viernes, 15 de abril de 2011

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A la mujer que amo

022. A la mujer que amo. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Dedicado a la Mujer, criatura maravillosa -al igual que el Hombre-, que el Universo creó.

Hoy he decidido sentarme a escribirte, algunas pocas palabras nada más, y no sé si al final me salga bien esto. Sé que no soy como tú, tú tienes ese don para expresarte de una manera que a mí me llega a conmover, y eso que no soy un experto en la lectura. No sé cómo lo haces. A veces me has arrancado lágrimas de emoción, sí, para algunos quizás les suene mal porque “los hombres no lloran”, pero vaya que yo sí he llorado mucho en tu regazo. Ante ti soy el ser más vulnerable que jamás conocí, o que jamás creí ser, pero a pesar de ello no tengo miedo, a pesar de parecer “una presa fácil” no tengo miedo, porque muchas veces has podido hacer mil cosas conmigo y, en vez de eso, tú siempre me has protegido. Cuando me siento como un niño, justo como ahora mismo, siempre me has cuidado con amor, pudiéndome refugiar entre tus brazos. Me haces sentir un niño pequeño, y a la vez el hombre más grande y más seguro que tampoco pensé que podía ser. No sé cómo haces posible estos milagros, cómo es que has sembrado este sentir dentro de mi corazón. Yo, que jamás hablé de sentimientos y amor tan profundos con alguien más, ahora eso es todo lo que llena mi vida: este amor profundo que siento por ti. Te has convertido en mi vida, realmente ha sido así.
Alguna vez leí algo, en donde se recomendaba, que lo mejor era salir con una chica que leyera, pero también decía que mejor que eso era: salir con una chica que escribiera. Recuerdo que yo sonreí, me dije a mí mismo: “Yo amo a una chica que escribe”. No dejo de admirar la manera cómo te expresas, el cómo haces para dejar tan marcado a un lector, el cómo haces para que se identifique… La verdad, creo que nunca sabré cómo lo haces.
¿Sabes? Me da vergüenza enseñarte esta carta, sé que a lado de las letras que puedas escribir esto, que he escrito, no tiene ningún valor, es decir, mis palabras jamás serán tan bonitas como las tuyas… Todo esto son simples letras, pero vaya que es inmenso el sentimiento detrás de ellas.
Sé que no puedo describir aquí la cabalidad de tu belleza, lo suave de tu piel y lo hermoso de tu sonrisa al amanecer. Despertar contigo y dormirme junto a ti, vaya que es lo más maravilloso que me tocó vivir. No puedo describir el lenguaje que toma mi cuerpo cuando tú estás cerca, quizás no me creerías si te digo que mi cuerpo puede reconocer tu presencia, más rápido de lo que mi mente procesa. Es como si mi cuerpo completo pudiera comunicarse con el tuyo, en un lenguaje que sólo ellos conocen, incluso cuando ni siquiera se están tocando.
Cuán suave y apasionados pueden ser los besos de tus labios, esos besos que son vida para mí. Un solo beso tuyo y quedo como activado, siento recorrer la sangre viva por todo mi cuerpo, y tocarte es lo que más quiero… Tu cuerpo, me enloquece. Tu sensualidad, me desborda. Tus montañas tibias, me apasionan.
Hay muchas cosas que me gustan y que valoro de ti. Me has hecho sentir como tu “príncipe azul”, pero además supiste darte cuenta de que los “príncipes” también buscan a su “princesa”, y tú eres todo cuanto yo pudiera querer de una “princesa”. Me has enseñado tantas cosas, y has respetado lo que soy pues lo que yo he cambiado de mí es porque yo quise hacerlo, jamás me pediste que lo hiciera. Muchas veces me he preguntado: “¿Cómo es que me aguantas?”, la verdad no tengo respuesta, entonces te lo pregunto y sólo me respondes que me amas. Ese sentimiento embarga mis entrañas.
Vivo contigo un amor a plenitud, en una relación donde puedo sentirme yo mismo. ¿Cómo puedo agradecerte todo lo que haces por mí? ¿Cómo le agradezco al Universo esta bendición que trajo a mi vida? Te aseguro que nadie podría amarte, así como te amo yo… Así, como yo te amo.
Eres una mujer increíble, maravillosa, la más hermosa de las personas. Tú me valoras por lo que soy, porque lo que soy va más allá de lo que hay en mis bolsillos o entre mis piernas, tú valoras mi alma y corazón. ¡Cuán feliz me siento, amor!

La mujer que amo,
no hay palabras para describir
a la mujer que amo.
Podría decir algunas cosas,
como que eres el rostro que ilumina mis días,
el refugio donde me siento protegido.
La voz amable que me hace sentir en un hogar,
ese hogar construido acá en el corazón.
Tú eres la mujer que yo amo,
aquella que me hace temblar,
llorar y hasta, de rabia, patalear,
pues no todo es color de rosa
pero jamás lo gris supera el color,
este amor que es de color brillante.
Ni escritor ni poeta
pero te he escrito en verso,
tú sabes que no son simples palabras,
sabes que esto es lo que, de verdad, yo siento.

Simples y sencillas palabras,
para ti, para la única.
Para la mujer…

A la mujer que yo amo…

De verdad…

Te Amo.

15/04/2011 5:45 p.m.

Este texto fue escrito por Waldylei Yépez
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sábado, 9 de abril de 2011

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Considérelo

Hoguera de la Inquisición. Fuente: Google Images.

Muy bien, señor sabelotodo.
Mucho sabes de mí, y lo que ven mis ojos,
cómo me siento, y qué tan mal me fue en la vida.

Sé muy bien que tienes la solución,
y que tus palabras no lastiman
por mucho que me digas “bruto”,
porque no lo haces con “esa intención”.

