domingo, 3 de julio de 2011

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Gotas de llanto

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A veces pienso que somos apenas dos gotas de lluvia
que se enfrentan al sol,
intentando no desvanecer ante su calor,
pero muriendo ante el dolor de desaparecer.
A veces pienso que no somos más que un sueño,
un sueño donde nos juntamos para vivir un imposible e inalcanzable camino
que hace flaquear nuestras metas,
porque resulta tan difícil enfrentar lo que enfrentamos a diario.
Son tantas las cosas que pudimos haber sido…
disculpa que hable en pasado ahora,
no puedo evitarlo.
No sé si me estoy acostumbrando a la idea de perderte,
aunque quizás sí,
quizás he asumido la realidad de que te estoy perdiendo
o que ya te perdí.
Somos dos gotas de llanto,
de llanto inminente que no tardará tanto en llegar.
Sé que la música que suena de fondo viene a despedirte,
pero me gustaría tanto no verte llorar
y quizás la única forma es pedirte que te vayas de una vez,
antes de que mi corazón no pueda más el llanto aguantar.
Sé que a futuro me preguntaré por qué renuncié a ti,
por qué renuncié cuando todo indicaba que nos iría bien
y me culparé por cobarde,
me culparé por no esperar aunque resultara difícil
y entonces al reflexionar
me daré cuenta que no quise aquella corta espera
y la cambié por una larga donde jamás llegas.
Es difícil estar sin ti, es difícil esperarte
pero lo será más aún el olvidarte.
Hoy somos dos gotas de llanto,
nada más que eso somos.
Nada más que eso hemos sido.
Me pregunto: ¿Cuál será nuestro camino?
Dímelo tú, no sé cuál sea nuestro destino,
si separarnos ahora
o seguir como seguimos.
Dos gotas de llanto,
más que eso quisiera ser,
más que eso podemos ser,
más que eso ¿tú quieres ser?

Waldylei Yépez

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sábado, 2 de julio de 2011

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Desacuerdos

Fuente: Google Images.

Estas son las cosas que tú haces,
lee y observa cómo de verdad te ves.
Te hago una pregunta: ¿Te crees el mejor?
Déjame decirte que actúas como el peor.
Lee y date cuenta cómo son las cosas,
y por qué muchos no te tratan como rosas.
¿Cómo tratas así a alguien que te trata mal?
Sí, quita la cara de sorpresa y mira la verdad.
Más de uno sabe que tratas mal a quienes quieres enseñar,
y muchos no creen que seas bueno en formar,
lo único que haces bien es maltratar.

Si crees que castigando se puede enseñar,
pues no estoy de acuerdo con el pensar.

Si cree que sus años de experiencia le hacen mejor,
me parece que, a usted, lo hacen peor.
Sí, es verdad, su forma de tratar
es una mala forma de enseñar.
¿Dónde quedó su humanidad?
¿Por qué el formador de formadores
resulta más implacable que cualquier otro?
¿Dónde queda la bondad de su rostro?
¿Dónde fue a parar su parte espiritual?
¿Cree de verdad que con castigo se pueda enseñar?
Debería recordar que para un aprendizaje humano
se necesita el procesamiento mental,
la cognición es importante
pero no su condicionamiento operante.

Si crees que castigando se puede enseñar,
pues no estoy de acuerdo con el pensar.

¿De qué le sirve que le tengan miedo por la nota?
¿Se siente muy bien al tener “poder” sobre los demás?
¿Cree que por ser autónomo en su cátedra
puede joder a los otros?
¿Acaso no le importa que sus estudiantes se puedan sentir mal?
¿Cree que son piedras y rocas irrompibles
y por eso es implacable en su actuar?
Quizás usted piense que hace lo mejor que puede,
pero ¿por qué no le pregunta a los alumnos?
Si es bueno ellos se lo dirán,
y si es malo debería usted cambiar.
Si hoy fue un mal día, no lo pague con ellos,
ellos no tienen culpa de lo que le pueda pasar.

Si crees que castigando se puede enseñar,
pues no estoy de acuerdo con el pensar,
vaya pensando en cambiar su metodología de enseñar,
porque el aprendizaje humano es mucho más,
mucho más que un puto condicionamiento,
y ésa… ¡sí es la verdad!…

Waldylei Yépez

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sábado, 18 de junio de 2011

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Veintiuno

Fuente: Google Images.

Hay veces que me quedo pensando en la vida,
y no sé cómo es que pasan muchas cosas.
Hay veces que quiero pensar que nada está mal,
pero el mundo me hace ver que no, que esto es lo real.

Y pensar que sólo eran veintiún años,
no era más que veintiuno los que tenías.

Hoy por alguna razón quise escribirte,
y escribir a todos los que, como tú,
se fueron a los veintiún.

No puedo reescribir la historia
y decir que era muy bueno lo que hacías,
aunque para muchos: hayas sido el mejor.

¿Qué pasó que tu destino se torció?

Hoy no hago más que pensar en cuántas historias serían distintas,
y que por razones diversas fueron como fueron.
Escucho el sonido religioso y la llamada del olvido,
pues no dejarás más que lamentos,
y quien fuiste antes, ahora pasará desapercibido.

Toco la puerta del tiempo,
pues quise interceder por ti, pues sólo tenías veintiuno,
y me dijo: “no hay más que se pueda hacer,
se toman decisiones, no importa cuántos años tengas”.
Le dije que sólo eran veintiuno,
me dijo: “debió pensar en ello…”.

A los veintiuno crees que nada te pasará,
que todo le pasa a los demás,
y que después de los veintiuno vendrán más,
pero mira el resultado: ya no estás.

Y pensar que sólo eran veintiún años,
no era más que veintiuno los que tenías.

Hoy por alguna razón quise escribirte,
y escribir a todos los que, como tú,
se fueron a los veintiún.

A los veintiuno…
Tan sólo fueron veintiuno…

Waldylei Yépez
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lunes, 6 de junio de 2011

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Al inexistente

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Me permitiré confesarte
lo que esconde mi rostro,
aquello que yace
bajo el piso de mis emociones.
Me permitiré confesarte todo.
Me permitiré ser yo,
antes que todo eso que quieren que sea.
Me permitiré, pues,
ser más que una máscara de seda,
más que la doble cara de géminis,
y más franca que un escorpión,
o quizás más cruel que su propio aguijón.
Me permitiré ser la fuerte,
la dura y la implacable.
Me permitiré cantarte toditas tus verdades.
Comenzaré por contarte que ya no hablo con el cielo,
así como muchas veces me viste hacerlo.
Ya no creo que los sueños sean nubes tampoco,
pues ni soñando se puede volar un poco.
Ya no creo en las cosas que te dije que creía,
acabé despertando… tenía que hacerlo algún día.
Te imaginé llegando como un príncipe
en busca de su princesa,
pero en lugar de alegrías, quedé con mil tristezas.
Llegué a creer que el mundo era dulce a tu lado,
de un sabor a chocolate, pero se volvió salado
hasta alcanzó hacerse amargo.
Problema femenino:
“creer en el perfecto masculino”,
creer que existen príncipes y no sapos,
aunque la mente te mienta, creando del sapo un príncipe
para posarte entre sus brazos,
mas siempre seguirá siendo sólo un sapo,
pues la perfección… sólo dura un rato.
Mi mente creó de ti al hombre más ideal,
aquel que era distinto a los demás,
pero no eras tan distinto ¿Verdad?
Sí, puedes escudarte bajo la excusa de que sólo fue mi culpa,
risas te da ahora,
pero niega que te gustó ser el personaje principal de la obra,
y hasta te esforzaste en ser el príncipe que la princesa adora.
Jugaste al enmascarado, pretendiendo ser tan perfecto al principio,
y terminando tan cruel al final.
Te felicito, fuiste un buen actor en tu actuar.
Creí en unicornios,
hasta creí que la luna se podía bajar,
creí en la Atlántida,
hasta creí que las sirenas cantaban con las olas del mar.
Creí en tus palabras y en tu silencio,
creí que había en tus ojos sinceridad,
creí que construiríamos un sueño distinto
y terminaste engañando a mi instinto,
la intuición tampoco me ayudó,
fui la tonta de este cuento de dos.
Problema femenino:
“creer en el perfecto masculino”,
cuando ese “perfecto” no existe,
aunque la mente lo contrario indique.
Veme aquí sentada,
ya no le escribo ni a las hadas,
el unicornio, para mí, se murió
y la Atlántida se esfumó,
quizás ninguno existió,
como lo nuestro, que sólo se desvaneció.
Pero permíteme felicitarte nuevamente,
osaste a representar muy bien tu actuación,
al principio sí que fuiste perfecto ¿O no?
Déjame responder a mí esa pregunta:
¡Vaya que fuiste perfecto!
Yo misma te enseñé cómo enamorarme,
sí, ya sé que en eso soy bastante culpable,
y tú, un completo irresponsable.
Ya no me ensañaré ni trataré de insultarte,
total, ya perdí todo lo que me quitaste
e insultarte no me devolverá lo que me robaste:
ya no volveré a ser como antes.
“Te odio” es una frase todavía muy bonita para ti,
así que mereces mucho menos que eso,
aunque no se me ocurre cuánto es lo menos.
Por ahora, no seguiré gastando mi tiempo,
lo que sí te dejo claro es que te vayas olvidando,
olvidando de todas las cosas buenas que te dije,
cuando te las dije realmente creía que eras más parecido a él,
al hombre inexistente que sólo vivió en mi mente,
al hombre perfecto que hoy en día ya no vive en ti,
ese hombre perfecto que ya no está aquí…
Y a ese hombre dedico mis palabras…
Al inexistente…
ese hombre de cristal,
caído del más alto pedestal…

Waldylei Yépez

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sábado, 4 de junio de 2011

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Comportamiento Humano: El Código Humano I

Imagen: Alonso Espinoza (pixeltool)

002. Comportamiento Humano: El Código Humano I. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

- ¡Ustedes que se oponen a nuestras ideas son los que hacen que este país no surja! -.
- ¿Nosotros? ¡Si ustedes llevan tantos años en el poder, y a pesar de ello no han hecho surgir a nuestro país como lo prometieron! ¿Ahora somos nosotros culpables de su ineficiencia? -.
- ¡Claro! Porque ustedes sólo critican, no nos dejan trabajar… ¡No dejan trabajar a nuestros gobernantes! -.
- Han tenido tanto tiempo para trabajar, ¿Y ahora nos piden más tiempo? ¿Por qué? ¡Porque no lograron nada de lo que dijeron que iban hacer en tantos años! -.

Más o menos eran las palabras que se escuchaban a lo lejos. Aunque a veces surgían gritos.

« ¿Por qué la gente se la pasará hablando de política? O mejor dicho, peleando por política… ». Pensaba.

Estaba descansando en uno de los bancos del parque, mientras mis amigos compartían sobre la grama a unos metros de mí. Quería estar a solas con mis pensamientos, aunque no lo lograba mucho porque las discusiones políticas llegaban a espantar cualquier indicio de calma y tranquilidad.

- ¡Es que esto sólo ocurre en este país! ¡No hay justicia! ¡No se respeta los derechos humanos! ¡No hay libertad de expresión! ¡Los delincuentes mandan y los policías son delincuentes con uniformes! -.
- Te recuerdo que en los gobiernos anteriores hubo muchos desaparecidos que jamás volvieron a sus casas, y los gobiernos anteriores eran quienes de verdad irrespetaban nuestra libertad y democracia. ¿Así que, en la actualidad, de qué amenaza a la libertad de expresión hablas? -.

