miércoles, 18 de octubre de 2023

, ,

Scarlat: Cap. 5 - El portón del caos


Se quedó pensando en que necesitaba hacer algunas cosas en el centro de la ciudad, así que decidió salir muy temprano para que le alcanzara el tiempo. Era un día soleado y mucha gente aprovechó para salir igual que ella. No cabían las personas en las aceras, ni los autos en las calles. El tráfico apenas se movía, todo segundo parecía eterno. Suspiró y decidió mantenerse en el momento presente, total impacientarse no cambiaba en nada la realidad.

Cuando ya estuvo más cerca pidió la parada y se bajó del autobús. Eso le parecía una mejor decisión que esperar a que el tráfico mejorara. Caminó varias cuadras hasta que llegó al primer lugar donde debía llegar, y así fue avanzando con las distintas diligencias. Un rato más tarde entró al Centro Comercial, ahí se compró un helado de vainilla y se puso a mirar las vitrinas. Pasó por un lugar de tienda de mascotas, perfumería, zapatería y al final del pasillo divisó a un amigo suyo que estaba viendo la vitrina de una tienda para bebés. Se acercó a saludar.

–¡Hola! ¡Qué alegría encontrarte!

–¡Hola! ¡A mí también me alegra verte!

Cerca de ellos había un banco donde se podían sentar, y ahí siguieron conversando sobre la vida, el trabajo, lo cara que estaban las cosas y el calor infernal que estaba haciendo afuera.

De repente se dio cuenta que él miraba de vez en cuando la vitrina de la tienda para bebés, pero lo hacía con un dejo de tristeza.

–Son bonitos esos zapatos… son tan chiquititos.

–¿Cómo dices?

Ella señala la vitrina.

–Los zapatos de bebés.

–¡Ah! Sí, son bonitos. También los pantalones marrones, la camisita y el suéter.

Su semblante cambió. Mantuvo su mirada hacia el piso.

–¿Qué sucede?

Él la miró con tristeza.

–Durante toda mi vida me he preocupado por los hijos de mis amigos, por los chicos del barrio, por los hijos de esos chicos y Dios aún no me da la bendición de tener uno propio. Siento que se me está acabando el tiempo. Es duro vivir con este dolor, pero nadie habla de eso. Nadie habla del dolor de querer ser padre y no lograrlo.

–¿Por qué no le preguntas explícitamente qué te falta aprender?

Él la miró muy desconcertado.

–No entiendo.

–Dijiste que Dios no te da la bendición de tener un hijo. ¿Le preguntaste qué es lo que te falta aprender para que eso sea posible?

Él se mantuvo en silencio. Ella le sonrió.

–Hagamos una oración: “Padre, necesito saber por qué aún no veo manifestado esto que tanto anhelo con mi corazón. Quiero a este hijo en mi vida Padre, quiero que venga a mí para darle todo mi amor, quiero ser un buen padre para él. Enséñame lo que debo aprender, guíame y cuando esté preparado para recibir este milagro entonces manifiéstalo en mi vida bajo la Gracia y de manera perfecta, en armonía para todo el mundo. Gracias Padre porque sé que me has escuchado”.

Él sonrió.

–Gracias.

Hablaron un poco más y luego se despidieron con un abrazo.

Para cuando ella regresó a su casa su pareja también había llegado. Lo encontró pensando en qué hacer para cenar.

–Esto de salir a hacer trámites es totalmente agotador.

–Yo me encargo de la cena, ve y descansa un poco.

Ella asintió, pero aunque no era su intención igual se quedó dormida.

Se inició un sueño lúcido donde se vio a sí misma parada en medio de un lugar al aire libre. Miró hacia los lados, a unos metros pudo divisar algunas personas caminando y otras corriendo. Tenía esta sensación de que todos huían, pero no sabía por qué. Caminó un poco hasta llegar al borde del perímetro, y allí encontró un gran portón abierto. Se dio cuenta que no había ninguna cadena ni candado, tampoco había señal de que hubiera sido violentado.

«No puede ser…». Pensó.

Volvió a mirar hacia los lados, y luego decidió avanzar para atravesar aquel portón. Ella trataba de seguir el camino que habían tomado los que se escaparon de aquel recinto. Entonces empezó a ver vestigios de fachadas y logos institucionales, estaban deterioradas y corroídas. Siguió avanzando y entendió que aquello era una especie de jungla donde cada quien era responsable de salvarse a sí mismo.

«Esto no es nada bueno…».

–Mi amor, ya la cena está lista.

Ella dio un salto y se despertó.

–Parece que te asusté, discúlpame.

–¿Ah? No, está bien. No te preocupes.

–¿Tuviste una pesadilla?

Ella se quedó mirándolo por un momento, luego asintió.

–¿Qué viste?

Se tomó un segundo y respiró profundamente.

–Se abrió…

Él la miró sin entender nada.

–Todo se liberó, absolutamente todo. ¿Recuerdas el mito de la Caja de Pandora? Esto es algo así. Se abrió el portón del caos. De lo que vi puedo interpretar que comenzaremos a ver la caída, decadencia y corrupción de las instituciones y personas.

–Bueno, lamento recordarte que vivimos esa realidad desde hace mucho…

–No de la forma en que vendrá. Lo bueno es que así como se liberan las cosas malas, también lo hicieron cosas buenas y precisamente a eso me aferraré: a la esperanza.

–Sinceramente, espero que estés equivocada.

–Yo también.



Waldylei Yépez



Datos del archivo:

005.Scarlat Cap. 5 - El portón del caos.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
13/10/23 18:22
16/10/23 15:42
17/10/23 17:20 - 18:22
18/10/23 16:53 - 17:02



Fuente Imagen: Google.

¿Te ha gustado este contenido? Por favor, ayúdanos a mantener el sitio con una donación.

¡Gracias por tu apoyo!


0 comentarios: