No somos estáticos y nada en el mundo lo es. No sólo vivimos dentro de una dinámica externa sino también interna. Y es en esa dinámica interna en la cual somos capaces de vernos a nosotros mismos. Ver las distintas versiones nuestras que hemos construido a través del tiempo y de las circunstancias.
Porque inevitablemente llegará el momento en que volveremos a encontrarnos con esos antiguos yo, y les miraremos con otros ojos porque ya no seremos los mismos. Lo positivo de ello es que podremos hablarles de comprensión, podremos hablarles desde una nueva mirada que incluya no sólo la vivencia que estamos recordando, sino también la reflexión de mi yo actual que intenta comprender y sacar lo mejor de ese aprendizaje, porque toda vivencia siempre será un aprendizaje.
Recordar con miras a reconstruir para sacar lo mejor de lo que hemos vivido es muy sano, porque esto nos va a permitir resignificar ese pasado. Pero, ¿qué es resignificar? Es el proceso interno que permite darle un nuevo significado a las vivencias, siempre con la intención de tratar de sacar lo mejor de ellas.
Resignificar permite recordar con mayor consciencia, con mayor comprensión, permite reconstruir y seguir adelante con una nueva forma de mirar las cosas.
Son muchas las vivencias que tenemos en nuestro pasado. Nuestra memoria está llena de errores y aciertos, tanto nuestros como los de terceros. Volver a mirar el episodio donde me equivoqué, pero con el entendimiento que tengo hoy, me permite aprender para no volver a tropezar.
Hemos sufrido mucho en el pasado. Hay cosas que no se nos olvidan, sobre todo aquellas que están grabadas a fuego y que revivimos con mucho dolor cuando las recordamos. Es cierto que tocar esa herida hace mucho daño, y hacer como que “no está allí” tampoco ayuda. Sin embargo, dar un paso más hacia el perdón, la superación, avanzar en el camino al final será mucho mejor que quedarse pegado y revivir una y otra vez ese pasado tormentoso. Fácil no es, fácil jamás será, pero la paz que podríamos alcanzar vale la pena.
Escribir o reescribir un nuevo episodio en el presente es posible, y esto se dará a raíz de comprender el pasado con miras a un mejor futuro. Tenemos mucho que hacer por delante, tenemos mucho que podemos y que vamos a mejorar.
Resignificar es posible. Volver a comenzar es posible. Levantarse de entre las cenizas es posible. Comencemos a trabajar hoy mismo para construir nuestra paz, porque merecemos estar bien. Tú mereces estar bien.
Waldylei Yépez
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003.Resignificando.Colección Resignificando.Waldylei Yépez.docx
12/12/22 12:41 - 12:53 - 12:57 - 16:50 - 16:55
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lunes, 12 de diciembre de 2022
martes, 29 de noviembre de 2022
Mi yo real
Mirándome a mí misma he de confesar que me convertí en lo que no quería aunque sí lo quisiera. Me diría que aquello que una vez quise, ya no lo quiero. Pero, ¿cómo puedes echar atrás lo que conseguiste o lo que lograste? Aquellos viejos sueños que logré y que significaban algo en el pasado, ya no significan nada en el presente… o, peor aún, duelen en el presente.
Es cierto, construí en el pasado algo que me hace daño hoy, y ahora ¿cómo lo deshago? ¿Cómo lo soluciono? ¿Cómo me desdigo?
Todo ha cambiado tanto. Yo he cambiado tanto. Añoro la oportunidad de ser yo, pero no el yo que construí sino mi yo real. El yo que no quiere seguir siendo lo que he sido. El yo que no quiere seguir convenciéndote de que soy como crees que soy.
Esta construcción de mí misma ya pesa mucho. Esta construcción de la persona que creí les agradaría ver y conocer. Pensé que era "correcto" actuar de tal o cual forma. Que era "adecuado", pero no soy eso. No soy de la forma en que crees que soy, ni siquiera me agrada el trabajo que hago o las relaciones que llevo.
Me ha salido muy caro el yo irreal que construí. He logrado metas que realmente no quería, he gastado tanta energía logrando sueños que no me hacen feliz, aguantando maltratos que me hacen sufrir, callando para no herir, no actuando por temor a las consecuencias.
Me miro a mí misma y reconozco mi yo real, ése que no calza en mi entorno inmediato. Ése que calla para no tocar la imagen irreal que proyecto. El yo real que odia el trabajo que tengo y el aguante en el tiempo. El yo que grita y que no deja de llorar. El yo que calla, pero que algún día… es seguro que va estallar.