Aquella escena me parecía increíble y a su vez rara. No sentía ningún apasionamiento hacia un lado u otro, tan sólo me quedé observando lo que acontecía a mi alrededor. De repente, oí como entre mis amigos se intercambiaban algunas palabras.

- ¡Te digo que ese equipo de fútbol es un desastre! ¡Son unos perdedores! ¡Coño! ¡No sé cómo es que los apoyas! -.
- ¿Qué vas a decir tú? ¡Tienen la peor defensa que he visto en mi vida! -.
- Todo el mundo le apuesta a ese jugador de tu equipo, y es lo peor que he visto yo en la mía. No llegarán lejos esta temporada -.
- ¿Qué dices? ¡Ustedes nunca han ganado un título como nosotros! ¡Ustedes son los que no llegarán lejos esta temporada! ¡Para que lo sepa! -.

Volví mi mirada a quienes hablaban de política.

- ¡Coño! ¡No entiendo cómo es que no despiertan a la realidad! -. Seguía la discusión.

« ¿Despertar a la realidad? ¿Cuál realidad? ». Pensé.

- Es una buena pregunta… -. Se escuchó.

Era una voz muy cercana y volteé a mirar hacia un lado, vi a esta persona sentada al otro extremo del banco.

- ¿Usted habla conmigo? -.

Asintió.

- ¿Cuál es la buena pregunta? -. Me encogí de hombros.
- “¿Despertar a la realidad?”… -.
- ¡Oh! Parece que “pensé en voz alta” -. Dije y se sonrió mientras su mirada se dirigía al horizonte.
- ¿Cuál crees que sea tu realidad? -. Me preguntó.
- No lo sé, es decir, supongo que es esto que estoy viviendo ahora -.
- ¿Y ésa es la realidad verdadera? ¿O es sólo lo que percibes con tus sentidos? -.
- Es mi realidad, que además percibo con mis sentidos -.
- Políticamente hablando, y observando la discusión de esas personas: ¿Cuál crees que sea la verdadera realidad? ¿Lo que dice un señor o lo que dice el otro? -.

Me encogí de hombros.

- No lo sé, ambos hablan con tal firmeza que cualquiera pensarían que sus palabras son acertadas y, por tanto, dicen la verdad -.
- ¿Ambos? -.
- Supongo… Mire yo pienso que algo de “verdad” tienen los argumentos de ambos, pero si me pusiera a elegir alguno, como cualquier persona, quizás elija a uno de ellos y no a ambos. Sin embargo, y para contestar con franqueza, en este instante me parecen tan equivocados… -.
- Entonces, ¿Cuál es la verdad? -.
- No importa qué le pueda decir yo de lo que es la verdad, eso es subjetivo porque yo le expondré lo que yo “puedo y quiero ver”, dejando de lado lo que no me gusta o no me conviene, o al menos no le conviene a “mi grupo” -.
- En conclusión… -.
- La verdad no existe, nadie tiene la razón… -. Le dije.
- O todos la tienen -.
- No entiendo -.
- Los humanos necesitan pensar en absolutos: sí o no, en algunas ocasiones como cuando se necesita: tener la razón. Eso les ayuda a la toma de decisiones. Has dicho que elegirías a uno de ellos, y no a ambos, si te pusieran a elegir y eso es porque para tomar una decisión debes pensar en absoluto, en quién tiene la razón y te inclinarás por aquel personaje que tenga más similitud de pensamiento contigo o tu grupo, muy a pesar de que sepas que está equivocado en algunas cosas. Eso también está influenciado por el comportamiento de grupo y la competencia, donde el más fuerte gana y, por tanto, tu grupo debe ser el más fuerte y el que tenga mejores argumentos -.
- ¿Competencia? -.
- Sí -. Me miró entonces. - La competencia humana, que no es otra cosa que un comportamiento humano innato, es querer siempre ser el vencedor y “humillar” todo lo que se pueda al vencido, es decir, “nosotros tenemos razón y les demostraremos que ustedes no” -.
- Eso suena como si los humanos fuesen malas personas -.
- No se trata de calificar de bueno o malo a tal acción, se trata de que es un mecanismo natural de actuación y que todos caemos en él -.
- Pues no estoy de acuerdo -. Crucé mis brazos y volteé a mirar al horizonte.
- Tus amigos… ¿Por qué discuten? -.

Me quedé meditando un rato para poder recordarlo. Miré nuevamente al personaje.

- Fútbol… -. Le dije y se sonrió conmigo.
- ¿Por cuál es el mejor equipo? ¿“El mío o el tuyo”? “El nuestro o el de ustedes…” -.

Le miré un poco confundido y pensando hasta dónde quería llegar con esos comentarios.

- ¿Qué es lo que quiere hacerme ver? No lo entiendo…-.
- Nada, no intento hacerte ver nada. Sólo me quedo como tú, observando a mi entorno sin permitir que pensamientos y apasionamientos de otros me hagan ver cosas que no son necesariamente así. Me quedo observando cómo la gente se equivoca una y otra vez sin darse cuenta, e incluso terminan haciendo aquello que tanto le han criticado a los demás. Me quedo observando los patrones de comportamiento humano, modelos presentes en pequeña y gran escala pero siguiendo los mismos pasos en su acción -.
- ¿Modelos? -.
- El comportamiento humano se puede representar, matemáticamente hablando, en funciones o puedes interpretarlos como algoritmos, una serie de pasos finitos que empiezan en un punto y terminan en otro, todo apuntando a un objetivo. Pasos que pueden ser ejecutados por una o cientos de miles de personas a la vez, con las mismas acciones, las mismas reacciones, los mismos argumentos, las mismas quejas en distintas situaciones e incluso espacios geográficos -.
- Un momento… -.

Me quedé desconcertado, además era como mucha información para mí.

