta cuando me dices que tenemos una buena comunicación, que entiendes que hay que ser auténticos, que sacaremos adelante esta historia de dos. Eres el hombre perfecto para mí. Me encanta compartir helados contigo, salir a pasear, salir a comer. Me encanta acompañarte a comprar ropa, a ver si el pantalón te queda o no te queda bien. Me encanta apoyarte en tus proyectos, que si quieres comprarte un piano pues yo te apoyo con eso. Me encanta verte sonreír, me encanta verte feliz. Sí, había cosas que no me gustaban, pero las omitía porque no eran tan importantes, yo quería estar contigo y no me importaba sacrificar algunas cosas, yo quería estar para ti. Mi amado sol, mi azul del cielo, mi ídolo, mi todo… cuántas cosas bonitas eres capaz de inspirar. Cuántas cosas bonitas fuiste capaz de inspirar. Mi héroe, mi amor…
Gracias por el hombre que fuiste, por haberme tratado tan bien. A pesar de tus defectos, no tengo algo importante que reprocharte, aunque pensándolo bien sí tengo algo, te reprocho el haber desaparecido de la noche a la mañana, y haberme dejado con el otro tú que sólo era soberbia, egoísmo y frialdad. Pero ya no importa, no creo que lo hayas hecho por maldad, supongo que sólo llegó el momento en que te tenías que ir aunque no me preparaste para tu partida. De cualquier manera, a todos nos toca partir alguna vez, y ésta es mi propia despedida. No te diré que te recordaré, porque es más probable que el tiempo borré tus recuerdos. Tampoco te diré que te amaré, porque lamentablemente mi amor por ti sólo se escribe en pasado, y lo poco que quedaba acabo de usarlo para traerte aquí y despedirme de ti. Quiero agradecerte por esa última cena de aniversario, aunque fuésemos los únicos comensales en aquel restaurante igual fue lindo. También recuerdo aquel parque donde montamos bicicleta juntos, fue una experiencia mágica. Gracias por todas esas cosas bonitas.
A veces me gustaría recordar lo que sentía cuando te besaba, cuando acariciaba tus cabellos o recorría tus brazos y tus dedos, el tiempo se ha encargado de borrar todas esas cosas.
Bueno mi pequeño superhéroe, es hora de decir adiós. Sí, sabía que no sería fácil para mí, pero agradezco la oportunidad de despedirme de ti. Lamento que no hayas sido real, lamento que sólo hayas sido un fantasma, que todo haya sido fingido, porque eras tan valioso, eras tan hermoso que es una pena que sólo seas un sueño, una invención. Lamento que la mayor de mis felicidades se haya convertido en una mentira, en una ilusión.
Gracias, por lo que haya que decir gracias, y adiós.
Te vi levantarte del asiento si decir más, y saliste de la habitación como te lo pedí sin mirar atrás. Se cerró la puerta a tus espaldas, me levanté y cerré con llave la misma.
Y así mis últimas palabras fueron:
Adiós mi pequeño superhéroe, ha sido una gran alegría y una gran tristeza haberte conocido. Ha sido una gran alegría y una gran tristeza haber estado contigo. Adiós.


04/09/2013 02:44 p.m. - 03:01 p.m.
Continuar leyendo Adiós mi pequeño superhéroe