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lunes, 22 de julio de 2013

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Carta de despedida a mi suegra

Fuente: Google Images.

001. Carta de despedida a mi suegra. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

He tardado mucho en escribir esta carta, y llegué a pensar que no debía escribirla, que sólo debía simplemente olvidar, pero me es imposible hacerlo si tengo cosas que decir aún. Sé perfectamente que no leerá esta carta, sé que lo que menos espera ahora es saber de mí, y yo jamás le enviaré lo que escriba aquí. No hago esto por usted, lo hago por mí.
Imagino que está frente a mí ahora, una silla frente a la otra. La imagino mirándome seriamente, ni yo ni usted parecemos felices, pero creo que nadie está feliz cuando tiene cosas importantes que decir, y que el otro no quiere oír.
Suegra y yerna, ése era el parentesco que tuvimos un día, hace muchísimo tiempo atrás. Recuerdo muchas cosas de ese tiempo, recuerdo que me importaba mucho lo que usted pensara, que intenté en muchas ocasiones hacer evidente mi cariño, y que llegué a quererla tanto que la comparé con mi madre, porque usted logró despertar ese sentir en mi interior y sus muestras de afecto sólo lo reforzaron. Creí que era mi amiga, realmente lo creí.
Recuerdo que le llamaba en cada cumpleaños y en cada día de las madres, yo me sentía tan contenta, era una gran celebración y yo quería hacerle sentir todo ese cariño, quería hacerle sentir mi alegría por usted. Su persona me inspiraba un gran respeto, una gran consideración, y aunque habían ocasiones en que sentí que usted estaba cometiendo una equivocación, jamás la contradije. Supongo que me gustaba la idea de mantener una gran relación entre suegra y yerna, supongo que me hacía sentir bien tener una suegra que yo creía que era mi amiga y una madre a la vez, y no quería que esa fantasía se perdiera.
Me cuesta hablarle, me cuesta realmente mucho hablarle en pasado, hablar de lo bonito como algo que quedó tan atrás. La puse en un pedestal, el más alto y hermoso pedestal que mi imaginación pudo crear, y así de larga y dura fue la caída cuando se rompió.
Recuerdo que me abrió las puertas de su casa con mucho cariño, que también tuvo muchos bonitos gestos conmigo y le agradezco cada una de esas cosas, realmente lo agradezco. Pero tengo algo que reprochar, y es justo lo que tengo aquí atragantado, lo que no he podido decir en tanto tiempo y que me ha destruido en silencio. Cuando su hijo decidió terminar conmigo, realmente nunca me habló mirándome a los ojos, realmente nunca me dejó claro sus motivos, él sólo escribió un correo electrónico y me lo envió estando sentado a mi lado. Yo pensé que ese sería el primer gran problema que tendríamos, pero tenía fe en que podíamos arreglarlo, porque no todo estaba dicho, y ahí fue cuando apareció usted preguntando si me iría de la casa, sí, él me lo dijo: usted fue la primera en asomar la posibilidad de que yo me fuera. Él se fue a trabajar al siguiente día y yo me quedé tan dolida encerrada en mi habitación, y desde ahí escuché cuando usted insistía en una conversación con alguien más en que yo debía irme, para mí haber escuchado su tono y sus palabras fueron un puñal a muerte, jamás esperé que la mujer que había aparentado ser tan comprensiva conmigo ahora estuviera tan desesperada para que yo abandonara su casa. El tono de voz de esa mujer que escuché a lo lejos era el tono de alguien que quería echarme de casa, y eso para mí fue terrible… hubiese preferido que me dijera de frente: “vete de mi casa”, eso habría sido más franco y honesto. Después de escucharla a lo lejos, decidí efectivamente irme a pesar de que yo aún no sabía qué era lo que estaba pasando, pero no podía aguantar el hecho de que usted, una persona que yo quería tanto, sólo quisiera que yo me fuera como si yo fuese una extraña a quien hay que correr de la casa. Me sentí traicionada por usted, y así me he sentido todo este largo tiempo. Y para terminar, la última conversación que tuvimos, cuando mirándome a los ojos me aseguró que su hijo ya había hablado conmigo, que no había nada más que decir… yo no podía comprender cómo era posible que una persona que yo había admirado y respetado tanto, me mintiera mirándome a los ojos. Me aseguró algo que no estaba en su capacidad asegurar, aun así lo hizo… pero sus palabras eran una mentira, él no había hablado conmigo realmente, ni siquiera se había atrevido a mirarme a los ojos y decir: “terminamos”, “vete” o “no te amo”. Él era un cobarde ante mis ojos, y usted se había convertido en una mentirosa de un momento a otro… era mucho para mí, yo no entendía cómo habían cambiado tanto en un día.
Sufrí un penoso infierno, no sabía qué le había pasado a mi relación de años, no sabía cómo me convertí en un “estorbo” de un momento a otro, realmente no entendía nada y casi me vuelvo loca por el dolor. Fueron muchas semanas terribles para mí, hasta que llegó la confesión que terminó de matar el amor que sentía. Nuevamente un correo electrónico fue la vía, esta vez él me confesaba lo que jamás me habría pasado por la mente, básicamente me dijo que él no era el hombre que yo conocí, el hombre que “habíamos” construido cuando estábamos juntos. Creo que se le olvidó que estuvimos muchos años juntos, y ese fue el quiebre total de todo lo que yo creía hasta ese momento. El hombre que yo amaba era irreal, no existía, era una invención en la cual, según él, yo también tenía responsabilidad. Lo chistoso es que nunca me di cuenta de nada.
E insisto, usted me miró a los ojos aquel día y me aseguró que él ya había hablado conmigo, me mintió señora, me mintió mirándome a los ojos y es una imagen que no he logrado quitar de mi mente. Ahora entiendo cuánto daño te puede ocasionar la gente que uno ha amado, y no es poco.
Si tan sólo hubiera hablado conmigo a tiempo, cuánto daño habríamos evitado. Pero no, optó por el silencio, por tratarme con amabilidad falsa. Allí es donde somos muy diferentes, yo miro a la cara y soy franca, no ando con rodeos ni palabras falsas. Y si hubiese tenido la posibilidad, le habría dicho todas estas cosas a la cara y no las escribiría en esta carta.
Y a pesar de todas estas cosas, aún me siguen doliendo en el alma, pues yo fui auténtica. Esperé demasiado de ustedes, esperé demasiado de usted. Pero ya aprendí la lección, es mejor no esperar nada de nadie, y hay que estar atentos porque la traición llega de quien menos uno espera.
La idealicé y fue mi culpa. Esperé demasiado de la imagen de una suegra, pero uno siempre aprende aunque sea por las malas, uno siempre aprende, lástima que a veces sean tan dolorosas las lecciones de la vida.
Le agradezco las cosas buenas que hizo por mí, le agradezco los actos humanos que tuvo conmigo, le agradezco su preocupación y el apoyo que en su momento me dio. Le agradezco lo bueno, y lo malo intentaré olvidarlo para no albergar reproches en mi corazón.
Recuerdo que yo no entendía por qué se estaban despidiendo así de mí, era una despedida “para siempre” y yo aún no comprendía por qué, a veces en la vida supongo que hay cosas que no se comprenden sino que simplemente se aceptan, pero me tomó mucho tiempo llegar a esa conclusión. Hoy acepto esa “despedida para siempre” que me dieron, aunque yo no la merecía en ese momento pero hoy la acepto, y respondo del mismo modo.
Ojalá algún día aprendan a tener más respeto por el otro, a entender la importancia del diálogo y no mentirle a los demás asegurando cosas que no pueden asegurar. Ojalá un día aprendan que no se es bueno por guardar silencio, se es bueno cuando no se engaña a las personas haciéndoles creer que somos de una forma distinta a lo real. Se es bueno cuando uno mira a los ojos y habla con la verdad. Para ser bueno uno debe demostrarlo con acciones, y no con palabras disfrazadas.
Si ahora estuviera realmente frente a usted, si estuviera diciéndole estas cosas a la cara seguramente me miraría como me miró esa madrugada, era una mirada tan dura, llena de esa seguridad que le hace creer que es la única que no está equivocada… qué tristeza me dio esa mirada, qué tristeza me dio ese último abrazo. Lamento que ese último abrazo haya sido tan frío, haya sido tan falso… eso también intentaré olvidarlo.
Adiós señora, y no se preocupe que no volverá a saber de mí, sí, exactamente como ustedes quisieron que fuera.
Hoy les he concedido su deseo.
Adiós al pasado y todo lo que significó.
Adiós… sólo adiós.

21/07/13 10:23 p.m. – 10:41 p.m.
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domingo, 14 de abril de 2013

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A un gran amigo

Fuente: Facebook.


014. A un gran amigo. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Por y para Alberto Vilca Charaja

Quisiera dedicar algunas palabras a una persona que, sin esperar nada a cambio, me ha dedicado su tiempo y su apoyo. Sí, quiero dedicarle algunas palabras a un gran amigo; no un amigo cualquiera, hablo de verdad de un gran amigo.
Disculpen si la emotividad me gana, si lo cursi se apodera de lo que intento decir, si mi sentimentalismo se desborda en una carta. Disculpen, sé que hay gente que no le gusta eso, pero no es mi intención. Yo tan sólo he querido escribirle a un gran amigo, escribirle desde el corazón, porque sólo con el corazón se logra ver bien, porque sólo con el corazón se logra escribir bien.

Amigo mío,

He querido escribirte porque necesito que sepas cuán grande es mi agradecimiento hacia ti. Escribirte que, en mis momentos más tristes y dolorosos, tú fuiste quien me tendió la mano y me acompañó en esa oscuridad que me atrapaba. Pintaste flores sobre las nubes negras que tenía en mi cielo, y dejaron de ser nubes cargadas de tormenta para convertirse en nubes de colores. Construiste el arco iris que me habló de un mañana mejor, y me hiciste reflexionar hasta llegar a una mejor comprensión.
¿Cómo puedo agradecerte todo eso? ¿Cómo te agradezco el tiempo invaluable que me concediste? ¿Cómo te agradezco haberme enseñado a ver mis problemas desde otras perspectivas? ¿Cómo te agradezco ser el único que no juzgó mis errores, sino que me hizo ver la parte positiva de todo eso?
Quizás me digas que no tengo nada que agradecer, quizás me digas que no era necesario un mensaje como éste, pues no has ofrecido tu amistad esperando algo a cambio. Sin embargo, déjame expresar mi agradecimiento aunque sea de este modo.
Gracias por ser ese “hermano del alma” que me acompaña en todo momento, por ofrecerme tu amistad, respeto y cariño. Gracias por estar presente en los buenos y malos momentos, por no dejar de interesarte en lo que suceda conmigo. Por recibirme con alegría e incentivarme a seguir adelante por mis sueños.

Amigo mío, ¿cómo te agradezco tanto?
¿Acaso existe forma de agradecerte?
No lo sé, pero permíteme decir:
A un gran amigo dedico mis palabras,
a ese gran amigo que creyó en mí,
incluso cuando yo no lo hacía.
A ese gran amigo
que le puso color a mi mundo,
cuando creí
que sólo era gris.
A ese gran amigo que me impulsó a luchar,
a creer que puedo cambiar mi realidad.
A ése, que con palabras cariñosas,
me hizo comprender mejor la vida.
Gracias por eso,
gracias por todo,
gracias por tanto.
A un gran amigo hoy le escribo,
para decirle que lo quiero,
que tiene mi admiración, cariño y respeto.
Gracias...
Gracias por ser,
un gran amigo para mí,
verdaderamente, un gran amigo para mí.

13/04/13 09:12 p.m. - 09:51 p.m.
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lunes, 25 de marzo de 2013

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Carta a mi maestra

Fuente: Google Images.

010. Carta a mi maestra. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

Por y para Mirna Yépez.

