lunes, 27 de febrero de 2023

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Scarlat: Cap. 4 - Inframundo


Ella caminaba por una calle muy concurrida con vendedores ambulantes a los lados; aquello se había convertido en un improvisado terminal de autobuses hacía poco tiempo. Miraba y miraba como buscando el autobús que necesitaba, pero no lo conseguía. Siguió caminando y entró en un gran estacionamiento subterráneo; pensó que tal vez el autobús que necesitaba podría estar adentro, pero se encontró con la entrada a un gran edificio de departamentos. Se dio cuenta de su error, y empezó a buscar la salida. De repente, sintió la extraña sensación de que mientras más avanzaba más escaleras encontraba, pero no la salida hacia la calle con autobuses.

Ella estaba perdida dentro de aquel gran edificio, que ahora parecía más un laberinto. Los pasillos eran bastante amplios, se podían ver muchas personas que interactuaban entre ellas, niños jugando en las escaleras… una vecindad. Se cansó de caminar, de subir y bajar escaleras, así que decidió acercarse a un grupo de niños que estaban jugando con una pelota. Le preguntó a uno de ellos por la salida, y le comentó que había estado mucho rato buscándola y no la encontraba. Este niño de tez morena vio una oportunidad de negocio, le dijo que él tenía un mapa en papel que le había dado su mamá y que ahí ella podría encontrar la forma de salir del edificio, pero que ella debía comprarle el papel con el mapa. Lo pensó un poco, pero ya había estado el suficiente tiempo como para darse cuenta de que aquello era una locura de puertas, pasillos y escaleras, y si lo que necesitaba era una especie de “mapa” pues lo compraría. Sacó un billete.

–Está bien. Te compro el mapa.

El niño, que no tendría más de ocho o nueve años, tomó el dinero y le pasó el mapa. Luego regresó a jugar con sus amigos mientras ella veía que el mapa señalaba bajar escaleras y atravesar puertas muy específicas. Siguió las indicaciones, y en poco tiempo regresó a la calle con vendedores ambulantes y autobuses. Estaba tan contenta, pero recordó que no había agradecido al niño por su ayuda. Sintió que eso había sido muy desconsiderado, así que volvió a entrar al edificio para buscar al niño y agradecerle, total con el mapa que había comprado podría volver a salir.

Ya de nuevo adentro encontró al niño con sus amigos, pero la vista había cambiado un poco y ahora podía ver a muchas otras personas, incluso desde un nivel superior como de segundo piso. Lo que ella no entendía es que esas personas en el piso de abajo caminaban como en círculos, como si estuvieran en un laberinto infinito donde también buscaban la salida, pero abajo no estaba lo que buscaban aunque no lo supieran. De ese lado vio a otro niño, esta vez era un niño más chiquito de unos seis años con ojos claros y tez blanca. Intercambió un par de palabras con ella, luego se sonrió y le dijo:

–Yo sé que nunca voy a salir de aquí. Es que soy malo, realmente soy muy malo.

–¿Cómo vas a ser malo? No, tú eres súper lindo. Puedes ser muy bueno, lo sé– replicaba ella.

Y en eso algo pasó. Este niño y el resto de las personas cercanas a él dieron un paso atrás. Todos tenían cara de miedo, incluso el niño morenito que le había vendido el mapa y otros adultos que también estaban cerca. Ella no entendía qué los estaba asustando tanto, hasta que dio media vuelta y vio a una mujer parada mirándola muy seria.

–¿Qué haces aquí?– le dijo aquella mujer.

Ella no entendía por qué todos estaban tan aterrados. Sí, la señora parecía la vigilante del edificio, una figura de autoridad eso quedaba claro, pero no era para tanto. Y entonces fue cuando miró hacia donde estaba la salida del edificio, y ésta desapareció ante sus ojos. Aquella gran puerta se volvió una pared sólida, y ya no había forma de salir de ahí. En ese momento entendió, la vigilante era tan poderosa que por eso le temían.

Bueno se resignó. ¿Qué podía hacer? La vigilante estaba molesta porque ella había roto las reglas, estaba en un lugar donde no debía porque entró sin permiso a ese edificio. Luego se culpó, ya había logrado salir pero regresó por querer ser agradecida, craso error. La puerta de salida ya no existía más, así que tampoco le era útil el mapa. Estaba a merced de la vigilante, porque si había hecho desaparecer la puerta era probable que pudiera hacerla aparecer de nuevo. El problema es que la vigilante estaba muy molesta, aunque en verdad sólo se viera muy seria.