Waldylei Yépez
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12/06/22 21:07
28/11/22 18:39 - 18:52
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jueves, 28 de octubre de 2021
Volver a empezar
Hay pocas cosas en la vida que se pueden tomar como ley universal, y creo que una de ellas es volver a empezar.
Si aún no te sucede es probable que algún día ocurra, y si ya te ha sucedido es posible que vuelva a pasar.
Porque la vida es así, llena de cambios. Llena de inicios y finales. Y después de los finales siempre hay inicios nuevos.
Algunos finales pueden ser desgarradores, pero hay otros que pueden ser liberadores.
Por su parte los inicios están llenos de expectativas e ilusión. En el inicio todo se ve bien, hay esperanza y fe.
Cada día hay finales e inicios, he allí la dinámica de la vida. Nada es estático aunque parezca. Todo se mueve.
Todo cambia. Todo se ajusta. El problema es no aceptarlo. El problema es querer retener lo que se quiere ir, o lo que se debe ir.
Toca volver a empezar. Volver a aferrarse a la mano de Dios y con Él iniciar el nuevo camino.
No será fácil, y no es que te falle la fe sino que simplemente no es fácil. Dolerá y debes dejar que duela hasta que sane.
La mayor muestra de amor que se puede dar es dejar ir. Dejar ir una situación, a alguien más o a ti misma.
Soltar para que tus manos se liberen y puedas aferrarte a algo mejor para ti. Soltar para que sanen tus heridas.
Hoy toca volver a empezar. Aunque esté deshecha por dentro, y aunque mis pies estén cansados.
Dejaré atrás el pasado. Soltaré las ilusiones que no fueron. Regresaré a mi paz y mi centro.
Sé que puedo hacer más. Sé que puedo hacerlo mejor. Sé que a veces uno es uno, y otras uno es dos.
Valoraré mejor la soledad y la compañía. Me esforzaré por mis nuevos proyectos. Construiré nuevos cimientos.
Y con esos cimientos forjaré un nuevo castillo. Amaré como lo he hecho. Mi entrega será por completo.
Ya no puedo dar marcha atrás. Mi reloj biológico no volverá a empezar, pero yo sí puedo empezar una vez más.
Aquí estoy, con fortaleza y decisión. Aquí estoy, caminando hacia adelante y con fe... porque lo que sueñe lo lograré.
Waldylei Yépez
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020.Volver a empezar.Colección 20 años.Waldylei Yépez.docx
17/10/21 21:17
18/10/21 18:56 - 19:05 - 19:10
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martes, 28 de septiembre de 2021
Cimarrón-Andresote
Desde el Estado Falcón, con las playas de Chichiriviche, Morrocoy y Tucacas quedando al fondo, avanzo hacia las tierras de Morón en el Estado Carabobo, el mismo donde se consolidó la Independencia de Venezuela.
Me muevo sin prisa. Detrás quedan las cálidas aguas del Mar Caribe, el paraíso natural que llevo grabado en mi mente desde aquella niñez donde estaba mi abuela, donde la veo mojarse los pies con un recipiente de plástico y regañarnos porque no y no, no debemos bañarnos justo después de comernos el pan con jamón y queso. Qué recuerdos.
Perdida entre mis memorias, Morón se impone frente a mí de repente. Ya estoy en el Distribuidor Palma Sola, e inicia la travesía por la Autopista Cimarrón-Andresote. Vamos rumbo al Estado Yaracuy, la gran hermana de las tierras del Cocuy.
Me quedo pensando en las carreteras hermosas de Venezuela, y sin duda hay un tramo en esta autopista que es de admirar. Me refiero específicamente al tramo entre San Felipe y el Peaje de Caseteja.
Me encanta pasar por ese tramo; su vegetación y aire fresco te conecta con la naturaleza. Te inspira, y te da una sensación de paz que no he conseguido vivir en ninguna otra carretera.
Pasamos por El Guarataro, Urama y La Raya. Sigo mirando por la ventana, mientras recuerdo que alguna vez me pregunté por qué esta autopista se llamaba así. La curiosidad me empujó a investigar un poco, y leí por ahí que Andresote fue un esclavo rebelde en la época colonial. Una figura de resistencia.
Cierro mis ojos unos instantes, vuelvo la mirada al paisaje que se mueve afuera. A lo lejos diviso las entradas a Los Cañizos, El Peñón y San José. Minutos más tarde la emoción me invade al acercarnos a San Felipe.
