Ella caminaba por una calle muy concurrida con vendedores ambulantes a los lados; aquello se había convertido en un improvisado terminal de autobuses hacía poco tiempo. Miraba y miraba como buscando el autobús que necesitaba, pero no lo conseguía. Siguió caminando y entró en un gran estacionamiento subterráneo; pensó que tal vez el autobús que necesitaba podría estar adentro, pero se encontró con la entrada a un gran edificio de departamentos. Se dio cuenta de su error, y empezó a buscar la salida. De repente, sintió la extraña sensación de que mientras más avanzaba más escaleras encontraba, pero no la salida hacia la calle con autobuses.
Ella estaba perdida dentro de aquel gran edificio, que ahora parecía más un laberinto. Los pasillos eran bastante amplios, se podían ver muchas personas que interactuaban entre ellas, niños jugando en las escaleras… una vecindad. Se cansó de caminar, de subir y bajar escaleras, así que decidió acercarse a un grupo de niños que estaban jugando con una pelota. Le preguntó a uno de ellos por la salida, y le comentó que había estado mucho rato buscándola y no la encontraba. Este niño de tez morena vio una oportunidad de negocio, le dijo que él tenía un mapa en papel que le había dado su mamá y que ahí ella podría encontrar la forma de salir del edificio, pero que ella debía comprarle el papel con el mapa. Lo pensó un poco, pero ya había estado el suficiente tiempo como para darse cuenta de que aquello era una locura de puertas, pasillos y escaleras, y si lo que necesitaba era una especie de “mapa” pues lo compraría. Sacó un billete.
–Está bien. Te compro el mapa.
El niño, que no tendría más de ocho o nueve años, tomó el dinero y le pasó el mapa. Luego regresó a jugar con sus amigos mientras ella veía que el mapa señalaba bajar escaleras y atravesar puertas muy específicas. Siguió las indicaciones, y en poco tiempo regresó a la calle con vendedores ambulantes y autobuses. Estaba tan contenta, pero recordó que no había agradecido al niño por su ayuda. Sintió que eso había sido muy desconsiderado, así que volvió a entrar al edificio para buscar al niño y agradecerle, total con el mapa que había comprado podría volver a salir.
Ya de nuevo adentro encontró al niño con sus amigos, pero la vista había cambiado un poco y ahora podía ver a muchas otras personas, incluso desde un nivel superior como de segundo piso. Lo que ella no entendía es que esas personas en el piso de abajo caminaban como en círculos, como si estuvieran en un laberinto infinito donde también buscaban la salida, pero abajo no estaba lo que buscaban aunque no lo supieran. De ese lado vio a otro niño, esta vez era un niño más chiquito de unos seis años con ojos claros y tez blanca. Intercambió un par de palabras con ella, luego se sonrió y le dijo:
–Yo sé que nunca voy a salir de aquí. Es que soy malo, realmente soy muy malo.
–¿Cómo vas a ser malo? No, tú eres súper lindo. Puedes ser muy bueno, lo sé– replicaba ella.
Y en eso algo pasó. Este niño y el resto de las personas cercanas a él dieron un paso atrás. Todos tenían cara de miedo, incluso el niño morenito que le había vendido el mapa y otros adultos que también estaban cerca. Ella no entendía qué los estaba asustando tanto, hasta que dio media vuelta y vio a una mujer parada mirándola muy seria.
–¿Qué haces aquí?– le dijo aquella mujer.
Ella no entendía por qué todos estaban tan aterrados. Sí, la señora parecía la vigilante del edificio, una figura de autoridad eso quedaba claro, pero no era para tanto. Y entonces fue cuando miró hacia donde estaba la salida del edificio, y ésta desapareció ante sus ojos. Aquella gran puerta se volvió una pared sólida, y ya no había forma de salir de ahí. En ese momento entendió, la vigilante era tan poderosa que por eso le temían.
