sábado, 21 de junio de 2008

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En silencio

027. En Silencio. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Ella sostenía ligeramente un tenedor común y corriente, jugada con uno de los compartimentos de su bandeja donde había una porción de ensalada. Se quedó mirando a su alrededor mientras mordía un pedazo de pan, sentía que era vigilada por cuanta mirada pasara por su alrededor. Detestaba equivocarse, se preguntaba si estaba agarrando bien el tenedor y el cuchillo - ¿Dónde va el tenedor? ¿En la derecha o en la izquierda? ¿Cómo me comeré este pollo con los cubiertos? ¿Por qué no agarrarlo con la mano? -. Se suponía que aquel era el momento de descanso, el momento de la comida pero estaba tan angustiada por las miradas que prefirió dejar la bandeja casi llena con tal de salir de ahí, se sentía acechada y solitaria, a pesar de que le rodeaban unas ciento cincuenta persona aproximadamente. Entonces salió de aquel comedor, no sin antes escuchar un comentario a lo lejos: “¿Por qué tan triste?”. Ignoro lo que decían, como si no fuera con ella y se marchó.
Comenzó su caminata por la avenida principal.
Miraba la cera mientras caminaba, luego las islas que separaban las avenidas de ida y venida, el correr de los autos. Miraba todo y no miraba nada a la vez.
Se sentía desolada, triste, muy triste.
Su mano rozaba sutilmente la cerca, mientras su paso no se detenía. Le miraban caminar, ella lo sentía pero permanecía en silencio, totalmente en silencio, ni siquiera pensaba en algo, sólo respiraba y caminaba como si eso solamente bastara.
- ¿Por qué debo sentirme así? Y de paso, ¿Por qué me importa tanto lo que los demás piensen? ¿Por qué? - se decía para sí misma.
Después su mente volvió al silencio. Caminó muchas cuadras hasta llegar a su casa. Entró y se fue directo al cuarto. No miró a nadie a los ojos, sólo se encerró en aquella habitación. Lanzó su bolso a una silla y se tendió en la cama. Tomo su almohada y la apretó muy fuerte contra su pecho. Y fue entonces cuando, en aquel silencio y oscuridad, estando de bruces aceptó que se sentía tan frágil y desolada que agradecería tener a alguien que le diera un simple abrazo, pero no había ése “alguien” en quien confiar y en quien apoyarse.
Todo transcurrió en silencio. Tenía a cuestas un problema que le hacía sentir terrible. Su sentir le carcomía el alma pero el silencio le hacía bien en ésa ocasión, porque en silencio no había reproches, burlas ni criticas.

Y así permanecido ella mucho rato… en silencio.

21/06/08 11:38 p.m.
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viernes, 6 de junio de 2008

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Una vez

026. Una vez. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Nunca he escrito mi historia como lo hago hoy, tampoco he escrito ni sobre mí ni sobre mi sentimiento como lo expreso hoy. Sí, son otros pares de letras, pero los más bellos que podría darte jamás, porque es mi corazón quién te escribe, quién hoy ha decidido valerse de las palabras, de la unión de las letras del abecedario para plasmar de alguna manera un sentimiento… mi sentimiento.

Te he dicho que te quiero cientos de veces, y no me cansaré de decirlo, de hecho quiero decirlo un millón de veces más si tú me lo permites. Me encantaría acompañarte todo el tiempo que sea necesario porque es tu amor el que me hace respirar felicidad, porque es contigo que yo me siento completa. Ya lo ves, es mi corazón quién te escribe ahora, es él quién te ha escrito siempre.

A veces tendemos a “medir” cuánto queremos y cuánto nos quieren, pero he aprendido que no es necesario traer una “escala de medida” y que no se debe hacer. Eres digno de recibir el más puro amor, de ser amado sin restricción y sin reservas, por ello yo te quiero sin medidas pues lo hago de manera infinita.