Con esta ciudad tengo lo que se podría decir una conexión especial, hay un pedacito de mi corazón por ahí en algún lugar. Gente hermosa y cariñosa. Gente amable y trabajadora.
Mis memorias recorren desde El Terminal de Pasajeros Independencia hasta su Plaza de las Banderas. La visita a la Plaza Bolívar y el camino hacia el Parque San Felipe El Fuerte. Fue impresionante ir a ver el patrimonio histórico; los vestigios, qué gran tesoro.
La historia de esta ciudad está llena de tantos hitos de perseverancia y valentía. Fue arrasada no sé cuántas veces por la Nueva Segovia, pero en todas esas veces se volvió a levantar y no dejó de luchar.
Y luego en 1812 llegó el terremoto que lo destruyó todo, pero eso no los detuvo tampoco. Así como el Fénix que se alzó desde sus cenizas, el nuevo San Felipe se levantó de sus ruinas.
Ha sido tan entretenido recordar todas estas cosas, ni siquiera me di cuenta que ya dejamos atrás a Guama y Cocorote. Nuevamente levanto la mirada y, a la entrada de Chivacoa, me encuentro con la estatua de María Lionza que se impone con su cuerpo desnudo sobre una danta.
Deidad mítica autóctona del folclore venezolano, representación del misterio universal de la feminidad, el amor y la naturaleza. Reina en la trilogía compartida con el Cacique Guaicaipuro y el Negro Felipe. Reina en la cultura nacional.
Atrás va quedando Urachiche, Sabana de Parra y La Piedra. Se abre el camino de la gran autopista en Yaritagua, y vamos rumbo al Cambural hasta llegar a Veragacha.
En cuestión de minutos el Parque Cardenalito nos dará la bienvenida. La bienvenida a mi Barquisimeto querida. La tierra de mis padres y de mis abuelos. La tierra de mi vida… y la de mis sueños.
Waldylei Yépez
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016.Cimarrón-Andresote.Colección 20 años.Waldylei Yépez.docx
25/09/21 17:57
26/09/21 20:39 - 20:58
27/09/21 21:32 - 21:36
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lunes, 1 de marzo de 2021
La Ciudad del Trueno
Me quedé mirando por la ventana. A lo lejos veía cómo el viento movía insistentemente un árbol de varios metros de alto, y en mi jardín la bugambilia también se movía sin resistencia.
Gotas gigantes de agua golpeaban con fuerza las hojas y las flores. Algunas no resistieron la batalla, y hasta los pequeños ajíes vieron truncado su crecimiento.
Seguí mirando por la ventana. De repente, un centellazo iluminó aquellas nubes grises, y un gran rugido vino después. La Ciudad del Trueno hacía gala de su nombre.
Un sonido muy particular se hizo presente, y fue entonces cuando descubrí que los granizos habían llegado. En el suelo algunos se derretían; otros se acumulaban.
En ese momento pensaba tantas cosas, y a la vez no pensaba en nada. Somos tan pequeños ante la naturaleza. Un solo gran movimiento, y ella podría eliminarnos si quisiera.
Muchos más truenos llegaron. Algunos fuertes y largos. Me sentí protegida bajo mi techo, pero sabía que no todos correrían con la misma suerte.
Somos vulnerables. Algunos más que otros. Vulnerables física, psicológica o emocionalmente. Me quedé callada mientras seguía mirando por la ventana.
Por un instante me sentí sola. Por un instante mi pasado se hizo presente, y la nostalgia llegó con la tarde lluviosa. Un gran vacío me invadió.
Un gran vacío que grita tu nombre con mi voz. ¿Dónde estarás? ¿Cuándo vendrás? ¿Me estarás extrañando mientras cae la lluvia? ¿O será esto toda una locura?
Sin dejar de mirar la lluvia, me acosté en la cama mientras la almohada me abrazaba. Y yo me aferré a ella, tal como me hubiese gustado aferrarme a ti.
Aquí estoy, mirando la tormenta en la ciudad mientras otra tormenta interna me desgarra. Y aquí sigo, gritando mi dolor con cada latido.
Waldylei Yépez
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003.La Ciudad del Trueno.Colección 20 años.Waldylei Yépez.docx
10/02/21 20:34.
26/02/21 18:03.