Recordada maestra,

Desde hace días he querido escribirle algunas palabras, han pasado tantas cosas en mi vida, y ha pasado tanto tiempo desde la última vez que le vi, que tengo millones de historias que podría contarle.
Cuando le conocí era tan sólo una niña, mi mayor preocupación era decidir con cuál juguete habría de jugar. Recuerdo que su clase empezaba a primera hora de la mañana; habían ocasiones en que mi madre me regañaba por no despertarme temprano, o tomar tiempo en exceso para cepillarme, vestirme o peinarme. Y cuando se hacía muy tarde, ella era quien tomaba el cepillo para peinar mis cabellos, mientras me apuraba para que recogiera la mochila que estaba lista sobre el sillón y saliéramos de casa.
Recuerdo también que dormía con un osito de peluche llamado “peluchín”. Yo siempre le insistía a mi madre para que me dejara llevarlo a su clase, ella me repetía que no, y aun así yo le insistía diciéndole que en la clase teníamos juguetes para jugar, que no estaría mal si yo me llevaba mi propio juguete, que a usted no le molestaría. Recuerdo que me dijo que no podía llevar mi peluche porque estaba muy viejito y feo. ¡Yo me molesté tanto! Le había dicho a “peluchín” que era feo y eso no me gustó... ¡Era mi mejor amigo, no podía permitir que le dijeran feo! Ese día escondí a “peluchín” en la mochila, y logré llevarlo a la clase. Me di cuenta que era cierto lo que me había dicho mi mamá, los juguetes de los otros niños eran más lindos que mi pequeño “peluchín”, me sentí triste y me senté con él en un rincón, lo abracé muy fuerte y casi me pongo a llorar. Pero llegó usted, mi maestra, la mujer más poderosa del mundo para mí en esos años, y se sentó a mi lado. Me preguntó qué me pasaba, la miré con cara de preocupación, no encontraba cómo contarle. Usted me miró con mucho cariño y con tanta comprensión, fue entonces que le confesé aquello que apretaba mi pequeño e inocente corazón, la más grande de las preocupaciones que me habían atacado hasta ese momento: yo no quería que mi mejor amigo “peluchín” se pusiera triste cuando mis compañeros le dijeran que era feo, yo quería protegerlo. Usted me sonrió de una forma tan hermosa, yo sentí paz y me pidió que le prestara a “peluchín”. Se lo pasé y usted lo miró, me dijo que “peluchín” era el oso más hermoso que había visto y yo sonreí, me sentí tan feliz. En ese momento supe que mi mamá estaba equivocada cuando decía que era un oso feo, pues eso no era cierto porque mi maestra, la mujer más poderosa del mundo, la mujer que yo admiraba y respetaba tanto, me había dicho la verdad: “peluchín” era el oso más hermoso.
Recuerdo las ocasiones en que debía hacer mis tareas, mi mamá intentaba explicarme de una forma distinta lo que tenía que hacer, entonces yo discutía con ella que no, que eso no se hacía así sino como me había dicho mi maestra, porque mi maestra sí sabía cómo era que tenía que hacer la tarea y ella no. Mi maestra era mi héroe, era mi modelo... ¡Yo quería ser como mi maestra!
Reflexionando sobre esos años, me doy cuenta de la enorme responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, nada más y nada menos que la educación de decenas de personitas en desarrollo. Sí, nosotros no podíamos comprender muchas cosas siendo unos niños aún, pero usted siempre nos trató con respeto, como personitas inteligentes que veían en usted a un ser admirable. Sí, hubo más de uno que se portó mal, y aunque parecía que le iba a sacar “canas verdes” como dicen por ahí, usted estuvo en pie de lucha cuando esa personita más le necesitó, porque recuerdo que hubo un accidente con un niño, todos nos asustamos, y usted lo tomó entre sus brazos y corrió con él al puesto asistencial y no se separó de su lado, ni siquiera cuando su madre llegó. Al correr del tiempo, también me enteré de muchas cosas que usted hizo, de mucha gente que ayudó sin esperar nada a cambio. Y con cada cosa que me enteraba, más orgullosa estaba de usted. No había forma de que yo comprendiera, siendo apenas una niña, que habían ocasiones en que nos dedicaba más tiempo a nosotros que a sus propios hijos, es por eso que ahora quiero decirle a sus hijos que les agradezco, en nombre de todos mis compañeritos, la oportunidad de que nos prestaran a su mamá para que pudiera educarnos en la escuela. Nosotros fuimos como sus hijos en aquellas horas de clases, y aprendimos mucho de ella... gracias por prestarnos el amor de su mamá.
Maestra, más que sólo dedicar unas palabras de saludo y agradecimiento, también quise escribirle para compartir con usted una gran alegría que desborda mi corazón de adulta, sí, así como la alegría inmensa que sentí cuando me dijo que mi osito era hermoso, así como sentí cuando decía que mis dibujos de rayas eran perfectos, cuando decía que me estaban quedando bien las letras aunque sólo fuesen garabatos que nadie entendía (ni yo), así de feliz me siento hoy. Maestra, quise seguir sus pasos y sé que me falta mucho para llegar a ser como usted, pero hoy he comenzado... hoy me he presentado a mi primera clase como maestra, y me he encontrado con las más hermosas personitas que jamás conocí. Mi primera reacción fue de temor, sentí una gran responsabilidad, entonces me hice la pregunta: ¿Qué haría mi maestra, mi héroe, en este caso? Y me respondí que, como siempre, usted daría lo mejor de sí, y eso hice yo: dar lo mejor de mí. Esta carta representa mi compromiso para mí misma y para mis niños, cada día me diré:
Hoy daré lo mejor de mí, como mi maestra lo hizo por mí.
Gracias maestra, por todo lo que me enseñó.
Gracias por contribuir en mi formación. ¡Muchas gracias!

25/03/13 05:13 p.m. - 05:20 p.m.
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jueves, 21 de marzo de 2013

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Carta de los desesperados

Fuente: Google Images.

009. Carta de los desesperados. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

A quien corresponda (A ti, a nadie o a la nada),

Esta es la carta de los desesperados, aquellos heridos de amor o heridos por causa del amor, o heridos por la persona que fue su amor... da lo mismo, en el fondo hablo de nosotros, aquellos que sufrimos desesperación a veces, aquellos que esperamos lo que no deberíamos esperar, que esperamos sin esperanza aunque esta espera diga que algo de ella queda.
No sé a quién le escribo, quizás le escribo a mis iguales, aquellos que como yo sufren de nostalgia y de un montón de cosas más. Quizás les escribo para decirles que no están solos, tal vez escribo para ser esa voz que no logra describir lo que están sintiendo en este momento, quizás mis manos son la voz de las decenas o cientos que sienten como yo estoy sintiendo.
Sí, en mi camino ya he encontrado más personas que viven lo que yo, a veces les escucho y me gustaría decirles tantas cosas, pero en ese instante no me atrevo hacerlo. He decidido escribirlo, nunca antes había escrito en mi vida, nunca antes había escrito mis vivencias y pesares. Pienso que a nadie le importará, y aun así lo escribo porque a mí sí me importa.

Amigo/a desesperado/a,

En cierta forma, me afecta ver mi caso reflejado en tu caso. Sí, sé que tu relación ha acabado, y que, al igual que yo,  no tienes todo claro. Sé de tu dolor, de ese dolor que causa que la otra persona no sea capaz de decirte algo definitivo, y eso te ha dejado sin entender, con la cabeza llena de suposiciones, sintiendo que el otro aún siente algo especial y aun así actúa de forma injusta, de una forma que te daña y no es capaz de darse cuenta. ¿Cuántas veces has pensado "no sé qué le pasó"? ¿De sentir que todo puede arreglarse con voluntad, y en vez de acciones en pro de arreglarlo recibes justo lo contrario? Sí, y sigues pensando más cosas y sigues decepcionándote, no terminas de comprender nada... Piensas en todas las cosas buenas y en las malas que pasaron juntos, en los años y lo que se ha construido, pero pareciera que al otro no le importara, pareciera que sólo le importa él/ella mismo/a... Y nosotros nos quedamos tristones sin saber qué diablos pasa, con ganas de mandar todo a la basura, y aun así aferrándonos a todo porque no se quiere soltar nada. Esperas con ansías el momento en que se arregle todo, que llame, que se converse y esta vez conversar de verdad, sin discusión y esperando entendimiento. Sí, a veces hay esperanzas de que eso pase, y otras veces llegas al otro punto donde no parece haber esperanza de nada. Qué horror. Qué desolación. ¡Qué profunda es la herida en el corazón!
Sé lo que vives. Sé que a veces es difícil dormir por las noches, y que en los momentos más terribles creíste perder la cordura. Sé que hay ocasiones en que no comes bien, que te la pasas preguntándote por ese amor malogrado; te preguntas si aún te recuerda o si ya te ha olvidado, y te respondes que no, que no es posible que te haya olvidado porque tú le recuerdas aún... pero te invade la duda, caes en el abismo nuevamente, la ansiedad se apodera de ti y vuelve la desesperación. ¡Cómo es posible que se haya olvidado de este gran amor! De este gran amor que parece ya no existir más... Te aferras, te aferras al único salvavidas que queda mientras te amenaza ese océano, el océano que pretende arrancarte la vida, pero en verdad fue el amor quien ya te la arrancó. Crees que ese amor aún está vivo, lo quieres creer porque no soportas la idea de que todo se haya acabado así: sin explicación, sin razón y con sólo silencio. ¡No, no se puede aceptar esto! Te repites y te repites.
Sé lo que vives. Recuerdo cada instante a su lado, lo recuerdo con dolor. Recuerdo sus palabras, recuerdo aquello que llamamos “nuestros planes”, lo recuerdo con tristeza y desilusión. A veces sólo siento decepción. He visto cómo a veces algunos de nosotros, los más desesperados, se hunden en el alcohol. Yo me hundí en depresión. A veces los sueños que uno tiene, no son sueños de dos. ¡Cómo duele darse cuenta de eso! ¡Qué atroz!
Y la vida continúa, los demás te ven como si nada. Debes sonreír y aparentar estar bien, aunque en verdad estés con el interior deshecho, con ese gran dolor en el pecho. Quisieras llorar sin parar, hasta el punto en que te das cuenta que se te acabaron las lágrimas, porque sí: las lágrimas se acaban, aunque la tristeza siga y tu interior se desgarra.
Ríes, cantas y bailas, realmente puedes ser un gran actor cuando te toca actuar, pero cuando estás a solas vuelves a pensar en tantas cosas. Vuelves a pensar en lo que fue y ya no será, y sin embargo, por instantes, te guardas la secreta esperanza de que te vuelva a buscar. Es difícil comprender cuando el gran amor de tu vida ya no quiere ser más lo que fue; es difícil aceptar que, para quien tanto amaste, ya no eres nada; que tiene derecho a elegir con quien estar, y ese alguien ya no eres tú. Que ya tú no representas su felicidad, y que su más grande deseo es que le dejes ir, que le dejes en paz... Sí, ¿duele verdad? Duele que a uno le hablen tan claro, quizás yo te hablo como él/ella no pudo hablarte, como a mí no pudieron hablarme aunque lo hubiese preferido así. Hubiese preferido que asesinaran mis sueños de amor de un solo golpe, y no cruelmente y de a poco como realmente pasó.
El amor efectivamente puede matar, porque como dice El Cantar de los Cantares “el amor es tan fuerte como la muerte”. Quizás no mate físicamente, pero sí lo hace emocional y psicológicamente. A veces lamento que algunas personas no se den cuenta de eso. A veces lamento que ya no exista aquello que fui antes. A veces lamento haberte conocido, y otras veces sólo me gustaría estar contigo. No puedo amarte ni odiarte, ¡vaya! ¡Qué desilusión me dejaste!
Esta es la carta de los desesperados, aquellos que no entendemos qué diablos le pasó al amor de su vida. Aquellos que no podemos entender por qué nos han causado tanto daño, con ese silencio en el cual nos hundieron, con esa distancia que nos impusieron, con esa traición que no merecíamos...
Esta es la carta de los desesperados, tendrá que perdonar que el final no sea el más bonito, tendrá que perdonar si siente mi desespero al escribir todo esto, pero soy un desesperado más de la vida y tal vez sólo eso puedo reflejar ahora... la gran desesperación en la cual me ha dejado el amor, la desesperación en la que está sumido mi corazón...
Quizás sólo eso puedo dar ahora: desesperación, desesperación por causa de tu amor...

