domingo, 10 de enero de 2010

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Ausencias

004. Ausencias. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Se abre la puerta y entra en la habitación. Justo en medio un cómodo mueble y frente a él una mesita y una taza de café. Se sienta apenas en la orilla, como cuando te sientas por un instante breve porque volverás a levantarte pronto. Junta sus manos y cruza sus dedos entre ellas y mira al frente.

- Quizás te resulte rara la manera en que me presento ahora ante ti. He irrumpido en tu habitación, en tu vida, así como otras muchas personas lo han hecho. Han virado la manija y han entrado, como yo, se han sentado aquí un instante, otros ni siquiera se han sentado y algunos otros, contadas personas, se han sentado cómodamente en esta habitación creyéndose dueños y señores de ella, de la habitación de tu vida. Muchas son las personas que van y vienen, algunos se quedan más tiempo que otros como ya dije. No recuerdo en qué momento llegué a ti, llegué aquí, y a estas alturas ni siquiera debería aparecerme nuevamente pero lo hago, una vez más, quizás para sentirme un poco mejor por volver a tocar un instante tu vida, porque algo me dejó la vez pasada o quizás fui yo que dejé algo olvidado aquí en tu habitación, la habitación de tu vida. Y si ni siquiera te acuerdas de mí, o de verdad nunca me has visto, no importa, yo no me quedaré más tiempo del preciso ni dejaré algo nuevo en ti, tan sólo soy la persona que camina a tu lado por la acera alguna vez y que quizás nunca más volverás a conseguirte. Dejaré de lado el hecho de que no me conoces, tal vez, y me concentraré en mi objetivo porque de verdad se me acaba el tiempo -.

Toma un pequeño sorbo de café tibio que aún reposa sobre la mesa.

- Yo fui la persona que te dijo que te amaba, que te quería o te extrañaba, aunque hoy no lo recuerdes. O quizás soy la persona que tuvo para ti alguna vez las palabras indicadas para una situación. Es difícil saber exactamente qué fui yo para ti, porque también podría decirte que te cedí mi puesto en aquel taxi, quizás fuiste tú quien me lo cedió a mí, o tú mencionaste aquellas palabras para mí. Justo hoy ya no lo recordamos o quizás sí, porque por algo estoy aquí. Por algo me aparezco en tus recuerdos, por algo te apareces en los míos. No sé quién dejó su huella a quién. Pero si estoy aquí, irrumpiendo tu vida nuevamente, es porque has sido tú quien dejó huella en mí. Mi gran pregunta es si yo dejé algo en ti, si dejé algo que te recordara mi nombre o mi rostro.
¿Sabías tú que es terrible extrañar el pasado? ¿Sabías que duele cuando se aleja alguien que dejó huella en tu vida? Quizás para eso vine, para reprocharte tu silencio y tu ausencia y reprocharme la mía, porque también fui responsable de esa distancia en alguna proporción.
Entiendo que hay cosas que se quedan en el pasado, y que yo en muchas ocasiones también me quedé en el pasado, es probable que sea por ello que no me recuerdes pues borraste mi presencia de tu vida.
Me convertí en el ausente o tú lo hiciste. Así se quedan nuestras habitaciones, nuestras vidas, con tan sólo un mueble y un poquito de café tibio, porque se llena todo de ausencias: ya no estoy y ya no estás.
Esos recuerdos de cuando jugábamos de niños. Las veces que me acompañaste camino a la escuela. Los regalos compartidos en navidad. Todo ha quedado tan atrás.
Sobrevivimos a las ausencias de las personas que dejaron en nosotros un profundo impacto, vemos pasar años tras años y a veces sufrimos mucho por ello. Aunque hay ocasiones en que por quienes sufrimos, jamás sufrieron por nosotros -.

Mira hacia atrás, hacia la puerta que le espera y vuelve su mirada hacia delante.

- ¿Recuerdas el por qué separamos nuestros caminos? A veces me digo que existieron buenas razones y otras veces que tan sólo me hubiera gustado hacer caso omiso a ellas. No he dejado de recordarte…-.

Se abre suavemente la puerta por causa de la brisa, voltea y mira con pesar.

- El paso del tiempo jamás perdona. Es el tiempo quien se lleva las presencias que yacen en silencio y las convierte en lo que somos ahora: sólo ausencias. Estás y estarás presente en mi pasado, y algunas veces te traeré al recordar quién fuiste para mí, porque tú también visitaste la habitación de mi vida y dejaste algo de ti allí: una palabra, un gesto, un cariño. Y se quedó guardado porque no hay forma de sacar lo que dejó tu presencia en mi vida, aunque ahora sólo tenga de ti tu ausencia.
Te dije que si no me conocías no importaba porque no dejaría nada, pero eso no es verdad. Quizás ya no recuerdes quién fui pero ahora acabo de tocar nuevamente tu vida, me recordarás como ese visitante que llegó para hablarte del pasado que no recuerdas, y tomó café tibio contigo y quedó la huella de su mano en esa taza, dejó su huella en tu vida… tal vez esto último era lo que pretendía, dejar algo en ti un instante antes de resignarme al olvido. El olvido me espera en tu puerta…-.

