La Calle 2 Sur está totalmente desolada. Ella sigue caminando con paso firme, pero siempre mirando el suelo. No parece existir algún vehículo en la ciudad, y de todas maneras ella espera hasta que el semáforo peatonal indica que puede cruzar. Sus pasos van rumbo a la Plaza de Armas, un lugar hermoso y también mágico aunque muchos no lo sepan.
Titubea. Toma aire y camina con intención de atravesar la plaza. Pone un pie sobre la acera y siente que unos ojos la vigilan. Intenta no desconcentrarse de su objetivo, y escucha una burla casi a milímetros de su oído. Se hace la valiente y sigue caminando. Sabe que una sombra negra la persigue mientras otras se esconden detrás de los árboles.
Mira con dirección a la Catedral, pero está cerrada. Se siente observada en cada paso que da. Se detiene de súbito, la sombra negra le sale al paso y su corazón se le acelera; no hay nadie a quien pedir ayuda. La sombra se abalanza sobre ella, y la toma fuerte por los brazos. Ella comienza a decir una oración, eso enfurece a la sombra y sigue luchando hasta que despierta.
Abre los ojos. La luz de la mañana entra por la ventana. Se sienta y respira profundo.
–Fue sólo un sueño.
Se levanta y abre las cortinas.
–¿Está todo bien?– pregunta una voz masculina.
–Sí. Sólo tuve un mal sueño...
–Seguro fue por la película de anoche...
Ella asintió y fue por un vaso de agua. Ya en la cocina, se quedó mirando por la ventana mientras recordaba otros sueños con sombras negras.
–Parece que te afectó mucho ese sueño...
–Disculpa, ¿qué me dices?
–Que parece que te afectó lo del sueño.
–¡Ah! No, no éste de manera especial. He tenido peores.
–¿Quieres hablar de eso?
Ella titubeó.
–No creo que sea para tanto...– continuó él.
–Tengo sueños.... a veces tengo sueños que parecen reales, es como si fueran avisos o señales.
La miró incrédulo.
–Bueno los expertos dicen que los sueños no son más que imágenes de nuestro inconsciente. Tu pesadilla fue por la película de anoche, así que no pasa nada; todo está bien.
Ella intentó decir algo más, pero optó por quedarse callada.
–Ya resuelto el problema, voy a bañarme porque se me hace tarde.
Le dio un beso y salió de la cocina.
–Expertos...– dijo ella mientras siguió mirando por la ventana.
Decidió dormir otro rato después que él se fue a trabajar. Los sueños se reanudaron y ella lo sabía. Estaba consciente de que estaba soñando, y que éste no era un “sueño tonto” como ella les decía a aquellos sueños sin razón ni lógica. Ella había aprendido que si lograba estar consciente mientras estaba durmiendo, debía estar atenta a los detalles que se mostraran porque tal vez podría predecir el futuro.
Se miró a sí misma sentada en un avión comercial pequeño. Junto a ella habían otras personas conversando; ninguna cara conocida. Decidió corroborar mirando por la ventana y vio que iban en vuelo. En ese momento la escena cambió y comenzó a ver un mapa de una zona geográfica; ella no fue capaz de reconocer el lugar, pero estaba segura de que el símbolo del avión marcaba un punto no muy lejano de la costa.
«Es un trayecto... punto de origen y destino... pero no tiene sentido, el destino está muy cerca de la costa y no hay tierra ahí... A menos que...».
Abrió muy grande sus ojos.
«El avión va caer».
Dio un salto y se despertó. Llevó sus manos a la cara.
–¿Será que esto va pasar? ¿O será que ya pasó?
Se quedó mirando el techo.
–Aunque pasara yo no puedo hacer nada. No sé de cuál avión se trata ni de dónde.
Respiró profundo y se levantó. El resto del día no volvió a pensar en el sueño.
Por la noche se metió un rato a Internet y le ganó la curiosidad. Empezó a buscar noticias de aviones y se topó con una noticia de accidente. Entró al sitio a leer y vio que la autoridad declaraba un siniestro cerca de la costa, a minutos del momento en que la nave sale del aeropuerto: “se trata de un avión comercial pequeño, por eso el número de víctimas no es más elevado...”.
Ella se llevó la mano a la boca. Luego copió el nombre del lugar de los hechos y buscó ese punto en el mapa de la zona. Era exactamente como ella lo había visto en el sueño, con la única diferencia de que el punto de caída que ella había visto estaba arriba y en el mapa real estaba abajo.
Cerró el sitio y el mapa.
–¿Cómo? ¿Cómo fui capaz de ver la caída de un avión pequeño en otro continente? Pero sobre todo, ¿cómo fui capaz de ver el mapa de dónde cayó antes de que pasara? ¡Dios mío!
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
001.Scarlat: Cap. 1 - El avión.Colección Scarlat.Waldylei Yépez.docx
23/11/22 17:19
30/01/23 18:30
01/02/23 16:53 - 17:00
Fuente Imagen: Unsplash.
viernes, 3 de febrero de 2023
viernes, 16 de diciembre de 2022
Amaya
Mientras la esperaba me quedé pensando en que he construido una versión de mí que no me hace feliz, y también pensaba en el terror que me da las consecuencias de destruir esa versión.
Miré hacia un lado, y vi a lo lejos que mi amiga se acercaba. Al llegar se dio cuenta que las cosas no iban bien conmigo.
—¿Qué pasa?
Empecé a titubear. Mi mente me dice que hay cosas que se deben callar, pero ella insiste.
—¿Sabes? Estoy agradecida por tener personas como tú a mi lado. Siempre has sido una amiga maravillosa.
Me detuve un momento.
—Entiendo que tal vez no quieras seguir hablando conmigo después de lo que te voy a decir, pero necesito sanar esta angustia que siento.
En ese momento me empecé a cuestionar: ¿No estaré ya muy vieja para estas crisis de identidad?
Los segundos parecían eternos.
—Sólo dilo...
Levanté la mirada y lo solté.
—Estoy enamorada de ti...
Sentí como si algo se hubiese roto. Luego proseguí.
—Has sido una gran amiga, gracias por eso.
No fui capaz de mirarla a la cara.
—¿Puedo preguntarte algo? —, me dijo.
Asentí.
—Si soy tan maravillosa, ¿por qué me estás dejando ir tan fácilmente?
La miré confundida. Ella me miró, y luego me sonrió.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
004.Amaya.Colección Resignificando.Waldylei Yépez.docx
15/11/22 21:16 - 22:44
13/12/22 17:48 - 17:59 - 18:04
Fuente Imagen: Google.
viernes, 29 de octubre de 2021
El Portal de Nochelín II
—Es realmente cansador trabajar con hojas de cálculo…
El comentario la hizo desconcentrarse.
—¿Disculpa?
—Hojas de cálculo—, decía la ejecutiva señalando la pantalla del computador.
—¡Ah!
—¿Irás a la galería hoy?
—¿A la galería?
—¿En qué mundo vives, niña? Sí pues, a la galería… Recursos Humanos preparó una actividad lúdica para todos los trabajadores y se les ocurrió la idea de que fuéramos a ver arte… ¿Puedes creerlo? Yo habría preferido que nos llevaran a un buen restaurante.
—¡Ah sí! Me entregaron el folleto y la tarjeta de presentación, pero la verdad es que ni los vi.
