martes, 13 de diciembre de 2016

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Las palabras que nunca llegaron: “Lo siento”

Fuente Imagen: Google.

013. Las palabras que nunca llegaron: “Lo siento”. Colección Definiciones. Waldylei Yépez.docx

Muchos dicen que nosotros mismos somos responsables de habernos quedado pegados a situaciones del pasado porque no fuimos capaces de aceptar lo que sucedía. No fuimos capaces de aceptar que todo había cambiado y que las otras personas habían cambiado también. Nos hemos quedado esperando quién sabe por cuánto tiempo, y quién sabe por cuáles cosas. Quizás esperando por ese amor que se acabó; por el hijo que se mudó y que ya no nos escribe o nos visita; por las reuniones familiares que antes se hacían y que ya no; por los amigos con los cuales discutimos y hoy ya no sabemos nada de ellos. Lo peor de todo es que nos sentimos traicionados, porque cada uno de esos actos nos ha causado algún daño en mayor o menor proporción. Pero, ¿qué estábamos esperando? ¿Acaso que volvieran para disculparse? ¿Que pidieran perdón? ¿Que nos volvieran a amar o querer? ¿Que nos dijeran que habían recapacitado? ¿Que nos dijeran que estábamos en lo correcto y ellos no? ¿Qué esperábamos? Y sobre todo: ¿Qué ganamos al esperar? Porque si nos sinceráramos tendríamos que preguntarnos: ¿realmente sucedió lo que esperábamos o llevamos 20 años y aún continúa nuestra espera? ¿Aún sufrimos por situaciones y personas que puede que ni se acuerden de nosotros? ¿Cuánto tiempo más prolongaremos el sufrimiento? ¿Cuándo aceptaremos que las cosas han cambiado y que nada vuelve a ser como antes?
Es duro, es muy duro ver claramente la realidad porque aceptar que hoy ya no nos aman aquellos a quienes amamos, es algo que sólo lo pueden hacer las personas fuertes. Porque darnos cuenta que podemos seguir adelante sin necesidad de que estén los que ya no están, eso implica coraje y decisión. Implica mucha valentía aceptar las cosas que ya no se pueden cambiar, y también se necesita mucho amor propio para soltar los lastres de sufrimiento que hemos tenido a cuestas.
Nadie tiene por qué suplicar amor, suplicar por un poco de tiempo y cariño. Nadie tiene por qué esclavizarse a esperar las palabras que de ciertas personas jamás llegarán, como por ejemplo: “te amo”, “te quiero”, “te extraño”, “lo siento”… Y pensando en todo ello, hoy he tomado una decisión y he decidido decir: ya basta. Hoy se acaba mi espera. Me he dado cuenta que nadie merece mi sufrimiento, y tampoco merece llevar sobre sus hombros la responsabilidad de hacerme feliz haciendo lo que espero que hagan por mí. Hoy he decidido liberarlos y liberarme. Ya basta, realmente ya basta…

Mi siempre recordado y recordada:

Por mucho tiempo he estado esperando que me digas: “lo siento”, porque con tus actos y palabras me causaste mucho daño. Sufrí mucho por lo que hiciste o por lo que interpreté de lo que hiciste.

“Lo siento” esas fueron las palabras que nunca llegaron, fueron las palabras que nunca dijiste porque probablemente nunca lo sentiste.

¿O es que acaso tú pensabas lo mismo que yo? ¿Es que acaso has estado esperando que yo me disculpara en todo este tiempo? Quizás ambos sólo queríamos que el otro reconociera el daño que había causado. La verdad no lo sé.

Lo que es cierto es que te esperé. Esperé tu carta, esperé tu llamada o una visita tuya que resarciera el daño provocado. Pero ya no puedo esperarte. Y no es que ya no me importe, mentiría si dijera eso. Lo que sucede es ya no puedo seguir así. Por ello, yo te libero y me libero a mí.

Guardaré en mi memoria tus bonitos recuerdos. Y de corazón te deseo todo lo mejor. Te agradezco, te agradezco profundamente  por la enseñanza que tu presencia me dio.

Las palabras que nunca llegaron,
son las palabras que ya yo no espero.
Te deseo lo mejor,
te deseo lo más bello.
Y si un día me recuerdas,
recuerda sin lamentos.
Recordando lo mejor:
que es la enseñanza de los dos.

12/12/16 12:32 a.m.  - 10:02 p.m.
13/12/16 01:55 p.m. - 02:09 p.m. - 02:19 p.m.

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