Bueno se resignó. ¿Qué podía hacer? La vigilante estaba molesta porque ella había roto las reglas, estaba en un lugar donde no debía porque entró sin permiso a ese edificio. Luego se culpó, ya había logrado salir pero regresó por querer ser agradecida, craso error. La puerta de salida ya no existía más, así que tampoco le era útil el mapa. Estaba a merced de la vigilante, porque si había hecho desaparecer la puerta era probable que pudiera hacerla aparecer de nuevo. El problema es que la vigilante estaba muy molesta, aunque en verdad sólo se viera muy seria.
Ella no contestó la pregunta de la vigilante. Decidió usar otra estrategia, como esperar a que se diera cuenta de que ella no era una mala persona, y pues intentó hacerse la amigable.
–¿Sabe? Ese uniforme de vigilante es demasiado gris. Tal vez con un poco de color naranja se vería mejor.
La vigilante se sentó en una silla sin dejar de mirarla. Ella siguió dando ideas para el uniforme, parecía algo muy tonto pero estaba logrando su cometido, estaba logrando un poco de su empatía… y ahí despertó.
Las cortinas seguían cerradas, pero la luz del día entraba igual a la habitación. Se escucharon unos pasos y luego una voz masculina:
–Ya despertaste. Buenos días.
Él se acercó a abrazarla.
–El desayuno está casi listo– le dijo.
Se levantó y ya en la cocina se percató de que la mesa estaba puesta. Él tenía listo el pancito tostado, el café y sólo faltaba terminar de armar la ensalada de frutas que le estaba preparando. Ella se sentó y se quedó mirándolo. Ellos habían tenido diferencias importantes en los últimos días, eso era innegable, pero seguían unidos porque los actos de amor entre ambos siempre habían sido más que sus diferencias. Habían sido capaces de aprender de sus errores, de hablar con mucha sinceridad, y de tener la voluntad y el deseo de seguir adelante. Dicen por ahí que el conflicto es inherente al ser humano, y saber tratar con eso es fundamental para llevar a buen puerto cualquier objetivo.
–¿Qué sucede?– preguntó él cuando se dio cuenta de que ella lo miraba.
–Nada– ella se sonrió.
Él se sentó y empezaron a desayunar. Le preguntó si había logrado descansar bien, o si había tenido sueños o pesadillas.
–Ya que lo preguntas. ¿Sabes? Tuve un sueño muy extraño.
Empezó a contarle todo el tema del edificio, de haberle comprado el mapa al morenito, de haber salido y vuelto a entrar, de las personas caminando como en círculos buscando la salida que jamás iban a encontrar (aunque ellas no lo sabían), del niño rubio diciendo que él era realmente malo y que sabía que no saldría de ahí, del terror que sintieron por la vigilante, de la puerta que desapareció y se reía de sí misma con eso de ser amigable hablando del uniforme de vigilante y el color naranja.
–Claro, todos estaban muertos…
–¿Todos estaban qué?– preguntó ella muy extrañada.
–Estaban muertos, todos estaban muertos, por eso no podían salir de ahí ni tampoco se daban cuenta que estaban en un laberinto sin salida.
Ella se quedó boquiabierta.
–¿Por qué te estás metiendo en esos lugares?– preguntó él.
–¡¿En cuáles lugares?!
–Estabas en el Inframundo.
Ella abrió grande sus ojos.
–Iii… ¿Inframundo? Me quieres decir entonces que la vigilante… por eso ellos le tenían tanto miedo.
Él asintió.
–Ella es el… el Cancerbero. El vigilante del Inframundo. Por eso estaba tan molesta cuando me dijo: “¿Qué haces aquí?”.
–Por supuesto, su trabajo es que nadie entre y nadie salga del Inframundo, y tú una persona viva fue y se metió allá sin que se diera cuenta. Realmente tienes mucha suerte de que te haya dejado ir.
Ella se quedó callada.
–¿Y si no te hubiera dejado salir? ¿Cómo hubiese podido rescatarte yo?
Ella se encogió de hombros. Sabía que él le estaba llamando la atención con esa última pregunta.
–Yo no elegí ir a ese lugar. No elegí romper las reglas, ni tengo ninguna mala intención. De hecho, por eso intenté ser amigable, pero mostrando respeto por la figura de autoridad. Esperaba que en algún momento se diera cuenta de que no es que yo haya querido portarme mal, o que haya querido desafiarla. Entré ahí muy inocentemente.