—Sí, tu mundo son las finanzas, finanzas, finanzas…
—Es mi trabajo, por eso me pagan…
—Sí, pero aunque sea aprovecha las oportunidades que te da la empresa. ¿Vamos juntas a la galería? Digo ya que ninguna tiene a quien invitar…
—Ni me hace falta…
—Pues a mí sí… bueno a veces. Es que mira, tener alguien que te haga un cariñito de vez en cuando es bueno.
—¿Y que te amargue la vida también?
—Mira que tengamos un fracaso matrimonial no quiere decir que estemos condenadas para siempre a estar solas. No necesitas hablarle de demonios a la que lo conoció en persona… pero amiga, eso ya pasó. Me divorcié hace tres años, y tú hace dos…
—En verdad un año, ocho meses y trece días…
—¿Disculpa? ¿Llevas la cuenta en minutos y segundos también?
Ella tomó aire profundamente.
—Sólo puedo decirte que no hay minuto en el que no me duela…
—¡Ay amiga!—, le puso la mano sobre el hombro. —Sé muy bien lo que sientes, pero él ya hizo su vida de nuevo y tiene una familia. Tú debes seguir adelante, y no sólo estar metida en esas hojas de cálculo. Vamos a la galería, y después a comer algo. Si nosotras mismas no nos damos ánimo, ¿quién más lo va hacer?
Ella asintió.
—Recoge tus cosas y nos encontramos en la puerta—, salió de la oficina.
Se quedó mirando la pantalla del computador mientras pensaba que su compañera tenía razón, y que era momento para tomarse un tiempo libre. Apagó todo y salió.
Caminaron rumbo a la galería. Ella disfrutaba del atardecer mientras su compañera contaban cosas graciosas de su vida, o le comentaba sobre la idea de adoptar un perro, y así entre risas e ideas perrunas llegaron a destino. La noche de exposición había sido reservada por la empresa para sus empleados, así que todos los presentes se conocían o al menos se habían visto en algún pasillo. Cerca de la entrada encontraron a un supervisor de Recursos Humanos, él era la razón por la cual la ejecutiva estaba tan interesada en ir a ver la exposición.
—¡Amiga, ahí está! Voy a saludar y nos vemos adentro.
Ella asintió.
«Excelente. Ahora me quedé sola en medio de la exposición». Pensó.
—Esperemos que haya algo interesante—, dijo en voz baja mientras miraba buscando las obras de arte.
Aquélla no era una galería muy grande, así que el número de cuadros expuestos era muy acotado. Sin embargo, aunque no eran muchas obras ella se sorprendió gratamente ante los colores y bellas escenas que representaban.
—¡Qué hermoso!—, dijo mientras se quedaba admirando un paisaje de vivos colores.
—Sin duda hermoso…—, se escuchó una voz masculina que se acercaba.
Ella se volteó.
—Disculpe, no quise interrumpirla. Mi nombre es Antón Ricarte, y soy el representante del artista que creó estas hermosas obras.
—¡Oh!
—Hoy me encontraba en la ciudad y quise pasar por aquí a ver cómo estaba todo.
—Entonces representa al artista, qué bien—, y sintió la llegada de su compañera.
—Buenas noches—, saludó al caballero.
—Amiga, el caballero es el representante del artista que se expone esta noche.
—¡Oh! ¡Qué interesante!
—Si hay algo en lo que pueda ayudarlas no duden en consultar, estaré por acá cerca—, dice mientras se retira unos pasos.
Ellas asintieron.
—Pensé que me dejarías aquí botada.
—Amiga, el chico me gusta y no lo niego, pero yo vine contigo y no te voy a dejar sola.
—Me parece correcto.
—¿Te ha gustado algo?
—No he visto mucho todavía, pero mira ese cuadro… es precioso.
—Sin duda.
Caminó un poco, y otro cuadro puesto en la esquina llamó su atención. Su compañera la siguió.
—Ese cuadro lleva por nombre: “Te espero”—, se escuchó de nuevo la voz masculina.
Su compañera le dio un pequeño codazo, señal de que se había percatado que ella le había gustado al representante. Por su parte, ella le dio una mirada de desaprobación porque no le interesaba el tipo.
—Me gusta mucho los colores utilizados—, respondió a secas.
—Hay algo muy interesante con este cuadro en específico—, prosiguió aunque a ella le habría encantado decirle que ya se retirara porque poco le importaba la conversación, pero ante todo había que ser educada.
—¿Sí?
—Como pueden observar, en él se ve a la figura masculina parada en la puerta de la casa, mientras ella está mirando rosas en el jardín, sin embargo, la figura femenina es tan transparente que es como si no estuviera…
—Tiene razón—, dijo la compañera.
—Creemos que habla de una figura ausente, de un sueño o ilusión. Digo creemos porque el artista jamás ha emitido mayor comentario sobre esta obra en particular. De hecho, si se fijan en la esquina superior derecha está la pared, y pareciera que cuelga un cuadro allí. Algo muy raro porque se supone que lo que vemos es la casa por fuera…
—Es cierto—, responde ella mientras intenta visualizar mejor la pintura.
—No estamos seguros tampoco de lo que expresa el cuadro dentro del cuadro, a lo más creemos que se trata de dos animales y un corazón, posiblemente elefantes…
Ella se volteó a ver al representante.
—El artista nunca ha pintado algo parecido, no al menos que haya mostrado públicamente. Recuerdo que en una conferencia… no sé, un par de años atrás… alguien le preguntó por ese pequeño cuadro dentro del cuadro, pero no dio mayor detalle. Sólo dijo algo así como que: “Hay alguien que sí lo reconocería cuando lo viera”.
—¿Y quién podría ser?—, preguntó la ejecutiva.
Él se encogió de hombros.
—Yo represento al artista en lo público, pero es muy reservado con su proceso creativo. A veces sólo se encierra en su mundo y desaparece, es decir, se desconecta de todo.
En ese momento llega una chica, saluda y le habla en voz baja al representante, él asiente y ella se retira.
—El deber me llama. Ha sido un placer conversar con usted, señorita…—, dice en tono interrogativo mirando a la ejecutiva.
—María… mi nombre es María.
—Ha sido un placer, señorita María—, y con gran interés y sonrisa miró a la otra chica.
—Bela… mi nombre es Bela.
—Un placer señorita Bela, espero que podamos coincidir en otra ocasión. Buenas noches.
El caballero se retira mientras su compañera la mira con cierta complicidad.
—No me mires así. El tipo ni me gustó ni espero encontrármelo otra vez en la vida.
—Todavía estás a tiempo de adoptar un perro como yo.
—Sí, prefiero un perro—, y se echaron a reír.
Su compañera siguió mirando las otras obras, pero había algo que llamaba la atención de Bela. Decidió acercarse para ver con más detalle el cuadro que tenía frente a ella.
Sin duda la figura femenina era como transparente, y era un poco difícil visualizar bien el pequeño cuadro en la pared. Se quedó mirando fijamente unos segundos y corroboró que ciertamente eran dos elefantes y un corazón, y que aquello era muy parecido a algo que ella había visto años atrás. Pero hubo otro detalle que de lejos era mucho más difícil de ver, y que el represente no mencionó. Bela se dio cuenta que había una especie de cartel por encima de la figura masculina, y aunque no estaba muy remarcado igual se podían leer unas palabras. Se acercó un poco más, y luego abrió los ojos muy sorprendida.
«No puede ser». Pensó.
El cartel decía: “El Portal de Nochelín”. Metió su mano en el bolsillo buscando el folleto que le habían entregado, y miró rápidamente hasta encontrar el nombre del artista: “Pablo Nochelín”.