20/03/13 03:52 p.m. - 21/03/13 12:52 a.m. - 12:07 p.m.
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miércoles, 9 de enero de 2013

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Carta a mi futuro amor

001. Carta a mi futuro amor. Colección Simplemente Waldylei. Waldylei Yépez.docx

No he sido buena para exponer mis sentimientos o expresarme con palabras, siempre he sido como las demás personas que sienten vergüenza si alguien lee lo que escribe, si alguien lee sus vivencias. Pero he estado oculta por mucho tiempo, callada, sin mucho que esperar, hasta el día de hoy.
Durante muchos días las oscuridades me acompañaron. Hasta creo que la oscuridad pretendía quedarse conmigo para siempre, creía que podría adherirse a mí y no soltarme, pero se equivocó. No tuvo más remedio que soltarme cuando mi corazón se llenó de luz.
Hoy quiero escribirle a mi futuro amor, a ese hombre que no conozco y que estoy esperando desde ahora conocer. Cualquier persona podría preguntarme: ¿Por qué quieres escribirle si no lo conoces? ¿Por qué hacer una carta sin destinatario? Y les diría que se equivocan, sí existe un destinatario pues que no lo conozca no quiere decir que no exista.
 
Mi amado futuro amor,

No sé por dónde comenzar a escribir. No sé exactamente qué decirte, pero se supone que debo comenzar hablar sobre mí para que puedas conocerme. Sin embargo, no quiero detenerme en pequeñeces como mi nombre, edad o domicilio, si trabajo o si estudio, o si soy bajita o si soy esbelta. Por el contrario, quiero comenzar hablándote de mi experiencia.
Soy una mujer enamorada, enamorada de la vida y de las buenas acciones. Seguidora de la Divinidad, pues fue justamente la fortaleza divina la que me salvó de una gran caída a un precipicio negro. No quisiera tocar mucho el tema de mi pasado, pues esas son cosas que deben quedar atrás. Quiero hablarte desde mi aquí y ahora, pero también quiero ser sincera y contarte de lo que yo ofrezco para nuestra futura relación, y para eso debo hablarte acerca de lo que aprendí.
Comienzo por contarte que tuve una experiencia de amor que no acabó muy bien, una experiencia que terminó y yo no me di cuenta cuándo ni cómo pasó, sólo sentí el “hachazo” que destrozó mi corazón. Caí en un agujero negro, en una tortura infernal donde casi me vuelvo loca de dolor. Todo eso fue porque no entendía lo que había pasado, había muchas preguntas en mi cabeza y un cerro de suposiciones inciertas. Me ponía nerviosa y descontrolada, tenía pesadillas, casi no comía ni dormía. Mi cabeza no dejaba de decir: “No entiendo, no entiendo...”. Hoy sé que lo que causó tanto dolor, tanto sufrimiento psicológico y emocional fue la mala comunicación. Yo podía entender que un amor cambiara, podía entender que dejaran de amarme y era un derecho saberlo, pero no en la forma tan injusta que me ocasionó más dolor del que merecía vivir. A veces las personas creen que es mejor callar para no hacer sufrir, no se dan cuenta que las personas sufren más sin saber la verdad. Es cierto que la verdad no siempre te hace feliz, pero como dijo Jesús: “La verdad os hará libres” y eso era lo que yo necesitaba. No obtuve la verdad a tiempo, y por eso terminé pasando por las brasas del infierno.
En base a esta experiencia, pude haberme cerrado a la vida y al amor. Pude elegir no amar más, puede elegir sufrir una década por ese amor malogrado, pude elegir no confiar, pude elegir no creer. Sin embargo, no lo hice, no elegí ninguna de esas cosas porque no es lo que quiero para mí ni para ti.
Sé que estás allí. Puedo sentir la esperanza que se agranda en este corazón iluminado, en este corazón que guarda mucho amor para darte. En este corazón que dejará atrás el pasado, y que por eso no va negarte todo el cariño que mereces, porque te amaré sin reserva alguna.
Te ofrezco lo que soy, no más ni menos, sino todo lo que soy. No prometeré cosas que no puedo cumplir, y por eso no te prometo ser perfecta pues nadie lo es. Pero sé que por amor y con amor puedo realizar algunos ajustes, pues mi meta es mejorar cada día para que justamente cada día tengamos una bella experiencia uno a lado del otro. No miento en lo que aquí expongo, no miento cuando te digo que quiero amarte en totalidad con tus virtudes y defectos. No miento cuando te digo que no me daré por vencida aunque las circunstancias sean difíciles.
Te ofrezco una buena comunicación de mi parte. El infierno por falta de comunicación que viví no se lo deseo a nadie, y no voy a permitir que sufras porque no sepas la verdad. Prometo ser sincera, honesta y leal.
¿Qué espero de ti? Espero exactamente lo mismo que quieres recibir, es decir, amor, respeto, lealtad, cariño, buena comunicación (realmente buena comunicación), aceptación, flexibilidad, sinceridad, honestidad y perseverancia porque no siempre las cosas serán fáciles, pero no por eso hay que rendirse.
Cuando nos toque hablar en persona sé que será maravilloso. Sé que nuestros ojos hablarán entre ellos y se dirán miles de cosas. Que nuestras manos se entrelazarán y formarán un futuro bellísimo. Y la Divinidad nos colmará de bendiciones.
Tú y yo, unidos en la Luz, seremos Luz y será maravilloso.
Amado futuro amor, te espero.
Aquí estoy.

09/01/13 09:05 p.m.
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jueves, 22 de noviembre de 2012

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Carta a Dios: Él ya no me ama

Fuente: Google Images.

015. Carta a Dios: Él ya no me ama. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.docx

Padre,
No puedo más con este dolor que me carcome el alma. Siento que mi corazón va explotar de pura tristeza. Siento que no me he equivocado tanto como para merecer esto. Estoy sola, sumida en el más profundo dolor que jamás sentí. "Seguramente él ha dejado de amarme", eso me dije y ahora eso es lo que siento, porque si me amara no me dejaría sufriendo de esta manera. Necesito paz para mi corazón, pero la paz que quiero es la que proviene de él, la paz que proviene de sus abrazos y su presencia. Y justo ahora, cuando estoy en el más alto punto de la montaña de mi temor, siento que todo se ha acabado.
He rogado y suplicado, y mis peticiones fueron desoídas. He llorado incansablemente, y mis lágrimas se han perdido. No he dormido casi, no he comido casi, me siento tan mal.
Ayer por la noche, luego de suplicarle salvar nuestro amor, me quedé sentada en el sillón mirando hacia la puerta de la recamara. Esperaba que se abriera, esperaba que él me salvara de este infierno. Estuve esperando muchos minutos, y él no apareció.
Hoy salió temprano y se despidió usando mi nombre, ya no usó palabras de cariño, palabras de amor como acostumbraba hacerlo.
Se fue sin considerar mi petición de salvar lo nuestro, estoy pensando que ya no le importa.
Rogué y supliqué, quizás no debí hacerlo. Pero todo se hace por amor, todo lo hago por este amor que siento. Amor que se convirtió en dolor de un día para el otro, no me di cuenta cuándo, no me di cuenta cómo. Siento que aún me ama, quizás estoy tan equivocada, quizás lo que quiere es deshacerse de mí, quizás... tantas cosas sí.
Padre, dame las fuerzas que me hacen falta para asumir esta verdad, asumir que él ya no me ama. Que todo lo bonito quedó en el pasado, que los planes el viento se los ha llevado y mi sol este día se ha apagado.
Padre, dame resignación para afrontar este hecho. Dame valentía para levantarme de este suelo. Envíame cariño para rellenar el agujero que ahora llevo por dentro. Y mucha vida para seguir viviendo, aunque ya no quiera hacerlo.

22/11/12 12:33 p.m.
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sábado, 21 de abril de 2012

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A mis primas

009. A mis primas. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

Queridas primas,

He guardado silencio todos estos días, quizás esperaba el momento oportuno para poder hablarles un minuto. He sido cobarde, quizás no estoy usando el término correcto ahora, pero a lo que me refiero es que no he tenido la fortaleza de escribirles unas pocas palabras para decirles lo mucho que siento esta tragedia que están pasando. Sí, quizás debí escribirles antes pero no pude, no tenía palabras y tampoco creo tenerlas ahora, sin embargo, me esforzaré en comunicarles algunas pocas cosas.
He estado pensando en ustedes, he pensado mucho en el sufrimiento que hoy embarga sus corazones y que llena de un profundo dolor sus vidas, y como puedo dimensionar ese dolor es que no he tenido palabras para decirles lo mucho que lo siento, no he podido decirles que yo también estoy muy triste de saber o imaginar cuánto sufren. Hoy ustedes extrañan y anhelan la presencia de su madre, y yo aún extraño la presencia de mi padre, por ello es que entiendo el dolor que ahora las embarga y sé de la añoranza que las acompañará el día de mañana.
No puedo evitar emocionarme, no puedo evitar volver al pasado y recordar la sonrisa de su madre, su alegría, su fortaleza. Fue y seguirá siendo en nuestras mentes y corazones una gran mujer, una madre abnegada, una esposa maravillosa, hermana y abuela ejemplar. Ella, una mujer de gran porte y carácter, será recordada por muchas personas, todas aquellas que tuvieron la oportunidad de encontrarse con ella en esta vida y que siempre la llevarán consigo en sus almas.
Puedo imaginar el vacío que ustedes encuentran en la casa, el vacío que ella deja, allí donde no está su risa, donde desearían encontrar de nuevo su mirada y sus palabras. Desearía poder comunicarme con ella y decirle cuánto se le extraña.
Hay pocas cosas en la vida que hacen que este dolor que sienten sea más llevadero, pero justo una de esas cosas es saber que ella ya no sufre y eso es algo de lo sí podemos estar seguros, ella se encuentra tranquila, pero a la vez seguramente a ella le gustaría que ustedes pudiesen encontrar la tranquilidad que tanto necesitan, tranquilidad que es difícil de vislumbrar entre tanto dolor por su partida.
Puedo imaginarla en medio de la sala, puedo imaginarla sonreír porque ahora está rodeada de ese Amor Universal que todo lo envuelve. Dicho Amor Universal es el que les dará la fuerza para seguir adelante, porque estoy segura de que eso es lo que ella más quiere: volver a verlos sonreír. Nada puede hacer desaparecer al Amor, ni siquiera la muerte, y por ello estoy segura de que ella permanecerá con ustedes siempre.
Yo aún puedo sentir a mi padre, por eso sé que ustedes pueden sentir a su madre pues se trata de algo más allá de la carne, se trata del amor más puro que llevamos anclado en nuestro pecho y más allá de la sangre.

Primas,
estoy segura que su madre está tranquila,
estoy segura de que volveremos a encontrarla,
que volverán a sentir su mirada,
pero mientras tanto será una gran estrella, en esta noche estrellada.

A la memoria de esa gran mujer, gran amiga y madre amada.

21/04/2012 02:34 p.m. Santiago.
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jueves, 15 de diciembre de 2011

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A los hijos de mi hermano...