- ¿Usted me quiere decir que estamos “programados” como robots? -.
- Sí y no. Los humanos podemos seguir esos patrones y actuar como si estuviéramos dentro de una función matemática, sustituyendo la X por un humano o un grupo de humanos, pero siempre hay excepciones que rompen el patrón y conforman uno nuevo, aunque no va variar radicalmente -.
- ¿Usted es uno de esos científicos locos o los tipos estudiados que se plantean preguntas del Universo? -.

Se echó a reír.

- No, lo que sucede es que, desafortunadamente, tuve la oportunidad de toparme con las matemáticas, y me di cuenta que estas cosas se pueden ver más claras si se habla en términos de fórmulas y algoritmos. O también, podríamos verlo en términos computacionales. ¿Tú sabes algo de la programación? -.
- No mucho, pero sí algo -.
- En la programación se usan lenguajes, hay muchos en realidad, pero con ellos puedes crear una serie de instrucciones en módulos, esos módulos a su vez necesitan la llegada de parámetros. Además, las funciones pueden ser condicionales lo que quiere decir que si se dan ciertas condiciones se actúa de una manera, y si se dan otras condiciones se actuará de otra -.
- Pues eso sí lo puedo entender -.
- Mira a tus amigos, ¿Qué pasaría si apoyas a uno de los equipos? El del equipo que apoyes se sentirá más fuerte y atacará con más fuerza al otro que “está débil”. No importa a cuál apoyes, la reacción será la misma para ambos casos (el amigo que elijas). Te mostraré algo -. Y tomó una hoja y un lápiz, entonces escribió.



“Siendo F la función de reacción por equipo, X el individuo o grupo de individuos y F(X) = A + B, siendo A la reacción de agradecimiento por el apoyo y B el ataque al contrincante”.


- Mira ahora a los que discuten por política, ¿No reaccionarían de la misma forma? -. Dijo.

Y continuó escribiendo en la hoja.



“F(amigo futbolista) = A(agradecido por tu apoyo) + B(suma de argumentos para destruir al contrincante)

F(amigo político) = A(agradecido por tu apoyo) + B(suma de argumentos para destruir al contrincante)”.


- Para el individuo que fue elegido por ti, te vuelves un “amigo” porque piensas de manera similar, pero si no piensas igual no se cumple la función de reacción por equipo y, por tanto, no eres del equipo. Para personas de pensamiento más absoluto, pasarías a ser un enemigo si no eres su amigo -.
- Sus fórmulas no me parecen nada complejas, y el ser humano es complejo entonces no creo que tenga razón en su argumentación -. Le contesté.
- Es cierto, el ser humano es complejo y por eso es que dije que hay excepciones, que causan variantes de mayor o menos complejidad, pero el requisito siempre será el mismo: “amigo” si piensas como yo, “contrincante” si no. Además, de que se considera ignorante al contrincante siempre, incapaz de ver “la realidad” tal cual es. Y no se trata de que sea ignorante, se trata de que tiene una versión de la realidad distinta a la tuya pero no por ello equivocada. Sin embargo, como en las competencias el pensamiento es absoluto, la posición será: “Yo tengo la razón y tú no” -.
- Eso no es así, hay personas que no dicen nada y prefieren no seguir la discusión -.
- Pero eso no implica que le den la razón a la otra persona, aunque la otra persona piense que sí porque prefiere construir su realidad, haciéndose creer a sí mismo que si su contrincante se calló es porque él le dio tan buen argumento que el otro no pudo con eso, y eso lo convierte en “el ganador” -.
- Pues difiero de eso, usted presenta esto de manera muy calculada, como si todas las personas fueran así…-.
- “Como si todas las personas fueran así…” ¿Ves que el ser humano piensan en absolutos? No te escapas de eso. Por otra parte, respondiendo tu cuestionamiento, siempre he dicho que hay excepciones…-.

No quería seguir hablando de eso, sentía cierto rechazo pero no podía ocultar que me dio mucha curiosidad.

- Y según usted, ¿En qué otras áreas se aplica ese patrón? -.

Se sonrió antes de responderme.

- Supongamos que existe una pareja, la novia está disgustada con alguien por alguna causa, y va y le cuenta al novio. Ella espera que el novio la apoye sí o sí, volvemos a la fórmula de reacción por equipo… -.



“F(novio) = A(agradecimiento por apoyo) + B(suma de argumentos para destruir al contrincante)”.


- Si él la apoya, ella se va sentir no sólo agradecida sino que va surgir mucho más su seguridad en los argumentos que tiene, y se va endurecer más con el contrincante porque se siente apoyada. Pero si él no la apoya, y no se cumple la fórmula de reacción por equipo, ella se va molestar con el novio ahora porque ha sido incapaz de “comprenderla”, y como su visión de la realidad está limitada (y aún más por apasionamiento de la no-aceptación de que su novio piense distinto a ella), se formará un nuevo problema. Por ello, muchos optan por apoyar a la persona, porque presienten que si no lo hacen pueden crear un problema más grande. O sencillamente apoyan a su grupo o equipo, no porque tengan razón, sino para no darle la razón al contrincante -.

Me quedé pensando en todo lo que me decía, algo seguía chocándome pero también algo de razón tenía lo que me decía.

- ¿Cómo es que se da cuenta de esas cosas que dice? -.
- Observando. ¿Alguna vez te has preguntando que significa “Buda”? La palabra digo -.
- No -.
- Significa “el despierto”. Y se supone que eso deberíamos alcanzar… alcanzar el despertar acallando a la mente y el mundo externo, pero no es tan fácil -.

Apoyé mis codos sobre mis piernas mientras me quedaba mirando al horizonte, analizando todo lo que había escuchado.