Toma nuevamente la taza de café con pena, con pesar y se le hace un nudo en la garganta. Vuelve a poner en su sitio la taza sin dejar de yacer cabizbajo.

Ausencia es la que vivo,
ausencia es lo que sos.
Si el olvido llama a tu puerta
dile: “ya se fue”, dile que no estoy.
Y si el tiempo abre la puerta
y el olvido me lleva con terror
recuerda mi lamento, recuerda mi dolor,
recuerda a quien con llanto nunca te olvidó
ni supo decir adiós…

10/01/2010 03:56 p.m.


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Cada amanecer es un fin


Fuente imagen: Google Images

¿Recuerdas cuando estuvimos juntos?
Me decías que ese tiempo te hacía bien,
pero al pasar los días, todo cambió.

Cuando te abrazaba me sentía muy bien,
te protegía cuando sentías miedo,
como cambian las cosas:
ahora soy yo quien tiene miedo.

Eras mi compañía perfecta,
y ahora me he quedado sola.
Me dejas de un momento a otro sin avisar,
sin prever lo mucho que te iba extrañar.

Te culpo de dejarme sola.
Yo te necesito tanto.
Te extraño tanto.

Que irónica es la vida
cuando a cada amanecer es el inicio de otros,
pero cada amanecer para mí tan sólo es un fin.

Porque muero cuando amanece,
cuando sale el sol y no estás aquí,
porque me dejaste
y ya no tengo mi compañía perfecta.

Yo yacía muriendo cuando otros nacían,
yo me voy muriendo sin mirar el tiempo.

Yo me voy muriendo... desde tu silencio.
Waldylei Yépez
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domingo, 3 de enero de 2010

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Mi yo pasado, mi yo presente y tú