En el mundo, existe una palabra que no tiene igual, que lo expresa todo porque resume de manera importante la inmensidad del universo, lo colosal del océano y la delicadeza de las rosas. Es ella el motivo principal de mis líneas. Una palabra que ha estado implícita a la luz de mis vivencias, pero que a pesar de todo no me he atrevido a decirla abiertamente, pues no se ha dado la mejor ocasión para pronunciarla y que puedas escucharla al salir de mi boca. No era mi intención escribirla para ti la primera vez que la dijera, quería que la escucharas mientras me mirabas a los ojos, y decidí en un momento dado que esperaría la “ocasión más adecuada” para expresarla… aunque eso me llevara una prolongada espera. Sin embargo, hoy platiqué con mi corazón y él me hizo ver un par de cosas importante, primero que eres lo mejor que me ha pasado en el mundo, algo tan maravilloso; y segundo, que me digo que te quiero sin restricción pero me estoy poniendo una “restricción” al decirme a mí misma que “no puedo” decir tal cosa aún, cuando en realidad es lo que siento. Pero hoy decidí que la pronunciaré desde el fondo de mi corazón y la plasmaré en letras al menos una vez, y que la segunda vez que te la diga será cuando puedas verme a los ojos y escucharme.

Hoy me he levantado con tu imagen en mi ser,

y he sonreído a la llegada del amanecer,

porque hoy más que nunca siento esto grande en mi pecho

a pesar de que entre tú y yo exista tanto trecho.

Hoy vine a decirte lo que te diré tan sólo una vez,

pero aunque sea una vez te lo diré con todo mi ser,

desde mi corazón vienen estas palabras

palabras que sólo pueden salir de mi alma.

Hoy vine a decirte tantas cosas resumidas en una sola,

en una sola expresión, y a una sola voz…

cuánto te amo mi amor…

06/06/08 10:17 p.m. – 10:42 p.m.
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miércoles, 19 de marzo de 2008

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Las cartas perdidas de William Andrés

025. Las cartas perdidas de William Andrés. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Un día, como cualquier otro, me encontraba bastante aburrida. Caminé por distintos lugares intentando concentrar mi atención en alguna cosa, pero nada daba resultado, hasta que algo cambió el ambiente, y por ende, el día que llevaba a cuestas.

Terminé frente a una persona que limpiaba un viejo escaparate. Estaba muy entretenida botando y botando viejos periódicos, libros roídos, pedazos de hojas y otros trastos. A su lado yacía una enorme bolsa negra de basura, yo apenas le di una mirada rápida al contenido y a lo que quedaba dentro de las gavetas, lo que no iba ser desechado.

En un momento dado, vi pasar por sus manos varias hojas de papel dobladas, al mirar más detenidamente me di cuenta que eran viejas cartas. Ella les dio una ojeada muy rápida como viendo de qué se trataban y luego las volvió a doblar para dejarlas en su sitio. El tono amarillento era testigo del tiempo, y eso me llamó la atención de ellas así que las tomé y supe que no eran cartas de quien revisaba aquellas cosas, de hecho, eran tan variados los contenidos de aquellas gavetas que estimo habían sido de distintas personas, y todas habían quedado allí en ése escaparate de recuerdos.

Lo primero en lo que me fijé fue en las fechas, no eran para nada recientes, rondaban hacía la conclusión de los años setenta.

« ¡Tengo en mis manos una carta de hace treinta años! ». Pensé.

Me llegué a preguntar cómo había sido la ciudad hacía treinta años. Seguramente bastante distinta de lo que es hoy.

La curiosidad me abordó. La persona que limpiaba seguía entretenida en lo suyo, no le molestaba que tuviese aquellas cartas en mis manos, así que me tomé el atrevimiento de seguir leyendo aquellos pedazos de papel.

Las primeras líneas daban saludo a los destinatarios. La primera de ellas una señora, que ya hoy en día es una anciana, y a su hija. Posteriormente, se hacía mención de conflictos e interposiciones. Lamentablemente, una carta sólo dice hasta dónde se haya plasmado en ellas, el resto de la historia es historia y por ello queda en el pasado. Pero había cierto sentimiento, ése “poder de las letras” que me llamaba la atención, ésa manera y sentir que plasmó quién escribió aquello.
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martes, 18 de marzo de 2008

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Creí conocerme

024. Creí conocerme. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Alguna vez creí conocerme... Pensé que sabía cómo era, que ya había visto todas y cada una de mis expresiones al ser la encargada de manejarme a mí misma. Entonces, ¿Quién mejor que yo para saber cómo soy? Ésa pregunta parece tener una respuesta bastante lógica, sin embargo, la vida da muchas vueltas y terminamos descubriendo otras facetas nuestras. En esto último, debo decir que tienes cierta cuota de responsabilidad, pues has sido tú quien me ha enseñado que apenas conocía la capa de mi forma ya que mi forma es más extensa de lo que creí.