Sé muy bien que tu religión es “la verdadera”,
y que estudiaste en la mejor escuela,
que te llenas la boca hablando de “la palabra de dios”,
y que crees que el asesino será perdonado,
si se arrepiente ante el señor.

Sé que también dijiste que quien insulte al cristo,
pero se arrepienta, será perdonado.
¿Quisiste decir que quién no se arrepienta,
debería ser castigado?
¿Cuál sería el mejor castigo para ti?
¿Una cruzada? ¿O el retornar de la inquisición?
Tú hablas, ¿Pero acaso tienes razón?

Hablas de la palabra de dios,
¿Acaso sabes cuántas modificaciones lleva?
¿Y que esas modificaciones son hechas por humanos?
¿Te has puesto a pensar cuánto corrompe el poder?
¿Será que el poder no corrompe nunca a la religión?

Esto sólo es un recordatorio, señor sabelotodo.

Considera esto:

¿Cuánto dinero mueve la figura de dios?
¿Cuánto poder tuvieron sus representantes?
¿Sabías que el clero se molestó en el siglo XII
porque les prohibieron golpear a los judíos?
“Apalear a los judíos” le llamaban
a la “santa tradición” de Tolosa, en semana santa.

Señor sabelotodo, que se cree “el elegido”.
¿Necesitas creerte más especial que los demás?
¿Ser la luz que brilla en la oscuridad?
¿Ser la salvación del mundo?

¿Qué es para ti la salvación del mundo?
¿La muerte de todas las personas que consideras “malas”?
¿Será por eso que pides con ahínco el fin del mundo?
¿Así de una vez por todas vendrá el castigo del padre,
y demostrará que siempre la tuya era la verdad?

Señor sabelotodo, ¿Por qué escribes tanto del “último día”?
¿Por qué colocas a tu dios amoroso como el peor y más cruel?
¿Te das cuenta que tú mismo te contradices?
¿O no te has dado cuenta de eso?

Considera esto,

Si tú eres la luz contra la oscuridad, ¿Por qué la llamas para que venga?
¿Por qué insistes con “el último tiempo”?
¿Por qué te causa tanto agrado que otros sean castigados?
¿Necesitas que el mismo rey de reyes te elija?
¿Que te felicite por tu gran labor de “amor”?
“¡Que sean castigados los que insultan al rey!”,
¿Y que te den una corona por ser un “santo”?
Si tus palabras son de amor, ¿Por qué insultas
a quien piensa distinto a tu dios?
¿Por qué es tan difícil razonar el libro sagrado?
¿Porque odias que tu contrario te gane y tenga razón?
¿Porque es más fácil aceptar como siempre han sido las cosas y ya?

Muy bien, señor sabelotodo.

Si usted se cree santo, yo no lo sacaré de ahí.
Si cree tener la verdad, no le impondré la mía.
Pero dejemos algo claro:

Ni usted es el más especial del mundo,
ni su religión es la única y original,
ni siquiera es la más vieja,
y tampoco es la más santa.
Su religión lleva acuestas muchos muertos,
pues su base es un charco de sangre,
y no, no importa que Messori pida que se “olviden los errores pasados”,
porque eso no le devolverá la vida a la gente.
Eso no le devolverá la dignidad a quienes se la quitaron
y tampoco deshará la crueldad de violaciones contra niños desamparados.

La próxima vez, señor sabelotodo,
que quiera defender a su religión haciendo alarde de “su pureza”,
vea los libros de historia,
estos no se escribieron así porque “fueran ateos” sus autores,
se escribieron así porque así fue la historia… por mucho que a usted no le parezca.

Considérelo… Todo esto es parte de la “verdad”,
que no es la suya ni la mía, señor sabelotodo, pero no deja de ser verdad.

Waldylei Yépez

"Máquinas de maldad" (Inquisición) Fuente: Google Images.
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lunes, 4 de abril de 2011

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Confieso que no he vivido

Fuente Imagen: Google Images.

“El futuro no me devolverá el tiempo perdido del pasado”.
Así reza el epitafio que tiene mi sueño,
ese sueño muerto de hace algunos años.

A diferencia de Neruda,
que dice que ha vivido,
yo confieso que no he vivido.
Mi problema es que el tiempo no se detiene,
y no hay forma de que vuelva a empezar mi camino…
Sí, confieso que no he vivido.

Confieso ante ustedes, mis amigos, que me he mentido
creyendo que podría volver a empezar ese sueño perdido,
pero no fue así.
Me he aferrado a lo perdido tan profundamente,
que alcanzar otros sueños no me es suficiente.
Sí, se puede volver a empezar
pero siempre empiezas otros sueños…
Nunca los que ya han muerto…
Y yo quiero ese sueño muerto,
quisiera poder revivirlo,
alcanzarlo y concluirlo,
pero jamás será así
porque lo que muere: muerto queda.

¡Ay, mis queridos amigos!
Me he convertido en un lago de lágrimas
que miran con horror el pasar del hoy.
¡Cuán cobarde fui!
No hice nada cuando pude,
y ahora sólo me lamento cuando puedo.

De nada me sirven los aplausos y las felicitaciones de hoy,
yo quería que todo esto pasara ayer.
Debí superar cada etapa de mi vida cuando correspondía,
pero no fue así.
Mi reloj se ha atrasado en años.
Veo a mi alrededor y todo avanzó, menos yo.
Es ahora cuando doy mis primeros pasos,
nadie sabe cuánto dolor me causa mi fracaso.
Fracasé,
lo hice aunque hoy haya alcanzado otras metas.
Fracasé,
aunque de mi dolor sólo yo sepa.

Confieso que soy infeliz,
no importa que mi rostro una sonrisa tenga.