—Es mi cuadro—, dijo en voz baja.
Subió nuevamente la mirada en dirección a la obra.
“Hay alguien que sí lo reconocería cuando lo viera” había dicho el representante. Ella se quedó mirando fijamente y se respondió:
—Sí… yo.
Al siguiente día Bela fue a trabajar, pero de vez en cuando su trabajo con las hojas de cálculo se veía interrumpido por el recuerdo de la galería.
De repente su compañera entró a la oficina y dejó unas carpetas encima del escritorio.
—María…
—¿Sí?
—¿Habías ido a la galería antes? ¿Habías visto esa exposición antes?
—Bueno no había visto los cuadros, pero acá entre nos ayude al chico que me gusta con la organización de esa actividad.
—¿Investigaste sobre el artista?
Su compañera intentó recordar.
—Sólo recuerdo que ésta es su más reciente exposición, y que los cuadros fueron realizados el año pasado… ¡Ah! Y tuvo mucho éxito en años anteriores, no sólo a nivel nacional sino también internacional. Hizo una especie de tour o algo así…
—¿Todos los cuadros son del año pasado?
— Hasta dónde sé… sí. No sé si el tipo esté trabajando en cosas nuevas, pero cuando organizamos la actividad eso fue lo que se ofreció: la más reciente exposición del artista. Pero, ¿por qué lo preguntas?
—Sólo curiosidad…
—Ok. ¿Almorzamos juntas?
—Sí, yo te paso buscando.
Su compañera estuvo de acuerdo, y salió de la oficina.
Ahora Bela tenía más curiosidad, así que minimizó la hoja de cálculo y empezó a buscar en línea acerca del artista Pablo Nochelín. Encontró información reciente en el sitio del Centro de Arte Nacional y otros lugares, y fue así como se enteró que Pablo estuvo en muchas presentaciones internacionales en la última década, que estuvo comprometido con la hija de un gran cantante popular pero que su boda fue cancelada por “diferencias irreconciliables”.
—Sigue tan amargado como siempre…—, dijo en voz baja mientras sonreía.
También vio un sitio de farándula que decía que, después de sus grandes éxitos por el mundo, regresó a vivir a su pueblo natal.
—¿Bela?—, se escuchó la voz de su compañera y ella dio un salto. —Dijiste que irías a buscarme y te quedaste trabajando…
—Se me pasó el tiempo, María. Disculpa.
—Tengo hambre, así que no te disculpo nada. ¡Vámonos!
Ella asintió y bajaron al restaurante que frecuentaban. Ordenaron un rico almuerzo y María se quedó mirando a Bela.
—No está casado…
—¿Quién?—, Bela quedó extrañada.
—Nochelín…—, se sonrió. —¿Vas a contarme algo o todavía no?
Bela se sonrojó un poco.
—No es nada importante…
—Bueno mostraste interés, así que investigué un poco y sí, estuvo comprometido hasta hace un tiempo pero no se casó por…
—“Diferencias irreconciliables”—, Bela completo la oración.
María se sonrió.
—Entonces, ¿no es nada importante?
—Admito… que también investigué.
—Lo conoces… ¿cierto?
Ella asintió.
—¿Recuerdas lo que dijo el representante? Lo del cuadro en el cuadro, que el artista dijo que había una persona que sí reconocería lo que plasmó…
María movió su cabeza afirmativamente.
—Soy yo.
—¿Disculpa? ¿Tú? ¿Me estás diciendo que es una especie de mensaje codificado para ti?—, se mostró interesada en conocer más mientras sonreía. —¡Cuéntame más!
En ese momento llegó la orden, Bela calló mientras servían los platos.
—¡No me dejes así! ¡Cuenta!
—Conocí a Pablo…
—¡OHHH! Ya estamos hablando de “Pablo”, ya no es “el artista”…—, se reía.
—¿Me vas dejar contar?—, se reía también.
María asintió mientras comía.
—Yo acababa de terminar mis estudios de Contabilidad y Finanzas aquí en la capital, pero regresé a mi pueblo y mientras encontraba un buen empleo allá pues acepté un trabajo en casa de Nochelín para limpiar, cocinar, etc. A veces tenía un carácter de los mil demonios, pero era respetuoso y la paga era buena. Estuve allí algunos meses, y terminé cambiando todo porque tal como lo decía su representante: se desconectaba y vivía en su propio mundo. Cuando llegué esa casa era un claro desastre.
—¿Y qué onda con los cuadros y el mensaje codificado?
—Nochelín había pintado un cuadro de elefantes muy bonito y me lo regaló. Entiendo que es la única versión que existe, y la tengo yo… así que por eso creo que usó uno de sus cuadros para hacer referencia al que me regaló a mí.
—¡Espera! ¿La chica transparente eres tú?
Ella se encogió de hombros.
—Pero si eres tú, ¿quiere decir que te está esperando?
—¿Qué quieres que te responda? Yo no lo sé. De hecho, quizás me estoy inventando todas estas cosas.
—Bueno… si fuera real sería algo muy romántico. Sí, sería bonito…
Bela se quedó mirándola.
—Oye Bela, pero para que creas que él te espera a ti es porque alguna señal de amor había… ¿o me equivoco?
Bela se sonrojó. María se sonrió con complicidad.
—Bueno…—, por un instante vaciló. —Se puede decir que sí.
—Soy toda oídos… sigue.
—No sé exactamente en qué momento, pero comenzó a cambiar sus hábitos y empezó a ser más amigable y atento conmigo. Una noche llegó a mi casa con un segundo cuadro, en él había pintado mi rostro y la verdad era un cuadro muy hermoso… pero me sentí incomoda al recibirlo…
—¡Ouch! El tipo no te gustaba…
—Era un poco más complicado que eso. Pablo tenía quince años más que yo, y eso me hacía mucho ruido.
—¿Por qué?
—Eso no puedo explicarlo con palabras. Hoy que soy más vieja pienso que fue una razón muy tonta, pero en aquella época lo percibía como algo importante. Digamos que sentía que una relación con él era un desafío que yo no quería asumir.
—En pocas palabras, el tipo era feo—, y se echó a reír.
—No—, Bela también se rió. —No se trataba de eso. Supongo que no lo conocí en el momento adecuado.
Sábado por la noche y no hay ningún plan. Su fiel compañera María había ido a bailar con el chico que le gustaba y ella estaba encerrada en su departamento. Su control remoto funcionaba correctamente, de eso no había ninguna duda, pero ningún canal trasmitía algo interesante. Tampoco tenía ánimo para ponerse a ver cosas en línea. Soltó el control remoto y se levantó de su asiento.
—Quizás no sería tan malo adoptar un perro que me acompañara—, dijo mientras reía.
Se quedó mirando por la ventana. El cielo estaba despejado y se podían ver las estrellas. Se sonrió y dio un suspiro. De repente, una voz en la televisión dijo:
—Realmente tenemos mucho talento nacional, en todos los ámbitos. Recientemente se publicó una investigación del Dr. Raimundo Cruz que da cuenta de una posible vacuna para ciertas enfermedades, eso es un gran orgullo para la nación. En la arquitectura tenemos a Don Camilo Venegas; en la música a nuestro gran Nacho Conte; en el deporte a Janis Valenzuela y en la literatura a Linda Pontevedra. ¿Qué decir de la pintura? El destacado Pablo Nochelín…
Ella abrió grande sus ojos y se volteó a mirar la televisión, allí pudo ver la foto de Pablo en la pantalla aunque sólo un par de segundos.