También pensé que podía expresarme con totalidad a través de las letras, que las palabras podían describir cualquier cosa, pero me equivoqué. Comprendí que no está dentro de mis capacidades hacer eso, el expresar cabalmente cualquier sentir o emoción a través de ellas. Eso me lo dijo mi propio corazón cuando emocionado miraba las estrellas y se perdía en la inmensidad de lo que es llamado: sentimiento, sin poder describirlo.

Adicionalmente, soñé que un día llegaría a descubrir qué era eso que todos llamamos Amor. Pude sentir fuertes emociones que se le parecían, y por ello, creí que sabía qué se sentía Amar, pero me volví a equivocar. Creí saber cuáles eran mis límites, pensé que no tenía mucho para entregar y poco lo que podría recibir, pero también cambiaste eso. Cambiaste muchas cosas, tantas la verdad y no hay forma de agradecer.

Creí conocerme… En serio, lo creí. Pero me di cuenta que me faltaba mucho para poder concluir realmente eso, pues cada cosa aquí dentro se movió, y otras se hicieron tan potentes que arrebataron de mí el control, mi corazón corrió como loco en tu busca, mi mente dejó de funcionar y ahora se la pasa viviendo tu imagen. Viviendo… qué hermoso es vivirte, porque no es lo mismo que verte ni pensarte, vivirte es algo que trasciende los límites comunes.
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domingo, 20 de enero de 2008

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Si no fuera por él

023. Si no fuera por él. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

La mayoría de las veces que uno trata de decir algo, no lo consigue. Jamás dices las cosas cómo las pensaste por muchas causas. Esquivamos lo necesario tal vez para no sentirnos vulnerables, rechazados o juzgados. Sin embargo, hoy no tengo miedo de decir lo que pienso. No sé si esto va hacerte sentir mal o si simplemente rechazarás mis palabras, pero si lo digo es porque necesito hacerlo.

Confesión es una palabra poderosa cuando se procede con transparencia. Pocas veces en mi vida me he confesado pues la mayoría del tiempo me detuve, pero las veces que me detuve fue por temor, por pensar que mis palabras podían ser los cavadores de mi propia tumba. Pero me pregunto, ¿Qué más tumba que el silencio que nos encadena a pensar que es mejor callar? Entre decir y callar sólo hay una diferencia, la respuesta.

Quiero decirte esto, y tiene que ser ésta noche porque mañana me arrepentiré, luego cada uno podrá seguir su camino. Quería decirte lo mucho que me has hecho sentir, para que el mundo lo sepa y para que no se me olvide al pasar de los años.

Deseaba dejar claro el por qué de muchas cosas. Puedes comprenderlo u olvidarlo.

Hubo un tiempo en que conocí a un ser espectacular. Creí por muchas razones que él era el hombre perfecto para mí. Encendió muchos sentimientos y emociones dentro desde el amor a la pasión, de los celos a la necesidad de compañía, pasando por la alegría y el llanto. Lloré por él como nunca lo hubiese hecho por nadie más. Lo amaba o por lo menos eso creía mi corazón, y lo siguió creyendo hasta hoy. Llegué a pensar que no habría nadie como él que me hiciera sentir tantas cosas juntas… hasta que te conocí.
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jueves, 3 de enero de 2008

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Nuevas páginas en blanco

022. Nuevas páginas en blanco. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

A lo largo de la vida uno construye su propio camino, pues como dice aquel escritor al caminante: el camino no existe, se hace el mismo al andar. Hoy nace un nuevo año, un nuevo capitulo en el libro de la vida de cada uno. Allí en tus manos yacen nuevas páginas en blanco. De ahora en adelante, eres responsable de la letra y escritura de cada espacio vacío. Tienes la potestad de elegir qué escribir, qué borrar y los puntos en blanco que quedarán.

En la primera de las hojas, vamos a plasmar un agradecimiento a la vida por darnos la oportunidad de seguir caminando en nuestra historia. Recordemos con alegría los nombres de las personas que hicieron la diferencia en los días ya pasados, y que esperamos sigan a nuestro lado.