Confieso que no he vivido,
y que me embarga
una tristeza agria
y muy amarga.

Confieso que no me alegra alcanzar otras cosas,
lo que quería ya lo perdí
hace mucho tiempo atrás.

Mi reloj se ha atrasado en muchos años ya.

Confieso que no he vivido,
a diferencia de Neruda.
Confieso que he perdido…

Todo lo que una vez quise,
todo lo he perdido.

Mi reloj se ha atrasado,
y ya no hay ninguna forma de adelantarlo.

Confieso que no he vivido…

Waldylei Yépez
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viernes, 1 de abril de 2011

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El cuadro que nunca pintaste

Fuente Imagen: Google Images.

021. El cuadro que nunca pintaste. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Es hermoso ver la mañana desde tu ventana. ¿Alguna vez alguien te lo dijo? ¿Alguna vez alguien se sentó aquí y contempló la mañana que llega hasta tu cama? Yo nunca te lo dije ni podría decírtelo ahora, porque jamás me escuchas.
Ha pasado tanto tiempo desde que hablamos, he contado los meses en los cuales desapareciste de mi vida y aún así me imagino en medio de los espacios donde vives… como si aún pudiera estar en ellos…
Disculpa si la subjetividad hace que cuente la historia a mi manera, pero es que recordarla a tu manera me causa mucho daño. Aunque debo admitir que cuando hablo de tu versión, sólo se trata de una suposición porque no dimos tiempo siquiera de que me reclamaras algo… aunque lo poco que dijiste, fue suficiente reclamo para mí.
Le tuve miedo a tu amor, lo admito. Tenía muy poca preparación para una confesión como ésa. Intenté entonces tomar distancia, y mírame ahora: tan distante de ti… Cumplí el objetivo sin quererlo, sin quererlo ya. Me reprocho haberte fallado, haberte dejado a solas con tu soledad cuando buscabas mi compañía.
En serio… Qué linda se ve la mañana desde tu ventana. Desearía regresar el tiempo atrás, realmente fuiste importante para mí y lo sigues siendo, aunque ahora yo sólo sea una persona más que camina sobre el mundo… y a quién ya no miras pasar.
He visto algunos de tus cuadros, siempre tuviste talento para eso. Tus dibujos, tus pinturas son tantas ya. También sé que hay cuadros que nunca has pintado, conozco de uno que dejó de hacerte ilusión hace mucho. Recuerdo que, cuando aún hablábamos, me preguntaba si alguna vez me pintarías a mí… Sí, suena mal que yo lo diga, pero es que yo veía que pintabas a otros y yo quería tener ese privilegio también. Llegué a querer que pintaras lo que veías en mí, ahora pienso que ya no ves nada en mí y que por eso no lo pintaste nunca.
No soy más que recuerdos, un fantasma sonámbulo que no quiere dejar tu entorno, el último suspiro de una historia pasada y acabada. Admito que no quiero dejarte, aunque fui yo quien se fue primero; me aferro a ti, aunque sé que ya no te importo.
Qué linda se ve la mañana desde tu ventana. Hace poco vi pasar a tu gato, ése que tiene nombre de galleta y que es tan consentido que jamás duerme si no es contigo, lo he visto en varios de tus dibujos también. Admito que ese gato es un buen compañero, nada parecido a mí que cuando pude huí. Huí de ti… No sabes cuánto me cuesta sincerarme, pero sé que es esto lo que piensas así que tampoco es una sorpresa.
Desearía que pudieras escucharme, desearía ser más que la imaginación de alguien, de alguien que imagina venir a visitarte. De alguien que se imagina viniendo a pedirte perdón, tu perdón. De alguien que desearía que todo fuera como antes, porque sí te quiso… porque sí te quiero.
Qué linda se ve la mañana que llega hasta tu cama a despertarte, desearía que yo fuera lo primero que vieras al abrir tus ojos y no ese árbol que reposa del otro lado de la ventana, porque en verdad no estoy aquí y porque tú no estás allá donde realmente estoy.
Soy el cuadro que nunca pintaste, aquel rostro que jamás dibujaste y que probablemente tu mente borró. Fui todo lo que ya no soy, y soy todo lo que nunca fui… lamento que ya sea muy tarde para eso, para ser lo que ya no te importa que sea…
Soy el cuadro que nunca pintaste, la historia que no dibujaste.

01/04/2011 04:01 p.m. - 04:21 p.m.
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lunes, 28 de marzo de 2011

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Cómo puedes…

Fuente Imagen: Google Images.

Cómo puedes ponerte a caminar lejos de mí,
cuando sin ti, apenas puedo sobrevivir.
Cómo puedes sencillamente respirar,
cuando yo me estoy ahogando aquí.

Cómo puede ser posible que no derrames las mismas lágrimas que yo,
cuando durante mucho decías amarme,
cuando durante mucho decías soñarme.

Y ahora me dejas en este espacio tan vacío,
¿Puedes ver mi alma sumida en la soledad?
¿Puedes ver mis lágrimas inundar mi cuarto?
¿Puedes ver que no cesa mi llanto?

Cómo puedes…
Me decías que era sólo a mí a quien amarías,
me decías tantas cosas.
Cómo pudiste…

Si vinieras a verme ahora
me verías llorar desconsoladamente,
porque así se lloran los grandes amores,
así se sufre por amores como éste.

Sólo a mí me amarías, eso dijiste
y yo te creí.
Sólo a ti te amaría, eso te dije
y por eso sufro así.

Cómo pudiste abandonarme.
Cómo pudiste dejarme a mi suerte,
cuando yo era “todo para ti”.

Ven a mirar lo que hiciste,
ven a ver las consecuencias de tus palabras,
ven a mirarme a la cara,
ven a mirar cómo muere mi alma.