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jueves, 31 de diciembre de 2015
Doce nuevas intenciones
martes, 29 de diciembre de 2015
Gracias a la vida
sábado, 27 de septiembre de 2014
Se me olvidó decirte
lunes, 1 de septiembre de 2014
¿Cómo "valer la pena"?
viernes, 8 de agosto de 2014
Al hombre que aprendí amar en una noche
011. Al hombre que aprendí amar en una noche. Colección Fuerte y Valiente. Waldylei Yépez.docx
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Círculo perfecto
015. Círculo perfecto. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx
Me he quedado mirando al horizonte, pero en verdad no miro nada a lo lejos, al contrario, estoy mirando hacia adentro, hacia el interior que casi nadie entiende, hacia mi propio interior. Para muchos, quizás, sea raro mirar así, pero siempre llega el momento en que debes hacerlo, y es cuando allí reconoces tu luz y tu oscuridad. Por lo general, es el dolor el que te lleva hasta allá, para luego dar paso a un gran camino, y entre luces y sombras te transformas, es cuando comienzas a entender tantas cosas. A veces te culpas de no haber visto detalles tan obvios, a veces sientes vergüenza de haber transitado un camino erróneo, a veces… bueno, son tantas cosas que no vale la pena hacer una lista de ellas.
Mirando hacia adentro he comprendido tanto, y también he aceptado lo que no pude comprender. Hoy la vida me dio las respuestas que necesitaba, y luego todas mis preguntas cambiaron; así es esta búsqueda eterna donde no siempre se busca lo mismo, y ni siquiera uno es el mismo. Respecto a esto último, aclaro que yo no pienso que seamos capaces de cambiar radicalmente, creo que eso no es posible a menos que no hubiésemos sido auténticos antes; más que cambiar pienso que hacemos ajustes en nuestra vidas, ajustes basados en experiencias o nuevas perspectivas de las cosas. Ya no soy la misma de ayer, algo hizo que “ajustara” lo que fui y creo que ha sido el dolor, el dolor en sus distintas manifestaciones, con sus distintas razones y sin-razones.
Mi dolor hasta hoy estaba basado en creerme atrapada, en creerme ser ese pequeño pajarillo enjaulado que ansiaba liberarse, que aleteaba hasta ocasionarse daño, que se desesperaba por no obtener las respuestas correctas, que buscaba la verdad que hace libre. Hasta que llegó el instante en que dejé de aletear y me quedé mirando mi encierro, sin juzgar sólo observaba, y me di cuenta que no estaba atrapada, que las puertas no estaban cerradas y que fue sólo mi percepción de encierro, lo que me hizo sentirlo. Pude haberme culpado por no haberme dado cuenta antes de mi error, pero en lugar de eso preferí valorar el conocimiento que adquirí, y entre tantas cosas que aprendí estaba el comprender que la desesperación o ansiedad jamás solucionarán nada, y que sólo cuando soy capaz de silenciar las voces que me atormentan seré capaz de escuchar la voz profunda y sabia de mi Ser, esa voz que nace del Amor que vive dentro de cada uno, ese Amor que engendra y guía.
Hoy es el día del círculo perfecto, ese círculo que da inicio y cierre a un ciclo, a uno de tantos ciclos que me afectan. No hay forma de describir el cierre perfecto de algo que estuvo tan recargado de dolor, de tanto daño, pero, a pesar de ello, sí se puede decir sin equívoco alguno que la paz que se siente al final no viene de la acción de un alguien externo. No importa quién sea, nadie externo podrá darme la paz profunda y serena que sólo puedo encontrar dentro de mí, que sólo puedo encontrar cuando retomo la conexión sublime con mi Ser, con mi interior. He allí el círculo perfecto, cuando aparecen lo humano y lo sublime y te sientes parte de ambos, cuando te sientes Uno con el Todo y regresas a tu centro, cuando eres capaz de soltar todo dolor y todo daño.
Aprendí a amar inmensamente, y por eso puedo perdonar también. Te suelto, suelto todo… dejo que lo que quiera irse se vaya, y dejo que lo que me hace daño también lo haga.
Que, a partir de hoy, sea el Amor quien guíe mi nuevo camino, que guíe mis pasos hasta llegar a destino. Que sea el Amor que con sus lazos una lo que debe ser unido.
Que sea el Amor transparente, que sale de todo mi Ser y no de mi mente.
Que sea el Amor, que ilumina como sol, que cierre este ciclo de mi corazón.
Sí, que sea así, que sea el Amor y sólo el Amor el que llene el vacío de mi corazón…
24/09/13 08:09 p.m. - 08:16 p.m. - 08:57 p.m. - 09:17 p.m.