Este año será un reto, estará lleno de muchas cosas y grandes desafíos, pero no tengamos miedo a vivirlos.
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miércoles, 26 de diciembre de 2007

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Palabras de Navidad

021. Palabras de Navidad. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

El 24 de diciembre es el día de la espera de regalos. El Niño Jesús se prepara para nacer, y en su nombre todos los niños recibirán presentes que irán desde carritos, trenes y bicicletas hasta video juegos y demás. El ambiente yace rodeado de fuegos artificiales y pirotécnicos, la sonrisa en la cara de los más pequeños es lo que reina a la espera del niño. Recuerdo que muchas veces me dije que ésta fecha es para los pequeños, mientras nosotros los adultos festejaremos el año nuevo. Todo parecía marchar con tranquilidad en casa, mientras al fondo sonaba alguna música. Ya casi eran las 12 de la media noche. De repente, mientras caminaba por el pasillo escuché algún susurro. Me detuve pensando que alguien me hablaba pero no había nadie cerca, seguí mi camino hasta la cocina donde preparé alguna cosa para comer, el resto de la familia estaba reunida en la sala. Allí volví a sentir que me hablaban, pero nadie apareció. Puse mi plato de comida en la mesa del comedor y volví a escuchar alguna cosa, pero ésta vez me quedé en absoluto silencio y tratando de poner la máxima atención que pudiera y fue cuando oí:
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jueves, 20 de diciembre de 2007

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A las 12 en punto

020. A las 12 en punto. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Ésta es la hora en que vivo en el pasado, 11:59 p.m. dice mi reloj y 12:01 a.m. posteriormente dirá, así que dentro de un par de minutos estaré en el futuro.

Pasado y Futuro, dos cosas distintas y tan ligadas entre sí pues la gente dice que sin Pasado no habrá Futuro. Me pregunto si realmente el Tiempo existirá, o si sólo es el resultado de una absurda comparación. Pasado es “lo que hice antes de hacer esto”, y “esto” es el Hoy que antecede a “lo que haré más adelante”, llamado Futuro. En fin, no es de mi interés explicar nada y menos sobre el Tiempo, se lo dejo a los expertos.

Por lo pronto, miraré cómo pasan los siguientes segundos hasta que se hagan las 12 en punto. Y luego viviré con sumo gozo los siguientes 60 segundos, pues es el minuto donde todo se detiene, donde no existe ya el ayer con sus innumerables problemas, el estrés del tráfico, del bullicio del centro de la ciudad y la cara de molestia de la mayoría de la gente... es un estrés vivir en el pasado. Es una locura pretender que nuestros instantes de ahora sean igualitos a los anteriores, muy a pesar de que aquellos hayan sido agradables, pues cada uno tiene sus necesidades e ideas que rotan, como rota la tierra, porque absolutamente nada es estático en la vida. Lo estático no avanza, lo estático es contrario al vivir. ¿Y qué es vivir? No detenerse.
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sábado, 8 de diciembre de 2007

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A la partida del tren

019. A la partida del tren. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Se le vio salir con ansía junto a una maleta hacia la estación. No se sabría describir su estado de ánimo, pues parecía una mezcla de tristeza, frustración y rabia. Nadie supo en aquel vecindario qué la movía o determinaba su partida, a excepción de su fiel acompañante y amigo. Él sencillamente prefirió no decir nada al respecto, sólo escucharla.

Llegó unos minutos antes de la aparición del tren. Aún no despertaba el sol. Partiría en el primer viaje del día, así pocos le verían alejarse. De hecho, tampoco le avisó a su amigo del día y hora de viaje, pero igual éste se enteró y la siguió sin que ella se diese cuenta. Por el camino, estuvo muy pendiente de su seguridad y lucho contra sus ganas de pedirle que se quedara.

Él la vio sentarse en un banco de madera. Colocó su maleta cerca y miraba los rieles en espera de su transporte. Cargaba sus botas marrones y el abrigo que él le había regalado en el cumpleaños. La vigilaba desde la cerca, algunos metros lejos y en silencio. Pensaba que debía acercársele y despedirse, pero lo detenía su mente cuando le decía que por algo ella no había querido despedirse de él.

La vio tan frágil, tan desprotegida allí sentada que su instinto protector se desbordaba. ¿Qué era lo que sentía? Estaba triste. Algo muy importante se le estaba yendo de las manos y no podía hacer nada.