Cómo puedes caminar lejos de mí,
cuando yo ni siquiera puedo ponerme de pie.
Cómo puedes sencillamente sonreír,
mientras yo ya no sé qué es eso.

Hay muchos por qué,
pero supongo que eso tampoco te importa ya.
Ahora hay mucho rencor
porque no sé cómo decirte adiós.

Cómo puedes hacer borrón y cuenta nueva.
Cómo puedes…

Mírame en este espacio vacío
donde todo me recuerda a ti,
me pregunto si te acordarás que te amaba
y me dejaste aquí…

Cómo pudiste.
Cómo es que puedes hacerme esto.

¿Cómo puedes?

Waldylei Yépez
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domingo, 20 de marzo de 2011

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Sin nombre

Fuente Imagen: Google Images.

La más grande de las tristezas no ha podido nombrarse,
por eso este poema, o el intento de aquél, no tiene nombre.

No puedo nombrar ni mucho menos decir,
no puedo decirles, amigos míos, lo que adentro yo siento.

Pero podría darles, quizás, unas palabras nacidas de este sentir,
que no son otra cosa que sólo el dolor y la tristeza del fin.

El fin que no es tal, el amor que es el mal,
el mal que me atormenta, porque incluso el amor puede atormentar.

Desde mis oscuridades les escribo,
pues el amor a la oscuridad me ha llevado.

Resulta, mis queridos amigos, que yo amé,
amé tanto que mi corazón se desbordó,
pero no supieron amarme como esperé.

Pero no crean ustedes que fui exigente,
todo lo contrario, hay muchas cosas que me callé,
hay muchas cosas que me hirieron y que omití
porque yo amaba tanto, que el amor me enseñó a sufrir.

Vivo dentro de una relación que no me llena,
con alguien que no sabe amar y a quien no amo ya,
pero la costumbre de su compañía ha sido tal
que lo idóneo ya no es correcto, o lo correcto no es ideal.

Dejar atrás lo que tengo, es dejar atrás miles de historias
que de mi mente no quiero borrar.

Este “amor” es parte de lo que soy,
y de lo que seguiré siendo: aunque no sea feliz.

Sí, el amor me enseñó a sufrir.
Soy de los que creen que amar es sufrimiento,
de los que creen que amar es llorar
y aguantar todo aquello que venga.

La situación es complicada, no me pidan que les explique.
No me pidan que haga algo al respecto,
pues yo no puedo.

Si me aparto de quien no me ama,
sufriría incluso por eso: por no tener su desamor,
por no tener su compañía que, aunque me hiere, me acompaña.

Me acostumbré a la idea de que amar también es sufrir,
y créanme que extrañaría sufrir si me voy,
porque si me voy ya todo cambiaría
y no podríamos reunirnos con la familia.

No me perdonaría no estar en las fotos de cumpleaños,
aunque esas fotos no hablen del sufrimiento
sino de la felicidad de aquel instante.

Yo no puedo, en serio mis amigos,
no podría enfrentarme a los cambios,
a las consecuencias de enfrentar lo que vivo hoy.

No critiquen mi decisión,
no critiquen que he decidido sufrir hasta el fin de mis días.
No critiquen que los defectos de mi pareja ya los conocía,
y que pude hacer algo y no lo hice.

Por último, no critiquen el montón de veces que vendré a ustedes
para que escuchen sin parar mis lamentos, año tras año,
ténganme paciencia, yo sé que elegí sufrir…

Seguiré desahogando mis penas a través de las letras,
seguiré contándoles de su desamor,
seguiré como hasta el sol de hoy
sin poder hacerle caso al corazón
que me dice: ya he sufrido mucho por amor.

Lo siento corazón, cuánto lo siento,
pero es mejor que tú sufras
a que sufran otros, por culpa tuya y mía,
porque vale más que otros sean felices
a costa de tu felicidad, lo siento corazón.

Verdaderamente, cuánto lo siento…

Waldylei Yépez
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domingo, 27 de febrero de 2011

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Otras manos

Fuente Imagen: Google Images.

Al nacer, fueron otras manos las que le recibieron.
Las de su madre no querían hacerlo.
Y su silencio no calmó el llanto de la criatura.
Lo hicieron otros brazos, generosos por demás,
pero nunca los de la madre, que le faltaban desde ya.

Al llegar a casa, ella regaló al bebé
al primero que se lo recibiera,
y ése otro fue quien dio de comer
a la pobre criatura que aquélla no quisiera.

Al crecer, pensó en buscar a sus padres,
le dijeron que su madre le tuvo de dieciséis,
que era inmadura,
y su padre, se perdió después.

Dieciséis, dieciséis,
quién dijo que se puede vivir sin pensar en consecuencias.
Dieciséis, dieciséis,
eres capaz de crear una vida y destruirla a la vez.

Su propia madre le advirtió de la vida
y ella dijo que sería libre de hacer lo que quisiera,
ahora yo sé que sí hizo lo que quiso:
me dejó en abandono,
me dejó muy solo.

Nunca escuché de sus labios un te quiero,
o una frase de amor,
tan sólo el silencio fue capaz de regalarme.
Nunca “creció” ni fue responsable,
ni ahora que tengo la edad que ella tenía
es capaz de acercarse.

No le odio, ni buscaré para reprocharle
pero aún me repito:
¿Por qué? Si yo era tan inocente, ¿Por qué?
¿Por qué ha dejado mi vida en otras manos,
cuando yo le acompañé desde su vientre?
¿Por qué prefirió despreciarme
cuando no fui yo quien la abandonó?