- Por eso te decía que tenías una pregunta interesante, o una buena pregunta: despertar a la realidad… La realidad es tan subjetiva, que incluso “el despertar” va depender de quien lo diga y en qué contexto lo diga -.
- Al final, ¿Acaso no habrá una única verdad donde todos estemos de acuerdo? -.
- Nunca… -.
- Eso es bastante desalentador, pensé que un día todos íbamos a pensar igual -.
- ¿Por qué? ¿Por qué pensar igual? ¿Cuál idea va prevalecer? ¿La que piensas tú o la de tu compañero? La naturaleza humana es defender lo que cada uno dice y tiene, nadie va aceptar que tú impongas las ideas y no vas aceptar que te las impongan a ti. A lo más que se puede llegar es a un consenso por comunidades, o países que adopten ciertas cosas -.
- Pero no hay ningún país realmente feliz, por ejemplo, con sus gobiernos. ¿Eso no va cambiar? -.
- Hay cosas que yo no puedo contestarte, porque al igual que tú mis ideas y conocimientos son limitados. Ahí volveríamos a decir que las cosas humanas son complejas, y realmente lo son. Tenemos políticos deshonestos en todo el mundo, y hay quienes empiezan honestos y después cambian, porque el ser humano también es egoísta y si se deja vencer por eso: buscará enriquecerse él y su pequeño grupo, y esto es real en todos lados y no sólo en un país específico -.

A lo lejos escuché mi nombre. Mis amigos me hacían señas, teníamos que irnos.

- ¡Tengo que irme justo cuando tengo tantas preguntas! -. Exclamé con molestia.
- Cuando la Conciencia se despierta, aunque esto sea intermitente, siempre busca descubrir al mundo y comienza a formularse infinitas preguntas. Ya habrá tiempo para que nos volvamos a encontrar. Creo que ambos tenemos mucho que aprender del otro, y creo que esto puede ser enriquecedor -.
- ¿Cuándo volverá estar acá para conversar? -.
- ¿Y quién dijo que yo me iría? El silencio no implica ausencia, sólo es silencio que es un buen compañero cuando contemplas al mundo, pues es ésa la invitación: a contemplar al mundo -.

Alguien gritó más fuerte mi nombre.

- ¡VAMONOS YA! -.

Me volteé rápidamente para hacer señales de que se esperaran un momento, cuando viré mi mirada nuevamente estaba sólo yo sentado en el banco. Me extrañé. En ese momento sentí que alguien me haló por el brazo, eso me asustó y di un brinco.

- Cálmate, soy yo -. Me dijo una voz femenina. - Veo que te quedaste dormido profundamente -. Y se echó a reír.
- ¿Qué? -. Yo estaba como atontado.
- Sí, te quedaste dormido en el banco, no sé cómo lo hiciste. Vamonos antes de que los muchachos nos dejen aquí -. Y comenzamos a caminar.

Yo aún no sabía qué era lo que había pasado, ella me decía que me había quedado dormido y yo recordaba toda una conversación con alguien. Nos unimos con el grupo y nos fuimos caminando, pero de cuando en cuando volteaba a mirar a lo lejos aquel banco del parque pero en ninguna oportunidad volví a ver al personaje.

Mi amiga me miró nuevamente.

- Oye, ¿En serio estás bien despierto? -.

Me quedé mirándola unos instantes.

- No puedo garantizar que esté bien “despierto”, pero me esforzaré por despertar un poco más cada día… -. Ella se extrañó de mi respuesta pero seguimos caminando lejos de aquel parque, y de aquel banco.

04/06/2011 08:05 p.m.

Waldylei Yépez
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sábado, 28 de mayo de 2011

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¿Cómo?

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Ven a ver cómo pasa el tiempo
mientras te quedas solo,
por ignorar todo lo que quise darte
pero qué más da, ya eso no es importante.

Has liberado toda la rabia y el miedo
que jamás vi en mí antes.
Mis palabras se vuelven cañones
que destruyen tu imagen.

¿Intentas disculparte?
No me interesa disculparte,
y mucho menos perdonarte..

¿Cómo? ¿Cómo me convertí en lo que me convertiste?
Pregúntatelo a ti mismo.
Ahora ves millones de guerras en mi interior,
pero tú plantaste cada semilla que así germinó.

Ahora, te dices que te equivocaste,
pero ya no pasarás por encima de mí como antes,
puedes volver sobre tus pasos,
ya no hay lugar para ti en mi regazo.

¿Y me dices que ahora eres feliz?
Que estás de lo más feliz solo,
pero no es lo que cuenta tu mirada,
no, no es lo que cuenta tu mirada.

Tú siempre tuviste la razón,
y nunca jamás me dijiste que la tenía yo,
me ignoraste
y así me marchitaste.

¿Cómo? ¿Cómo me convertiste en tu peor enemigo?
Comenzaste caminando lejos de mí,
sembrando miedos que germinaron en guerras,
ahora aguántate la astilla de la madera.

¿Cómo? ¿Cómo me convertiste en lo que soy?
Cuando me dejaste sola,
aprendí a vivir sola,
aprendí todo lo que tú me enseñaste.

Y ahora me preguntas cómo,
¿Cómo puedo ser tan dura?
Tú me enseñaste, sí me enseñaste…

¿Cómo? ¿Cómo llegamos a odiarnos?
Pero sobre todo,
¿Cómo es que llegué a decirte: te amo?
Si en ti no hay nada que valga la pena amar,
y no sé si valga la pena odiar…

Entonces, ¿Cómo?
¿Cómo llegamos a odiarnos?
¿Cómo es que llegamos a amarnos?