003. Mi yo pasado, mi yo presente y tú. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Yo quisiera entender tantas cosas, prever para no sufrir y poder apartarme del tiempo como si aquello fuera posible. Tan sólo ahora puedo sentir el roce, la música, el canto de mi piano en esta habitación tan clara y tan oscura. Mi pesar, el decaimiento se hace palpable con cada respiro, en mi aliento yace la tristeza y la agonía de un tiempo anterior que jamás dejé ir y que revivo una y otra vez. Vivo aferrada a mi yo pasado, vive conmigo mientras ese yo re-vive pensando en lo que ya pasó, en lo que me pasó.
Aún puedo ver a mis espaldas ese día, esa hora. Mi yo pasado sonreía al verte, es la única sonrisa que recuerdo de mi yo pasado, porque para mi pasado ya no existen otras sonrisas anteriores, se encargó de culparte de su última sonrisa y de su única razón de pena, razón a la cual se aferró hasta el punto de abatirse terriblemente por ti.
Y aquí estamos, yo en mi viejo piano tocando la canción más triste que pueda porque es así como logro traerte a mí, como logro traer mis recuerdos, y miro aquella escena donde mi pasado sonriente te abre la puerta y tú entras con la sonrisa que despierta mi sonrisa, mi sonrisa pasada. Te posas a un lado de la ventana y tu sonrisa desaparece de tu rostro, me hablas, me dices muchas cosas que ya ni recuerdo muy bien, lo que más recuerdo es que fue la conversación más triste del mundo. Por donde llegaste, te fuiste y me dejaste allí sin comprender nada, volteé y ya no estabas, volteé y él se fue. Corrí hacia el mueble y lloré desconsoladamente y aún lloro mientras toco el piano, lloro sin lágrimas porque se me acabaron ese día. Detengo bruscamente la música al golpear el piano una y otra vez con fuerza, con coraje. Y al levantarme de mi asiento, allí veo a mi yo pasado seguir sufriendo en el viejo mueble del lamento.
Intento entonces consolar a mi pasado diciéndole que pare de tanto sufrimiento, y me responde que eso es lo que es: sufrimiento, le replico diciendo que no, que mi pasado soy yo y me dice entonces que eso es lo que soy: un sufrimiento con corazón. Me quedo perpleja, había una parte de mí que me decía que yo tenía un corazón que sufría pero que yo no era un sufrimiento en sí, más dudaba de aquello al ver a mi yo pasado, mi pasado sí era de un sufrimiento en si mismo. Mi pasado dejó de mirarme a los ojos pero no se apartó de mí. Aún se podía escuchar la melodía impregnada en la habitación y volvía una y otra vez el recuerdo de tu adiós. Y te culpé, porque si mi pasado era un sufrimiento ahora y por ende yo, eso había ocurrido por tu culpa, porque me convertí en lo que tú quisiste que fuera. Me convertí en lo que provocaste, una lágrima, un lamento.
Entonces alguien tocó mi puerta. Mi pasado dio un salto y su corazón se aceleró, se preguntaba si eras tú que habías vuelto porque el pasado vive del ayer, del ayer donde tú estabas y me decías un te quiero. Mi pasado pensaba en términos del ayer, quería que todo fuera como ayer y por eso se rehusaba a mirar los ojos del hoy. Yo no esperaba nada y aún así te esperaba, mi yo pasado y mi yo presente tenían una visión bastante común. Me levanté y abrí aquella puerta, mi pasado corrió detrás de mí, y allí les vimos: un yo y otro yo más. Uno con una expresión más neutra y otro con un rostro de pasado. Les invité a pasar pero el yo nuevo con cara de pasado me dijo que no podría pasar sino hasta mañana, a la llegada del futuro y que entonces se quedaría para no irse. Pero entonces el otro yo me dijo que eso pasaría siempre y cuando yo lo permitiera, y no comprendí.
- Yo mañana seré como yo hoy decida que sea. Yo pasado anuncia un lamento de algo que no quería que pasara, y gracias a eso se convirtió en la tristeza que es pero yo pasado no tiene forma de razonar más allá del ayer, sólo yo presente puede hacerlo y puede darse cuenta que si bien el hecho de quedarse sola fue la causa de su desolación, no es lo mismo estar en sufrimiento que ser un eterno sufrimiento. Si yo pasado controla, yo presente será controlado y yo futuro no será otra cosa distinta. Yo pasado no tiene la fuerza ni voluntad para dejarte. Pudo haber sido causa de quien eres hoy, el pasado en parte es responsable de tu hoy, pero sólo tu hoy será responsable del mañana que aún no nace por tanto el mañana no tiene rostro. Yo futuro puede ser como lo ves en mi rostro, neutral donde tú decidirás cómo será o puede tener la cara del ayer siendo el mañana -.
- ¿Cómo puedo tomar las riendas de mi vida? ¿Cómo hago para tener la oportunidad de decidir cómo seré mañana? -.
- Empieza con quitarte el peso de tu pasado y su tristeza, dile que se vaya con el futuro que él quiere crear y a partir de allí serás libre para decidir como quieres ser hoy, como quieres ser ahora, entonces tu futuro comenzará a escribirse porque tu futuro comienza a partir del hoy. Yo futuro sólo tendrá la cara de yo presente, yo presente es el responsable de elegir cómo enfrentar la vida, si con la cara del yo pasado o su propia cara -.
Era difícil para mí aquello. En las puertas de la habitación de mi vida estábamos: lo que fui, lo que soy y lo que podría ser a partir del camino que tomara.
Despedirme de mi pasado era impensable, a mi yo pasado le debo lo que soy hoy.
Mi yo pasado seguía mirando con su cara de tristeza y esperadote a ti, porque nunca dejó de esperarte ni un instante. Se fue a sentar en el mueble del lamento.
Yo me quedé sin saber qué hacer, mientras los yo del futuro seguían en la puerta esperando entrar en algún momento.
Fue entonces que me acerqué a mi pasado y me senté a su lado.
- Él no volverá -.
- ¡Cállate! -. Me dijo. Mi yo pasado se negaba el mirar los ojos del hoy. Le abracé y lloramos. Te culpamos, dijimos que había sido mentira el mundo papel que construiste y que tan sólo quedo de él las cenizas de otro tiempo. Con amor le dije a mi yo pasado que debía irse, se negó, me rogaba pues no quería quedarse atrás, estar sola. Mi pasado quería quedarse conmigo y yo, no lo negaré, quería quedarme con mi pasado porque si bien tendría una razón constante de tristeza, ya conocía mi pasado y no quería dejarlo ir.
Mi pasado se resistía y yo dudaba de dejarlo, hasta que tomé a mi pasado y lo puse en la puerta junto al yo del mañana con cara de ayer, les pedí que se fueran y cerré la puerta. Me sentí más sola, me había acostumbrado a vivir con mi pasado y en el pasado, ya no tenía a qué aferrarme. Dudé, pensé en abrir nuevamente la puerta pero si lo hacía debía estar conciente que cargaría con mi yo pasado y mi yo futuro que era exactamente igual al primero, ya no era una carga sino dos, no podría con un pasado de sollozos y lamentos y un futuro que me deparaba lo mismo.
Me senté a llorar en el mueble del lamento. Tú me habías dejado, me sentía tan vacía, dependía de ti totalmente. ¿Por qué me habías dicho que te importaba y me habías dejado en agonía un momento después? Te odiaba y al mismo tiempo te necesitaba, quería vivir como antes de ese día, quería que todo estuviera bien y me quedaba pensando en esos instantes contigo, sólo en eso pensaba. Lloré tanto por ti que me dormí entre tanta tristeza.
Me despertó el sonido de la puerta. Abrí y mi yo pasado estaba allí, porque el pasado siempre llama a la puerta. Y la cerré. Había decidido dejar el pasado atrás. Dejé de llorar, dejé de esperarte.
La puerta volvió a sonar, pensé: “Es el pasado que siempre quiere regresar” y no me equivoqué, aunque no conseguí a mi yo pasado esperarme en la puerta sino a ti. Me dijiste: “Volvamos atrás, volvamos a empezar”.