He escuchado tantas veces
recriminaciones de terceros,
que ella es esto y lo otro.
Yo no diré nada, total ni siquiera la conozco,
ella no me permitió hacerlo.

Pero, ¿Por qué?
¿Por qué me dejó si yo era tan inocente?
No le importó si tenía hambre o frío,
sólo se fue.

“Sólo tenía dieciséis”
pero eso no es excusa,
yo también llegué a los dieciséis
y eso no me quitó responsabilidad
en los actos de la vida.

Y la historia dijo:

Al nacer, fueron otras manos las que le recibieron.
Las de su madre no querían hacerlo.
Y su silencio no calmó el llanto de la criatura.
Lo hicieron otros brazos, generosos por demás,
pero nunca los de la madre, que le faltaban desde ya.

Otras manos,
fueron otras manos quienes le dieron de comer,
le cobijaron del frío,
y llenó el vacío que le dejó su falta de querer.

Otras manos,
¿Por qué?
No fueron las tuyas las que me recibieron al nacer.
¿Por qué?

Waldylei Yépez
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viernes, 25 de febrero de 2011

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De las ruinas del Castillo V: La caída del Rey

020. De las ruinas del Castillo V: La caída del Rey. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Cada hombre es un Castillo. Cada Ser, su Creador.

El tiempo parecía detenerse en aquel minuto trágico. ¿Qué era lo que estaban viendo? ¿Qué era lo que había pasado? Nadie lo entendía. Se quedaron inmóviles. Y aquel cuerpo tendido no era más que un cuerpo inerte, sin vida, sin brillo. Al Corazón ya no se le oía latir.

- Está muerto… El Corazón está muerto -. Alguien susurraba.

La Llama reaccionó y corrió a donde estaba él. Y el Amor lloró sobre aquel Corazón herido… Sobre aquel Corazón muerto.

Confianza estaba en trance, no daba crédito a lo que veían sus ojos. El Creador le había dicho que aún no pasaba lo peor, pero jamás imaginó que lo peor sería la muerte del Corazón. Y sí, aquella era la más grande de las tragedias, sobre todo porque ella sabía que la Llama del Amor también iba morir en cualquier momento.

Razón, apenas reflexionando un poco, pensó en la consecuencia que esta muerte traería para el Castillo.

« El Castillo será destruido muy pronto…». Pensaba.

Intuición tampoco reaccionaba.

- Corazón… -. Apenas se les escuchó decir.

De repente, la Llama les gritó:

- ¡Ayúdenme! -.

Valentía y Confianza corrieron y entre los tres movilizaron aquel cuerpo a uno de los cuartos del Castillo. Razón e Intuición no se movieron de sus puestos, no reaccionaban.

- ¡¿Cómo diablos pasó esto?! -. Por fin dijo Razón.
- No lo sé, hermano. No lo sé -.

Truenos y relámpagos se apoderaron del exterior. Todo el Castillo estaba rodeado de espíritus y soldados del mal, eran tantos que aquello parecía una gran niebla de oscuridad. Entonces se escuchó cuando las hordas comenzaron a gritar:

- ¡MUERTE AL REY! ¡MUERTE AL REY! -.

Luego hubo silencio, como si estuvieran esperando ordenes de alguien.

- ¡EL REY HA MUERTO! ¡EL REY HA MUERTO! -. Fue lo siguiente que se escuchó.

Razón e Intuición se miraron entre ellos.

- Ya lo saben… -. Dijo Intuición.
- Tenemos un traidor. Alguien vendió a nuestro Rey -. Respondió aquel.

En la sala aparecieron algunos Generales del Castillo.

- ¡Las hordas se preparan para atacar! -. Dijo uno de ellos.
- Tomen posiciones defensivas -. Ordenó Razón. - Yo estaré en mi estudio -. Terminó diciendo.

Los generales se extrañaron de su actitud. En plena guerra, ¿Y él quería estar solo en su estudio? Entonces miraron a Intuición, como esperando alguna orden.

- Yo también estaré en mi estudio -. Dijo y se fue.

Algún General comentó:

- Seguro necesitan estar solos para planificar una estrategia. Mientras, nosotros estaremos en posición de defensa -. Los otros asintieron.

Razón caminaba por el pasillo con la mente en blanco, aún no sabía cómo procesar el hecho de que Corazón estuviera muerto. Lo mismo le pasaba a Intuición, que se dirigía al otro lado del Castillo.
Llegó a su estudio. Cerró la puerta y se sentó en un sofá. Todo estaba oscuro. Comenzó a hablar solo:

- Con la muerte del Corazón vamos rumbo a la destrucción. Un Castillo sin Amor y Corazón, deja de ser fuerte. No podrá aguantar un gran ataque y estamos en medio de eso precisamente. Los fantasmas externos, siempre saben aprovecharse cuando el interior es sólo destrozos… ¿Cómo no nos dimos cuenta? -.

Las sombras crecían a su alrededor, esas figuras oscuras que se alzaban desde el piso y se posaban frente a él. Razón las veía llegar. Las veía sentándose a su lado, y la energía negativa se apoderó del entorno. Razón estaba apunto de sucumbir ante las sombras del pesimismo.

Al otro lado del Castillo, Intuición vivía una escena similar. Las sombras lo envolvían, esas sombras del dolor que son capaz de opacar los más bellos sentimientos y emociones. Él estaba apunto de sucumbir al abismo, puesto que todo por lo cual había luchado ya no existía. Lloró, se permitió hacerlo.

Aquel instante en el Castillo era terrible: Corazón muerto, el Amor apunto de morir, Razón sucumbiendo ante el pesimismo e Intuición cayendo en el abismo; el mal exterior con su eminente ataque y el mal interior capaz de abrir las puertas infernales. Nada parecía estar bien, nada.