Waldylei Yépez

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viernes, 20 de mayo de 2011

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Carta a mis suegros

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001. Carta a mis suegros. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

Queridos suegros,
Hoy se me ha ocurrido escribirles una carta. No sé exactamente lo que saldrá al final de este intento, pues éste no es otra cosa que un intento de expresar alguna idea. No tengo en mente algo concreto que decirles, pero créanme que me mueve un profundo cariño, y es precisamente ese cariño el que me impulsa a escribirles.
El conocerlos ha sido una muy grata sorpresa para mí en la vida. El tratar con ustedes, el cómo son por sí mismos, ha derrumbado viejos paradigmas dentro de los cuales me formé. No es nada usual encontrarse con personas como ustedes, así tan especiales.
Por años vi muchas situaciones, para nada agradables, donde el axioma o verdad absoluta era: nadie se lleva bien con los suegros. Déjenme confesarles que “esa verdad” me llenó de pánico, pero en momentos de lucidez me decía: “eso no puede aplicarse siempre, me niego a creerlo”. Y me negué a creerlo, muy a pesar de que mi mundo exterior me daba tanta evidencia de que sí, de que sí era cierto aquello: nadie se llevaba bien con los suegros.
Recuerdo que me repetí millones de veces, al escuchar o presenciar escenas donde el intercambio de palabras se podría catalogar como discusiones acaloradas, que yo no quería vivir “esa verdad” la cual lo externo pretendía que yo aceptara porque sí. Me revelaba con rebeldía ante “esa verdad” que se presentaba como algo innegable, que para mí resultaba más inaceptable que innegable. Repetí muchas veces las palabras: “eso está mal”, “esto no es posible” o “esto no debe ser así”.
Hoy en día, después de tener el privilegio de conocerlos (porque sí es un privilegio), pienso en que no fue errónea mi apreciación: aquella “verdad” no lo era tanto. Lo que se presentaba como eso que prevale, no era tan así. A veces resulta como que lo oscuro, lo malo o más perjudicial, se impone porque hace mucho más ruido, mientras que lo bueno permanece más en silencio. Cuando tuve la oportunidad de encontrarme con ustedes, y rompieron así el paradigma obsoleto que pretendía predominar, el bien comenzó a manifestarse dejando el silencio y aparecieron decenas de casos donde verdadero cariño se manifestaba entre suegros-nueras o suegros-yernos. Me quedé nuevamente sorprendida, muy gratamente, de ver que otras muchas personas compartían mi punto de vista, que esto no se trata de “una guerra”, un eterno conflicto de “quién puede más”, de cosas como “me caes mal, pero te aguanto porque no tengo otra opción”. La verdadera realidad no era nada de eso, y mi corazón lo sabía de cierta manera, pero no fue hasta que los conocí que pude afirmar que sí: es posible llevarse muy bien con los suegros. Tengo el privilegio y la bendición de poder estar cerca de ustedes, las personas más maravillosas del mundo.
Lo que le da poder a mis palabras ahora es la verdad que yace detrás de ellas, porque estas líneas no son simples palabras, no son líneas para “quedar bien” con alguien y mucho menos con ustedes. A mí esas cosas no me interesan. No estoy expresando elogios “para ganar algo”, eso es lo que hace que esta carta sea diferente, de que esta carta sea real.
No pretendo hacer un análisis de comportamiento, de actitudes, y exponer acá por qué creo que las relaciones de suegros-yernos o suegros-nueras terminan mal. Lo más que podría afirmar es que: todo es cuestión de actitud. Allí es donde yace la causa de los problemas o la solución al mismo. Es lo que creo.
La buena convivencia lleva consigo muchos factores: respeto, comprensión, tolerancia, saber valorar. Yo no he llegado a sus mundos para “quitarles a un descendiente”, sino a ofrecerles uno más. No se trata de que los padres “pierdan a un hijo (hija)”, sino que precisamente ganan a un hijo (hija). De eso se trata. El amor no es cuestión de “perder” sino de “ganar”, pues si se pierde entonces hay un problema con ese “amor”.
Yo no he venido a separarlos de su hijo, he venido a ofrecerme como hija. No he venido para provocar la ausencia del hijo en las fiestas de cumpleaños, o las reuniones familiares, por el contrario, vengo a unirme a la celebración. No vengo a “medir fuerzas” para ver a quién le hace más caso: si a ustedes o a mí. No vengo a manipularlo ni a manipular una situación en particular. No vengo para aislarlo, por el contrario, la idea es estar lo más presente posible, porque así es: ser familia. Y si pensara más a futuro, con la hipótesis de crear una familia con su hijo, lo más maravilloso sería que pudieran jugar y consentir al nieto o la nieta, no que estén alejados pues así no deben ser las cosas.
No puedo adelantarme al futuro, pero lo he hecho en las últimas líneas porque quería expresar a cabalidad mis intenciones. Me parece entonces que he sido clara al exponerlas.
No soy perfecta, ya tendrán tiempo de verlo. Y a veces tengo un carácter muy fuerte, si se da la ocasión también lo verán (y estoy segura de que eso pasará). Pero a pesar de todos los defectos que pueda tener, lo que he escrito hasta ahora en esta carta no deja de ser real.
Quiero que mantengan consigo estas palabras, porque acá va mi promesa de intentar ser lo mejor posible, y les ruego que si un día actúo contrario a lo que hoy he expresado con emoción, me hagan llegar justo estas letras y yo sabré reconocerme en ellas.
Dije que pensaba que todo era cuestión de actitud, cuando hablaba del problema de las malas relaciones, entonces si quiero que nuestra relación funcione debo ser la primera en comprometerme con ese objetivo y aquí estoy expresando claramente mi promesa y mi compromiso.
Al principio mencioné que no sabía en qué acabaría esta carta, he dejado que mis palabras expresen lo que ha sido necesario y estoy contenta por eso, estoy contenta por el resultado.
Finalizo estas líneas agradeciendo tantas cosas, pero sobre todo agradeciendo el cariño que he recibido de parte de ustedes. Mi corazón está con ustedes.
Con sinceridad, muchas gracias.

20/05/2011 10:00 p.m.
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viernes, 15 de abril de 2011

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A la mujer que amo

022. A la mujer que amo. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Dedicado a la Mujer, criatura maravillosa -al igual que el Hombre-, que el Universo creó.