Si hubieras visto mi pasado sabrías cuánto lloré,
si lo hubieras visto, no tendrías la menor duda de que te esperé,
pero has llegado tarde pues para salvar mi presente,
tuve que enterrar mi pasado
y así poder construir un futuro.
Yo no merecía llorar tanto
y aún así lo que recuerdo de mi pasado, es un eterno llanto.
Me pides volver atrás,
no sabes qué significa volver allá.
Volver a empezar, eso hice cuando te dejé atrás.
Mi yo pasado aún anda vagando esperando tu amor,
mi yo presente ya te olvidó.
Y a ti sólo me queda decirte adiós,
por el bien de los dos…

03/01/2010 - 07:54 p.m. - 08:13 p.m.
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jueves, 10 de diciembre de 2009

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Querido hijo

002. Querido hijo. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Hijo mío,

Posiblemente me mirarás con extrañeza al entregarte esta hoja de papel, y al instante no le darás mayor importancia porque se hace tarde y en televisión están dando tu programa favorito. Dejarás la hoja sobre tu mesa en el cuarto y allí se quedará hasta que recuerdes que algo te di, que era un pedazo de papel y que seguramente tendrá algunas palabras, te dirás: “esas cosas de mi mamá” y justo allí lo revisarás para encontrarte con que yo te estoy relatando todo cuanto hiciste antes de llegar a esta línea.
Ojala yo pudiera sentarme contigo y hablar de estas cosas, pero nunca hay tiempo para ello. Así que la única forma es que te escriba, te diga eso que necesito que sepas pero hablándote con amor, porque no hay intención en mí de regaños ni mucho menos.
¿Sabes algo? Te extraño. Sí, te extraño porque hoy en día ya las cosas no son como antes. El tiempo nos cambia, el entorno nos cambia y para mí eso mismo ha pasado contigo: has cambiado. Ya no eres el muchacho de hace seis, ocho o diez años atrás y he intentado comprenderlo, entender que es tu forma de ser ahora y esperar que eso sea lo mejor para ti. Te parecerá raro que te diga que te extraño porque siempre nos vemos, pero hijo mío, estar es mucho más que pedir lavar o planchar una camisa, o buscarme cuando te duele la cabeza o el estomago para que yo te diga lo que debes tomar. Tampoco se trata de un reproche lo que acabo de decir, lo digo con cariño y me encanta ayudarte cuando me necesitas, yo te amo con todo mi ser porque eres mi hijo, pero a veces siento que se te olvida que soy tu madre y que también necesito de tu compañía, de tu comprensión, de tu apoyo para estar bien.
Me costó comprender que un día dejé de ser prioridad en tu vida, que te molestaba que te llamara cuando se hacía tarde porque tú estabas con tus amigos y llegarías a casa cuando quisieras, y no cuando yo te lo pidiera, me costó entender que ahora las palabras de tu novia tienen más peso que las mías, no me cabía en la cabeza que ahora llamar a la novia era indispensable pero llamar a tu madre era opcional, y que ahora te hacía más daño una discusión con tu novia pero en nada te afectaba el no hablar conmigo. Fue muy duro para mí verte cambiar de actitud, darme cuenta que quedar bien con los demás era más importante que quedar bien con tu familia, porque sabías que sin importar nada siempre contarías con nuestro apoyo.
Hubiera deseado que las cosas no cambiaran, sufrí mucho al ver que sí pasó pero al fin he soltado mi sufrimiento, he soltado las cadenas que me ataban a esperar un comportamiento más acorde a lo que yo esperaba de ti.
Hijo mío, el mayor milagro de la vida es el Amor y el Amor es un Manantial que nunca se seca, por ello no se necesita “quitar para dar” porque mientras más Amor se da, más Amor se tendrá para compartir. Mi pensamiento es que no necesitas cambiar de prioridad a las personas, no se trata de que si tienes novia la amaras más que a tu madre o porque ames a tu madre no amarás tanto a tu novia. Tu corazón es suficientemente grande para amar a ambas en equilibrio. Tus amigos son importantes, pero también tu familia lo es. Si puedes hacer tantos sacrificios por tus amigos, también puedes apoyar a tu familia como tu familia lo ha hecho contigo, incluso más que los amigos que tanto defiendes.
Me siento muy contenta de que ames y te amen, que ayudes a otras personas, me encanta ver todo eso que has conseguido y estoy muy orgullosa de ti. Yo te adoro.
Ojala no hayas olvidado lo mucho que yo te amo, y si en algún momento lo hiciste pues ahora mismo te lo recuerdo.
Tu felicidad siempre será la mía. Cuando me necesites ya sabes donde encontrarme, aquí estaré esperando y siempre disponible.
Yo soñaba contigo,
con tu cumpleaños y caminar
y un día dejé de sentirte conmigo
porque tu rumbo cambió en el andar.
Hoy tan sólo sueño que seas feliz,
y que sepas que aquí estaré,
que sepas que aquí estará
el amor de tu mamá…


10/12/2009 07:43 p.m. - 07:56 p.m.
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lunes, 30 de noviembre de 2009

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Eres hermoso, eres real

Fuente imagen: Google Images


Mi vida es bella como la luna,
parece algo precioso si estás aquí.

Algunos ángeles se asoman por mi ventana
para ver en qué me convierto mientras te miro
y mis labios sonríen.

Planeo entre las nubes, entre los cielos.

No importa lo que haga
jamás podré vivir sin ti...

Eres hermoso y eso es verdad
no importa nada, eres real.

Eres bello, es fácil saberlo
pues brillas, resplandeces
y soy feliz.

Pero si miro en mi cara:
hay heridas, hay distancia,
y ese tiempo que no pude estar.

Y si intentara navegar hacia ti ahora
quizás mis pies se cansarían antes de llegar
y lloraré al no poder alcanzarte...