–Tal vez por eso te dejó salir.
–Creo que lo más loco de todo este sueño es darme cuenta de que el Cancerbero… el poderoso Cancerbero… es una mujer.
Waldylei Yépez
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004.Scarlat Cap. 4 - Inframundo.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
26/02/23 19:01 - 19:42
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lunes, 27 de febrero de 2023
lunes, 20 de febrero de 2023
Scarlat: Cap. 3 - Aaryth
«Hola primita, ¿cómo estás?».
Así empezaba el mensaje de texto que le había enviado Aaryth esa tarde. A ella le encantaba que él le escribiera porque ellos tenían muchas cosas en común, a pesar de su diferencia de edad. Una de esas cosas en común eran los sueños.
Ella siempre supo que su primo tenía un nivel de madurez mayor, en comparación con los chicos de su edad. Él siempre le decía que le gustaba “filosofar sobre la vida” con ella, refiriéndose a las conversaciones y reflexiones que hacían. La cercanía y confianza entre ambos les permitió hablar con mucha seriedad sobre las señales del Universo, el proceso de los sueños premonitorios y algunas de sus consecuencias.
«El futuro no está totalmente escrito» le había dicho ella un día. «Hay cosas que se escriben y no se pueden modificar, a eso se refiere esa famosa frase de que: “Lo escrito, escrito está”. Pero, por otra parte, la gran mayoría de las cosas sí son modificables. ¿Por qué? Porque los sueños son tendencias de futuro, son proyecciones de aquello que puede pasar. Imagínate un cuaderno abierto, puedes ver ambas páginas, entonces imagina tu mano con un lápiz sobre la primera de ellas y proyecta tu lápiz imaginariamente sobre la otra página. Cuando comiences a escribir en la primera, en la segunda el lápiz también se irá moviendo en paralelo, pero adelantado en el tiempo con un trazo apenas visible. Esa historia apenas visible es la proyección, la tendencia de futuro. El acto de “escribir” en esta escena se refiere a la toma de decisiones, las consecuencias de cada decisión que tomamos es lo que va “escribiéndose” en la segunda página».
A ella le gustaba mucho conversar con Aaryth porque siempre mostraba mucho interés por los sueños, y poco a poco sus propios sueños se volvieron más frecuentes. En apenas algunos años alcanzó un nivel de certeza enorme, siendo capaz de ver situaciones y personas involucradas de manera nítida, cosa que ella no siempre había podido lograr porque ella veía símbolos que necesitaban ser interpretados.
La última vez que ella había soñado con él le dijo que lo había visto en casa de la abuela, que él acababa de regresar de un paseo con compañeros y que en ese paseo él se había caído sobre matorrales y que le habían picado algunos bichos. De repente, él se quedó sin poder respirar, probablemente causado por una alergia a alguno de esos bichos, y corrió junto a su madre a un centro asistencial. Varios familiares llegaron al área de urgencias donde lo estaban atendiendo, ahí estaba la mamá de Aaryth sentada en una silla de ruedas, y apareció un bebé. La última escena mostraba a Aaryth salir de urgencias sintiéndose mejor.
Por supuesto, cuando ella se despertó de ese sueño le escribió a su primo, y ese mismo día por la noche él le había respondido que él había planificado una salida con ex compañeras de estudios, pero que se enfermaron de una gripe muy fuerte y se canceló el plan; una de ellas tuvo que ser nebulizada; y comentó que le iba a escribir a una de las compañeras, que tiene una bebé, para saber cómo estaba. También ese día su mamá casi se cae. En otras palabras, la tendencia de futuro sí se había cumplido, pero en este caso el símbolo o la conexión con los involucrados era el propio Aaryth, es decir, sobre él se plasmaban los hechos futuros.
Se podría decir entonces que lo que hace distinguir las predicciones de Aaryth de las de su prima es que Aaryth puede llegar a ver nítidamente todo, y ella mayoritariamente ve símbolos. Por eso en las ocasiones en que su primo le decía que había tenido un sueño con ella, era cuando más prestaba atención porque sabía que se manifestaría rápido. Él se había convertido en su fuente de información confiable.