25/09/13 01:07 a.m. - 03:49 p.m.
martes, 30 de abril de 2013
Hoy es el día del perdón y del olvido
jueves, 14 de febrero de 2013
Ojalá pudiera, si tan sólo pudiera...
sábado, 24 de noviembre de 2012
¿Por qué el hombre que amo me hace sufrir de esta manera?
¿Por qué el hombre que amo me hace sufrir de esta manera?
¿Cómo fue que acabó su amor y yo no me di cuenta?
¿Por qué no me dijo que las cosas eran tan serias, que eran tan graves?
Jamás lo imaginé y jamás imaginé que me destrozaría tanto.
Es muy triste que tenga que fingir que no siento tanto dolor frente a los demás. Ocultar el dolor no es sinónimo de sentirse mejor. Pero “por buena educación”, ¿será que hay que tragarse todo para evitar darles lástima a los demás? Si eso es así creo que es muy triste, pues hay cosas que uno no debería fingir como eso de mostrarse bien. Aunque tampoco es mi intención andar tirada por las calles del mundo echándome a morir, para que los demás vean que sufro y para que se apiaden de mí, no es esa mi intención y no es eso lo que busco. Sin embargo, me gustaría no tener que fingir frente a mis seres queridos, tan sólo porque ellos “no quieren verme así”, si no quieren verme así entonces para qué me miran. Y actúan con sutileza con uno, te miran y medio sonríen creyendo que así te sentirás mejor, y de nuevo hay que tragarse las lágrimas porque nadie quiere ver a otro llorar.
Es cierto también que el cómo asumo esto es mi responsabilidad, pero pretender pensar que todo está bien cuando tu mundo se destruyó de un momento a otro es demasiado difícil.
Tal vez tenga razón aquella canción cuando dice: “Pero siempre hay alguien que ama más, y es así ese alguien es el que pierde más”. Me temo que yo fui quien amó más, y no intento disminuir al otro pero no es menos cierto que esto acabó porque ese otro lo quiso así, porque ese otro dejó de amar como aún lo hago yo. Entonces, ¿quién amó más?
A uno le pasan tantas cosas por la cabeza, comienza a pensar en todo aquello que estuvo bien, en las caminatas, en las conversaciones, en la risa, en los planes... y luego te das cuenta que nada de eso valió, pues nunca sirve a favor cuando intentas salvar ese amor que está muriendo. Uno dice: “¿Pero te acuerdas de tal cosa? ¿Recuerdas que dijimos que esto era para siempre? ¿Recuerdas que prometimos comunicarnos siempre? ¿Recuerdas que hablamos de ser tolerantes con el otro? ¿Recuerdas que dijimos que no había nada perfecto en el mundo y que era humano equivocarse?”, y darte cuenta que de nada sirve eso ahora es tan trágico. Sí, trágico porque hace que te mueras por dentro.
Aún en estos momentos, cuando las maletas están hechas y un pasaje que me lleva lejos está comprado, espero a que venga a decirme: “No te vayas, te quiero a mi lado”. ¿Eso va pasar? No, no creo que pase, y no va pasar porque ya no me ama aunque no me lo haya dicho directamente, pero al dejarme ir así es obvio aquello.
Es triste ver cómo se entromete la gente, buscando separarnos para que no hablemos “porque si hablamos nos hacemos daño”. Cada pareja, se supone, es un mundo y cada una de ellas tiene su propia dinámica, por tanto, si es necesario hablar y llorar, ¿por qué no dejan que eso pase? ¿Por qué se siente alguien con el deber y el derecho a decidir si se habla de tal cosa o no? Por eso es que dicen, y con toda la razón, que más de dos la cosa es multitud y no funciona.
Se supone que se ama también cuando se renuncia, el problema es cuando te hacen renunciar a la fuerza o tú lo sientes así.
Me he despertado hoy con el fantasma de mi viaje, sí, es un fantasma porque siento que camino a la guillotina y sin esperanza de salvarme. Quizás debería resignarme a morir, a que se muera este amor, a que se termine de partir el corazón.
“¿Cuánto tiempo es ‘para siempre’? A veces, sólo un segundo”, dice aquella famosa obra literaria. Ahora creo entenderlo.
¿Por qué el hombre que amo me hace sufrir de esta manera?
Es una pregunta que no entiendo ni puedo responder. Quizás un día pueda, quizás...
jueves, 19 de julio de 2012
¿Por qué? ¿Por qué no lo recuerdas?