Eres bello, eres real
aunque no pueda estar en tu lugar,
o en los alrededores de la ciudad.

Eres bello, eres hermoso
los ángeles sonríen al ver tu rostro,
ellos pudiendo estar presentes
pero no corro la misma suerte,
pues en mi caso, no importa que tanto haga,
o que tanto sueñe
jamás estoy contigo,

jamás estoy contigo...

Eres hermoso, eres real...

Waldylei Yépez
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sábado, 24 de octubre de 2009

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Albor

001. Albor. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Escuchaba a lo lejos el leve sonido de unos pasos, de repente era como si pisaran hojas secas sobre el suelo. No veía nada, estaba inmersa entre las sombras de la noche, de la oscuridad palpable. Sus párpados se movían en un intento por mostrar sus ojos, pero ella permanecía sumisa ante su dolor y el miedo de abrirlos para simplemente seguir viendo fantasmas. Se rehusó y prefiero tan sólo escuchar aquellas pisadas que parecía se iban acercando.
Aparecieron entonces los monstruos de sus pensamientos queriendo culparla, queriendo castigarla por los errores pasados: todo lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. Parecía como si el dolor perforara su pequeño cuerpo, como si cada pensamiento fuera una aguja que atravesara sus carnes, su piel emplumada. No podía levantarse, sus alas no respondían, su plumaje comenzaba a doler porque se había convertido en hielo por causa de las ventiscas de la noche. Y allí estaba, tirada sobre el suelo, pobre ave con miedo, pobre pajarillo herido. Creía que su pico era sellado para siempre por el silencio, creyó morir rodeada de fantasmas, de figuras oscuras, en tiempos difíciles.
Fue entonces que sintió un leve toque de calor entre tanto temblor. Su cuerpo por fin era tocado por un rayo de luz, sabía que era luz porque aunque tuviera los ojos cerrados era tanta la iluminación que traspasaba levemente sus párpados, encandilaba porque toda luz tiene esa propiedad cuando rompe los cercos de la noche.
Había algo allí afuera, no era un monstruo o algo que pudiera causar daño porque estas cosas carecen de luz, todo lo que brille con luz jamás puede representar al mal. Además, lo único que rompe las paredes de la noche es la luz, y ella sentía que la noche estaba rota, o se estaba rompiendo. Se emocionó y su pequeño corazón latió, en toda la noche no había sentido su corazón latir, sabía que estaba viva porque le dolía respirar, era tan difícil, estaba en un terreno tan hostil para ella. Jamás la noche había sido tan oscura hasta el punto que ella dejó de verse a sí misma para comenzar a ver tan sólo su sombra.
Y el foco de luz se hizo mayor, ahora el espacio luminoso ocupaba todo su cuerpo, pequeño cuerpo de ave perdida. Sintió tanta esperanza que se llenó de coraje y por fin intentó abrir sus ojos de verdad y le costó, le costó porque el tiempo oscuro se había prolongado tanto que no creía en milagros, no creía que el sol pudiera nuevamente aparecer para darle la bienvenida. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que pensó que ya ella era parte de la noche.
Por fin sus ojos se abrieron de par en par y el Sol la iluminó, parecía un Ángel, no lo creía, no podía ser posible… pero lo era. Poco a poco veía como ése halo de luz se expandía y la noche comenzaba a ceder, porque lo oscuro no le puede ganar a la luz, porque lo oscuro no es más que la ausencia de luz y cuando la luz ya no está ausente todo se vuelve cálido, se vuelve cercano, se llena de vida. Sintió una nueva manera de respirar, ya no le dolía, estaba saliendo de ese terreno hostil que tanto le hizo daño, que casi desangra sus sueños, de esa pesadilla que la noche intentó hacerle creer que ella era parte pero no, llegó su Sol para decirle lo contrario. Le recordó que su verdadera vida estaba surcando los cielos, allí donde el silencio no traduce pesar sino reflexión, donde se cierran los ojos no para evitar ver el horror sino para encontrar la paz interior, en el cielo donde la brisa roza tu cara y es algo mágico. Movió sus pequeñas alitas preparándolas para volar, tenía temor de que tanto estar en el suelo hubiese ocasionado que ella olvidara cómo alzar el vuelo, pero su corazón la guiaba y ella entendía que el cielo era el límite, que su sueño de despegar podía ser posible, tenía tanta fe que a pesar de las adversidades comenzó a batir con determinación sus alas y voló, poco a poco iba ascendiendo más y más, su meta era la luz y ella la alcanzaría porque ya no quería estar a merced de la noche. Sentía tanta paz ahora, ya los monstruos que la habían acechado antes no existían. Esa montaña de preocupaciones ya no estaba, tenía un sueño que podía ser realizado y así sería.
Su Sol fue su guía y su fuerza, la esperanza que la hizo levantarse y salir de aquel abismo. Que llenó de colores nuevamente su vida y la motivó para luchar por lo que ella creía. Él marcó el amanecer, el recomenzar porque le hizo creer que a pesar de las sombras, y lo que ellas habían ocasionado, era posible volver a levantarse y seguir adelante, comprendió que posiblemente existirán muchas noches pero lo maravilloso de ellas es que al siguiente día iba ver a su Sol. A partir de allí, el nuevo amanecer estaría lleno de alegrías.
Al levantarse el Albor los monstruos del ayer serán parte del pasado. Jamás la noche podrá opacar la majestuosidad del día. Es probable que conozcas las sombras de la noche porque a todos persigue y a todos alcanza en algún momento de la vida. La diferencia la hace el despertar hacia un nuevo inicio, el sol del nuevo amanecer… Despertar al nuevo Albor.

