martes, 30 de diciembre de 2014

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Sana, en paz y libre


005. Sana, en paz y libre. Colección Más fuerte y más valiente. Waldylei Yépez.rtf

Mi cabeza y mis manos podrían contar tantas cosas,
como aquellas derrotas de ayer,
como de ese océano que crucé o del infierno que pasé.
Hace tiempo atrás habría rememorado todo,
y habría revivido cada lágrima,
me habría retorcido de dolor y me habría llenado de rencor.
Pero decidí que era hora de dejar ir todo,
que las cosas y personas que se fueron
simplemente debían irse, y que de la tristeza es hora de despedirse.
Hoy me encuentro bien, hoy me encuentro sana
porque he sido muy valiente y he curado mis heridas,
porque he sido muy fuerte y he superado mis caídas.
Hoy me encuentro bien, hoy me encuentro en paz
porque más allá de la desolación, volvió a latir mi corazón,
porque he perdonado los errores de otros, y he perdonado los míos también.
Hoy me encuentro bien, hoy me siento libre
porque he recuperado la confianza en mí misma,
porque he recordado lo que significa amarse a sí misma.
Hoy estoy sana, en paz y libre
porque la vida me recuerda las bendiciones que tengo a diario,
porque he recordado mi capacidad soñar y lo mucho que yo amo.
Amo la vida porque me permite estar aquí, amo a Dios y Él también me ama a mí,
amo la luz y respeto el silencio y la oscuridad,
porque sólo desde la oscuridad, el nuevo amanecer se puede contemplar.
Sana, en paz y libre...
Hoy le sonreiré a la vida, hoy me esforzaré por ser feliz,
hoy seré más fuerte, hoy seré valiente,
hoy comenzaré a vivir... y esto no lo hago por nadie, esto lo hago por mí.

30/12/14 09:57 p.m. - 10:06 p.m.
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jueves, 18 de diciembre de 2014

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Cristian

Fuente Imagen: Google.