Hay ocasiones en que me pongo nostálgica como ahora y sólo logro caminar de un lado a otro en mi habitación, eso cuando no estoy simplemente tirada en la cama o el sillón. A veces siento que esto me sobrepasa, que no podré aguantar ni un minuto más tanta tristeza y tanta rabia. Hay veces en que me digo que hubiese preferido no haberte conocido.
Otras veces actúo normal, como si nada pasara, y le sonrío a la vida creyendo que sí hay razones para ser feliz. Salgo con los amigos y voy al cine con los primos, pero aún así el tiempo no es el mismo que cuando tú estabas aquí.
Hay ocasiones en que me insulto por tonta, por sentir lo que aún siento, me gustaría no tener que fingir lo que finjo sólo para que nadie me vea sufrir, para que nadie me vea triste y se compadezca de mí. No quiero la lástima de nadie, no quiero que sepan que aún sufro por amor, por el amor que aún te tengo y que tú no recuerdas. ¿Por qué? ¿Por qué no lo recuerdas? ¿Por qué sí tengo que recordarlo yo? ¿Por qué sí tengo que sufrirlo yo?
Un rayo de sol intenta entrar por la ventana, intenta infructuosamente calentar esta pieza. Yo intento respirar. Todo es un intento en esta habitación, no puedo decir que algo resulte. Sobre la mesa hay un intento de canción o un intento de poema, y en el piso está nuestro álbum de fotografías que se cayó en un intento de volver al pasado, se cayó cuando intenté vernos juntos de nuevo y me causó tanto dolor que mis manos tambalearon, mi valentía se quebró mientras sigo intentando que el nudo en mi garganta no salga, que no salga y moje mi rostro como muchas veces ya me pasó. Cuesta tanto contar lo que se vive en esta habitación, pero cuesta mucho más contar lo que sucede en mi interior.
No sé si pueda contener más tiempo mis lágrimas, quisiera simplemente soltarlas y volver a ser la niña que cuando lloraba alguien le arrullaba. Quisiera... ¡Ay! ¡Quisiera tantas cosas!
Me pregunto cuándo volveré a ver tu rostro, me pregunto cuándo volveremos a retomar nuestros planes, esos que ambos construimos mientras caminábamos tomados de la mano. Me pregunto cuándo podré volver a ver el cielo y verte iluminado en alguna estrella; cuándo esta maldita ciudad dejará de ser sólo una construcción de recuerdos, donde cada calle y centímetro me habla del momento anterior en que pasamos por ahí, pero no habla de que tú estás aquí. Odio ese osito de peluche que me regalaste, lo odio tanto que no me atrevo a botarlo, no me atrevo alejarlo de mí porque él me acerca a ti. ¡Te odio! ¡Desearía jamás haberte conocido!
Caigo al piso de rodillas y lo golpeo, no aguanto este maldito sufrimiento. No aguanto pensar que sólo yo sufro por esto, que sólo yo quiero regresar atrás, que tú estás bien sin mí o que te da igual. No aguanto pensar... Mis lágrimas caen al suelo una vez más.
Éramos felices, yo sé que lo éramos, entonces ¿por qué no recuerdas nuestro amor? ¿Por qué no lo recuerdas si éramos felices tú y yo?
Me gustaría saber si quiera qué fue lo que nos pasó... Me gustaría entender qué hicimos mal, o qué fue lo que no hicimos. Me gustaría levantarme de este piso, dejar de llorar por lo que ya no será, sin dolor ni amargura, sin pesar. Me gustaría tantas cosas, me gustaría dejarte y aún así me pregunto cuándo volveré a ver tu rostro, cuándo recordarás que te quiero y que quiero que regreses conmigo de nuevo... Mi amor, ¿cuándo? ¿Cuándo lo recordarás? ¿Cuándo recordarás que aún te espero? ¿Cuándo? ¿Cuándo me recordarás de nuevo?
viernes, 13 de julio de 2012
Ella podría explicarte cómo me siento
sábado, 7 de julio de 2012
Como fuego bajo la lluvia
Parece que camino contigo, sí, pero la verdad es que camino detrás de ti en esta noche tormentosa y fría, a metros de ti porque te acostumbraste a dejarme atrás, muy atrás, pero antes me hiciste creer que siempre caminaría de tu mano. Creo que lo olvidaste.
La calidez de mi aliento se hace evidente, el calor levanta una nube frente a mi cara. Deben haber como cero grados, o eso siento. Los cero grados no pasan en vano. No siento nada, no sé qué sentir. Da lo mismo el frío del tiempo, al frío que de ti siento o será que, al contrario, el enojo me lleva ardiendo. Eso explicaría el por qué es más evidente el calor que expulsa mi nariz y mi boca. De nada me sirve la bufanda mojada y las manos heladas. Tengo ganas de maldecir todo, mientras mis lágrimas se disfrazan de lluvia.