¡Despierta porque la Luz ha llegado! Y la Luz no se apaga aunque soplen fuertes vientos, porque esa Luz es alimentada por el Poder del Corazón.

Que las sombras de la noche, se queden en la noche.

¡Despierta al nuevo Albor!

Sólo podremos valorar el milagro del nuevo amanecer, si lo hemos esperado desde la oscuridad…

Valió la pena la espera, ya lo verás…

¡Este es tu nuevo Albor!

24/10/2009 06:36 p.m. Por y para ti mi Sol. TAM.
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viernes, 16 de octubre de 2009

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Sigo contigo, sigo sin ti

049. Sigo contigo, sigo sin ti. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Quizás si me dejo llevar por las olas del mar llegaría algún lugar, contigo o lejos de ti. Tal vez si mis sospechas fueran más que eso podría estar contigo o podría vivir sin ti, pero ni estoy contigo y tampoco estoy sin ti.

Sigo la brisa que roza mi cara, aquella viene directo del océano para decirme cuán lejos estoy o cuán lejos estás. Mordisqueo levemente mis labios recordando tus besos, aquellos que me diste y los que nunca te di.

Te imagino recorrer océanos y mares, olas y arenas, huellas de vida y huellas de tierra pero nada ocurre aunque te espere, aunque en mi intento no desespere.

Y me imagino, me imagino contigo. Te imagino conmigo. Y puedo verte tomando asiento frente a mí, y esa sonrisa cómplice me delata. Estás conmigo, estás aquí.

Levanto mi mano y acaricio tu cara, leve y suavemente pues así siento que debo tratar tu hermosura, la maravilla que representas. Respiro lento para no recordar que el tiempo va pasando, que no se ha detenido aunque tanto lo quisiera. Quisiera… quisiera tanto perderme en la calidez de tus manos, la suavidad de tu boca, la ternura de rozar tu cara con la mía. Sencillamente ternura, eso despierta tu presencia en mi vida. Y quiero tratarte delicadamente, como al cristal más fino, como al diamante de más valor que pueda encontrarse en la vida… así eres para mí.

Me pierdo en este encuentro tuyo y mío, donde respiro a tu medida y formamos la unidad indivisible. Quisiera tanto creer que nada puede separarnos. Me quedo perdida en tu aliento, respiro de ti, respiras de mí. Siento la humedad de tu boca al tocar la mía. No sé si apenas besarte o si besarte con pasión, no sé si será la última vez o si es tan sólo la primera de ellas. Respiro de ti, respiras de mí.

Sigo contigo… Jamás te he dejado en abandono. Quise estar en silencio pero jamás te dejé.

Sigo sin ti… Porque mi cuerpo no te siente. Porque mi boca busca tu boca y no la encuentra. Porque en mi realidad no existes.

Sigo contigo… En cada amanecer y anochecer. No hago otra cosa que pensarte, no hago otra cosa que soñarte.

Sigo sin ti… Porque en este corazón mío tan sólo siento frío, el frío de tu ausencia y la mía pues ya no vivo aquí, vivo allí donde tú estás por eso sigo contigo pero tú no estás conmigo.

Duele ver que tan sólo en mi imaginación mi amor se vuelve realidad, pero la realidad sigue siendo distinta a la imaginación y esto es lo que cada noche vuelvo y me repito:

Veme aquí acostada entre mis sueños, donde tú me dejaste

y te fuiste a navegar al otro lado del mar.

Veme aquí soñando realidades ficticias donde por fin llego a ser feliz.

Veme aquí contando una historia jamás escrita,

porque en mi verdadera historia tú no te encuentras,

porque sólo entre mis sueños encuentro lo que tanto quiero,

pues mi realidad es todo lo contrario, porque en ella:

sigo contigo y a la vez… sigo sin ti.

16/10/2009 10:31 p.m.
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jueves, 13 de agosto de 2009

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Nada de lo que dije que haría