Hoy he decidido sentarme a escribirte, algunas pocas palabras nada más, y no sé si al final me salga bien esto. Sé que no soy como tú, tú tienes ese don para expresarte de una manera que a mí me llega a conmover, y eso que no soy un experto en la lectura. No sé cómo lo haces. A veces me has arrancado lágrimas de emoción, sí, para algunos quizás les suene mal porque “los hombres no lloran”, pero vaya que yo sí he llorado mucho en tu regazo. Ante ti soy el ser más vulnerable que jamás conocí, o que jamás creí ser, pero a pesar de ello no tengo miedo, a pesar de parecer “una presa fácil” no tengo miedo, porque muchas veces has podido hacer mil cosas conmigo y, en vez de eso, tú siempre me has protegido. Cuando me siento como un niño, justo como ahora mismo, siempre me has cuidado con amor, pudiéndome refugiar entre tus brazos. Me haces sentir un niño pequeño, y a la vez el hombre más grande y más seguro que tampoco pensé que podía ser. No sé cómo haces posible estos milagros, cómo es que has sembrado este sentir dentro de mi corazón. Yo, que jamás hablé de sentimientos y amor tan profundos con alguien más, ahora eso es todo lo que llena mi vida: este amor profundo que siento por ti. Te has convertido en mi vida, realmente ha sido así.
Alguna vez leí algo, en donde se recomendaba, que lo mejor era salir con una chica que leyera, pero también decía que mejor que eso era: salir con una chica que escribiera. Recuerdo que yo sonreí, me dije a mí mismo: “Yo amo a una chica que escribe”. No dejo de admirar la manera cómo te expresas, el cómo haces para dejar tan marcado a un lector, el cómo haces para que se identifique… La verdad, creo que nunca sabré cómo lo haces.
¿Sabes? Me da vergüenza enseñarte esta carta, sé que a lado de las letras que puedas escribir esto, que he escrito, no tiene ningún valor, es decir, mis palabras jamás serán tan bonitas como las tuyas… Todo esto son simples letras, pero vaya que es inmenso el sentimiento detrás de ellas.
Sé que no puedo describir aquí la cabalidad de tu belleza, lo suave de tu piel y lo hermoso de tu sonrisa al amanecer. Despertar contigo y dormirme junto a ti, vaya que es lo más maravilloso que me tocó vivir. No puedo describir el lenguaje que toma mi cuerpo cuando tú estás cerca, quizás no me creerías si te digo que mi cuerpo puede reconocer tu presencia, más rápido de lo que mi mente procesa. Es como si mi cuerpo completo pudiera comunicarse con el tuyo, en un lenguaje que sólo ellos conocen, incluso cuando ni siquiera se están tocando.
Cuán suave y apasionados pueden ser los besos de tus labios, esos besos que son vida para mí. Un solo beso tuyo y quedo como activado, siento recorrer la sangre viva por todo mi cuerpo, y tocarte es lo que más quiero… Tu cuerpo, me enloquece. Tu sensualidad, me desborda. Tus montañas tibias, me apasionan.
Hay muchas cosas que me gustan y que valoro de ti. Me has hecho sentir como tu “príncipe azul”, pero además supiste darte cuenta de que los “príncipes” también buscan a su “princesa”, y tú eres todo cuanto yo pudiera querer de una “princesa”. Me has enseñado tantas cosas, y has respetado lo que soy pues lo que yo he cambiado de mí es porque yo quise hacerlo, jamás me pediste que lo hiciera. Muchas veces me he preguntado: “¿Cómo es que me aguantas?”, la verdad no tengo respuesta, entonces te lo pregunto y sólo me respondes que me amas. Ese sentimiento embarga mis entrañas.
Vivo contigo un amor a plenitud, en una relación donde puedo sentirme yo mismo. ¿Cómo puedo agradecerte todo lo que haces por mí? ¿Cómo le agradezco al Universo esta bendición que trajo a mi vida? Te aseguro que nadie podría amarte, así como te amo yo… Así, como yo te amo.
Eres una mujer increíble, maravillosa, la más hermosa de las personas. Tú me valoras por lo que soy, porque lo que soy va más allá de lo que hay en mis bolsillos o entre mis piernas, tú valoras mi alma y corazón. ¡Cuán feliz me siento, amor!

La mujer que amo,
no hay palabras para describir
a la mujer que amo.
Podría decir algunas cosas,
como que eres el rostro que ilumina mis días,
el refugio donde me siento protegido.
La voz amable que me hace sentir en un hogar,
ese hogar construido acá en el corazón.
Tú eres la mujer que yo amo,
aquella que me hace temblar,
llorar y hasta, de rabia, patalear,
pues no todo es color de rosa
pero jamás lo gris supera el color,
este amor que es de color brillante.
Ni escritor ni poeta
pero te he escrito en verso,
tú sabes que no son simples palabras,
sabes que esto es lo que, de verdad, yo siento.

Simples y sencillas palabras,
para ti, para la única.
Para la mujer…

A la mujer que yo amo…

De verdad…

Te Amo.

15/04/2011 5:45 p.m.

Este texto fue escrito por Waldylei Yépez
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sábado, 9 de abril de 2011

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Considérelo

Hoguera de la Inquisición. Fuente: Google Images.

Muy bien, señor sabelotodo.
Mucho sabes de mí, y lo que ven mis ojos,
cómo me siento, y qué tan mal me fue en la vida.

Sé muy bien que tienes la solución,
y que tus palabras no lastiman
por mucho que me digas “bruto”,
porque no lo haces con “esa intención”.

Sé muy bien que tu religión es “la verdadera”,
y que estudiaste en la mejor escuela,
que te llenas la boca hablando de “la palabra de dios”,
y que crees que el asesino será perdonado,
si se arrepiente ante el señor.