004. Cristian. Colección Más fuerte y más valiente. Waldylei Yépez.docx

Eran tiempos decembrinos en aquella ciudad. La gente caminaba entusiasmada por esas calles, iban buscando regalos en las tiendas y planificaban lo que serían sus fiestas. Cerca del centro había un hermoso parque, tenía mucha vegetación y flores de diversos colores, a la gente le gustaba ir a visitarlo junto a sus corazones, los llevaban de paseo. Sí, en aquella época era común ver los corazones caminar por toda la ciudad junto a sus dueños. Algunos dicen que esa época se fue para no volver, otros piensan que los corazones siguen siendo visibles para quienes aún creen en la magia, que aún se puede ver el corazón de las personas caminando junto a ellas y que sólo es necesario observar atentamente.
Estos corazones no eran de gran tamaño, pero sí de variadas formas. Algunos parecían pequeñas aves, otros tenían forma de autos de carrera, bates de béisbol, pelotas de fútbol, osos, rosas, princesas, y pare de contar. Todos ellos eran autónomos, porque ya sabemos que el corazón toma sus propias decisiones; tenían sus propios ojos y bocas, así que podían comunicarse con quien quisieran, sobre todo les encantaba hablar de corazón a corazón. Si bien es cierto que eran “moldeables”, ningún corazón tomaba alguna forma al azar sino que tomaban la forma de lo que más les influenciara o influenciara a su dueño. Por ello se podían observar diferentes formas de corazón en aquel parque, y como para el corazón no importa la edad pues no era raro encontrar sentado a un anciano en algún banco que tuviera un corazón con forma de auto de carreras y éste recorriera el parque a toda velocidad, mientras su dueño, claro está, no pudiera seguirle el ritmo. Era muy divertido ver a los corazones saltar, jugar, correr y volar como cometas, mientras sus dueños les miraban entusiasmados, pues si el corazón estaba feliz lo dueños también lo estarían.
Se hizo de noche y aun había personas en el parque. A pesar de que era una noche fría, los corazones seguían muy alegres. En uno de los bancos, al sur del parque, se encontraba una pareja sentada conversando y sus corazones estaban con ellos, el corazón de la chica tenía forma de ave y el del chico también, pero en su caso su corazón se mostraba con porte más bien soberbio. El corazón de la chica intentó acercarse al del chico, pero éste no le miraba, parecía como que no le importara. Lo invitó a volar un rato, el corazón del chico asintió pero de mala gana. Ella alzó el vuelo muy contenta, él la siguió aunque no quisiera. En el banco siguieron sentados sus dueños, la escena era muy parecida; ella miraba al chico un poco confundida, él por su parte ni le miraba… Las aves seguían en vuelo, ninguno se dio cuenta de que sus dueños comenzaron a discutir entre ellos, pero para ese momento no había necesidad de que lo supieran pues ellos mismos también comenzaron a discutir. Corazones y dueños entraron en conflicto, unos sentados en aquel banco y los otros en pleno vuelo, la discusión se puso muy intensa, él chico se levantó del asiento y comenzó a gritar, su corazón también se puso más violento.
Las palabras del chico se volvieron crueles, se convirtieron en dagas apuntadas con golpes certeros, lo mismo pasó con las aves en vuelo. El chico le gritó a la chica que no quería volver a verla nunca más, las puñaladas daban en el blanco mientras la chica quedaba destruida allí en el banco. Quedó aturdida, por su cuerpo comenzó a recorrer el más profundo dolor y por un instante quiso morirse, olvidándose así de su corazón que estaba en la misma condición, la diferencia es que su corazón estaba en vuelo y cuando ella soltó su atención del corazón, el corazón comenzó a caer en picada y no podía abrir sus alas. Si bien era cierto que los corazones son autónomos para decidir y hablar, no lo son para moverse a grandes distancias, por tanto, cuando ellos alzaban el vuelo o salían a correr era porque sus dueños se lo permitían, sin embargo, para evitar que los corazones quedaran perdidos existía un “control mágico” llamado “lazo de amor” el cual básicamente es “un brazalete de luz” que está puesta en la muñeca izquierda. El problema se presentó cuando el dolor nubló la atención de la chica, rompiendo el lazo con su corazón, rompiendo el control que le habría permitido abrir las alas a su ave. Nada pudo detener la caída, la última esperanza era que el corazón del chico le salvara, pero el corazón de él le había dado la espalda justo antes de comenzar la caída. El golpe fue brutal, al ave se le rompió de manera terrible un ala, de repente quedó en riesgo vital… el corazón de la chica con forma de ave estaba muriendo.
La chica sintió un ahogo terrible, llevó su mano derecha al pecho mientras respiraba con dificultad. ¿Qué había pasado? Se preguntaba. No entendía nada. Sentía que algo de sí misma se había ido con él. Se llevó las manos a la cara y se escondió en ellas, lloró desconsoladamente, y fue cuando se dio cuenta… el brazalete no estaba. Abrió los ojos muy grandes, y subió la mirada buscando a su corazón pero ya no estaba en ninguna parte. Se levantó con las últimas fuerzas que le quedaban y presintió lo peor, sin el control del brazalete su ave tuvo que haber perdido el vuelo y habría caído al suelo. Este era el peor panorama, había perdido al amor de su vida y al parecer también había perdido su propio corazón. Buscó desesperada, llamaba por su nombre a su corazón con forma de ave pero ella no respondió. Se hizo tarde y no encontró a su corazón en ningún lado. Esa noche fue la más terrible de todas.
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miércoles, 10 de diciembre de 2014

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Vicuña Mackenna

Fuente Imagen: Google.