048. Nada de lo que dije que haría. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

¿Recuerdas las veces que hablamos de mí? Me decías que era muy capaz. También cuando estaba muy nerviosa me hacías sentir que podía llevar las cosas adelante…
Ha pasado tanto tiempo de eso, y cuando cae el sol me doy cuenta que nada de lo que dije que haría he hecho.
¿Recuerdas que cuando me abrazabas me sentía protegida? Ya no me siento así, ya no estoy segura, ahora siento tanto miedo. Ahora cuado me veo a mí misma, me doy cuenta que no fui tan perfecta como tú creíste que lo sería.
¿Recuerdas? ¿Recuerdas lo capaz que era? ¿Recuerdas lo capaz que fui?
Me tomabas en tus brazos y sonreías al verme, tan contenta y orgullosa, tan feliz y resplandeciente.
Y la noche cayó, jamás volviste abrazarme y desde siempre sentí miedo, quería ser como tú querías que fuera, pero nada de eso pasó…
Y cuando cae el sol me doy cuenta que nada de lo que dije que haría he hecho…
Pero aún hablo con tu foto, como si pudiera escucharme, como si de verdad pudiera mirarme, y se desborda la lluvia en mi alma.
Y se quiebra el girasol, las heridas del ave se abren y el mundo de papel se quema en llamas cuando las ilusiones se destruyen, cuando el dolor se afianza y la tristeza prevalece aquí en la noche, a la caída del sol porque…
Cuando cae el sol me doy cuenta que nada de lo que dije que haría he hecho…
Y el ave voló de su nido y las tempestades le acecharon, la oscura noche le hizo parte de ella como quien se sume ante las sombras y nacen las figuras grotescas de las gárgolas. El viento le golpea con esmero y el ave cae al suelo. Busca refugio y las ventanas parecen selladas en aquellas casas. Picotea los cristales pero la ventana no se abre. Se acurruca en sí misma con miedo a la noche, recoge su cabeza y su pico mete entre las plumas, allí espera sin esperar nada, respirando lento respira dolor… allí en las afueras donde las sombras queman y también hielan.
Se repite una y otra vez perdida entre la urbe de su dolor:
“Y cuando cae el sol me doy cuenta que nada de lo que dije que haría he hecho…”
Y su respiración se hace lenta como cuando corres entre oscuridades y te hacen formar parte de ellas…
Así…
Allí…
Como cuando cae el sol,
y te dices que nada de lo que dijiste que harías,
has hecho…
07/07/2009 09:07 p.m. - 27/07/2009 09:46 p.m. -13/08/2009 09:54 p.m.
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jueves, 30 de julio de 2009

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Despedidas

047. Despedidas. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Sonó mi teléfono por la mañana y contesté tan rápido como mis movimientos me permitieron. Aquella fue una voz distinta e irreconocible la que a mí llegó. Después supe que el interlocutor era más cercano con noticias muy lejanas. Escuché con detenimiento sus palabras y mi contesta vagaba entre el silencio y pocas palabras. Acabó la llamada y me senté un rato a pensar en las cosas de la vida, las que se pueden controlar y las que no, las que se espera y las que no.

Un rato después salí a tender la ropa limpia recién sacada de la lavadora. Mis manos quedaban húmedas al dejarlas puesta. Fue entonces que, mirando un poco hacia los árboles del vecino, divisé un ave parada en una rama con un hermoso plumaje azul y me quedé allí observando y pensando, imaginando que me encontraba en otro lado, sentada quizás en un banco en medio de un sitio tranquilo… Pensé entonces en escribir una carta, la carta que nunca imaginé escribir…

Creo firmemente en la vida, en el Dios y el pedacito de Él que llevamos dentro anclado a nuestro corazón. Creo también que más allá de nuestros ojos existen y existirán cosas que jamás podrán ser explicadas, o que nuestra mente no puede procesar o entender, pero en parte sí lo puede hacer nuestro corazón. Creo que el mundo yace conectado, creo en que todos estamos conectados de alguna manera.

Hoy quise escribirle una carta, hoy quería despedirme.

Mi corazón se llenó de tristeza de repente después de aquella llamada, y comencé a pensar en sus seres más cercanos. Creí que estando sentada en este banco podíamos intercambiar algunas palabras, aunque sea yo quien escribiera y pareciera que mis palabras se perdieran pero no es así, la energía, el corazón llega hasta donde lo demás no puede y sé que me entiende, que lee mi carta y que escucha mis palabras.

Quería decirle que me he puesto a recordar su rostro, sus palabras y su personalidad. Que he recordado su risa y su sonrisa, su buen humor y también su seriedad. He recordado su alegría. Le he recordado con alegría interna y con una sonrisa, porque es así como merece ser recordado. He recordado lo excelente padre que ha sido y que seguirá siendo por todos los tiempos. El buen ejemplo que siempre fue para sus hijos, y la enseñanza que ha dejado en ellos. Recuerdo las charlas, el entusiasmo, la alegría de su rostro y eso se queda conmigo, y con todos quienes tuvimos la inmensa oportunidad de compartir momentos con su presencia.

Hoy ha cambiado su rumbo, sin avisarlo y sin esperarlo…

- Ya lo has dicho tú, hay cosas que no se pueden explicar. Yo tampoco esperaba irme, era inmensamente feliz junto a los míos, junto a la gente que me quería y yo quería, junto a quienes me amaban y yo amaba. Era feliz con las cosas que me gustaba hacer. Y la pasé muy mal con las que me hicieron sufrir, y mi familia la pasó mal al verme sufrir a mí. Sé que aguantaron muchas preocupaciones, y sé de la tristeza y el dolor de ahora de verme y entender que no puedo levantar mi cuerpo, de la ausencia. Sé que a raíz de esto que me afectó el ambiente cambió en casa, me veían decaído cuando yo era más fuerte y alegre. Pero más que hablar de las cosas difíciles y duras, es importante decirles a mis hijos que yo estoy muy orgulloso de ellos, que siempre fueron y seguirán siendo mi mayor alegría, tú lo decías que el corazón llega hasta donde no puede llegar el resto de las cosas. Yo tenía un buen humor y eso quiero que recuerden, y que recuerden que me encantaba ver la sonrisa en sus rostros. Ahora no estaré físicamente pero sus corazones conectados con el mío harán posible que siempre viva, hablamos de una vida que no se apagará como el cuerpo físico, una conexión que trasciende y yo estaré con ellos porque son lo más importante para mí. Estaré allí para ver a mis hijos realizados, para ver cada uno de sus triunfos y acompañarlos en las derrotas. Yo estaré vivo mientras me mantengan presente, mientras tenga un lugar en el corazón de las personas que me quieren. Me verán, me escucharán y me sentirán en sus corazones y yo los veré, los escucharé y los sentiré en el mío. Los llevo en mi corazón, diles eso… -.