008. A los hijos de mi hermano. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

Quiero remontarme a una época pasada, aquélla donde mi mirada era más ingenua, tan ingenua como un bebé en su cunita. Por supuesto, yo no puedo recordar cuando estaba en tiempos de cuna, pero algo me han comentado de ese tiempo y de esas palabras mi mente creó los más bellos "recuerdos". Me contaron que, cuando era pequeña, a veces mi padre me cantaba algunas canciones que le gustaban, rancheras eran aquéllas en general; decían que movía mi patita al son de ese famoso "Juan Charrasqueado", hoy en día es una de mis canciones favoritas. Pienso en que, quizás, cuando escuchaba la voz de mi padre yo sonreía alegremente, que la melodía de su voz yo reconocía, y que por eso entre canto y melodía mi pequeña patita movía. Pocos meses pasaron y aquella voz dejó de cantar, el famoso "Juan Charrasqueado" se quedó callado hasta que la radio, por sí misma, lo hizo volver cantar, como muchos años atrás.
Así como les cuento, en mis primeros meses de vida pude escuchar y ver al hombre que, junto a mi madre, me dio la oportunidad de vivir, sin embargo, no lo recuerdo. Precisamente eso es lo malo de los primeros meses de vida: no los recuerdas, a pesar de que hayas vivido cosas importantes: no los recordarás. Eso fue lo que me pasó a mí.
Mi padre nos dejó muy pequeños. Su corazón no pudo aguantar más golpes de los que ya le había dado la vida. Dejó tres hijos, uno de su primer matrimonio y dos en el segundo. Yo, aún en brazos, no podía comprender la razón de su ausencia ni la consecuencia de ella hasta tanto no pudiera tener conciencia de mí misma, es decir, hasta que creciera un poco y para eso necesitaría que pasasen algunos años. En la medida en que estos años pasaron, crecí con la imagen presente de mi madre, que fue madre/padre a la vez, y con la información de que yo no tenía padre porque había muerto. Y sólo eso tenía de él: la información de que estaba muerto, y que lo más que podía aspirar a tener de él era una vieja foto. No podía... no puedo recordar su voz ni el rostro que, seguramente, me sonrió alguna vez... No puedo recordarlo.
Pero sí recuerdo que, cuando era una niña apenas, me preguntaba: ¿qué se sentirá tener un papá? ¿por qué los niños a mi alrededor no valoran a los suyos? ¿por qué ellos, que pueden, no abrazan a sus padres y yo, que no puedo, quiero tanto abrazar al mío? Era muy niña, tenía muchas preguntas y la existencia de una ausencia que comenzaría hacerse presente mientras más crecía. Recuerdo que todo lo que se relacionara a una pérdida, o que significara nombrar directa o indirectamente a mi padre, me afectaba mucho. Era una niña con emociones muy profundas en el pecho, tan profundas que ni siquiera yo podía dimensionarlas, pero sabía que tenían que ver con él, con mi padre. Siempre fui muy emotiva, más de lo que los adultos a mi alrededor pudieron darse cuenta, y montones de veces escondí mis inmensas ganas de llorar cuando pensaba en mi papá. Así aprendí a callar eso que sentía mi corazón y, a veces, reprochaba a la vida no haberme dado la oportunidad de despedirme de él, de vivir el luto que me correspondía, en vez de eso todo pasó y yo nada supe, y no pude tomar real conciencia de la pérdida hasta muchos años después. El dato curioso de todo esto, es que siempre lo sentí conmigo en mi corazón muy a pesar de "no haberlo conocido".
Los hermanos crecimos entonces sin la figura esencial de ese padre que nos había dado la vida. Crecimos con la ausencia de esa figura importante, y viéndonos esporádicamente por ser parte de distintas familias. De grandes seguiríamos viéndonos de la misma manera.
Y regresando, de ese tiempo remoto al más actual, yo les puedo entonces contar que, hace relativamente poco tiempo, estuve lejos algunas semanas y en esas semanas mi familia estuvo muy presente en mi mente, incluyendo a mi hermano mayor que veía muy esporádicamente. Muchas cosas pasarían lejos de mí, cosas de las cuales, por diversos factores, no pude enterarme a tiempo sino muchas semanas más tarde cuando regresé a mi pueblo. Así fue como llegó la más terrible noticia, la noticia que nublaría el cielo y que lo sigue nublando hasta el día de hoy: mi hermano, el primer hijo de mi padre, había muerto. Las palabras retumbaron en mi cabeza y mi mente comenzó a negarlo: ¡eso no podía ser cierto! Era imposible de creer. Lo primero que hice fue buscar versiones de periódicos, tenía que confirmar que aquello era real y que no era sólo una pesadilla mental. Fue entonces cuando aparecieron las noticias en la prensa, y ahí lo leí: mi hermano mayor caía abatido por la delincuencia, con un tiro mortal en la cabeza... Mi mundo se derrumbó entonces, y lloré desconsoladamente... Mi hermano, ese hermano mayor que a veces veía pues ya no podré verlo jamás, ya se fue o, mejor dicho, se lo llevaron porque un maldito delincuente lo ha asesinado...
Estando lejos presentía que algo pasaría, e inconscientemente yo sentía que debía escribir algo para una despedida y no podía comprenderlo. Semanas más tarde lo haría, y sentiría eso que me ha impulsado a escribir esta carta. Hace ya algunos días que pensé en escribirla, pero no había llegado el momento de hacerlo puesto que las condiciones más adecuadas no estaban dadas. He decidido usar mi fuerza de voluntad para hacerla hoy, y no sé si me alcance el tiempo o si al final me atreva a mostrarla, pero hoy quiero escribirle a ellos: a los hijos de mi hermano...
No espero que los destinatarios finales lean, algún día, lo que quiero escribirles, lo cierto es que, según mi perspectiva, ellos no están en el momento de comprender por qué la hermana de su padre se atreve a expresar estas líneas. A pesar de ello, seguiré adelante y quizás esta carta sólo la llegue a leer mi alma, quedando muy guardada en mi conciencia y en mi mirada.

A los hijos de mi hermano...

¿Saben? Uno de mis primeros pensamientos, en relación a la partida de su padre, fue decirme que lamentaba con todo mi corazón que tuvieran que pasar por lo que nosotros pasamos. Éramos niños de apenas once, seis y tres meses cuando nuestro padre, su abuelo, murió y eso afectó mucho nuestras vidas, al menos la mía la sigue afectando hoy en día. Con decirles que no puedo mantenerme realmente tranquila al escribir esto, así como me pasaba de niña, pues estoy llorando al escribir estas líneas. Sigo llorando por mi padre, lloro por el hermano mayor que perdí y, a su vez, lloro por ustedes porque empatizo pues sé qué es crecer sin la figura paterna.
Por suerte, él les deja muchos momentos y vivencias que se convierten en recuerdos, entonces podrán recordarlo con cariño, recordar su risa, sus palabras, su sentido del humor. Me hubiese gustado tener la misma suerte con su abuelo, mi padre; me hubiese gustado tener cosas que recordar de él.
Reprocho no haber tenido la oportunidad de despedirme de mi padre y despedirme de mi hermano mayor, pero estoy segura de que, en cierta forma, "ellos estuvieron conmigo" aunque fui inconsciente del momento exacto en el que se fueron.
De niña creía que mi padre cuidaba de sus hijos, de grande creo que su padre cuidará de ustedes. La conexión de los padres con sus hijos está en el corazón, y nada la rompe ni siquiera cuando la muerte se asome.
Chicos, apoyen mucho a su mamá que ahora será madre/padre a la vez y sigan adelante, sigan por el camino del bien. Crezcan y esfuércense para que sean fuertes y triunfantes.

A los hijos de mi hermano hoy les escribo,
les escribo aunque nunca lean lo que escribo.
Tal vez escribo para escribirme a mí misma,
para poder expresar mi dolor,
para poder expresar lo que siento,
y para poder decirle a los dos que se fueron
que, por siempre, sus hijos los extrañaremos...
Vaya que sí,
sí los extrañaremos.

Ustedes,
sigan cuidándonos desde el cielo...

14/12/2011 02:51 p.m.
15/12/2011 12:16 p.m. - 12:28 p.m. - 05:04 p.m. Santiago.
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lunes, 17 de octubre de 2011

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Carta a un buen hombre

006. Carta a un buen hombre. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

He estado preguntándome qué tan buena idea será escribir una carta, pero no cualquier carta sino una que sea plasmada con el corazón abierto, casi como si en ella dejaras tu vida, como si con cada palabra vaciaras tu alma en letras… Supongo que si la escribiera así, podría llegar a mostrar tanto lo que soy que esta carta sería yo misma, pero con letras como voz y con sentimientos hecho párrafos.
Sigo preguntándome si de verdad es buena idea exponerse así, o si simplemente debería callarme y no expresar lo que pienso, lo que quiero o las cosas en las que creo. Me quedo pensando si de verdad tomarán en serio mis palabras, si alguien tomará en serio lo que digo, o en resumidas cuentas, me gustaría saber si esta carta tendrá un verdadero destinatario… No me malinterpreten, si me permiten unos minutos les explicaré.
En primer lugar, quiero describir quién soy abiertamente y sin dobles caras, para ello puedo decirles que soy una mujer que, muy a pesar de lo malo que ha escuchado y vivido, sigue creyendo en cosas bonitas, pero no una mujer que vive de ilusiones o pensando que el mundo es color rosa. Tampoco soy una mujer que no se da cuenta de las cosas y mucho menos una que se queda de brazos cruzados ante la vida, entonces puedo decir que soy una mujer que no solamente cree, sino que lucha y confía en que el día de mañana será un día mejor y, además les puedo decir que, soy una mujer que cree en el amor. Sobre esto último, y quiero ser bastante franca en esta carta, quiero decir que me parece súper importante creer en el amor, sí, porque muchos no creen en eso aunque a veces finjan que sí. Mi idea nunca ha sido entrar en polémicas, pero insisto en que quiero ser franca, por tanto debo admitir que muchas de mis pares realmente no aman. Dejemos la mentira de que el género femenino en totalidad es amor, eso no es cierto. ¿Y por qué estoy diciendo esto? Porque de la misma manera, es una mentira que el género masculino en totalidad es amor. Existen hombres que no saben qué es amar, pero también existen mujeres que son igual. Repito que quiero ser franca, yo aquí a nadie voy a victimizar y tampoco voy acusar, pero seamos sinceros y vamos asumir la responsabilidad de cada género.
Respecto a los géneros, he crecido en un mundo donde el hombre se impone como el “mujeriego por naturaleza”, y de tal manera resulta “natural su infidelidad”. He crecido dentro del paradigma que indica que la señora, o la esposa, debe “dar por hecho” que su pareja va engañarla de un momento a otro porque “así son ellos”, y por tanto, a todos los hombres terminan llamándoles como animales: perros, ratas, zorros, etc. Crecimos en un paradigma donde el hombre “necesitaba” demostrar su hombría y “debía” aprovechar todas “las oportunidades” estuviese comprometido o no. Crecí dentro del paradigma que impone a la mujer “a ser buena” y quedarse en su casa, pero donde siempre te recordaban “lo perro” que eran los hombres y aún así les enseñaban a los hombres que vivían en tu casa que ellos “debían ser machos” (“Mi hijo va tener muchas novias”, por ejemplo, pero no dicen “mi hija va tener muchos novios” ¿o sí?), entonces de cosas como éstas nació la frase: “todos son iguales”. ¿Cómo no van a ser iguales si las madres les decían a sus hijos que fueran machos? De esto, siempre me he preguntado: ¿por qué la mujer “enseña” a “maltratar” a sus pares? Nunca le he encontrado lógica, y no me vengan a decir que es mentira, estoy bastante aburrida de esa “defensa de género” donde las mujeres dicen que “todas son unas santas” y los hombres dicen lo mismo de sus pares, estoy aburrida de tanta mentira junta, basada en el comportamiento humano de “defender a los de mi grupo (equipo, género, etc.)”. Ya basta. Pero no nos detengamos acá porque de esto no se trata mi carta, apenas estoy contextualizándola para que se entienda el por qué se escribe lo que se escribe, entonces sigamos…
A lo largo de mi vida, también he visto a algunos hombres sufrir y llorar por quienes de verdad amaron, y que después se convirtieron en culpables de que ellos dijeran: “todas son iguales”, y ahora las animales éramos las del género femenino: perras, ratas, zorras, etc. Y aceptemos que “la liberación femenina”, que no es más que el golpe opuesto a las injusticias que se estaban viviendo, trajo consigo movimientos bruscos y extremistas, llevando a subir el índice de infidelidad femenina, porque ahora las mujeres querían “ser iguales” a los hombres. “Y si el hombre siempre ha hecho lo que se le da la gana, ¿por qué la mujer no puede?” Seguramente eso pensarían. Por supuesto, estos no son los temas de discusión en esta carta pero me sirven para poner sobre el tapete varias cosas: si se nos enseña que el hombre es un “perro”, eso socava la confianza y te lleva aceptar cosas que no están bien; si se nos enseña que el hombre “es el malo”, realmente lo vamos a creer; si creemos ciegamente en que “todos los hombres son unos perros”, la posibilidad de creer en la sinceridad de alguno no va ser tanta; si creemos ciegamente en que “todas las mujeres son unas santas”, cuando de verdad un hombre está sufriendo por alguna de ellas, eso nos hace ver como incomprensivas, irrespetuosas, malas… ¿por qué un hombre habría de confiar en nosotras en esos términos? Pero además, ¿por qué una mujer habría de confiar en los hombres cuando “son unas ratas sin corazón”? “El hombre no se enamora” ya perdí la cuenta de cuántas veces me lo han dicho, y siempre me he preguntado si eso es verdad. También he escuchado eso de que la mujer es capaz de decepcionarse muchas veces (confiar y terminar siendo traicionada), mientras que el hombre se decepciona una vez (una vez confía y si lo traicionan ya no confía más) insisto con mis preguntas: ¿eso es verdad? ¿Es verdad que el hombre “no tiene corazón”? No sé por qué presiento que alguien respondería a eso como: “si no tiene, es por culpa de una mujer”, pues si alguien me dijera eso yo le respondería: “entonces seguramente eso le pasó a alguna mujer también, que ya no tenga corazón por culpa de un hombre”. Y ambos tendríamos razón, pero jamás sería una razón absoluta, porque nada es absoluto en esta vida. Y por eso, porque nada es absoluto, es que me atrevo a escribir esta carta.
No sé cuántos buenos hombres habrá en la vida, pero a todos ellos les hago llegar mi respeto y consideración. De todos esos, que espero que existan muchos, yo quisiera escribirle a uno en particular. No me pidan nombre, porque no lo sé, y mucho menos sé cómo se ve pero espero encontrarlo alguna vez. Sí, le escribo al buen hombre del cual me encantaría enamorarme. Tengo todos los antecedentes para no confiar en nadie, porque me dijeron que “todos son iguales”, y aún así yo siento que allá afuera hay un hombre bueno, hay un hombre amable.