Y efectivamente, después de ése: «Hola primita, ¿cómo estás?», vino el «tuve un sueño contigo». Seguidamente le relató una escena con varias acciones, pero la conclusión final era el peor escenario para su relación actual. La proyección que se estaba escribiendo era el fin de todo.
Después de conversar con su primo, ella dejó el celular a un lado y miró a lo lejos a su pareja que estaba reparando algunas cosas en la casa. Respiró profundo. Recordó que los días anteriores habían tenido algunas discusiones, pero las cosas se habían calmado. ¿Podría llegar de repente algo tan serio como para acabarlo todo? Y si era así, ¿qué cosa podría ser?
«Sólo puedo esperar». Se dijo así misma.
Y nuevamente la certeza de Aaryth llegó, sólo se necesitó dos días para que iniciara una gran discusión en la casa.
Él rápidamente subió la voz, y se volvió un energúmeno. Reclamaba diciendo cosas justas e injustas. Ella se defendió y lo atacó con palabras. Fueron algunos minutos en esa dinámica, hasta que él lanzó un ataque de gran calibre y ahí fue como si a ella se le detuviera el mundo. Estaba preparada, podía atacar con igual calibre, pero entonces la advertencia de Aaryth apareció ante sus ojos.
Ya ella no era ingenua sobre el mañana, Aaryth le había dado la llave del futuro y sabía que lo podía modificar aunque esto tuviera un costo, porque todo tiene una consecuencia en la vida. Pero, ¿y si dejaba cumplir la proyección? ¿Si sólo lo aceptaba y dejaba que todo se fuera a la basura? Si tan sólo soltaba lo que con rabia quería gritar, eso sería todo. Entonces, ¿qué debería hacer? ¿Dejaba que la proyección se cumpliera o la cambiaba? ¿Qué hacer?
Él gritó por última vez, y salió de la habitación lanzando la puerta que hizo retumbar toda la casa. Su decisión estaba tomada. Se tragó cada palabra. Por dentro de sí misma había tanto desorden, como si los planetas chocaran entre sí. Sus emociones se manifestaron en su cuerpo en forma de dolor, y en el más completo silencio soltó un grito desgarrador. El costo de cambiar la proyección de futuro, al menos en este caso, era muy alto, pero ella había decidido que fuera así. Aaryth le dio la llave, pero fue ella quien con su libre albedrío decidió interrumpir el futuro que comenzaba a trazarse… para bien o para mal.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
003.Scarlat Cap. 3 - Aaryth.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
19/02/23 16:59 - 17:25 - 18:23 - 18:34
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martes, 14 de febrero de 2023
Scarlat: Cap. 2 - Yo nunca haría eso
Era la hora del desayuno. Él se levantó de la mesa y se sirvió más café.
–Oye…– le dijo a ella –, el otro día me quedó dando vueltas eso de los sueños que tienes, eso de las señales y cosas.
Se sonrió y se volvió a sentar.
–Es tan raro. Igual me da curiosidad– se ríe.
–¿Qué te da curiosidad?
–Bueno no es que no te crea, pero igual es raro. Es como creer que se puede leer la mano o las cartas. O sea, yo respeto lo que la gente quiera creer, pero… soy incrédulo, es todo.
–Es comprensible.
–Igual quiero saber más– se ríe de nuevo.
–¿Qué quieres saber?
–¿Cómo se dan estos sueños? ¿Tienes que tener “una conexión especial”?
–Yo no puedo controlar lo que veo o a quién veo. Así que, puedo visualizar gente que jamás he visto antes o personas que yo ame o haya amado en el pasado.
–A ver, para poder entender mejor, cuéntame un ejemplo de un sueño que hayas tenido y que te haya sorprendido porque pasó en la realidad.
Ella se quedó pensando un instante.