Maldigo a quien me dijo que el amor era hermoso. Maldigo a tus amigos y los míos por habernos conocido. Maldigo la hora en que decidí dejarte entrar en mí, porque no he ganado más que arrepentimientos, millones de razones para no haberte conocido jamás.
El enojo se acrecienta y también las ganas de gritarte, gritarte que eres un mal hombre, que te odio más de lo que creí. Me molesta tanto que vayas a varios metros delante, me molesta que no puedas ver mi rostro y mis ganas de rayarte la madre.
Maldigo el momento en que las rosas me hablaban de ti, y la lluvia era especial; los fines de semana esperados para verte y la música de amor que me hacía imaginar entre tus brazos, lo maldigo todo. No tengo nada entre las manos, sólo la lluvia y el enojo.
Me detengo un momento en aquel camino escabroso. Levanto mi cara y la lluvia refresca mi rostro. Intento calmar esta rabia, este fuego que siento. Arde mi interior mientras las manos me tiemblan, me es muy difícil respirar. Es difícil respirar tanto dolor junto.
Te miro a lo lejos y pienso en que quizás exagero, en que quizás todo no es tan malo como creo. Mis lágrimas se siguen disfrazando de lluvia. Pienso en lo bueno que fuiste, en lo bueno que has sido con mi familia; pienso en la sonrisa de la cual me enamoré, en esa mirada angelical que a veces tienes. Tal vez estoy exagerando, tal vez no estoy tan enojada, tal vez todavía te amo. Te vuelvo a mirar a los lejos y me doy cuenta que volteaste, te pones las manos en la cintura al darte cuenta que detuve mi camino, me gritas como siempre, me descalificas nuevamente y vuelvo a encenderme...
¡Maldita sea el momento en el que te conocí! Grito dentro de mí. Parezco volcán que erupciona, desprendo tanto calor en esta noche bajo cero que me da lo mismo si me congelo. Arde la piel que me cubre, la mujer de fuego muy rápido se consume. Emprendo el camino de nuevo, con tanta rabia y tanta fuerza que ahora decreto que será la última vez que te veo. Como fuego bajo la lluvia me muero.
Te escucho gritar como si tuvieras mucho poder sobre mí, te escucho regañarme y descalificarme a lo lejos. Pero perdiste, perdiste tantas cosas que ni siquiera te das cuenta. No sabes que acabo de incinerar eso que llaman corazón, amor y similares. Me volví fuego y destruí la casa que construimos, la vida en pareja que alguna vez mencionaste, los momentos que pasamos bajo la luna, los planes de viaje, las ideas y los sueños. Ahora sabrás que he quemado todo, que lo que crees que tienes en realidad lo volví cenizas, lo destrocé todo. Sí, creíste que siempre me tendrías, eso creíste...
A veces me dijiste que sin mí no serías nada, pues te cuento que ahora eres justo eso: nada.
Le prendí fuego a todo, y ahora estoy segura cuando te digo que ésta es la última vez. Vuelves a retomar el camino aún a metros de mí, siempre has sido así: un completo imbécil que ni siquiera se da cuenta cuando el mundo se le derrumba. Siempre tan confiado, creyendo que todo lo controla y que nada perderá, pero déjame decirte que las proporciones de lo que perdiste no las podrás calcular.
¿Cómo pudiste ser tan ciego y tan imbécil? O mejor dicho, ¿por qué te aguanté tanto tiempo si ya sabía que no valías nada? Pero ésta sí será la última vez, porque aunque aún te amaba me llevé a la hoguera y me destruí entera, ya no quedan ni cenizas a las que aferrarse. Ya no existe el amor por el que esforzarse. Sí, había construido un mundo entero, pero me cercioré de quemarlo todo. Sigo quemándome como fuego bajo la lluvia, mientras mis ilusiones gritan tu nombre, gritan que te quiero.
dejé que me ilusionaras,
también dejé que me amaras
y que me pisotearas,
pero esta noche bajo la lluvia,
esta noche de cero y bajo cero,
de enojos volcánicos,
de calor y de fuego
se encendió mi interior y mi cuerpo,
estalló por dentro
e incineró el amor, el corazón y al tiempo.
Me volví fuego y te destruí,
escuché el quejido y la muerte,
escuché que se ahogó,
sí, se ahogó la voz que decía tu nombre.