A ti, buen hombre…

Lo primero que quiero decirte es: espero que existas. Por alguna razón, sé que existes aunque no sepa dónde y tampoco sepa si algún día voy a encontrarte.
No tengo idea si el día de hoy estás sufriendo por alguien, ni las razones de ese sufrimiento, pero si esa mujer no te respetó, no te valoró ni te amó, créeme que no todas somos iguales aunque, quizás, a estas alturas pienses que sí.
Yo no puedo hablar en nombre de nadie, por tanto, no cometeré el error de decir “las mujeres no somos así” pues yo sólo puedo hablar por mí, de la misma manera que tú sólo puedes hablar por ti.
Desconozco lo que has vivido, no sé si has sufrido poco o demasiado, si te insultaron o si te pegaron, y si te pegaron créeme cuando te digo que no te juzgo de ninguna manera. Sé que muchos se burlan de los hombres que son golpeados por las mujeres, sé que ellos sufren en silencio porque ni la policía les cree. Créeme que más que burla, me gustaría hacer algo para defenderte porque también tienes tus derechos, y como mujer de eso estoy conciente.
Quizás tú tienes razones válidas para no confiar en mis palabras, porque “todas son iguales” así te lo dijeron o así lo aprendiste, pero te invito a que hagamos a un lado eso que nos dijeron y comencemos a pensar en serio. Te dije que yo sólo puedo hablar por mí misma, entonces eso haré y te diré quién soy:
Buen hombre, soy una mujer que, a diferencia de lo que dicen por ahí de las mujeres, no está interesada en los “beneficios económicos” que pueda obtener de un hombre. Soy independiente y siempre he buscado desarrollarme, me gusta valerme por mí misma en todo cuanto sea posible, así soy yo y, al menos, creo que así son las buenas mujeres.
Creo que el respeto y la consideración por el otro son primordiales en una relación, por tanto, me parece inadmisible los insultos y maltratos (físicos, psicológicos o emocionales). Yo sí creo que tienes un corazón, yo sí creo que puedes enamorarte y creo firmemente en que eso merece ser valorado y respetado como corresponde.
Por ahí dicen o dan a entender, que el hombre es un “bruto” y nunca tiene sensibilidad, yo sí creo que hay hombres sensibles y eso no rebaja su grado de hombría, como sí piensan otros del género masculino y femenino.
También por ahí leí algo que decía: “qué horrible se ve un hombre llorando…”, no puedo saber en qué contexto nació tal expresión, pero yo sí creo que el hombre puede y debe llorar cuando lo sienta necesario, el hombre sigue siendo humano. ¿Horrible? Horrible no es que el hombre llore, horrible debe ser la razón por la cual lo hace. Si un hombre se enamora de verdad, y se burlan de él eso es lo que sí me parece horrible, como así mismo cuando es el caso de una mujer que entrega su corazón y lo dañan, eso también resulta horrible. Llorar no es el lujo que sólo se pueden dar las mujeres.
No soy fuerte ni física ni emocionalmente, de hecho soy bastante sensible, pero aún así no le bajo la vista a nada ni nadie, y si tú me necesitaras yo te defendería como fiera, te defendería con uñas y garras, pues así creo que las buenas mujeres defienden lo que aman.
No tienes que ser siempre el fuerte entre nosotros dos, yo puedo serlo de vez en cuando, yo puedo llegar a ser el escudo que busca protegerte. Mis brazos estarán abiertos para ti, podrías arrullarte allí todo el tiempo que quisieras confiando en que nada malo pasará, confiando en que bajo ninguna circunstancia yo te voy a traicionar.
No es tanto lo que tengo para ofrecer, pero si de verdad te hace bien tener mi compañía entonces allí yo estaría.
Desearía que me conocieras tal cual soy, y que decidieras si es lo que quieres en tu vida, porque no puedo prometerte cosas que no podré cumplir; necesito que sepas que yo tengo mi carácter también y defiendo lo que creo y lo que quiero. No puedo prometerte que jamás pasarás un mal rato porque yo no esté de buen humor, soy humana también. Además, no soy sumisa, por el contrario, soy rebelde. Y después de decirte todo esto, te pregunto: ¿es lo que quieres? Siempre serás libre de elegir lo que es mejor para ti.
¿Qué quiero yo? Quiero conocerte, quiero saber si existe un buen hombre para mí. ¿Y cuáles son los buenos hombres? Aquellos que creen en el amor, el respeto y la consideración. Aquellos que saben lo que es el compromiso y lo asumen de corazón, como lo hacen las buenas mujeres. Son aquellos que no juegan, aquellos a los cuales les importa cumplir cuando dan su palabra. Aquellos que saben quién son, y no necesitan demostrárselo a nadie… Aquellos hombres excepcionales, que salen del paradigma de la sociedad que quiso imponerles una concepción absurda, y que hoy en día son lo que ellos son de corazón… buenos hombres.
¿Sabes buen hombre? Sueño con el día en que las buenas mujeres y los buenos hombres reivindiquen a su género, que rompan las reglas estúpidas impuestas por las sociedades estúpidas. Y no hablo de armar conflictos, hablo de lo contrario, hablo de que cada uno de ellos tome la posición que les corresponde y que se respeten entre ellos como iguales y, al mismo tiempo, en lo diferente que somos entre todos nosotros.
Buen hombre, quisiera encontrarte e intentar construir contigo algo verdaderamente bonito, porque sí se puede muy a pesar de lo que digan los demás. No te prometo que siempre estaremos de acuerdo, porque eso no será así pues siempre vamos a tener nuestras diferencias, pero sí te prometo no hacer de tu vida un infierno porque no quiero que mi propia vida lo sea.
Amar es una cuestión de decisión, y si tú eres el hombre que me corresponde y decido amarte, juro que enfocaría todos mis esfuerzos en eso: amarte siempre. Insisto con mi pregunta: ¿es lo que quieres? Eres libre de creer en mis palabras o no, y también eres libre de elegir ser feliz o no.
No te puedo garantizar “la felicidad eterna” a mi lado, pero sí me esforzaría para que ambos estuviésemos bien.

No sé si esta carta tendrá un destinatario final, la verdad es que no sé si exista un buen hombre para mí, pero lo que sí es cierto es que no gastaré mi vida con alguien que no valga la pena, pues sé que no se esforzaría por mí y tampoco me inspiraría a esforzarme por él… una relación así sólo está destinada a morir y eso es justo lo que no quiero.

Busco construir una relación que no esté destinada a morir desde el primer momento.
Busco una relación con alguien que no esté “destinado a engañarme”.
Busco alguien que esté dispuesto a amarme.
Busco a un buen hombre.
Espero a un buen hombre.
Te espero a ti, buen hombre, para poder amarte,
y así poder dejar de soñarte, y sólo soñarte…

16/10/2011 03:37 p.m. – 04:27 p.m.
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lunes, 26 de septiembre de 2011

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Carta a los cielos

Fuente: Google Images.