—Ok—, dijo mirando hacia arriba. —¿Qué está pasando? Por más de diez años… d-i-e-z a-ñ-o-s nunca lo escuché mencionar ni vi nada sobre él, pero estas dos semanas a donde miro está Pablo… requiero una explicación…
Suspiró nuevamente y volvió su mirada a las estrellas.
¿Qué estaba pasando? ¿Acaso ésta era una confabulación universal? ¿Por qué tenía que saber sobre Pablo? ¿Por qué ahora después de tanto tiempo? ¿La soledad la estaría afectando? ¿Se estaría pasando películas en su cabeza que no corresponderían a la realidad? ¿Acaso muy dentro de sí quería creer en una historia, en un sueño, en una ilusión?
Regresó a su asiento. Giró su vista hacia el closet, y después de unos segundos se levantó de nuevo. Se quedó mirando hacia adentro y divisó una gran caja al fondo, la sacó y la puso sobre la cama. Quitó la tapa y se quedó mirando las cosas que tenía guardadas. Se sonrió al ver una foto suya siendo apenas una bebé, entre otras fotos familiares, y además encontró el cuadro de los elefantes y el corazón. Se quedó mirándolo.
Recordó la ocasión en que abandonó la casa Nochelín, y revivió cada detalle como si no hubiera pasado el tiempo. Estaba absolutamente segura de que debía alejarse de él, y no era porque Pablo no le gustara sino porque él no era lo que ella quería para sí misma; ella quería un hombre de su edad, alguien con quien pudiera aprender las cosas que se aprenden en la etapa de la vida en la que estaba, y Pablo pues ya había vivido esa etapa de su juventud. Simplemente ella no era la mujer adulta que creía que Pablo necesitaba por entonces. Quince años de diferencia era una barbaridad… aunque ahora ya no tenía la menor importancia. Ella pensaba en que algo que aprendes siendo adulta es que las cosas no son tan graves como parecen, o que ciertas acciones dejan de darte vergüenza, claro esto es así cuando estás totalmente decidida; caso contrario, una desventaja es que piensas mucho más, es como si se te acabara la osadía.
Bela ya no era osada, y eso ella lo sabía. Prefería seguir donde estaba, trabajando en lo que siempre había trabajado, siendo absolutamente objetiva al entender que nada es eterno en la vida, y menos el amor… Agustín se lo había enseñado. Bela estuvo casada con él cinco años, y él había prometido amarla siempre; el problema es que cuando la gente dice “siempre” realmente se refiere a un “mientras tanto” o “mientras se cumplan ciertos criterios”. Cuando Bela dejó de cumplir los criterios de Agustín, él simplemente le pidió que se fuera y ella tuvo que ceder porque habría sido una tontería insistir en quedarse en un lugar donde ya eras indeseable. En menos de un año Agustín se volvió a casar y tuvo un hijo, pero Bela se conformó con mantener su trabajo y vivir sola en su departamento. Es cierto, cuando estaba dolida se arrepintió de haberlo conocido y de haberse casado con él, pero también admitía que, independiente del final, había sido una experiencia de mucho aprendizaje. No lo odiaba, pero le daba tristeza recordar toda la felicidad y el dolor que se causaron.
—El amor no es para mí—, se dijo a sí misma.
Puso todas las cosas dentro de la caja y la guardó en el mismo rincón oscuro.
Al día siguiente Bela se encontró con María en un centro comercial.
—¿Qué te parece esta blusa? Se ve maravillosa.
Pero al parecer Bela no estaba prestándole atención.
—“¡SÍ AMIGA! ¡SEGURO TE QUEDARÁ MARAVILLOSA! ESTOY ABSOLUTAMENTE ATENTA A LO QUE DICES”—, dijo enfatizando sus palabras.
—¿Qué?—, Bela despertó de su letargo. —¡Ay! Disculpa, yo…
—Yo… ¿yo qué? Estás en cualquier lugar menos aquí.
Bela se sintió avergonzada.
—¿Por qué no te tomas unas vacaciones?
—¿Para qué? No tengo planes de nada, y quedarme encerrada no creo que ayude mucho.
—¿Por qué no vas a visitar a tus padres?
Bela la miró.
—Si de verdad te está esperando, no lo hará toda la vida—, le sonrió.
—¿Y si estoy equivocada? ¿Y si yo me inventé todas esas cosas del cuadro?
—Ok, supongamos que no es real, ¿qué pierdes con averiguarlo? ¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Bueno podría sentir mucha vergüenza si me presento allá y ni siquiera me reconoce…
—¿Y? Tus padres viven allá, no tienes por qué decirle que fuiste por él. Yo sólo sé que si fuera una persona lejana y equis en la vida para ti, jamás te habrías hecho tanto problema y tu actitud no hubiera cambiado después de ver ese cuadro en la galería. Él te importaba y mucho, ¿no es cierto?
Bela se quedó mirando unas prendas y, por unos instantes más, evadió la mirada de María.
—Sí—, por fin confesó. —Yo estaba enamorada de él, pero “lo dejé ir” porque racionalmente consideré que era lo mejor para ambos. Era mi secreto, jamás se lo dije a alguien. Me dolió mucho salir de su casa la última vez que lo vi, sentí como si me arrancaran algo de adentro. ¿Sabes? A veces me quedaba viéndolo mientras pintaba, e incluso cuando estaba enojado me parecía lindo—, reía.
—¿Por qué te fuiste Bela?
—Porque creí que él necesitaba a alguien mejor que yo—, se le enjugaron los ojos.
—Él y sólo él podría saber qué necesitaba o no. Decidiste por él entonces, no lo hagas de nuevo.
—¡Hijita de mi corazón! ¡Qué bueno verte!
—Mamá… Estoy feliz de estar aquí—, se abrazaron.
Saludó a su papá y a su hermano.
—Tu habitación está lista, así que vamos a dejar tus cosas allá—, le dijo su papá.
—¿Ya desayunaste? Yo igual te hice desayuno.
—No te preocupes mamá, estoy bien. Pero nunca está de más un rico café.
—Te lo preparo inmediatamente.
—Gracias mamá—, la siguió hasta la cocina. —He visto varios cambios en el pueblo, así que caminaré un poco y regresaré antes del almuerzo.
—Claro que sí, hijita. Te vas a dar cuenta de lo hermosa que está la iglesia de la Plaza de Armas, y los arreglos que se han hecho. El nuevo alcalde está haciendo un buen trabajo.
Bela tomó su café y luego salió a caminar. Pasó por el centro y la plaza principal; la iglesia estaba abierta así que decidió entrar, y recordó cuando iba con su mamá siendo una niña. Salió y siguió caminando hasta encontrar aquella gran reja que la ponía tan nerviosa. Empezó a temblar y le dio dolor en el estómago.
—Ok, ya estoy aquí… que sea lo que tenga que ser—, se dijo a sí misma.
Cruzó la calle, y se dio cuenta que la reja estaba abierta. Se asomó y escuchó una voz masculina:
—Yo creo que podríamos poner un par de rosas más en esta zona, y otras hacia allá. También hay espacio para un árbol frutal en aquella parte. Podemos poner algunos elementos decorativos, y creo que será suficiente para hacer llamativo el jardín. Estoy seguro de que quien venga a verlo quedará maravillado.