En el cuarto de Corazón, la Llama del Amor permanecía a lado del cuerpo inerte. Sin embargo, sus fuerzas se habían debilitado mucho, su flama se extinguía muy rápidamente. Confianza estaba muy preocupada por ella.

- Mi señora… -.
- Estoy bien, Confianza -.
- No es así… -.
- Debe descansar para reponer fuerzas -. Le dijo Valentía que aún estaba con ellas.
- El Amor sin un Corazón no sobrevive, no importa que vaya y descanse. Mi final llegará más temprano que tarde -.

Confianza y Valentía se pusieron cabizbajos, no sabían qué hacer. Mientras, la Llama miraba a su Corazón con mucho cariño y le sonreía.

- Mi Corazón ha muerto y su Amor con él -. Se cumplía la profecía.

En la sala principal, los Guerreros del Castillo yacían en posición de defensa. Todos eran concientes de que las cosas no estaban bien, y aunque no supieran sobre la muerte del Corazón, dentro de ellos presentían que estaban viviendo una gran tragedia. Era como si se despidieran, pues algo muy malo estaba por ocurrir.

- Nos van atacar, señor -. Decía uno de los soldados a su superior. Éste último se limitó a mirar hacia el frente, no dijo nada pero su cara mostraba una gran preocupación.

Las gárgolas, encima del Castillo, estaban alborotadas pues era inminente el ataque de los espíritus del mal.

- Tenemos que hacer algo -. Le dijo uno de los generales a otro.
- Debemos esperar a nuestros líderes, Razón e Intuición, de nada sirve lanzarnos impulsivamente a un ataque. Debemos tener una buena estrategia, si no es así moriremos mucho más rápido de lo que pensamos. La impulsividad nunca deja nada bueno -. Respondió el otro.

La Razón y la Intuición sencillamente no estaban disponibles. Pasaban por un proceso de dolor y de crítica para sí mismos, no comprendían ni se perdonaban haber dejado al Corazón a merced de la muerte.

Razón yacía cabizbajo.

- ¿Qué va pasar ahora? -. Se preguntó a sí mismo.

Puso sus manos sobre su rostro, apoyando los codos de sus brazos sobre sus piernas. Un segundo después, descubrió su rostro y se quedó mirando hacia el suelo absorto en algún pensamiento. Afuera se escuchaba el choque de grandes piedras contra el Castillo, también el alboroto de los soldados del mal.
Razón miró hacia la puerta y se levantó de su asiento, su rostro expresaba firmeza. Al mismo tiempo, Intuición desde su estudio miraba de la misma manera su puerta. Ambos comenzaron a caminar, y salieron de los respectivos sitios en donde estaban. Nadie lo notaría, pero los pasos de estos dos guerreros yacían increíblemente coordinados, como así mismo comenzaron a tener la misma mirada. Parecía como si la Razón y la Intuición se hubiesen vuelto uno solo, como si se hubiesen fusionado. Atravesaron los pasillos y se dirigían a la sala principal, al llegar al sitio cada uno salió por las puertas laterales y se encontraron de frente.
En aquella sala habían muchos soldados y generales, se quedaron mirándolos al llegar y esperando sus ordenes.

- ¡Prepárense! -. Dijeron al unísono.

En el cuarto del Corazón, la Llama moría junto a su amado. Alguien irrumpió aquella escena.

- ¡Valentía! Razón e Intuición darán la orden de ataque, te necesitamos… -. Dijo aquel que llegó.
- Ve con ellos… -. Le dijo Confianza.
Él asintió.
- ¡Espera! -. De repente le gritó Confianza. - Necesito que me hagas un favor… -.
Valentía le escuchó y asintió. Salió corriendo de aquel cuarto segundos después.

- ¿Qué necesitabas? -. Preguntó entonces la Llama.
- Necesitamos la ayuda de algunos guerreros, no quiero dejarla sola por eso envié a Valentía a que los buscara él -. Respondió Confianza.
- ¿Cuáles guerreros? -.
- El Creador me dijo que los guerreros Comunicación, Constancia y Esperanza podrían ayudar en estos difíciles momentos -.
- El Creador... -. Suspiró la Llama. - ¡Cuánto me gustaría que estuviese aquí ahora! -.

En la sala principal, los generales preguntaban a los guerreros qué hacer.

- Nos defenderemos, pero antes de eso necesitaremos ayuda… -. Respondieron ambos a una sola voz.

Caminaron entonces hacia la sala que comunicaba con las puertas del infierno, al llegar le pidieron a los soldados que las abrieran. Los generales se miraban entre sí, muy extrañados.

- No hay mucho tiempo… ¡Ábranlas! -. Y así lo hicieron.

Al primero que vieron fue a la Autocrítica. Éste le hizo señales a los guerreros Errores de que no atacaran, lo mismo pidieron Razón e Intuición a los correspondientes bajo su mando. Autocrítica se acercó a los guerreros.

- Esto sí que me sorprende. Su Creador me encierra y ustedes… ¿Me dan la posibilidad de escapar? ¿De qué se trata este gesto? -. Preguntó con una sonrisa irónica.
- Queremos hacer un trato -. Respondieron a una sola voz.
- ¿Y es que ahora ustedes hablan así? -. Se burlaba. - ¿Cómo hacen para coordinarse de esa manera? -. Moría de risa.
- Esto es importante… -. Le respondieron con seriedad.
- Ya, bueno está bien -. Burla. - Es que me causa gracia escucharlos… -.
Razón e Intuición respondieron muy firme y claramente.
- El Corazón ha muerto… -.
Se escuchó una ola de asombro en la sala y la Autocrítica borró de su rostro todo indicio de risa.
- ¿Qué están diciendo? -.
- El Castillo será destruido con el próximo ataque de las fuerzas del mal -.
- ¿Qué es lo que planean hacer? -.
- Hagamos un trato y vamos a unir fuerzas, nosotros solos no podemos con lo que se viene de afuera. Los guerreros Errores te hacen caso, si les ordenas ayudarnos te seguirán -.
- ¿Y por qué están tan seguros de que vamos a ayudarlos? -.
- Porque siempre se puede sacar algo bueno de la Autocrítica y de los Errores -.
Autocrítica los miró con firmeza y luego se volteó a mirar a los guerreros bajo su mando, casi todos asintieron.
- Está bien. Nuestros conflictos son con ustedes y no contra el Castillo, además de que nos conviene defenderlo… ¿Cuál será la estrategia de ataque? -. Terminó por decir.