Ella no contestó la pregunta de la vigilante. Decidió usar otra estrategia, como esperar a que se diera cuenta de que ella no era una mala persona, y pues intentó hacerse la amigable.

–¿Sabe? Ese uniforme de vigilante es demasiado gris. Tal vez con un poco de color naranja se vería mejor.

La vigilante se sentó en una silla sin dejar de mirarla. Ella siguió dando ideas para el uniforme, parecía algo muy tonto pero estaba logrando su cometido, estaba logrando un poco de su empatía… y ahí despertó.

Las cortinas seguían cerradas, pero la luz del día entraba igual a la habitación. Se escucharon unos pasos y luego una voz masculina:

–Ya despertaste. Buenos días.

Él se acercó a abrazarla.

–El desayuno está casi listo– le dijo.

Se levantó y ya en la cocina se percató de que la mesa estaba puesta. Él tenía listo el pancito tostado, el café y sólo faltaba terminar de armar la ensalada de frutas que le estaba preparando. Ella se sentó y se quedó mirándolo. Ellos habían tenido diferencias importantes en los últimos días, eso era innegable, pero seguían unidos porque los actos de amor entre ambos siempre habían sido más que sus diferencias. Habían sido capaces de aprender de sus errores, de hablar con mucha sinceridad, y de tener la voluntad y el deseo de seguir adelante. Dicen por ahí que el conflicto es inherente al ser humano, y saber tratar con eso es fundamental para llevar a buen puerto cualquier objetivo.

–¿Qué sucede?– preguntó él cuando se dio cuenta de que ella lo miraba.

–Nada– ella se sonrió.

Él se sentó y empezaron a desayunar. Le preguntó si había logrado descansar bien, o si había tenido sueños o pesadillas.

–Ya que lo preguntas. ¿Sabes? Tuve un sueño muy extraño.

Empezó a contarle todo el tema del edificio, de haberle comprado el mapa al morenito, de haber salido y vuelto a entrar, de las personas caminando como en círculos buscando la salida que jamás iban a encontrar (aunque ellas no lo sabían), del niño rubio diciendo que él era realmente malo y que sabía que no saldría de ahí, del terror que sintieron por la vigilante, de la puerta que desapareció y se reía de sí misma con eso de ser amigable hablando del uniforme de vigilante y el color naranja.

–Claro, todos estaban muertos…

–¿Todos estaban qué?– preguntó ella muy extrañada.

–Estaban muertos, todos estaban muertos, por eso no podían salir de ahí ni tampoco se daban cuenta que estaban en un laberinto sin salida.

Ella se quedó boquiabierta.

–¿Por qué te estás metiendo en esos lugares?– preguntó él.

–¡¿En cuáles lugares?!

–Estabas en el Inframundo.

Ella abrió grande sus ojos.

–Iii… ¿Inframundo? Me quieres decir entonces que la vigilante… por eso ellos le tenían tanto miedo.

Él asintió.

–Ella es el… el Cancerbero. El vigilante del Inframundo. Por eso estaba tan molesta cuando me dijo: “¿Qué haces aquí?”.

–Por supuesto, su trabajo es que nadie entre y nadie salga del Inframundo, y tú una persona viva fue y se metió allá sin que se diera cuenta. Realmente tienes mucha suerte de que te haya dejado ir.

Ella se quedó callada.

–¿Y si no te hubiera dejado salir? ¿Cómo hubiese podido rescatarte yo?

Ella se encogió de hombros. Sabía que él le estaba llamando la atención con esa última pregunta.

–Yo no elegí ir a ese lugar. No elegí romper las reglas, ni tengo ninguna mala intención. De hecho, por eso intenté ser amigable, pero mostrando respeto por la figura de autoridad. Esperaba que en algún momento se diera cuenta de que no es que yo haya querido portarme mal, o que haya querido desafiarla. Entré ahí muy inocentemente.

–Tal vez por eso te dejó salir.

–Creo que lo más loco de todo este sueño es darme cuenta de que el Cancerbero… el poderoso Cancerbero… es una mujer.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

004.Scarlat Cap. 4 - Inframundo.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
26/02/23 19:01 - 19:42



Fuente Imagen: Google.

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