005. Carta a los cielos. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

El título de esta carta me parece tonto, debería decir: “Carta al cielo”, pero como no sé si existe uno solo, porque hay tantas religiones y creencias juntas, entonces mando la carta a todos los cielos que puedan existir. La razón fundamental es que, al final, no quiero que alguien me diga que la envié al cielo equivocado, porque el “verdadero” era el suyo, el de su propio dios.
La razón de esta carta, porque nadie escribe para no decir nada, es que me puse a pensar que debía visitar el cielo, sí, ¿por qué no? ¿Acaso Dante es el único que puede ir a donde se le antoje? Él sí pudo “visitar el infierno”, entonces yo hoy “visitaré el cielo”. ¿Quién será capaz de decirme que no puedo? ¿O quién me lo va impedir? Defienden tanto el llamado libre albedrío, pero te imponen algunas cosas que no puedes hacer como, precisamente, visitar el cielo para hablar con Dios (sea cual éste fuere). Al parecer los únicos privilegiados que pueden hacer eso son los religiosos, sobre todo aquellos que se la pasan dándose golpes de pechos por los errores que van a seguir cometiendo, porque además tienen la certeza de que su dios va perdonarlos, como si esto fuera una obligación de la divinidad. Lo otro es que ellos “no van al cielo” para hablar con su dios, parece que los rituales y vestimentas que usan son suficientes para tener una “línea directa” con él. Pues yo no tengo rituales ni vestimentas, ni buscaré que otros me hablen de la vida y la muerte, la reencarnación o la resurrección, o como prefieran llamarle a esos temas, por eso iré directamente a tocar la puerta del cielo sin más rodeo, sin intermediarios porque es mejor hablar las cosas importantes con el de más alto rango, sí, iré hablar con Dios. Seguramente no tendré respuestas directas, seguramente mis oídos no escucharán una voz, pero al menos me desahogaré yo pues tengo algunas cosas que comentarle.
Bueno, he tocado la puerta. Uno siempre se imagina que esta puerta es inmensa e imponente, y que lo que habrá después serán nubes y luz… eso es lo que precisamente veo. No logro distinguir la cara de nadie, aunque supongo que lo normal sería buscar los rostros de los amigos y cercanos que ya se fueron allá, o eso es lo que le dicen a uno. No niego que me gustaría ver un par de rostros conocidos ahí, pero la verdad no tengo tiempo de ponerme a conversar con ellos, pues estoy aquí para hablar con Dios. Ahí veo una luz que viene desde arriba, sí, así se lo imagina uno porque así nos enseñaron que era, ya saben que necesitamos una representación gráfica porque nuestro cerebro no puede imaginar aquello que nunca ha visto, por tanto, les aseguro que veo lo que cualquier persona vería, total todos somos iguales ¿o no? Así nos lo han enseñado, aunque “ciertas condiciones aplican” porque a la hora de la verdad: un religioso vale más que yo a los ojos de su dios. Ya, estas cosas no son importantes. Me acerco a la luz, y supongo que es con Dios con quien hablaré ahora. Obvio, no lo voy “a ver” eso sería una blasfemia, porque cómo una pecadora como yo iba a ver a Dios… ¿no?
Y como ya estoy aquí, Dios, te diré un par de cosas:

La verdad comenzaré diciéndote que estoy molesta, sí, la vida me ha parecido tan injusta en los últimos días. ¿Qué quieres que te diga? Hay cosas que le pasan a la gente que no son nada agradables… ¿Sabes? Me gusta hablarte así, como si fuéramos amigos. Lo que pasa es que los tipos de allá “abajo”, porque supongo que el cielo está “arriba”, bueno los tipos de la tierra, te dicen que Dios es cercano pero, al mismo tiempo, no lo eres tanto. ¿Sabes qué más dicen? Que es una virtud tener temor de dios. Básicamente, resulta una estupidez que yo te esté hablando así, yo “debería” tener temor de ti… Eres amor, pero me puedes castigar. ¿Acaso me vas a castigar por venir hasta aquí y hablarte? Insisto en que hay un libre albedrío, yo lo usé para venir y para hablarte como amigo. ¿Eso despertaría la furia de dios? Y si esto es así, entonces a dios no le gusta que use mi libre albedrío… ¿eso es así? Todo termina en una pregunta, así parecen ser las cosas contigo… De cualquier manera, si además de ser todopoderoso también lo sabes todo entonces ya sabías que vendría, y también sabes qué me trajo hasta acá…
Te contaré algo que seguro ya sabes, eso del libre albedrío le trae problemas a las personas. Claro, desde un punto de vista individual qué bueno poder hacer lo que se te plazca, el gran problema es cuando eso de “hacer lo que se te plazca” afecta a otras personas. Y por eso estoy aquí, por eso estoy molesta. He estado preguntándome por qué la vida de alguien desaparece por la acción de otro. Vidas prometedoras, gente joven, ellos “se han ido” porque otros “le quitaron” lo que tenían. En algún punto, hemos sido muchos los que nos hemos preguntado: ¿dónde estabas tú? No es un reproche, no lo tomes como ofensa, es sólo un punto de vista. Sin embargo, en este punto de la vida llego a pensar que esto no es tu responsabilidad. Pero, y aquí es cuando tus grandes seguidores echan sobre tus hombros todo el mal de la humanidad, hay quienes dicen que todo esto pasa porque lo decidiste así, porque necesitabas a esa persona que se fue “junto a ti”, supongo que se refieren a que los necesitabas aquí en el “cielo”. Alguien una vez me dijo que si eso era así, entonces deberías dejar de decidir esas cosas. Insisto que en este punto de la vida, por alguna extraña razón, tengo la certeza de que tú no decides esto.
Allá, en la tierra, existía una chica muy inteligente, que pudo haber sido una gran profesional pero alguien más decidió apagar su vida un día de carnaval. También existía un muchacho que, porque se había convertido en un “obstáculo” para alguien de poder, desapareció del mundo por encargo. Y más recientemente otro muchacho, que cuando estaba trabajando, se le acercaron para robarlo y lo dejaron tendido rogando por su vida en su último aliento. Y así una suma inmensa de casos, por tanto, me es imposible no estar molesta por ello.
¿Sabes? A estas alturas, creo que perdí mi tiempo en venir a verte y tú perdiste el tuyo. Justo en este instante, tengo la plena certeza de que no tienes nada que ver con todo esto y no eres a quien “debo reclamarle” o a quien demostrarle mi molestia.
Te pedí claridad para ver y entender lo que no podía, y terminé soñando con un tsunami… supongo que se trata de la ola gigantesca de preguntas que tengo.
Supongo que es mejor que me vaya, éste no es mi lugar… no aún. Uno pensaría que después de visitarte podría estar con más paz, y no es cierto, no para mí…
Hasta luego, Dios.

Y “bajé” de aquella visita con la misma frustración con que subí, con las mismas preguntas y con la misma molestia. Quizás debió ser así…

Quizás Dios no estaba preparado para hablar conmigo,
quizás yo no estaba preparada para escucharlo a él.
Quizás todos los que se fueron
estén felices en su cielo,
mientras yo lucho contra lo que no veo,
mientras yo lucho contra lo que no entiendo.
Les digo adiós a ellos porque no me queda de otra,
les digo adiós aunque el corazón se destroza.
Adiós amigos y familiares cercanos,
que estén bien en ese cielo… en ese cielo lejano.
Aunque “la ida” a mí me parezca que fue muy temprano… demasiado temprano.

26/09/2011 04:41 p.m.
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viernes, 20 de mayo de 2011

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Carta a mis suegros

Fuente imagen: Google.

001. Carta a mis suegros. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

Queridos suegros,
Hoy se me ha ocurrido escribirles una carta. No sé exactamente lo que saldrá al final de este intento, pues éste no es otra cosa que un intento de expresar alguna idea. No tengo en mente algo concreto que decirles, pero créanme que me mueve un profundo cariño, y es precisamente ese cariño el que me impulsa a escribirles.
El conocerlos ha sido una muy grata sorpresa para mí en la vida. El tratar con ustedes, el cómo son por sí mismos, ha derrumbado viejos paradigmas dentro de los cuales me formé. No es nada usual encontrarse con personas como ustedes, así tan especiales.
Por años vi muchas situaciones, para nada agradables, donde el axioma o verdad absoluta era: nadie se lleva bien con los suegros. Déjenme confesarles que “esa verdad” me llenó de pánico, pero en momentos de lucidez me decía: “eso no puede aplicarse siempre, me niego a creerlo”. Y me negué a creerlo, muy a pesar de que mi mundo exterior me daba tanta evidencia de que sí, de que sí era cierto aquello: nadie se llevaba bien con los suegros.
Recuerdo que me repetí millones de veces, al escuchar o presenciar escenas donde el intercambio de palabras se podría catalogar como discusiones acaloradas, que yo no quería vivir “esa verdad” la cual lo externo pretendía que yo aceptara porque sí. Me revelaba con rebeldía ante “esa verdad” que se presentaba como algo innegable, que para mí resultaba más inaceptable que innegable. Repetí muchas veces las palabras: “eso está mal”, “esto no es posible” o “esto no debe ser así”.
Hoy en día, después de tener el privilegio de conocerlos (porque sí es un privilegio), pienso en que no fue errónea mi apreciación: aquella “verdad” no lo era tanto. Lo que se presentaba como eso que prevale, no era tan así. A veces resulta como que lo oscuro, lo malo o más perjudicial, se impone porque hace mucho más ruido, mientras que lo bueno permanece más en silencio. Cuando tuve la oportunidad de encontrarme con ustedes, y rompieron así el paradigma obsoleto que pretendía predominar, el bien comenzó a manifestarse dejando el silencio y aparecieron decenas de casos donde verdadero cariño se manifestaba entre suegros-nueras o suegros-yernos. Me quedé nuevamente sorprendida, muy gratamente, de ver que otras muchas personas compartían mi punto de vista, que esto no se trata de “una guerra”, un eterno conflicto de “quién puede más”, de cosas como “me caes mal, pero te aguanto porque no tengo otra opción”. La verdadera realidad no era nada de eso, y mi corazón lo sabía de cierta manera, pero no fue hasta que los conocí que pude afirmar que sí: es posible llevarse muy bien con los suegros. Tengo el privilegio y la bendición de poder estar cerca de ustedes, las personas más maravillosas del mundo.
Lo que le da poder a mis palabras ahora es la verdad que yace detrás de ellas, porque estas líneas no son simples palabras, no son líneas para “quedar bien” con alguien y mucho menos con ustedes. A mí esas cosas no me interesan. No estoy expresando elogios “para ganar algo”, eso es lo que hace que esta carta sea diferente, de que esta carta sea real.
No pretendo hacer un análisis de comportamiento, de actitudes, y exponer acá por qué creo que las relaciones de suegros-yernos o suegros-nueras terminan mal. Lo más que podría afirmar es que: todo es cuestión de actitud. Allí es donde yace la causa de los problemas o la solución al mismo. Es lo que creo.
La buena convivencia lleva consigo muchos factores: respeto, comprensión, tolerancia, saber valorar. Yo no he llegado a sus mundos para “quitarles a un descendiente”, sino a ofrecerles uno más. No se trata de que los padres “pierdan a un hijo (hija)”, sino que precisamente ganan a un hijo (hija). De eso se trata. El amor no es cuestión de “perder” sino de “ganar”, pues si se pierde entonces hay un problema con ese “amor”.
Yo no he venido a separarlos de su hijo, he venido a ofrecerme como hija. No he venido para provocar la ausencia del hijo en las fiestas de cumpleaños, o las reuniones familiares, por el contrario, vengo a unirme a la celebración. No vengo a “medir fuerzas” para ver a quién le hace más caso: si a ustedes o a mí. No vengo a manipularlo ni a manipular una situación en particular. No vengo para aislarlo, por el contrario, la idea es estar lo más presente posible, porque así es: ser familia. Y si pensara más a futuro, con la hipótesis de crear una familia con su hijo, lo más maravilloso sería que pudieran jugar y consentir al nieto o la nieta, no que estén alejados pues así no deben ser las cosas.
No puedo adelantarme al futuro, pero lo he hecho en las últimas líneas porque quería expresar a cabalidad mis intenciones. Me parece entonces que he sido clara al exponerlas.
No soy perfecta, ya tendrán tiempo de verlo. Y a veces tengo un carácter muy fuerte, si se da la ocasión también lo verán (y estoy segura de que eso pasará). Pero a pesar de todos los defectos que pueda tener, lo que he escrito hasta ahora en esta carta no deja de ser real.
Quiero que mantengan consigo estas palabras, porque acá va mi promesa de intentar ser lo mejor posible, y les ruego que si un día actúo contrario a lo que hoy he expresado con emoción, me hagan llegar justo estas letras y yo sabré reconocerme en ellas.
Dije que pensaba que todo era cuestión de actitud, cuando hablaba del problema de las malas relaciones, entonces si quiero que nuestra relación funcione debo ser la primera en comprometerme con ese objetivo y aquí estoy expresando claramente mi promesa y mi compromiso.
Al principio mencioné que no sabía en qué acabaría esta carta, he dejado que mis palabras expresen lo que ha sido necesario y estoy contenta por eso, estoy contenta por el resultado.
Finalizo estas líneas agradeciendo tantas cosas, pero sobre todo agradeciendo el cariño que he recibido de parte de ustedes. Mi corazón está con ustedes.
Con sinceridad, muchas gracias.