Alcanzó a ver al hombre por detrás y Bela concluyó que se trataba de un jardinero.
—Esa es la idea—, dijo otra voz masculina. —Que cuando venga alguien se enamore del jardín y de la casa, eso hará más fácil el proceso…
Esa era una voz conocida. Se le aceleró el corazón. Había imaginado tanto este momento, y ahí estaba su voz de nuevo.
«Pablo…». Pensó.
Los hombres estaban de espalda así que no se percataron de su presencia en la puerta. Ella dio unos pasos más, y se hizo de la fuerza necesaria para hablar.
—Buenos días.
Ambos se dieron vuelta.
—Buenos días, señorita—, dijo el jardinero.
Pablo tardó un poco más en responder, estaba sorprendido.
—Buenos… días—, por fin respondió.
Se dirigió al jardinero y le dijo:
—Juan, ¿podrías traer las cosas que faltan de la tienda?
—Por supuesto, regreso después del almuerzo para continuar el trabajo. Con permiso.
Pablo esperó hasta que estuvieran solos.
—Es una sorpresa verte, ¿cómo estás?
—Bien.
—Me alegra. ¿Estás visitando a tus padres?
—Sí. Tengo algunos días libres y vine a verlos.
—Qué bueno.
Bela se dio cuenta que detrás de Pablo reposaba un cartel que decía: “Se vende”.
—¿Venderás la casa?
—¡Ah!—, se volteó y señaló el cartel. —Sí, hace un mes decidí vender la casa. Tengo planes para irme a vivir al extranjero.
—¿Y eso?
Él se sonrió.
—A veces hay que volver a empezar de cero. Durante toda mi vida me he aferrado a muchas cosas y a personas… pero ya empecé a soltar todo. Por alguna razón, comienzo a sentirme libre. Qué bueno que estés aquí, eso me permite despedirme también de ti.
Bela sintió como una puñalada en el pecho.
—Dame un minuto, por favor—, y entró rápidamente a la casa.
Ella esperó frente a las rosas, y cuando él volvió se detuvo un instante en la puerta para mirarla de lejos. Se sonrió y se acercó a ella. Traía un paquete en sus manos. Ella volteó.
—No voy a ser capaz de llevarme todo, así que hay cosas que se van a quedar y será decisión de los nuevos dueños si dejarlas o echarlas a la basura. Todavía tengo tu cuadro—, señalando el paquete en sus manos. —Sería una lástima que lo echaran a la basura, así que pensaba dejarlo en casa de tus padres. Pero, para mi sorpresa, el universo confabuló para que vinieras así que te lo doy a ti para que lo dejes donde tú quieras—, le entregó el paquete.
Ella se quedó mirando el paquete.
—“¿El universo confabuló?”—, ella preguntó.
—Sí, yo no creía esas historias, a decir verdad—, se ríe. —Pero hace unas semanas me dio por pedir una cosa… al universo digamos.
—¿Qué pediste?
—Pedí cerrar ciclos. Pedí volver a empezar, pero esta vez en paz.
—¿Había un ciclo abierto conmigo?
—Por supuesto. Tú lo sabes.
—¿Por qué me dejaste ir?
—Porque tú querías irte.
Ella se quedó en silencio.
—Tu presencia me hizo mucho bien. Yo me había encerrado en mí mismo y entre cuatro paredes por años, pero volví a tener fe en la vida y en el amor. Después de ti, de los meses que estuviste aquí, me volvió a interesar los viajes, me enamoré y amé mucho a una buena mujer; no me casé porque no se dieron las circunstancias, pero lo importante es que retomé mi vida y eso me hizo mucho bien.
Dio unos pasos alrededor de las rosas.
—Estuviste muy presente en mi vida, y debo admitir que un día me descubrí esperándote. ¿Puedes creerlo?—, se sonrió. —Gracias Bela.
—¿Por qué? Yo no he hecho nada.
—Me devolviste la alegría… gracias.
—¿Hubieras querido algo más de mí?—, se aventuró a preguntar.
Él se sonrió.
—Lo quería todo… todo. Hasta tu mal carácter—, se echó a reír.
—¡Ja! ¿Disculpa? ¿Y dónde queda tu mal carácter?—, también se rió.
Él volvió a mirarla sonriendo.
—Está bien. El amor no se puede obligar. Entiendo que resulta bastante incómodo recibir muestras de cariño de alguien que no te gusta, o que no quieres. Así que prefiero que hayas sido sincera conmigo, siempre te he agradecido eso.
Ella no dijo nada. Él creyó que ya no había nada más que comentar. Se volteó a ver una zona de árboles frutales.
—Creo que no va ser tan difícil vender la casa.
—¿Te preguntaste alguna vez si yo te quería?
Se volteó nuevamente a mirarla.
—Deseaba con todo mi corazón que lo hicieras, pero estaba claro que no era así.
Ella evadió su mirada y dio unos pasos. Él creyó que se iría, pero se detuvo y miró el paquete entre sus manos. Se volteó a mirarlo a él.
—Yo estaba enamorada de ti…
Él se sorprendió por la confesión. En ese momento tuvo sentimientos encontrados, porque aunque le dijera que lo había querido igual ella hablaba en pasado.
—Me fui porque creía que yo no era lo suficientemente buena para ti, que yo no era lo que tú necesitabas.
Él intentó disimular, esa parte de la confesión no se la esperaba.
—Supongo que ya no importa, pero al menos quiero que sepas que sí te quise.
Ella bajó su mirada y volvió a mirar el paquete. Ahí empezó su marcha.
—¿Y ahora?—, se apresuró a preguntar él. —¿Todavía me quieres?
Ella se detuvo. Vaciló unos instantes y él lo notó. Entonces él caminó hasta ella. La vio con los ojos enjugados.
—¿Hace alguna diferencia saber eso?
—Sí… para mí lo cambia todo—, le respondió seriamente. —Una palabra tuya lo cambia todo.
Ella lo mira de frente.
—Siempre, siempre te he querido. Yo… te quiero.
Pablo abrió grande sus ojos. Había esperado esas palabras por más de una década. Tenía tantas emociones en el cuerpo que no sabía cómo reaccionar. Se le ocurrió besarla, y ella le correspondió.
—Te esperé tanto tiempo—, le decía mientras la abrazaba. —Creí que este día jamás llegaría. Eres todo lo que siempre quise, no necesito más.
La miró de frente. Los dos estaban muy emocionados, y entonces sus labios se fundieron en un beso de amor apasionado.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
021.El Portal de Nochelín II.Colección 20 años.Waldylei Yépez.docx
14/08/20 20:00
18/08/20 19:23
18/10/21 21:47
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lunes, 21 de septiembre de 2020
Y luego dicen que “Dios no existe”
Hace un tiempo atrás llamé por teléfono a una persona muy querida, y recuerdo que ese día nos contábamos que nuestra salud iba bien, que en lo económico estábamos algo apretaditos, y que nuestros políticos seguían sin dar el ancho. Enumeramos los problemas de la pandemia, las posibles soluciones —porque a todos nos gusta sentirnos un poco “expertos” en cosas que realmente no sabemos— y conversamos de las cosas malas que suceden en el mundo. De repente —y como incluyéndose en la conversación— escuché a lo lejos al hijo de mi interlocutora cuando decía: “Dios no existe”. Debo admitir que fue como un balde de agua fría, pero luego disimulé e ignoré lo que había escuchado cambiando la conversación. Minutos más tarde nos despedimos y la llamada finalizó.