Todos se unieron en la sala principal. Los guerreros Errores lucharían de la mano con los Triunfo e Ilusiones. Todos los que conformaban aquel Castillo lucharían juntos contra las fuerzas del mal.

- Eso es inteligencia -. Murmuraba alguien. - Teníamos unas puertas infernales que hubiesen podido jugar en nuestra contra, en lugar de ello nuestros líderes han puesto de su parte a la Autocrítica y los Errores. Tenemos un enemigo menos, y un aliado para enfrentar lo exterior. Es una buena estrategia -.

Se hizo silencio en la sala.

- Tenemos que defender al Castillo desde varios puntos -. Decían Razón e Intuición al unísono.
Miraban a los generales a su alrededor, necesitaban elegir quienes serían los encargados de las posiciones principales.
- ¡Señor! -. Irrumpió una voz aquella sala. - Ellos podrán ayudarnos… -. Y aparecieron tres guerreros junto a aquel.
- ¿Quiénes son? -.
- Comunicación, Constancia y Esperanza -.
- Muy bien, Valentía -.
- El Creador fue quien los recomendó antes de irse -.
Razón e Intuición asintieron.
- Necesitamos seis grupos: Uno de ellos se quedará aquí para defender el núcleo del Castillo, los otros cinco se posicionarán formando una estrella de cinco puntas, nuestro símbolo de balance y protección. En la punta de Fuego: Autocrítica. En la punta de Tierra: Valentía. En la punta de Agua: Constancia. En la punta de Aire: Comunicación. Y en el Espíritu: Razón-Intuición. Esperanza se quedará en el núcleo, se encargará de defender el Castillo si algún mal entra, la Esperanza es lo último que perderemos -.
Tomaron un respiro y prosiguieron.
- Esta noche ha sido la caída de nuestro Rey. Pero además, esta noche daremos nuestra vida por el Castillo y les demostraremos a las fuerzas del mal que no les será fácil destruirnos. ¡Que la muerte llegue cuando ya no tengamos nada más que dar! ¡No vamos a morir guardándonos lo mejor que hay en nosotros! ¡Se metieron con el Castillo, entonces aténganse a las consecuencias! ¡Y VÉANNOS LEVANTARNOS DESDE LAS RUINAS DEL CASTILLO! -.
Comenzaron los guerreros a gritar.
- ¡QUE VIVA EL REY! ¡QUE VIVA EL REY! -. Y corrieron a tomar sus posiciones.

A lo lejos, en el cuarto del Corazón, Confianza miraba la movilización de soldados. La Llama, ya casi extinta, se posó a descansar sobre el pecho de su amado. Quería morir allí cerca de su Corazón.

Los guerreros tomaron sus posiciones. Las puertas principales se abrieron, y los primeros en salir a enfrentar aquel mal fueron: Razón e Intuición. Los soldados del mal se burlaban, esa es la principal característica de lo externo cuando quiere hacer daño a lo interno.

- Puede que hayan asesinado a nuestro Corazón a través de la Mentira y la Traición. Pero incluso ellos no son nada, son demasiado insignificantes ante lo que el Castillo representa -. Comenzaron a decir los guerreros. - Creen haber destruido al Castillo, pero justo ahora cuando más dañado está: es que se encuentra más fuerte. Los grandes daños crean grandes dolores, pero son estos apenas crisoles que te enseñan a ser más sabios y más fuertes. Mataron al Corazón, pero unificaron a la Razón y la Intuición, por tanto, el mal externo será destruido. Quedar en ruinas no significa destrucción, tan sólo significa oportunidad. Y ésta es nuestra oportunidad de volver a levantarnos. Ahora estamos unidos, ahora estamos más vivos… -.

En ese momento, dentro de aquel cuarto en el Castillo, la Confianza se asombra y se asusta ante lo que ve: el Corazón desesperado intentando tomar aire. La Llama se levanta con sorpresa y la Confianza la ayuda porque está débil. Corazón comienza a toser.

- ¿Qué ha pasado? -. Pregunta sin casi poder hablar.
- Estabas muerto… y has resucitado -. Le dice Amor con los ojos enjugados.

En el campo de batalla los guerreros se preparan.

- ¡Guerreros de la Luz! ¡Defiendan el Castillo en el nombre del Rey! -. Gritan Razón e Intuición a una sola voz.

Todos saltan a luchar contra las fuerzas del mal.

De repente, Razón lanza al aire su espada y lo mismo hace Intuición. Un tercer personaje aparece de un salto por sobre sus cabezas y toma las espadas, cae delante de ellos.

- ¡Creador! -. Se escucha gritar a algunos guerreros.

Éste une las espadas y forma la nueva Espada de Doble Filo.