003. Vicuña Mackenna. Colección Más fuerte y más valiente. Waldylei Yépez.docx

Día frío, el más frío que alguna vez soporté. No sabría decir por qué la temperatura me castiga de esta forma, sólo sé que hay algo raro en este día. Caminamos hacia la estación del metro, tomados de la mano como cualquier vez sin nada especial que decir. Nos separamos porque nuestros destinos eran distintos, nos separamos con un beso rápido como cualquier vez, quizás todo en nuestra relación comenzaba a ser “como cualquier vez”. Te fuiste sin mirar atrás, sin esperar a ver qué pasaba conmigo, ni siquiera te diste cuenta que me quedé mirándote y esperé que voltearas… no lo hiciste. Busqué las escaleras y me fui al andén, metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta porque, por todos los santos, estaba haciendo un frío del demonio.
Me paré en el mismo lugar de siempre, en ese sitio marcado mentalmente donde yo sabía que quedaría la puerta del tren, donde sabía que se abriría y yo podría saltar adentro para buscar sentarme en algún puesto. El tren llegó y me preparé para la carrera, se abrieron las puertas y salté rápidamente en busca de un puesto donde sentarme. Me sentí brevemente victoriosa por lograr mi objetivo, pero el frío volvió para congelar mi sonrisa. Nos empezamos a mover por las vías, llegábamos y partíamos de las estaciones en aquella línea mientras yo mantenía mi mirada fija en la cordillera y sus cumbres nevadas. Siempre atraían mi atención, pero esta vez de manera muy especial.
Me sentí triste, no sabría explicar la razón. Empecé a tiritar, sentía que aquel tren era un congelador y que pronto haría hielo mi corazón. Seguimos moviéndonos hasta la última parada: “Estación Vicuña Mackenna”. Salí del tren y antes de que pudiera buscar las escaleras mi teléfono móvil suena, es un mensaje de texto. Lo leo y quedo paralizada, él estaba terminando conmigo y me pedía no buscarlo más. Dentro de mí el hielo que latía se quebraba y dejaba de latir. Ahora tenía sentido el frío descomunal que sentía. Me quedé de pie en medio de aquella estación.
Algún ruido me hizo salir del letargo, caminé a las escaleras con dirección al norte. Mientras caminaba no sabía qué pensar, no sabía qué creer, no sabía qué decir. En el bolsillo de mi chaqueta mi móvil yacía en silencio, pero por Dios que sufrí ese silencio como nunca antes. Deseé que sonara, deseé que me escribiera y me dijera que era una equivocación, o deseaba escuchar una voz al otro lado que me dijera: “Yo te amo”. No pasó. Sentía que las piernas me temblaban y que no lograría dar un paso más. De repente llegó el tren de la combinación.
Me subí y me afirmé en el tubo del pasillo, había mucha gente y yo con ganas de sentarme… en verdad, tenía ganas de morirme pero eso no iba a pasar, aunque fuera lo que más deseara no iba a pasar. Uno nunca se muere cuando quiere, eso es un axioma de la vida. Tomé aquel tubo con más fuerza, aunque en lo personal no sabía de dónde sacaba aquella fuerza. Buscaba mirar el piso, lo último que quería era mirar a la gente a la cara, sabía que si mis ojos se encontraban con otros ojos descubrirían cómo me sentía, y pues no, me niego a que un extraño se tope con mi alma.
Me bajé en la siguiente estación. Me fijé que toda la gente bajaba de los trenes como si se fuera acabar el mundo, con una rapidez impresionante, como si estuvieran en una competencia donde es necesario saber quién sale primero, y luego recorrían el andén con gran desespero. Era la primera vez que me detenía a mirar con paciencia aquel desenfreno. ¿Cuándo se vuelve normal esto? ¿Por qué vamos avanzando como si alguien nos apurara, cuando en verdad no llevamos a nadie con un látigo a las espaldas? Todo en las grandes ciudades es así, todos buscan la rapidez donde sea: entrar rápido, salir rápido, caminar rápido, ir a la comida rápida, pasar rápido el semáforo, ir rápido en el auto, curar rápido el dolor, que nos atiendan rápido, que los días de trabajo pasen rápido, que la conexión a internet sea rápida. Todo entonces pareciera que es “rápido”, pero el mundo se me ha hecho tan lento desde aquel mensaje de texto.
Encontré un lugar donde sentarme en la parte externa de la estación. Ahí me quedé mirando sin mirar, viviendo sin vivir. Miré de nuevo aquel mensaje de texto, y volví a sentir un golpe directo al corazón. ¿Por qué no me dijo esto antes de despedirse en aquella estación? Y recordaba que me quedé mirándole, esperando encontrarme con su mirada pero él jamás volteó. ¿Qué debía sentir ahora? ¿Debía simplemente morir de dolor (por Dios que lo deseaba)? ¿O debía estar aliviada (porque ya no tendría que seguir viviendo los aspectos menos agradables de aquella relación)? Sin embargo, a pesar de cualquier cosa, yo lo amaba. Llevé mis manos a la cara y me escondí en medio de ellas, entonces lloré como una niña. Era hora de aceptarlo, lo había perdido.
En aquella estación empezó mi sufrimiento, y yo no podía hacer nada para remediarlo. Sabía que esto lo cambiaba todo, hasta mi percepción de la vida y de las cosas. El sur dejaría de ser lo que era, no volvería a pisar del mismo modo la estación Vicuña Mackenna. Tú cambiabas para mí y yo dejaba de ser lo que era.
Estaba enamorada de un “príncipe azul” que pensé que era mi destino, pero la vida me cambió al príncipe y también me cambió el destino. Los trenes ya no serán lo mismo, me digo y me repito. Ya mi corazón no latirá al son de tu nombre, pues aunque yo no lo quise él también cambió su ritmo.
Tomamos distintos trenes y ya jamás será lo mismo. Tú por tu lado… y yo al otro lado del abismo.