Dejé el teléfono a un lado y me quedé pensando en aquella frase: “Dios no existe”. Recuerdo que me pareció tan contradictorio que ese muchacho dijera eso, pero comprendí que lo dijo porque es lo más fácil que podemos decir cuando miramos lo mal que están muchas cosas en el mundo. Como si achacarle la culpa a Dios —por su aparente apatía e inacción hacia los problemas— nos quitara la responsabilidad de encima. Total, Dios no se va defender de aquella acusación, así que a Él le podemos echar la culpa del mal que existe en el mundo, porque la lógica de estas personas dice que si Dios existiera no pasarían cosas malas, ni permitiría las injusticias que existen.
Pero, ¿realmente Dios tiene la culpa de todo porque “no hace nada para evitarlo”? Bueno yo hice un pequeño ejercicio ese día, porque realmente quería entender a este muchacho, quería entender por qué pensaba lo que pensaba. Recuerdo que partí enumerando algunos males del mundo haciéndome preguntas al respecto, algo así:
La guerra
¿Desde cuándo existen las guerras o los conflictos armados? ¿Cuántos millones de muertos han generado en el mundo? ¿Estamos conscientes de que hoy en día hay decenas de conflictos activos en el mundo? ¿Que naciones se lanzan misiles entre ellos como si aquello fuera parte del día a día? ¿Cuántos se deben a colonización, no reconocimiento de pueblos/naciones o por líneas limítrofes de territorio? ¿Cuántos muertos han causado el nacionalismo, el racismo o la discriminación? Pero la pregunta más importante: ¿Desde dónde se originan los conflictos armados? O mejor dicho, ¿quién genera esos conflictos? La respuesta: El ser humano. Todo en base a estructuras políticas, militares y territoriales.
Por otra parte, la industria armamentística constituye un poderoso mercado mundial. ¿Y quién inventó el dinero, el mercado y la economía? Sí, el ser humano.
El hambre
Miles de personas mueren de hambre en el mundo cada año. ¿Existe acaso la capacidad de generar comida para todos? Probablemente sí, pero ¿económicamente es conveniente? Y ahí aparece de nuevo el tema del mercado. La vida de las personas debería valer más, pero como humanos no hemos actuado acorde a eso —porque si hubiera sido así no estaríamos hablando de esto ahora—. ¿Desde hace cuántos años toneladas de comida se pierden en el mundo porque nadie las compró a tiempo? Además, existe una gran variedad de productos alimenticios en el mundo de distintos sabores, olores, aspectos, etc. Pero esa diversidad no llega a países de África —o algunos lugares de Latinoamérica que están peor— ¿y por qué no llegan? Porque no los pueden pagar.
El hambre va de la mano de la pobreza, algunos países tienen mejor economía que otros, pero también es cierto que algunos han tenido un mejor manejo gubernamental que otros. ¿Cuántos países se han sumido en la pobreza por culpa de sus propios gobernantes y sistemas de gobierno? La corrupción en pleno se puede notar en la clase política de muchos países del mundo. ¿Y quiénes constituyen la clase gobernante de las naciones? Sí, de nuevo seres humanos. ¿Y quiénes son los políticos corruptos? Seres humanos.
Las enfermedades
La salud no es un derecho en todos los lugares, aunque uno pueda creer que sí y las organizaciones internacionales lo estipulen de esa manera. Pero no, porque aunque en teoría un país diga que el servicio de salud es un derecho, si no puedes pagarlo simplemente no obtendrás la mejor atención. Y también tenemos casos donde la atención es gratuita, pero se carece de cualquier insumo y/o equipo médico para atenderse, lo que te deja en nada aunque tengas un médico parado frente a ti.
Y si hablamos de los países más pobres que no tienen ni acceso al agua potable, y la desidia es lo que reina en sus centros de atención hospitalaria, ¿existirá acaso la posibilidad de que no se constituyan focos de enfermedades allí? Pero además, ¿quiénes son los responsables de las políticas públicas, de los planes de acción gubernamental, del aprovisionamiento de insumos hospitalarios y alimentos para los pacientes y del acceso al agua potable? Sí, humanos.
Las drogas
La industria farmacéutica es un poderoso mercado mundial que no está dispuesta a trabajar al costo, y miles de personas se quedan sin acceso a medicamentos que pudieran salvarle la vida… pero no los pueden pagar. ¿Dinero? ¿Mercado? ¿Costos? ¿Ganancias? ¿Quiénes crearon esos conceptos?
Del lado de lo ilegal, las drogas como la cocaína son creadas con combinaciones químicas, distribuidas en el mundo a través de aviones, barcos, submarinos, y en el camino corrompen hasta a la fuerza pública/organismos de seguridad para lograr llegar a los consumidores. ¿Cuánto daño han causado las drogas ilegales en el mundo? Pero sobre todo: ¿Quiénes son los responsables de su creación, distribución y consumo? De nuevo, los humanos.
Y después de revisar estos planteamientos habría que preguntarse: ¿Por qué le achacamos a Dios las consecuencias de las cosas que los mismos humanos hemos creado? ¿Qué es lo que estamos esperando? ¿Que Dios nos detenga a nosotros mismos? En otras palabras, ¿Dios no existe porque no nos detiene? ¿De eso se trata?
Somos responsables de la mayoría —¿o casi todos?— los males que afectan al mundo, pero es más fácil decir que Dios no existe porque no actúa. Por cierto, ¿alguna vez nos hemos tomado el tiempo de enumerar las cosas buenas que nos pasan? Ese muchacho que dijo que “Dios no existe” recibió un milagro en su vida, pero al parecer no se dio cuenta.
Hay otras preguntas que deberíamos respondernos hoy: ¿Soy capaz de darme cuenta que pasan cosas positivas en mi vida? ¿Que me han ocurrido pequeño milagros de los que debería sentirme agradecido? Y más importante aún: ¿Tendré la voluntad de generar pequeñas acciones para mejorar mi entorno porque yo también represento a ese “Dios en Acción” que quiero ver?
Tienes libre albedrío, eso significa que puedes creer lo que quieras creer. Yo creo que Dios existe en lo que me rodea, y en las personas que me rodean. A veces sólo se necesita cambiar la actitud, y entonces comienzan a manifestarse las cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor y que no habíamos visto. Cambia el cristal con el que miras al mundo, y tú mundo cambiará.
“Señor, ayúdanos a comprenderte.
Que tu gracia sea cada día”.
Waldylei Yépez
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010.Y luego dicen que “Dios no existe”.Colección Séptima Región.Waldylei Yépez.docx
21/09/20 09:13 p.m. – 10:09 p.m.
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lunes, 20 de julio de 2020
El Clan: Milagro en la oscuridad
El vínculo del clan puede estar tan ampliamente arraigado, que determina relaciones especiales con todas las personas del mismo, aunque estén fuera del ámbito territorial propio, incluso aunque habiten a gran distancia y nunca hayan tenido previamente contacto entre sí. Sahlins, Marshall D. (1972)
Por estos días lo “normal” se rompió; las instituciones mencionan un nuevo concepto de “nueva normalidad” que nadie entiende, y la depresión se ha aparecido sin pedir permiso. Por estos días… bueno, la oscuridad ha tomado un nombre científico, algunos le dicen SARS-CoV-2 y otros simplemente dicen COVID-19. Lo cierto es que el común de los mortales le decimos coronavirus, pero son sólo nombres que representan lo mismo: la oscuridad. Una oscuridad nacida del miedo, miedo a lo que “está allá afuera” y que te puede matar (porque nadie sabe si su organismo será capaz de aguantarlo o no); miedo a salir y no saber si estás condenando a muerte a alguien que vive contigo, porque da la sensación que contagiarse es como… eso: llamar a la muerte. Tal vez es muy dramático lo que digo, pero a ciencia cierta se sabe muy poco de este malvado bicho. Y aquí estamos, divididos entre aquellos que no salimos o salimos muy poco para no exponernos o exponer a nuestros seres queridos, y aquellos otros que no creen o no quieren creer… o simplemente no les importa.