–Hay un sueño que yo no entendí en su momento, y de hecho lo descarté. En el sueño veía a mi ex salir de la casa apresuradamente; yo quería acompañarlo, pero él no estaba interesado en que lo hiciera. Desde adentro de la casa grité para que me esperara, y al salir de la casa lo vi en un auto muy bonito, pero él no quería que yo me sentara a su lado. Él estaba ignorándome, dejándome de lado como si yo fuera alguien sin importancia, y entonces exigí sentarme adelante porque yo era su pareja; era como si él prefiriera que otra mujer fuera a su lado y no yo.
Ella hizo una pausa para tomar un sorbo de café.
–Yo confiaba ciegamente en él, y le conté ese sueño. Él me respondió: “Yo nunca haría eso” y le creí. Meses más tarde, él me abandonó y me sentí como en ese sueño: echada a un lado, como un estorbo, alguien indeseable dentro de su vida. Pero no me di cuenta inmediatamente de que yo había sentido eso meses antes, hasta que un día así de la nada me acordé de lo que vi/sentí en ese sueño y quedé sorprendida por haber “sabido sin saber” lo que él haría.
–Ehm… ¿y no habrá sido sólo una casualidad?
Ella se encogió de hombros. Untó mantequilla al pancito y siguió desayunando.
–Tú nunca hablas de tu ex– prosiguió con curiosidad –, ¿qué es lo más difícil que has soñado con él? A parte de ese sueño, claro.
Ella se quedó en silencio un instante.
–Cuando se dio el quiebre de la relación soñé muchas veces con él, pero siempre era lo mismo: él alejándose y yo queriendo que estuviera cerca. Pero creo que lo más difícil fue verlo acostarse con otra persona.
Él abrió grande los ojos.
–¡¿El qué?!
Ella lo miraba seria y fijamente.
–¿Me estás hablando en serio? O sea, lo viste… Creo que eso ya es mucho.
–No es algo que yo pudiera controlar. Créeme que habría preferido no saber muchas cosas, y aún así sabía todo… incluyendo sus grandes éxitos profesionales, y también sus tristezas y dolores.
–¿Aún sueñas con él?
–No, un día simplemente ya no supe nada más.
–Entonces podemos decir que un factor que influye en los sueños puede ser una conexión emocional con la otra persona.
–Sin duda.
Él sonreía.
–Oye…– prosiguió con mucha curiosidad –, ¿has soñado conmigo? ¿Te has enterado de cosas de mí?
Se echó a reír.
–¿Realmente quieres saber?
–¡Claro! Tiene algo de divertido todo esto– él permanecía sonriendo.
Ella tomó un nuevo sorbo de café.
–Sí, he soñado contigo…– dijo mientras miraba la taza.
A él le dio mucha más curiosidad.
–Por eso sé…– ella tragó saliva – sé que has pensando en dejarme…
Subió su mirada y se encontró con un rostro totalmente desfigurado. Él tenía los ojos muy abiertos, estaba realmente sorprendido.
–¿Có…? ¿Cómo…?
Ella se quedó mirándolo fijamente. Él estaba descolocado.
Hubo un minuto de silencio en la mesa, luego le dijo:
–Creo que tenemos que hablar.
Ella respiró profundo y asintió.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
002.Scarlat Cap. 2 - Yo nunca haría eso.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
13/02/23 17:08 - 17:18 - 17:30 - 17:43
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viernes, 3 de febrero de 2023
Scarlat: Cap. 1 - El avión
La Calle 2 Sur está totalmente desolada. Ella sigue caminando con paso firme, pero siempre mirando el suelo. No parece existir algún vehículo en la ciudad, y de todas maneras ella espera hasta que el semáforo peatonal indica que puede cruzar. Sus pasos van rumbo a la Plaza de Armas, un lugar hermoso y también mágico aunque muchos no lo sepan.
Titubea. Toma aire y camina con intención de atravesar la plaza. Pone un pie sobre la acera y siente que unos ojos la vigilan. Intenta no desconcentrarse de su objetivo, y escucha una burla casi a milímetros de su oído. Se hace la valiente y sigue caminando. Sabe que una sombra negra la persigue mientras otras se esconden detrás de los árboles.