06/12/14 02:43 a.m. – 02:53 a.m.
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domingo, 7 de diciembre de 2014

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La chilena

002. La chilena. Colección Más fuerte y más valiente. Waldylei Yépez.docx

Les presento a mi bandera
que allá en lo alto vuela,
les presento a mi bandera,
mi bandera es la chilena.
Y es que desde Norte Grande
hasta el frío Magallanes,
flameando con orgullo
de Rapa Nui a Juan Fernández.
Y es que desde el alto cielo
nos bendice nuestra Virgen,
nos empuja hacia adelante
la gran Virgen del Carmen.
Que se escuche desde el norte
y que retumbe en el sur,
que la cueca todos bailen
y a la bandera todos canten.
Que se vea en cada calle,
que se mueva a todos lados
visitando nuestros Andes
y la gran Región del Maule.
En mi pecho brinca y salta
un corazón enamorado,
y caminando en cada calle
un chileno esperanzado.
A Valparaíso yo le digo:
“Valparaíso de mi amor”,
a ti te doy mi canto
y también mi corazón.
Demostremos gallardía
como Prat nos enseñó,
y la hermandad día tras día
como en nuestra Teletón.
Y si hablamos de banderas
mi corazón es tricolor
y brilla siempre como estrella
en mi chileno corazón.

04/12/14 02:57 p.m. 05/12/14 02:33 a.m. – 11:47 p.m. 06/12/14 12:19 a.m. – 12:49 a.m. – 12:19 p.m.
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sábado, 6 de diciembre de 2014

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Al sur del sur

Fuente Imagen: Google.

001. Al sur del sur. Colección Más fuerte y más valiente. Waldylei Yépez.docx

Al sur del sur
donde el amor brilla con su luz.
Al sur del sur
donde te encontré a ti, donde me encontraste tú.
Sí, al sur del sur…
Y es que llevo conmigo tanto de ti,
impregnaste mi vida de rosa y jazmín,
y estuviste conmigo en todo momento
desde tus brisas alegres hasta tus fríos inviernos.
Al sur del sur
donde la imponente cordillera prevalece,
mirando sus cumbres nevadas
mi pequeño corazón se estremece.
Y es que eres parte de los sueños que he construido,
también testigo de los que he destruido.
Y es que has sido tú quien ha arrullado mis sueños
y también me has hecho creer más en ellos.
Al sur del sur
donde el amor brilla con su luz,
allá donde mi corazón vive,
donde aprendí que los sueños se persiguen.
Al sur del sur
donde el amor brilla con su luz,
al sur del sur…

04/12/14 02:32 p.m. – 09:53 p.m. 05/12/14 02:02 a.m. – 02:07 a.m.
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