Fue entonces cuando apareció el tren sobre los rieles. El ruido típico se apoderó del entorno y su corazón se aceleró. Él se aferró a la cerca.
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jueves, 6 de diciembre de 2007

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Crepúsculo

018. Crepúsculo. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Hace unos pocos días, vi resurgir con el fuego de la tarde al poeta caminante. Lo vi detenerse frente a mi portal y sentarse en la acera. Salí en su encuentro y me senté junto a él. Quedamos un rato en silencio mirando al horizonte donde podía verse las montañas, tiernamente cubiertas por el cálido sol crepuscular. Aquel fue un gran espectáculo natural, no lo olvido pues fue la primera y única vez que vi tan mágico instante.

- ¿Qué has hecho? -. De repente me preguntó.

- No muchas cosas, lo normal y cotidiano -. Fue mi sencilla respuesta.

Estaba acostumbrada al “marchar” del poeta. No se detenía en ningún sitio; como nómada viajaba y viajaba por el mundo, pretendía ser totalmente “libre”. De hecho, cuando lo vi me dije: « ¿Qué hará por aquí? ». En cierta manera, era más distante que la distancia.

Durante largos minutos conversamos trivialidades. No cambiaba su actitud, seguía siendo jovial pero maduro cuando debía.

Al rato, le pregunté:

- ¿Qué te parece la tarde? -.

Miró las montañas unos segundos. Hizo un suspiro profundo, tan profundo que pensé era su corazón quien lo había hecho.

- Es exactamente... lo que nunca tendré -.
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Hoy voy a morir

017. Hoy voy a morir. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Si me preguntan que si quiero decir algo, la verdad es que no.

Si me confiesan que parezco triste, creeré que se equivocan.

Si murmuran acerca de mí, la verdad no me importa.

Si creen saber todo sobre todo, pues... qué me importa.

Simplemente ya no parezco feliz.

Ni rastro queda de la persona más fuerte del mundo.

Hoy quisiera ya no estar.

Ya no temo ni a la soledad.


Si crees que merezco tu lástima, te la puedes guardar.

Si crees que tu alegría me servirá, es mejor que te la quedes, quizás la vas a necesitar.

Si me dices que tu preocupación vela por mí, pues no preocupes.

Si sientes impotencia, presta atención a otras sendas.

Nada me ocurre hoy.

Sólo estoy sin pensar, sin actuar ni meditar,

porque sin querer queriendo hoy voy a morir.
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sábado, 3 de noviembre de 2007

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La vida se esfuma... con cada gota

016. La vida se esfuma... con cada gota. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Encima de mi mesa yace una jarra de agua. Ella es transparente como su contenido, y su asa es de un hermoso cristal. Es una pieza maravillosa, y es una pieza única como la misma vida y cada persona. Sin embargo, hay un detalle que no podrá ser ocultado siempre. Tiene un pequeño agujero, y por allí lenta pero constantemente se vacía. Quise remediar el problema, pero hasta hoy no se ha encontrado la manera. El orificio pasa desapercibido ante la vista, para lo externo todo está perfecto, pero para quién conoce el mero centro de la base, sabe que lo que allí reposa es más que un pequeño mal.

No he encontrado quién pueda repararla, y remediar su dolor. No hay forma de reemplazarla tampoco. Quisiera tener en mis manos la posibilidad de detener su brote, pero sólo me queda mirar cómo se escurren por mis dedos los fluidos.

Ésa jarra lleva mi nombre, ve con mis ojos y escribe con mis manos. Dentro de sí, lleva el fluir de mis recuerdos, de mis anhelos y hasta de lo que he olvidado. Y en la base, lleva lo que me aqueja desde siempre: un escurrir de vida.

Durante días, meses y años, he visto tus quejidos. Tu mal humor. Tus ganas de morirte para no tener que enfrentar tus problemas, y sin pretender comparar, me veo a mí mismo y me digo en silencio: “¿Qué sería de ti, si vivieras lo que yo?”. No lo sé, y no te lo deseo.

Te miro y veo a alguien fuerte, alguien que podría hacer lo que quisiese, pero a pesar de ello no lo quiere. Me miras y me dices que puedo hacer lo que quiera, pero lo que en realidad quiero no puedo hacerlo.
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martes, 30 de octubre de 2007

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Sé que no es el momento

015. Sé que no es el momento. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

No esperaba que está ocasión llegara. Pretendía pensar que todo era “prolongable”, y que los “para siempre” sí existían. Como niña que sueña, quería vivir sumergida en la fantasía pensando que caminar juntos era imprescindible. Quería pretender ser tan importante, que aún la erosión del tiempo no pudiese borrarme. Soñaba tantas cosas, que aunque sólo fuesen utopías, confiaba en ellas ciegamente. Hoy me he dado de frente contra la realidad, e inmersa de soledad y nostalgia echo mi prosa al andar.