Mira con dirección a la Catedral, pero está cerrada. Se siente observada en cada paso que da. Se detiene de súbito, la sombra negra le sale al paso y su corazón se le acelera; no hay nadie a quien pedir ayuda. La sombra se abalanza sobre ella, y la toma fuerte por los brazos. Ella comienza a decir una oración, eso enfurece a la sombra y sigue luchando hasta que despierta.
Abre los ojos. La luz de la mañana entra por la ventana. Se sienta y respira profundo.
–Fue sólo un sueño.
Se levanta y abre las cortinas.
–¿Está todo bien?– pregunta una voz masculina.
–Sí. Sólo tuve un mal sueño...
–Seguro fue por la película de anoche...
Ella asintió y fue por un vaso de agua. Ya en la cocina, se quedó mirando por la ventana mientras recordaba otros sueños con sombras negras.
–Parece que te afectó mucho ese sueño...
–Disculpa, ¿qué me dices?
–Que parece que te afectó lo del sueño.
–¡Ah! No, no éste de manera especial. He tenido peores.
–¿Quieres hablar de eso?
Ella titubeó.
–No creo que sea para tanto...– continuó él.
–Tengo sueños.... a veces tengo sueños que parecen reales, es como si fueran avisos o señales.
La miró incrédulo.
–Bueno los expertos dicen que los sueños no son más que imágenes de nuestro inconsciente. Tu pesadilla fue por la película de anoche, así que no pasa nada; todo está bien.
Ella intentó decir algo más, pero optó por quedarse callada.
–Ya resuelto el problema, voy a bañarme porque se me hace tarde.
Le dio un beso y salió de la cocina.
–Expertos...– dijo ella mientras siguió mirando por la ventana.
Decidió dormir otro rato después que él se fue a trabajar. Los sueños se reanudaron y ella lo sabía. Estaba consciente de que estaba soñando, y que éste no era un “sueño tonto” como ella les decía a aquellos sueños sin razón ni lógica. Ella había aprendido que si lograba estar consciente mientras estaba durmiendo, debía estar atenta a los detalles que se mostraran porque tal vez podría predecir el futuro.
Se miró a sí misma sentada en un avión comercial pequeño. Junto a ella habían otras personas conversando; ninguna cara conocida. Decidió corroborar mirando por la ventana y vio que iban en vuelo. En ese momento la escena cambió y comenzó a ver un mapa de una zona geográfica; ella no fue capaz de reconocer el lugar, pero estaba segura de que el símbolo del avión marcaba un punto no muy lejano de la costa.
«Es un trayecto... punto de origen y destino... pero no tiene sentido, el destino está muy cerca de la costa y no hay tierra ahí... A menos que...».
Abrió muy grande sus ojos.
«El avión va caer».
Dio un salto y se despertó. Llevó sus manos a la cara.
–¿Será que esto va pasar? ¿O será que ya pasó?
Se quedó mirando el techo.
–Aunque pasara yo no puedo hacer nada. No sé de cuál avión se trata ni de dónde.
Respiró profundo y se levantó. El resto del día no volvió a pensar en el sueño.
Por la noche se metió un rato a Internet y le ganó la curiosidad. Empezó a buscar noticias de aviones y se topó con una noticia de accidente. Entró al sitio a leer y vio que la autoridad declaraba un siniestro cerca de la costa, a minutos del momento en que la nave sale del aeropuerto: “se trata de un avión comercial pequeño, por eso el número de víctimas no es más elevado...”.
Ella se llevó la mano a la boca. Luego copió el nombre del lugar de los hechos y buscó ese punto en el mapa de la zona. Era exactamente como ella lo había visto en el sueño, con la única diferencia de que el punto de caída que ella había visto estaba arriba y en el mapa real estaba abajo.
Cerró el sitio y el mapa.
–¿Cómo? ¿Cómo fui capaz de ver la caída de un avión pequeño en otro continente? Pero sobre todo, ¿cómo fui capaz de ver el mapa de dónde cayó antes de que pasara? ¡Dios mío!
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
001.Scarlat: Cap. 1 - El avión.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
23/11/22 17:19
30/01/23 18:30
01/02/23 16:53 - 17:00
Fuente Imagen: Unsplash.