Yo estoy del lado de la gente a quienes sí les importa cuidarse y cuidar a los cercanos, pero Dios sabe que para nadie ha sido fácil todo esto. Sin embargo, no hemos estado solos en esta lucha. Mientras las jaurías del mal han estado allá afuera acechando y causando dolor, en las puertas y ventanas de nuestras casas los Ángeles y Arcángeles vigilan y resguardan. Dios está presente, Él jamás se ha ido, y podemos encontrarlo en los milagros más inesperados, los que ocurren allí en tu hogar mientras lavas los platos o usas WhatsApp.
Los milagros siempre se han asociado a lo imposible; a historias mágicas que sólo les ocurren a cierto tipo de gente, pero en verdad son historias mágicas que están ocurriendo todo el tiempo a la gente común, así como tú y como yo. Y, para darte un ejemplo, quiero contarte una de esas historias mágicas, una historia que ocurrió hace muchas noches, y cuyos protagonistas no tienen nombre porque no los necesitamos. Esta es una historia mágica en tiempos de coronavirus…
Una noche me fui a dormir y me despertó un dolor abdominal en la madrugada. Ya sabía de qué se trataba porque dos meses antes terminé en el hospital por lo mismo; en aquella ocasión desperté con un dolor insoportable en la boca del estómago, pero me quedé acostada tanto como pude esperando que amaneciera, y fue entonces cuando avisé en la casa lo que me sucedía. Dolor, vómitos y otros síntomas hacían que me sintiera muy mal, y decidimos ir a un centro asistencial primario. Recuerdo que me senté en el auto absolutamente desesperada, yo no sabía si aquello era un infarto o si simplemente me iba a descompensar y desmayar. Mi acompañante tardó dos minutos en subirse al auto, pero para mí fue eterno ese instante. Partimos y casi chocamos por el nerviosismo. Seguimos el camino hasta el centro de salud. Primero nos equivocamos de lugar, y tuvimos que caminar hacia otro edificio; yo no sabía si iba ser capaz de llegar. Por fin entramos, me senté mientras mi acompañante notificaba la emergencia, y me pareció una eternidad el tiempo que tomó la notificación y que me pasaran a tomar los datos y la presión arterial. Luego otra eternidad hasta que me llamaron y me vio la doctora. Me pusieron una solución con calmantes, y entre tanto yo seguía vomitando en la papelera de basura que estaba cerca de mí. Sin embargo, no había un efecto a mi favor y eso me desesperaba más.
Recuerdo que pedí ayuda a un enfermero, y luego a una enfermera. Les dije que el dolor no se me pasaba, y en el caso de ella me respondió que la solución no era mágica, que tenía que dejarla actuar o darle más tiempo. Me sentí muy triste y frustrada; me preguntaba por qué me había dicho eso, si yo lo único que quería era que entendieran que la solución no era lo suficientemente fuerte y que por eso no me estaba ayudando. Seguí en la espera, siempre “abrazada” a la papelera de basura para poder vomitar y no dejar un desastre en el lugar. Un rato más tarde me hicieron una radiografía, me pusieron otra cosa y quedé acostada en una camilla. El dolor nunca se fue, y fue entonces cuando me derivaron al hospital. Una ambulancia me trasladó, y nuevamente tuve que esperar hasta que me atendieran. El dolor se agudizó mientras estaba sentada en la sala de espera; aquella era una situación terrible, estaba absolutamente desesperada por el dolor en el pecho y en la espalda; inicié un vaivén de la mano sobre la rodilla, como si sobar la rodilla pudiera ayudar en algo o balancearse hacia adelante o hacia atrás, pero la verdad ya no sabía qué hacer. Fue muy terrible. Por fin me llamaron, y después de una revisión médica se da la orden de ponerme un calmante más fuerte… fue entonces y sólo entonces que pude descansar.
Dos días más tarde tuve que volver al hospital por una ecografía. La verdad no queríamos estar cerca de un centro asistencial porque ya la amenaza del coronavirus había llegado a la ciudad, pero yo no sabía qué estaba pasando conmigo y necesitábamos saberlo, necesitábamos saber qué estaba causando ese infame dolor. Recuerdo que me llevaron en silla de ruedas desde la sala de espera hasta la sala de ecografías, y mientras esperaba mi turno en el pasillo anunciaron por radio la fase más alta de confinamiento. El peligro había llegado y el nivel de precaución debía ser extremo.
Pasaron dos meses y llegó aquel segundo día de dolor, pero la situación del coronavirus era mucho más complicada. Las tasas de contagios y fallecidos iban hacia arriba aceleradamente, y yo al menos tenía miedo a salir de casa. Ir al centro de atención primaria o al hospital no eran opciones ese día, así que me dispuse a tomar la medicina que me habían recetado la primera vez. Ese día el dolor fue igual de terrible, y aguanté hora tras hora esperando que aquella medicina hiciera efecto… pero nada pasó.
Recuerdo que nos mirábamos aquí en la casa y la gran pregunta era: ¿qué hacemos? Claro ya teníamos un brote de coronavirus en la ciudad, nos habíamos mantenido hasta ese momento con cuarentenas voluntarias, pero además teníamos una persona mayor en casa, y pensar que podríamos traer el virus y contagiarle era una idea que me estaba torturando. Sí, podía ir al hospital y en algunas horas tal vez ya no tendría ese dolor, ¿pero esto podría significar un funeral en unas semanas más si se contagiaba un adulto mayor? No podíamos permitir eso.
Pasaban las horas, y recuerdo que en algún punto pedí colocar un banquito al borde de la taza de baño, así podía quedarme sentada dentro del baño todo el tiempo que necesitara entre los episodios de vómitos y dolor de estómago. A ese drama se sumaba el dolor en la espalda y el pecho que me impedía incluso estar acostada. No había acomodo posible. Me sentaba y en automático iniciaba el vaivén de la mano sobre la rodilla y el “Ay Dios, ay Dios, ay Dios” que era lo único que podía decir en mi desesperación. Me miraban también desesperados en la casa, no sabían qué hacer para ayudarme. Yo seguía tomando medicina y medicina, pero mi suerte no cambiaba.
Ya habían pasado más de doce horas y el dolor no se iba. Ya no podía seguir así. Oré a Dios y le pregunté por qué me había abandonado, porque hasta ese momento yo había aclamado tanto la ayuda de los Arcángeles, ellos que son Instrumentos de Su Amor y que están presentes siempre… pero no habían aparecido. Y entonces pedí un milagro para mí, porque salir al hospital habría significado un riesgo. En ese instante el celular vibró, abrí para ver el mensaje y eran algunas imágenes, pero mi atención se centró en el remitente: “El Primero” en el clan. Entendía que él había sido enviado y fue entonces cuando le conté lo que me ocurría.