Sé que también dijiste que quien insulte al cristo,
pero se arrepienta, será perdonado.
¿Quisiste decir que quién no se arrepienta,
debería ser castigado?
¿Cuál sería el mejor castigo para ti?
¿Una cruzada? ¿O el retornar de la inquisición?
Tú hablas, ¿Pero acaso tienes razón?

Hablas de la palabra de dios,
¿Acaso sabes cuántas modificaciones lleva?
¿Y que esas modificaciones son hechas por humanos?
¿Te has puesto a pensar cuánto corrompe el poder?
¿Será que el poder no corrompe nunca a la religión?

Esto sólo es un recordatorio, señor sabelotodo.

Considera esto:

¿Cuánto dinero mueve la figura de dios?
¿Cuánto poder tuvieron sus representantes?
¿Sabías que el clero se molestó en el siglo XII
porque les prohibieron golpear a los judíos?
“Apalear a los judíos” le llamaban
a la “santa tradición” de Tolosa, en semana santa.

Señor sabelotodo, que se cree “el elegido”.
¿Necesitas creerte más especial que los demás?
¿Ser la luz que brilla en la oscuridad?
¿Ser la salvación del mundo?

¿Qué es para ti la salvación del mundo?
¿La muerte de todas las personas que consideras “malas”?
¿Será por eso que pides con ahínco el fin del mundo?
¿Así de una vez por todas vendrá el castigo del padre,
y demostrará que siempre la tuya era la verdad?

Señor sabelotodo, ¿Por qué escribes tanto del “último día”?
¿Por qué colocas a tu dios amoroso como el peor y más cruel?
¿Te das cuenta que tú mismo te contradices?
¿O no te has dado cuenta de eso?

Considera esto,

Si tú eres la luz contra la oscuridad, ¿Por qué la llamas para que venga?
¿Por qué insistes con “el último tiempo”?
¿Por qué te causa tanto agrado que otros sean castigados?
¿Necesitas que el mismo rey de reyes te elija?
¿Que te felicite por tu gran labor de “amor”?
“¡Que sean castigados los que insultan al rey!”,
¿Y que te den una corona por ser un “santo”?
Si tus palabras son de amor, ¿Por qué insultas
a quien piensa distinto a tu dios?
¿Por qué es tan difícil razonar el libro sagrado?
¿Porque odias que tu contrario te gane y tenga razón?
¿Porque es más fácil aceptar como siempre han sido las cosas y ya?

Muy bien, señor sabelotodo.

Si usted se cree santo, yo no lo sacaré de ahí.
Si cree tener la verdad, no le impondré la mía.
Pero dejemos algo claro:

Ni usted es el más especial del mundo,
ni su religión es la única y original,
ni siquiera es la más vieja,
y tampoco es la más santa.
Su religión lleva acuestas muchos muertos,
pues su base es un charco de sangre,
y no, no importa que Messori pida que se “olviden los errores pasados”,
porque eso no le devolverá la vida a la gente.
Eso no le devolverá la dignidad a quienes se la quitaron
y tampoco deshará la crueldad de violaciones contra niños desamparados.

La próxima vez, señor sabelotodo,
que quiera defender a su religión haciendo alarde de “su pureza”,
vea los libros de historia,
estos no se escribieron así porque “fueran ateos” sus autores,
se escribieron así porque así fue la historia… por mucho que a usted no le parezca.

Considérelo… Todo esto es parte de la “verdad”,
que no es la suya ni la mía, señor sabelotodo, pero no deja de ser verdad.

Waldylei Yépez

"Máquinas de maldad" (Inquisición) Fuente: Google Images.
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lunes, 4 de abril de 2011

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Confieso que no he vivido

Fuente Imagen: Google Images.

“El futuro no me devolverá el tiempo perdido del pasado”.
Así reza el epitafio que tiene mi sueño,
ese sueño muerto de hace algunos años.

A diferencia de Neruda,
que dice que ha vivido,
yo confieso que no he vivido.
Mi problema es que el tiempo no se detiene,
y no hay forma de que vuelva a empezar mi camino…
Sí, confieso que no he vivido.

Confieso ante ustedes, mis amigos, que me he mentido
creyendo que podría volver a empezar ese sueño perdido,
pero no fue así.
Me he aferrado a lo perdido tan profundamente,
que alcanzar otros sueños no me es suficiente.
Sí, se puede volver a empezar
pero siempre empiezas otros sueños…
Nunca los que ya han muerto…
Y yo quiero ese sueño muerto,
quisiera poder revivirlo,
alcanzarlo y concluirlo,
pero jamás será así
porque lo que muere: muerto queda.

¡Ay, mis queridos amigos!
Me he convertido en un lago de lágrimas
que miran con horror el pasar del hoy.
¡Cuán cobarde fui!
No hice nada cuando pude,
y ahora sólo me lamento cuando puedo.

De nada me sirven los aplausos y las felicitaciones de hoy,
yo quería que todo esto pasara ayer.
Debí superar cada etapa de mi vida cuando correspondía,
pero no fue así.
Mi reloj se ha atrasado en años.
Veo a mi alrededor y todo avanzó, menos yo.
Es ahora cuando doy mis primeros pasos,
nadie sabe cuánto dolor me causa mi fracaso.
Fracasé,
lo hice aunque hoy haya alcanzado otras metas.
Fracasé,
aunque de mi dolor sólo yo sepa.

Confieso que soy infeliz,
no importa que mi rostro una sonrisa tenga.

Confieso que no he vivido,
y que me embarga
una tristeza agria
y muy amarga.

Confieso que no me alegra alcanzar otras cosas,
lo que quería ya lo perdí
hace mucho tiempo atrás.

Mi reloj se ha atrasado en muchos años ya.

Confieso que no he vivido,
a diferencia de Neruda.
Confieso que he perdido…

Todo lo que una vez quise,
todo lo he perdido.

Mi reloj se ha atrasado,
y ya no hay ninguna forma de adelantarlo.

Confieso que no he vivido…

Waldylei Yépez
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