Pisando fuerte la tierra, como huella que pisa huella, decidí tomar una decisión. Este quizás no sea el momento más preciso. Como un vaso de agua fría que choca contra el rostro, me temo será mi noticia. Me ha costado un mundo decirte estás cosas, me he llenado de lágrimas mis ojos y de suspiros el corazón, mis dedos desaceleran su paso mientras mi mente viaja como la más veloz de las locomotoras. No sé cómo continuar…

Por mi ventana, diviso a dos pequeñas aves sobre el árbol. Parecen satisfechas de estar juntas, parecen ser felices entre cada salto de rama en rama. Sin embargo, una ha decidido volar mientras la otra me mira con tristeza, luego alza su vuelo en dirección opuesta. Veo que más de uno, correrá la misma suerte que yo.

Ése es el mensaje de mi carta, ha llegado el instante de que me vaya. Sé que no es el momento, justo ahora que comenzamos a conocernos un poco más, la vida se interpone y me hace perder la batalla.
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Desaparecidos digitales

014. Desaparecidos digitales. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Más que una contraseña y usuario
es una vida en un diario,
la verdad enmascarada
detrás de un nick y una espada.

Mientras yacía conectada
y esperaba te conectaras,
tu cuenta ni conectabas
en tantos meses y semanas.

Cercioré la cuenta MySpace
pero ninguna entrada fue incrustada,
pregunté a los Bloggers del momento
y según ellos, no tienen conocimiento.

Verifiqué tu número en mi “cel”,
y de inmediato lo dizque,
me salió: “número equivocado”
a pesar que atentamente, lo había anotado.

Alguien me dijo que quizás cambiaste de Nickname,
y que tu correo ya no es de Hotmail,
que te creaste uno de los tantos millones de Gmail,
y que quizás se te extravió mi mail.

“Un poeta” fue tu nombre
detrás un Roberto, Enmanuel o Luís Conde,
me llamabas: “Niña linda”
mientras era Adriana, Luisana, Fabiana o Maria Luisa.

Muchas veces me enviaste las Tarjetas Gusanito,
y unos correos bien bonitos,
hoy mi buzón está vacío
pues ni Cartas ni Postales fue el envío.

Releí tus correos del pasado
y me han llenado de nostalgias,
ver lo que fue y hoy está olvidado,
ver lo que fuimos, y que hoy se ha marchitado.

Hoy escribo esto a ver si te encuentro…

Atención:
Si eres “el Ángel”, o mi “Romántico Caminante”,
escríbele a la “Niña de Diamantes”…

¡Pronto! Antes que el tiempo… Me haga olvidarte.

30/10/2007 01:32 p.m.
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martes, 23 de octubre de 2007

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¿Cómo decir?

013. Cómo decir. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

¿Será que podemos hablar unos instantes? O mejor dicho, ¿Será que puedes escucharme un momento? Me imagino que estás ocupado, como siempre lo has estado, pero quiero decirte algo. Por favor, deja de escribir o de mirar el objeto que miras, en su lugar mírame a mí que estoy aquí. Sé que el negocio es importante, también comprendo que debes trabajar pero son sólo unos minutos de tu tiempo lo que quiero.

Sí, ya me has dicho que me quieres, y también me has dicho que me piensas. Pero yo sé que, en verdad, sólo es en los instantes que nos vemos, cuando te acuerdas de éste rostro. No por favor, no digas que sólo busco discutir y que nada me satisface. No me ofrezcas cosas materiales, eso no me interesa aunque pienses lo contrario. Yo sólo… te he amado demasiado.

Hoy desperté empapada en silencio, y me puse a pensar cómo decirte todo esto. ¿Podrías dejar ésa llamada para más tarde? ¿Tienes que contestar ése e-mail en éste instante? Sí, yo comprendo… siempre lo hice, y has de admitir que nunca lo agradeciste. No digas eso, no busco discutir, de verdad.

Cada vez que recuerdo tus palabras bonitas, revivo todo lo bueno que me hicieron sentir. También aprendí a conocerte con el tiempo, hasta darme cuenta que sencillamente no me necesitas. Sí, sé perfectamente lo que estoy diciendo.
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