20/05/2011 10:00 p.m.
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viernes, 15 de abril de 2011

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A la mujer que amo

022. A la mujer que amo. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Dedicado a la Mujer, criatura maravillosa -al igual que el Hombre-, que el Universo creó.

Hoy he decidido sentarme a escribirte, algunas pocas palabras nada más, y no sé si al final me salga bien esto. Sé que no soy como tú, tú tienes ese don para expresarte de una manera que a mí me llega a conmover, y eso que no soy un experto en la lectura. No sé cómo lo haces. A veces me has arrancado lágrimas de emoción, sí, para algunos quizás les suene mal porque “los hombres no lloran”, pero vaya que yo sí he llorado mucho en tu regazo. Ante ti soy el ser más vulnerable que jamás conocí, o que jamás creí ser, pero a pesar de ello no tengo miedo, a pesar de parecer “una presa fácil” no tengo miedo, porque muchas veces has podido hacer mil cosas conmigo y, en vez de eso, tú siempre me has protegido. Cuando me siento como un niño, justo como ahora mismo, siempre me has cuidado con amor, pudiéndome refugiar entre tus brazos. Me haces sentir un niño pequeño, y a la vez el hombre más grande y más seguro que tampoco pensé que podía ser. No sé cómo haces posible estos milagros, cómo es que has sembrado este sentir dentro de mi corazón. Yo, que jamás hablé de sentimientos y amor tan profundos con alguien más, ahora eso es todo lo que llena mi vida: este amor profundo que siento por ti. Te has convertido en mi vida, realmente ha sido así.
Alguna vez leí algo, en donde se recomendaba, que lo mejor era salir con una chica que leyera, pero también decía que mejor que eso era: salir con una chica que escribiera. Recuerdo que yo sonreí, me dije a mí mismo: “Yo amo a una chica que escribe”. No dejo de admirar la manera cómo te expresas, el cómo haces para dejar tan marcado a un lector, el cómo haces para que se identifique… La verdad, creo que nunca sabré cómo lo haces.
¿Sabes? Me da vergüenza enseñarte esta carta, sé que a lado de las letras que puedas escribir esto, que he escrito, no tiene ningún valor, es decir, mis palabras jamás serán tan bonitas como las tuyas… Todo esto son simples letras, pero vaya que es inmenso el sentimiento detrás de ellas.
Sé que no puedo describir aquí la cabalidad de tu belleza, lo suave de tu piel y lo hermoso de tu sonrisa al amanecer. Despertar contigo y dormirme junto a ti, vaya que es lo más maravilloso que me tocó vivir. No puedo describir el lenguaje que toma mi cuerpo cuando tú estás cerca, quizás no me creerías si te digo que mi cuerpo puede reconocer tu presencia, más rápido de lo que mi mente procesa. Es como si mi cuerpo completo pudiera comunicarse con el tuyo, en un lenguaje que sólo ellos conocen, incluso cuando ni siquiera se están tocando.
Cuán suave y apasionados pueden ser los besos de tus labios, esos besos que son vida para mí. Un solo beso tuyo y quedo como activado, siento recorrer la sangre viva por todo mi cuerpo, y tocarte es lo que más quiero… Tu cuerpo, me enloquece. Tu sensualidad, me desborda. Tus montañas tibias, me apasionan.
Hay muchas cosas que me gustan y que valoro de ti. Me has hecho sentir como tu “príncipe azul”, pero además supiste darte cuenta de que los “príncipes” también buscan a su “princesa”, y tú eres todo cuanto yo pudiera querer de una “princesa”. Me has enseñado tantas cosas, y has respetado lo que soy pues lo que yo he cambiado de mí es porque yo quise hacerlo, jamás me pediste que lo hiciera. Muchas veces me he preguntado: “¿Cómo es que me aguantas?”, la verdad no tengo respuesta, entonces te lo pregunto y sólo me respondes que me amas. Ese sentimiento embarga mis entrañas.
Vivo contigo un amor a plenitud, en una relación donde puedo sentirme yo mismo. ¿Cómo puedo agradecerte todo lo que haces por mí? ¿Cómo le agradezco al Universo esta bendición que trajo a mi vida? Te aseguro que nadie podría amarte, así como te amo yo… Así, como yo te amo.
Eres una mujer increíble, maravillosa, la más hermosa de las personas. Tú me valoras por lo que soy, porque lo que soy va más allá de lo que hay en mis bolsillos o entre mis piernas, tú valoras mi alma y corazón. ¡Cuán feliz me siento, amor!

La mujer que amo,
no hay palabras para describir
a la mujer que amo.
Podría decir algunas cosas,
como que eres el rostro que ilumina mis días,
el refugio donde me siento protegido.
La voz amable que me hace sentir en un hogar,
ese hogar construido acá en el corazón.
Tú eres la mujer que yo amo,
aquella que me hace temblar,
llorar y hasta, de rabia, patalear,
pues no todo es color de rosa
pero jamás lo gris supera el color,
este amor que es de color brillante.
Ni escritor ni poeta
pero te he escrito en verso,
tú sabes que no son simples palabras,
sabes que esto es lo que, de verdad, yo siento.

Simples y sencillas palabras,
para ti, para la única.
Para la mujer…

A la mujer que yo amo…

De verdad…

Te Amo.

15/04/2011 5:45 p.m.

Este texto fue escrito por Waldylei Yépez
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martes, 12 de octubre de 2010

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Ya no necesito que leas esto

015. Ya no necesito que leas esto. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Persona especial,

Quisiera saludarte, pero no creo que sea necesario pues no sabrás que te saludo. Quisiera despedirme, pero hace ya mucho tiempo que tú te despediste de mí cuando te olvidaste que yo existía. Más yo, aunque quise, nunca pude despedirme de ti.

Hasta hace muy pocos minutos, te busqué por última vez. Aunque llevo mucho diciendo que sería la última vez, y viví de “ultimas veces” por mucho tiempo. Ésta sí será la última… ¿Y cómo sé que de verdad será la última? Porque mi corazón se ha embargado de resignación, de una forma tal que tus recuerdos se han cubierto con mantas, sí, así como cuando alguien se cambia de casa y quiere proteger los muebles de tanto polvo que les caerá, de tanta telaraña a la que estarán expuestos. Sé que tus recuerdos estarán expuestos al polvo, la telaraña y al olvido. ¿Sabes? Intenté que no fuera así, intenté aferrarme tanto a ti que mi necesidad de buscarte se hizo terrible; esperé muchas veces en silencio que te acordaras de mí, que te acercaras… que en resumidas cuentas, me apreciaras como yo lo hacía contigo. Sé que yo también me equivoqué, y he pagado muy caro mi error; sufrí de la manera que nunca sabrás… Ya no necesito que lo sepas.

Te extraño. Siempre lo hice. Los suspiros salen de mi ser, de verdad que me aferré mucho a ti… hay demasiada nostalgia en mi pecho, demasiado dolor.

Como sé que no leerás esto, te diré las cosas que no quiero que sepas. Durante mucho tiempo estuve siguiendo tus pasos, pues quería saber si estabas bien. Leí en sigilo muchas cosas que escribiste, y en más de una ocasión quise darte mi opinión y es cuando recordaba que ya no existo para ti. Cuando presentía que la tristeza te rodeaba, quise con todo mi corazón darte la mano y hasta abrazarte. Y cuando me pasaron cosas muy fantásticas, yo quería compartirlas contigo… pero no estabas, y no podía hacerme presente porque había quedado muy fuera de tu vida.

Soñé muchas veces contigo, y hasta te imaginaba caminando junto a mí. Me quedaba con la esperanza de que las cosas volverían a ser como antes, que regresaríamos al punto en que nuestros caminos se separaron y continuaríamos desde ahí: desde donde nos quedamos. Que todo esto no sería más que un viejo recuerdo, y que nuestra presencia en la vida del otro sería algo positivo… sí, creí en esa ilusión por mucho tiempo y pasaron los días, las semanas y los meses… Me quedé tan atrás en el tiempo, con la esperanza que me acompañaba. Pero resultó que hasta la esperanza se cansó, y a solas me dejó sobre aquella banca. Aún así, te esperé. Sin la esperanza que me acompañara, pero igual te esperé.

Podría hacerte llegar esta carta si quisiera, podría buscar alguna forma para que te toparas con ella… pero no lo haré. No lo haré porque ya no necesito que leas esto. O quizás sí me gustaría que lo leyeras… Pero, ¿Para qué? Gasté mucho de mi vida queriendo estar con quien no quería estar conmigo, queriendo hablar con quien no deseaba hablarme. Escribiéndole a quien jamás leyó lo que escribí. Necesitaba de ti, pero ahora necesito aprender a no necesitarte, y mi primer paso es éste: escribir sin necesidad de que lo sepas… Ya no necesito que lo leas.


Aún no sé cómo dejarte ir.

Aún no sé cómo sacarte de mí.

Aún no sé cuándo se irá el dolor,

de, por fin, comenzar a decirte adiós.

… Decirte adiós.

12/10/2010 5:13 p.m.
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miércoles, 5 de mayo de 2010

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Carta a mi suegra

Fuente imagen: Google.

009. Carta a mi suegra. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

“A veces suceden cosas extrañas, fuera de lo ordinario, que producen bruscos movimientos en nuestra vida abriendo así la posibilidad de cambiar el parecer que ya tenemos sobre el mundo. Por supuesto, esto depende de la decisión que tomemos, ya que al final sólo nosotros podemos elegir lo que es mejor para nosotros mismos. Aprender siempre es una opción, podemos tomarla o no.”

Terminaba de escribir esas líneas cuando se aparece ante mí una chica de veintitantos años. Se presenta y me pregunta si yo soy “la chica que escribe”. Le contesté en tono de broma que a veces escribía, sobre todo cuando me veía obligada ante los exámenes de la Facultad y reí. Entonces me mostró unas impresiones que había hecho, me preguntó si era la autora y asentí.

- He estado buscándote… -. Me dijo.

Me preguntó si tenía tiempo para platicar y le dije que sí. Se sentó entonces a mi lado, pero en ese sitio no había banquitos así que terminamos ambas sentadas en el piso.

- ¿Cómo hiciste para encontrarme? -. Pregunté.

- No me fue fácil, pero digamos que seguí muchas “señales” que me trajeron a esta Facultad -.

Yo no sabía qué pensar.

- Vine hasta aquí porque necesito tu opinión acerca de algo que es importante actualmente para mí -.

- ¿De qué se trata? -.

- Quiero contarte una historia… -. Comencé a escucharle atentamente. - Hace unos años atrás, en mi último año de secundaria, conocí a una muchacha que para efectos de esta conversación llamaré Carla. Ella se veía muy buena persona, con aires de ingenuidad, y además muy inteligente. Trabajamos juntas en muchas ocasiones ese último año, y cierto día estando trabajando en mi casa conoció a mi hermano Anselmo. Ambos se hicieron amigos y terminaron enamorados, después se hicieron novios a escondidas. Siempre me mantuve al margen de las cosas. Más que una amiga para Carla, yo siempre fui su compañera de clases y jamás le hablé a él de ella o viceversa, mi pensamiento era de dejar que ellos vivieran su noviazgo y yo totalmente apartada del asunto. Ella se ilusionó tanto con él que planeó un futuro a su lado incluso, aún siendo menor de edad. Creo que la chica aún creía en príncipes azules. Lo que ella no sabía era que mi hermano se iría a otra ciudad a estudiar su carrera, y tampoco sabía la clase de arpía que quería tener como suegra…-.

- ¿Arpía? ¿Hablas de tu madre? -.