Pero, ¿quién es este personaje? o ¿qué es un clan? Bueno en términos básicos se trata de un conjunto de personas unidas por un vínculo. En el mundo existen innumerables clanes, y todos tienen el mismo origen o el mismo Padre: El Todopoderoso. Aquel llamado “El Primero” no es más que el que une a varios co-creadores bajo la figura de un clan, pero este grupo de personas están caracterizadas por un algo que va más allá de ellas o de un vínculo familiar, y son capaces de unirse para formar una única fuerza o haz de luz. Algo llamativo de los clanes es que este vínculo ni siquiera depende de que tengan que estar en el mismo sitio geográfico, o si quiera que se hayan visto alguna vez en la vida, porque lo que importa es la energía… el Ser.
“El Primero” leyó con suma atención mis mensajes y entendió mi desesperación, y así como tantas otras veces convocó al clan para unir fuerzas, y a través de sus oraciones al Todopoderoso pidieron por mi mejoría. Era tanta la energía y la conexión, que algunos me vieron en sueños esa noche. Yo a ellos jamás los he visto, pero en el mundo espiritual eso no es importante.
Esa noche se llevó a cabo un proceso de sanación. Y aunque físicamente estábamos separados por miles y miles de kilómetros, espiritualmente estuvimos uno al lado del otro. Un par de horas más tarde desperté, las luces estaban apagadas y yo yacía en mi cama. No había dolor. Por fin pude descansar después de muchas horas. Tomé el celular y agradecí al clan todo su amor, ese amor que me había sanado y me había dado paz interior.
Dios está presente en nuestras vidas de múltiples formas, y a veces nosotros mismos somos los instrumentos que sirven para llevar amor, sanación y luz a otros. Si estás aquí es porque es tiempo ya de que te conectes a tu clan, te necesitamos. Necesitamos la luz que es capaz de proyectar tu corazón y tu amor, ese haz de luz que hoy mismo necesita el mundo. Porque una oración tuya jamás queda sin escuchar; una oración tuya puede sanar un gran dolor físico, psicológico o emocional. Tú puedes ayudar a lograr el milagro, el milagro que tanto necesitamos en medio de esta oscuridad.
Recuerda que los milagros no les ocurren a “cierto tipo de gente” o en momentos “muy especiales”, sino que están ocurriendo todo el tiempo a la gente común. Estar aquí en sí mismo ya es un milagro. Que tú estés aquí es otro milagro, y a través de ti llegarán más milagros a otras personas, porque tú y yo somos Instrumentos del Gran Poder Universal. Tú y yo somos la representación de Dios en Acción. Bienvenidos al clan…
“Señor, ayúdanos a comprenderte.
Que tu gracia sea cada día”.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
009. El Clan: Milagro en la oscuridad. Colección Séptima Región. Waldylei Yépez.docx
15/07/20 06:35 p.m. – 06:48 p.m. – 06:55 p.m.
20/07/20 06:43 p.m. – 07:06 p.m.
Fuente Imagen: Google.
viernes, 3 de enero de 2020
El mejor regalo que la vida me dio
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
002. El mejor regalo que la vida me dio. Colección Séptima Región. Waldylei Yépez.docx
14/06/2019 08:28 p.m. - 09:55 p.m.
Fuente Imagen: Google.
martes, 19 de noviembre de 2019
Mikhael (Miguel, El Arcángel)
domingo, 30 de diciembre de 2018
Resolución de Año Nuevo
Puedo decir que este año gané experiencia de vida. Conocí a las personas tal como eran, y no como pretendían mostrarse. Pude ver la buena voluntad de quienes puedo llamar mis amigos, pues ellos estuvieron cuando más los necesitaba. Sufrí la carencia, pero también gocé de la abundancia. Recibí malos tratos y hasta algún tipo de acoso, pero también me encontré con personas buenas que me tendieron su mano, me orientaron y me ayudaron. Corrí bajo la lluvia, y mi piel se quemó bajo el sol. Me sacrifiqué por objetivos y metas que logré alcanzar, y lloré desconsoladamente ante las pérdidas que sufrí. Fui un apoyo cuando alguien me necesitó, y yo fui asistida cuando de alguien necesité. De todo lo que viví, siempre algo aprendí.
El próximo año no sé qué cosas nuevas vendrán, pero es probable que como cada año traiga sus propios desafíos, sus alegrías y sus tristezas. No sé lo que vendrá, pero estoy absolutamente segura de que estoy lista para enfrentar lo que venga, porque la vida me ha preparado a través de las distintas experiencias. El futuro no es más que una tendencia que inicia con las decisiones que ya he tomado o que estoy tomando hoy, y si estoy descontento o si quiero que mi futuro cambie pues debo comenzar por cambiar mis decisiones y forma de hacer las cosas, sólo así el futuro cambiará. En general, siempre recibiré lo que estoy sembrando, con alguna que otra “sorpresa” de la vida que igual podremos enfrentar porque estamos capacitados para hacerlo.
Mi resolución es muy simple, no voy hacer una lista de las cosas que quiero alcanzar porque la vida no es una lista, yo tan sólo quiero: vivir. Y vivir significa estar en paz conmigo misma y con los demás; estar en armonía con el medio en el cual estoy, lo cual incluye la naturaleza, animales y vecinos. No me voy a proponer la paz mundial, está fuera de mis manos lograr ese cometido, pero puedo poner el granito de arena que me corresponde desde mi hogar o mi entorno. Vivir es también disfrutar de cada minuto en el cual respiro, sabiendo que la vida ocurre aquí y ahora y no en el antes o en el después. Vivir, sí, eso es todo lo que pido.
Por último, quiero agradecer a Dios por la oportunidad de estar aquí, y le pido que nos siga bendiciendo a todos. Que tengamos un feliz fin de año junto a las personas que amamos, y que sigamos dando lo mejor de nosotros mismos en el próximo año.
¡Feliz Año Nuevo para todos!
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
015. Resolución de Año Nuevo. Colección Amaranta. Waldylei Yépez.docx
29/12/18 08:30 p.m.
30/12/18 06:28 p.m. – 06:33 p.m. – 06:42 p.m.
Fuente Imagen: Google.
miércoles, 17 de octubre de 2018
Karolyne
lunes, 11 de junio de 2018
Entre estas paredes
No tardas en despertar, te estiras un poco y me miras, así descubres que estoy despierta y sonrío al verte. Te acercas a mí y me abrazas. Tu cabeza descansa sobre mi pecho desnudo mientras acaricio tu espalda. Te doy besitos en la frente hasta que tus labios buscan los míos. Primero llegan los besitos tiernos, y el tono sube al compás de tu lengua y de la caricia en mis piernas.
A punta de caricias la habitación se calienta, mientras mi vientre te lleva a cuestas. Bailamos al ritmo de la pasión, ése que pone en la piel al corazón. Bailamos al unísono, bailamos mientras me pierdo en la calidez de tus manos y del beso debajo del ombligo. Recorro toda tu masculinidad y recorres toda mi femineidad. Recorremos todo monte y montaña, los ríos, el volcán y la lava. Recorremos todo un mundo en secreto, entre estas paredes que escoden la desnudez en que tienes mi alma y mi cuerpo. Entre estas paredes que protegen nuestro amor, nuestros sueños y anhelos.
Waldylei Yépez
Datos del archivo:
006. Entre estas paredes. Colección Amaranta. Waldylei Yépez.docx
20/05/18 12:48 p.m. – 12:53 p.m.
22/05/18 08:40 p.m.
Fuente Imagen: Google.