Volteaste creyéndote con poder sobre mí,
creyendo que podías mandar sobre mí,
pero déjame aclarar quién es la que manda al fin.
Pensé que contigo podía ser feliz,
pero sólo alcance a ser infeliz
en este juego que construiste
para hacerme sentir parte de ti.
Muchas veces perdoné tus errores
y ya me cansé de hacerlo,
me cansé de tus gritos,
me cansé del "te quiero".
Me volví fuego y destruí todo,
las cenizas quedaron bajo cero
y ahora comienza tu mundo de hielo.
Maldigo a quien me dijo que el amor era hermoso,
¡maldigo!, maldigo el puto momento en que conocí tu rostro...
viernes, 1 de junio de 2012
Viejo amigo, hoy que he vuelto a encontrarte
Pasó tanto desde que dejé de verte, han pasado tantas pero tantas cosas, y a la vez siento que no ha pasado nada, y la verdad no sé cómo explicarte. Siento que ni siquiera debería explicarte. No sé cómo admitir que hay ocasiones en que me siento a solas con mi taza de té, y miro aquel líquido mientras se disipa su calor pensando en el ayer y en el hoy.
Qué cara me pondrías si en esta conversación confieso lo que no he confesado a nadie, si te cuento mis derrotas y verdades; si te cuento que los días de gloria quedaron muy atrás.
Odio realmente sentirme en desgracia, sentir que todo está mal y que sigo caminos que no puedo retornar porque ya no hay tiempo para volver a empezar, pues ni siquiera quiero volver a empezar.
Amigo, te veo tan sonriente contando de tu vida, contando del buen empleo que conseguiste y de las dificultades que superaste. Te felicito mi viejo amigo. Pero, justo ahora, estoy pidiendo con ahínco que no insistas en saber de mi vida, que no insistas en saber de mi historia y en cómo me siento. Quisiera confesarte que la rabia y frustración me carcome la vida y el cuerpo, que mis propios ojos quisieran llorar las mismísimas llamas del infierno, que mis problemas son los mismos y nunca los he superado. Es tanto lo que he fallado.
Viejo amigo, recuerdo aquel tiempo cuando era capaz de hablarte sinceramente y confiaba en que podía contarte cualquier cosa, que podía incluso dejarme llorar pues no importaba que me vieras. Yo sabía que a nadie lo contarías. Recuerdo cuando era capaz de muchas cosas y hoy sólo soy capaz de muy pocas.
Me dio gusto saber de ti, saber que verdaderamente estás bien. Lamento que, en tu caso, te vayas con un cuadro inventado de mí, ese cuadro donde todo está bien, donde me viste bien porque así lo fingí.
Viejo amigo, hoy que volví a encontrarte recordé aquellos buenos años cuando mis desgracias eran algo trivial, pero ahora cuando todo ya es distinto, cuando mi tranquilidad se ha hecho añicos, mis recuerdos se vuelven precipicios.
Te veo alejarte caminando en la vereda y bajo mi mirada.
Desearía no tener que esconderme bajo una sonrisa falsa, pero a veces es necesario hacerlo. A veces es necesario hacerle creer a todos y hasta a tu mejor amigo que las cosas están bien... aunque disten mucho de ser así.
Aunque disten mucho de estar bien.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
A un gran hombre
A ese hombre que hoy triunfa gracias a su empeño y trabajo.
Ése mismo que me ha enseñado, a través de sus acciones, que por muy presionado que se pueda estar, siempre se puede salir adelante.
A ese hombre agradecido con sus padres por todo cuanto ellos han hecho por él; padres de los cuales él es el reflejo de lo que son: las más hermosas personas que jamás había conocido.
Esto es para ese hombre que convirtió mi mundo en algo mágico.
Que me permitió desarrollar el más grande amor que yacía en silencio en mi corazón.
Al hombre en cuyos ojos se encuentra la inmensidad de la vida, y en cuya sonrisa queda la ternura intacta de un corazón grande y limpio, un corazón de hombre que conoce de la vida y cuya vida le ha enseñado a ser sabio… Pues él es un gran hombre.
Un hombre que inspira respeto, confianza y seguridad.
Quien con amor te hace ver lo equivocada que puedas estar, pero también es capaz de darte la razón cuando la tienes.
Un gran hombre, aquel que ama sin límite ni reserva y de una manera incondicional.
Yo amo a un gran hombre, y hoy quiero decirle cuán orgullosa me siento de él…
Te Amo. Te Amo con todo mi ser.