- ¡YO SOY EL QUE YO SOY! -. Y de la nueva espada sale un rayo de luz que termina rodeando al Castillo, formando así un escudo protector. - Nadie morirá esta noche. El Amor que yace en el núcleo del Castillo lo protegerá, porque el Amor es Luz y la Luz cuida de sí misma. Que las fuerzas del mal se destruyan por sí solas, en cuanto a nosotros no dejaremos que nos toque su energía negativa. Se aproxima un nuevo día, y la oscuridad le teme a la luz, por tanto, todos los ataques cesarán pronto. No será necesario gastar energía en ellos -. Decía el Creador a todos sus guerreros.
- Creador… el Corazón ha… -. Intento informar Razón e Intuición.
- Si el Corazón de verdad estuviera muerto, yo no estaría aquí… -. Respondió.
- ¿Entonces? -.
- No es tan fácil matar a un Corazón, un gran Amor siempre puede revivirlo. Así mismo, la Conciencia del Ser puede mantener vivo a un Corazón que ha sido traicionado por las mentiras. Amar es igual a Ser. Amar es mucho más que esperar a que me amen, Amar es dar todo de sí y ser feliz por ello, ser feliz por entregarse plenamente. El Corazón vivirá siempre que lo que ha pasado esta noche suceda, la unión y equilibrio dentro del Castillo es la presencia del Ser, de la Conciencia. El Corazón vive y el Amor vive porque todos ustedes hacen eso posible. Todo está conectado -.
Los guerreros asintieron y el Creador les regresó sus espadas.

A lo lejos se veía llegar la luz del sol.

- Ha sido una larga noche, pero no será la más larga de todas. Siempre deben estar preparados, siempre. Los procesos internos apenas están comenzando -.
- ¿Cuándo culminarán? -.
- Siempre que haya vida, jamás culminan. La vida es un profundo y constante aprendizaje. Jamás se deja de aprender… -.

Los guerreros regresaron al interior del Castillo, y se encontraron con el Corazón y su Amor…

Puede que tu Castillo sea constantemente atacado,
y puede que la Autocrítica quiera aplastar tu Razón.
Puede que la Intuición a veces no esté presente,
y puede que al Corazón lo dañe la Mentira y la Traición.
Pero jamás la Llama del Amor puede extinguirse,
ni hay que dejarla sola con la Desconfianza y la Duda.
El Amor debe ser lealmente acompañado por la Confianza y la Comunicación.
Que la Constancia no deje de aparecer y la Valentía esté presente.
Que la Esperanza sea lo último que se pierda…

Levántate siempre, aunque todo parezca en ruinas…

Levántate desde las ruinas del Castillo pues…

Cada hombre es un Castillo y cada Ser, su Creador.

Tú eres su Creador.

25/02/2011 08:04 p.m.
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Zombi

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En las pequeñas cosas yacen eternas fortunas o infortunios.

El otro día cuando hablaba con él
se disculpaba por el silencio en que se sumió.
Me decía: tenemos que hablar,
no se trata de mí,
no se trata de mi familia,
pero está bueno ya...
Nunca te olvidaré.

Su decisión fue como bomba
que cayó en mi cabeza,
y me convirtió en un zombi:
caminando sin caminar,
sin comprender,
y estando sin estar.

Las pequeñas cosas hicieron que significara mucho para mí.

Pero el otro día lo vi callarse cuando llegué.
Su familia comenzó a fingir.
Y la seriedad de la relación
se la llevó la imaginación.

Pero...
No se trata de ti,
ni de tu familia,
… llegamos hasta aquí.

Así me convertí en zombi:
caminando por el mundo
sin caminar.
Mirando sin estar.

Derrumbó mi mundo,
¿Y ahora cómo lo recupero?

Y así me decía:
tenemos que hablar,
no se trata de mí,
no se trata de mi familia...
pero esto llega hasta aquí.

Es tan fácil para ti,
pero yo...  ¿Cómo vuelvo a vivir?

Waldylei Yépez
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jueves, 17 de febrero de 2011

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Una razón


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Dame una razón para creerte,
aunque ya no quiera.
Una razón que me haga superar la barrera,
del odio que has sembrado en mí.
Dame una razón…

Es que si me muevo por el mundo: en quiebra,
me despojo de mis ilusiones
y recapacito de este amor,
la situación a la muerte: se asemeja.

Es que, aunque ya no quiera escuchar tus palabras,
te aseguro que las mentiras que me engañan,
me dieron más felicidad
que saber la verdad.

Entonces, dame una razón,
y sólo una, para creer en ti.
Una vez más…

Cuando él me habla del futuro,
me siento triste de que sea él
y no tú.
Siento desvanecer mi corazón.
A él no lo amo, como te amo yo.

Por eso, dame una razón para creer en ti.
Para creer de nuevo y sobrevivir,
a la tempestad que se aproxima.
Por favor, dame una razón…

Sé que nuestros mundos, no son uno.
Sé que fui quien no perdonó.
Sé que fuiste el que cambió
ese tesoro que te di,
por la que hoy duerme junto a ti.

También sé que ya no podré perdonarte,
que no hay posibilidad de reconciliarse,
que nunca podría olvidar
que mi amor tú pisoteaste.

Sin embargo, aún en silencio, me gusta creer
que hay una razón
por la cual yo pudiera amarte,
y rescatar mi corazón
de estas garras del olvido,
el odio y la pasión…

Dame una razón,
y sólo una razón…

Tanto me gustaría creer en ti.
O quizás ser más justa, y amarlo a él
como él me ama a mí.
Me gustaría no pedirte una razón,
sino pedírmela a mí, para sacarte de aquí,
para sacarte de mi corazón…

Tanto quisiera tener una razón,
para entender que ya no existe un “dos”.
Para borrar este amor,
y amarlo a él,
así como te amé yo.
Pero necesito de una sola razón:
que no tengo hoy…
Que no tengo hoy.

Dame una razón…

Waldylei Yépez


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