- Sí, hablo de mi madre -. Quedé totalmente desconcertada. - Ella no iba permitir que por nada del mundo su hijito se enredara con cualquier “ofrecida”, porque él tenía un “futuro prometedor” y toda mujer que pudiera encontrar seguro sería una “regalada” sin valor. De alguna manera, ella supo que Carla y Anselmo se veían, y aunque ya sabía que ella era mi compañera de clases, al enterarse de su interés por Anselmo la etiquetó de “loca” (regalada) y en su “enemiga”. No iba permitir que “esa mujer” dañara el futuro de su querido hijo -.

- Ehmm, no es por nada… pero tu mamá es una mujer un tanto “especial”…-.

- Muy “especial”… Llegó a convencer a Anselmo para que se fuera antes, meses antes de comenzar su carrera, con tal de que no viera a Carla… -.

- Espera, espera… -. Le dije. - ¿Por qué me cuentas estas cosas a mí? Apenas llevo minutos viéndote y me cuentas toda una vida… ¿Por qué yo? Me desconcierta totalmente. No sé, tengo la impresión de que estas cosas sólo las dices a las personas de más confianza, no a la primera que vez en la calle. No dices hola qué tal, para luego contar toda la tragedia de una vida…-. Aquello me parecía una exposición demasiado violenta de información que a mí no me competía saber.

- Tú misma has dicho que a veces necesitamos de un desconocido con quién desahogarnos, alguien que no nos conozca para poder comentar todo sabiendo que esta persona en verdad no sabe exactamente de quién hablamos, no emitirá un juicio, ni siquiera conocerá los rostros… -. Con esas palabras me calló totalmente, al menos ya sabía que sí había leído alguna publicación.

- Está bien, continúa… -. Asintió.

- No lo dejó tan siquiera despedirse de ella, temía que “esa mujer” pudiera “engatusarlo” y hacer que él “renunciara a su futuro”. Hay que admitir que él era incapaz de enfrentarse a su madre, y seguía sus órdenes sin poner trabas. El día después que Anselmo se fue (o que ella hizo que se fuera), Carla llegó a mi casa toda sonriente y yo la atendí, no sabía cómo decirle que Anselmo se había ido a otra ciudad. Con un aire de ingenuidad me preguntó que si mi madre estaba en casa, yo me extrañé y pensaba: “Si la conocieras de verdad, ni preguntarías por ella”. Me dijo: “le escribí una carta a mi suegra”. Por dentro pensaba: “¿Suegra? Si esa mujer no te puede ver ni en pintura”. Aún recuerdo cuán animada estaba, después sacó la carta y me la leyó porque quería mi opinión sobre ella. Intenté advertirle sobre mi madre, pero precisamente iba saliendo y se encontraron en la puerta. Carla intentó saludarla con una sonrisa, y ella “se la comió viva” diciéndole tantas cosas empezando por su culpabilidad al querer “perjudicar a su hijo” hasta llamarla “loca”. La insultó bastante feo y la pobre salió corriendo, me quedé reclamándole a mi madre el que no tenía derecho a decirle esas cosas a esa pobre muchacha. Cruzamos algunas palabras y me fui corriendo por la misma vía de escape de Carla, al doblar la esquina la vi parada cerca de un basurero y estaba quemando la carta que iba destinada a “su suegra”, la miraba consumirse poco a poco hasta que lanzó el papel en llamas al piso donde terminó de quemarse y prosiguió su camino. Decidí no seguirla, la pobre ya tenía bastante con la insultada que se había llevado y saber que mi hermano se había ido, porque mi madre se lo dijo a gritos. No volví a saber de ella -.

- Qué triste y qué rabia con tu mamá, ¿Cómo es posible que se haya comportado de esa manera? Es totalmente reprochable -.

- Lo es. Aún pienso en Carla y me da tristeza, ella iba con la mejor de las intenciones y se consiguió a una arpía… -.

- Sí. Ahora, yo no podría decir nada al respecto, además son cosas que pasaron hace años ¿no? -.

- Sí, sí. Hace algunos años, pero el asunto que me trae a ti no es la situación tan terrible que protagonizaron estas personas, sino la carta de Carla…-.

- ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? -.

- Resulta que ese día antes de salir a recibirla yo estaba estudiando unas cosas de un curso, como a mí me cuesta mucho retener las clases teóricas me valía de una grabadora para grabar toda la clase y después escucharla una y otra vez. Ese día yo llevaba mi grabadora en la mano, y no sé cómo pero puse a grabar instantes antes de que Carla comenzara a leer y terminó a la mitad de los insultos de mi madre. Me di cuenta horas después, y al escuchar la carta una y otra vez me dio mucha rabia al punto de que busqué a mi madre y molesta la obligué a escuchar la carta, y después la hice responsable de amargar a una chica idealista, porque con su actitud lo único que había conseguido es que Carla se decepcionara de esa visión bonita que tenía. La he culpado todos estos años de ello. Necesito que escuches la carta, después de tanto tiempo aún la llevo conmigo… -. Buscó la grabadora y la hizo andar, me pidió escuchar con atención.

Al acabar de escuchar no hice comentario alguno.

- Todos estos años me he preguntado una y otra vez si Carla seguía siendo así, o se habría decepcionado tanto hasta convertirse en una arpía como “su suegra”. Porque, lamentablemente, tendemos a cerrarnos cuando nos vemos heridos por culpa de nuestra ingenuidad. Comenzamos a ver culpables en todos lados, nos volvemos “realistas” y contemplamos al mundo con su cruda realidad, el idealismo se acaba, la ilusión se convierte en desilusión. Me pregunto si Carla encontró a esa suegra que tanto quería, o si la descarga de mi madre dañó la figura de que “la buena suegra sí existe”. Me he hecho tantas preguntas…-.

- A menos que sea Carla quien responda, no tendremos certeza de qué fue lo que pasó en realidad…-.

- Eso es cierto. ¿Sabes? Yo siempre fui de ser “realista” ante las cosas, el príncipe azul no existe y mucho menos la suegra que es buena. He tenido muchos problemas con la mía, es una arpía igual que mi madre porque aún es así con su nuera actual, porque mi hermano se enamoró en esa otra ciudad e incluso se casó y cada vez que puede mi madre “se la come viva” diciéndole un montón de cosas, o habla de ella a sus espaldas con sus amigas… Y es probable que lo mismo me pase a mí, que mi propia suegra hable a mis espaldas y eso es terrible… Creo que, a pesar de todo, alguien debe ser diferente en este mundo, Carla lo era al menos. Me niego a pensar que era la única… ¿Tú qué crees? ¿Te has encontrado con una persona así? -.

- Yo no puedo saber cómo es cada persona en el mundo, pero si Carla era así es probable que otras personas, aunque sea un poquito, lo hayan sido o lo sean. Creo que aún los idealistas existen… o por lo menos, quiero creerlo…-.

- ¿Puedo hacerte una petición? -.

- Dime -.

- Publica la carta de Carla, intenta que la gente vea cómo era. Yo no sé si aún es así, pero al menos lo fue. Quizás algunos se burlen, pero si existen personas que fueron o son así, a ellas les llegará su carta. Tal vez muy en el fondo de mi ser se guarde un poquito de eso, probablemente por ello guardé esta grabación tantos años. Y así, aunque no exista nadie más como Carla, al menos espero que un día ella sepa que yo la mantuve presente, y que sus palabras son el único hilo que me queda del idealismo que casi se perdió en mí. Que me aferro a sus palabras para seguir creyendo. Dile eso, por favor -.

Asentí y la chica se levantó de su asiento. Me extendió su mano y se retiró. Me quedé con una extraña sensación pero cumpliría con mi palabra. He aquí la carta a mi suegra:

Querida suegra,

En primera me gustaría decirle que lo de “querida” es muy real, que no se trata de un formalismo cínico o por intentar ser diplomática, que no se trata de que tan sólo pongo esa palabra para que esta carta se vea “más adornada”. La belleza de una carta reside en sus sencillas palabras que han salido del corazón… la presente, ha salido de mi corazón ¿Cursi? Posiblemente, pero así soy.

Nunca antes me había enterado de que alguien le escribiera a su suegra, quizás muchas personas han escrito una carta como ésta y después la han guardado.

¿Por qué una carta? Porque no encuentro otra manera de conversar con usted por ahora, pero me gusta pensar en el momento en que ambas podamos sentarnos hablar como amigas. Sí, como amigas. Y no de esas amigas en palabras, que no están cuando uno más las necesita sino de las buenas amigas que sí se encuentran.

Amigas, pero no una amistad condicionada o condenada acabar cuando mi relación con su hijo acabe, de ser ése el caso. Porque aunque yo hoy quisiera una relación perdurable, y esté comprometida a ello, su hijo sigue siendo libre para decidir cuál es su felicidad y con quién. Si comenzamos condicionando hoy nuestra amistad, no sería una amistad real. Comúnmente a una amiga no se le habla en términos de usted, sino que se tutea, yo preferiría seguir con el usted porque es lo que me nace hacer, es muestra de mi profundo respeto y consideración. Admiro su fuerza y fortaleza de madre, admiro a las madres que como usted dan todo de sí por sus hijos. Desearía tener su temple cuando a mí me corresponda ejercer ese papel. Desearía estar cerca para observar y aprender de esos rasgos que le caracterizan, y de los cuales yo carezco porque aunque no deseo cambiar mi personalidad que es propia, también es cierto que puedo tomar actitudes que me convertirían en un ser más completo, porque la vida es un constante aprendizaje.

Me gustaría conversar y pedirle flexibilidad, porque aunque seamos amigas no somos iguales, por ello no cocinaré, no lavaré ni plancharé como usted lo haría para su hijo, pero eso tampoco implica que haga todo mal. Por el contrario, más que una critica destructiva, lo que necesito es de su enseñanza, de su buena voluntad y sé que siendo amigas eso se puede lograr, porque las amigas se comprenden. Lo que corresponde al cariño es cariño, a la buena voluntad es buena voluntad y al respeto el mismo respeto. Siendo buenas amigas, sabríamos estas cosas sin siquiera decirlas muchas veces.

Un deseo probablemente demasiado idealista, es que mi suegra me vea como una hija. No le pediré eso, puesto que no lo soy. Pedirle ese nivel de comprensión está fuera de lugar, sin embargo, no miento al decir que el respeto hacia usted es el mismo que siento hacia mi madre. Es verdad lo que escribo.

¿Cómo ser grandes amigas si aún hay mucho que conocer? Eso lo sé perfectamente, no es mi intención presentarme hoy con esta carta y pensar que ya somos las más grandes amigas, mi objetivo es decirle que tengo toda la disposición, que allí está mi mano tendida en señal de amistad que se verá fortalecida en el tiempo, si así ha de ser, a través de la interacción constante. Es por medio del compartir que conocemos a las personas.

No pido una plena confianza, eso es algo que se gana con el tiempo, pero sí pido un voto de confianza que me permita demostrar lo que soy en verdad. Pido no evaluar con premura porque la prisa nos hace equivocarnos, y las amigas se hieren cuando se dicen cosas feas de las cuales se pueden arrepentir luego y este mensaje también va para mí.

Mi poca experiencia de vida y mi falta de conocimiento no me dejan ver ni comprender muchas cosas que es probable usted sí sepa, como aprendiz podría presenciar esas clases sobre la vida y no habría tanta cosa que criticarme, por el contrario, hay mucho que enseñar.

Con tristeza he visto escenas de suegras y nueras que se pelean, se tratan con cinismo, se saludan casi “con el beso de Judas” porque ambas ni se pasan… Eso no lo quiero para nosotras, para mí es muy importante una buena relación con usted, indispensable.

Amo a su hijo y lo respeto mucho, esto también es verdad.

Ahora mi pregunta es: ¿A usted le gustaría ser mi amiga? Sabré esperar por su respuesta.

Con cariño, su nuera.

05/05/2010 06:36 p.m. - 06:58 p.m. - 08:04 p.m.
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