Lo haré. Ya lo hice. Mi corazón le sonríe y le desea un buen viaje. Hasta luego.

Y así desperté de mi letargo. Seguí tendiendo ropa y al mirar a la rama aquel pájaro azul ya no estaba, había emprendido su viaje, había alzado el vuelo a través de los aires mientras nosotros seguíamos caminando… caminando sobre la tierra.

30/07/2009 4:07 p.m. – 4:39 p.m. A su memoria.
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sábado, 20 de junio de 2009

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Día del Padre

046. Día del Padre. Colección Despierta. Waldylei Yépez.doc

Por y para Eduardo, un padre maravilloso…

En los tiempos de la infancia, recuerdo que nuestras visitas a la playa eran muy constantes y los más pequeños jugábamos mientras mi padre, un gran pescador de la zona, trabajaba con nuestro hermano mayor en ese bello mar que aún persiste en las fotos del ayer. No recuerdo mucho mi niñez para ser franca, pero existe un día que fue marcado con tinta indeleble en mi memoria, un tercer domingo de junio que para mí era como cualquier otro día, pero todos en la casa actuaban con cautela, como si algo escondieran. Me extrañó ver aquel comportamiento pero no podía imaginar nada para ese entonces, tan sólo escuchaba a la familia insistirle a mi padre llevarme a jugar a la playa un rato.

- ¿Tengo que llevarla precisamente hoy? Se supone que hoy es un día para mí, para descansar… -. Le decía a mi madre pero ella insistía.

Por fin accedió y otros dos de mis hermanitos vinieron también con nosotros.

Recuerdo que nos sentamos en la orilla al llegar. Mis hermanos corrían por todo el sitio mientras yo preferí permanecer a su lado. Él miraba al horizonte. Imaginé que quería ir a trabajar en la pesca, que extrañaba su bote.

- Si quieres yo puedo acompañarte a trabajar, puedo ayudarte -. Le dije.

Él bajó su mirada y me sonrió con ternura.

- Tal vez si fueras un poquito más grande podrías ayudarme con las redes -. Me respondió acariciando mis cabellos. Volvió su mirada al horizonte.

- ¿Qué estás viendo papi? -.

- Veo el mar, siento la tranquilidad que trasmite el agua y pienso en tantas cosas…-.

- ¿Piensas en mami? -.

- En ella y en muchas otras cosas, como por ejemplo en este día y en ustedes… -.

- ¿Qué tiene de especial este día? -.

Me miró un poco extrañado.

- ¿No lo sabes? ¿No sabes qué día es hoy? -.

- No. ¡Oh! ¡Sí! Hoy es domingo… -. Él se sonrió.

- Hoy es el Día del Padre -.

- ¿Qué significa? -.

- Es una especie de reconocimiento a los chicos que tenemos hijos e hijas tan lindas como tú -. Y me abrazó. Me encantaba que mi padre me dijera que era linda.

- Reconocimiento… Entonces, hay que darte un premio… -.

- Un abrazo sería el mejor regalo -. Me dijo y lo abracé.

Al regresar a casa mi padre se encontró con su premio del día, la familia le tenía preparada una sorpresa por eso actuaban como lo hacían. Se notaba en sus ojos lo contento que estaba y lo bien que le hacía recibir mucho cariño de parte de los seres que él más quería. Así fue como me enteré de que existe un Día del Padre, una tarde en la playa…

Muchos días del padre después lo encontré a solas en su habitación, mientras el resto de la familia yacía reunida en la sala compartiendo.

Toc toc. Toqué la puerta. Él me dijo que entrara. Colocó una hoja de papel en la mesita cercana y se quitó los lentes.

- ¿Qué leías? -. Pregunté.

- Un texto que encontré por Internet y me gustó, lo escribió un señor llamado Walo San. Me parece muy acertado y muy sabio lo que expone -. Respondió.

- ¿Si? -.

- Sí, él habla sobre el rol de padre y otras cosas bien importantes como el afecto que le debemos, que no debemos olvidarnos de él, que necesita nuestro cariño… -.

En ese momento recordé aquel instante en la playa, comprendí que lo que él decía del regalo en aquel tiempo era lo que verdaderamente necesitaba, un abrazo, cariño. Entendí que el Día del Padre no es un día que necesariamente se deba festejar con objetos, con cosas materiales. Él no quería irse a la playa aquella vez porque lo que más deseaba era vivir ese día junto a quienes amaba, a todos los que amaba. Y en ese instante también me di cuenta que nunca le había expresado como quería mi cariño por él.
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