miércoles, 25 de septiembre de 2013

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Círculo perfecto

Fuente Imagen: Google.

015. Círculo perfecto. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Me he quedado mirando al horizonte, pero en verdad no miro nada a lo lejos, al contrario, estoy mirando hacia adentro, hacia el interior que casi nadie entiende, hacia mi propio interior. Para muchos, quizás, sea raro mirar así, pero siempre llega el momento en que debes hacerlo, y es cuando allí reconoces tu luz y tu oscuridad. Por lo general, es el dolor el que te lleva hasta allá, para luego dar paso a un gran camino, y entre luces y sombras te transformas, es cuando comienzas a entender tantas cosas. A veces te culpas de no haber visto detalles tan obvios, a veces sientes vergüenza de haber transitado un camino erróneo, a veces… bueno, son tantas cosas que no vale la pena hacer una lista de ellas.
Mirando hacia adentro he comprendido tanto, y también he aceptado lo que no pude comprender. Hoy la vida me dio las respuestas que necesitaba, y luego todas mis preguntas cambiaron; así es esta búsqueda eterna donde no siempre se busca lo mismo, y ni siquiera uno es el mismo. Respecto a esto último, aclaro que yo no pienso que seamos capaces de cambiar radicalmente, creo que eso no es posible a menos que no hubiésemos sido auténticos antes; más que cambiar pienso que hacemos ajustes en nuestra vidas, ajustes basados en experiencias o nuevas perspectivas de las cosas. Ya no soy la misma de ayer, algo hizo que “ajustara” lo que fui y creo que ha sido el dolor, el dolor en sus distintas manifestaciones, con sus distintas razones y sin-razones.
Mi dolor hasta hoy estaba basado en creerme atrapada, en creerme ser ese pequeño pajarillo enjaulado que ansiaba liberarse, que aleteaba hasta ocasionarse daño, que se desesperaba por no obtener las respuestas correctas, que buscaba la verdad que hace libre. Hasta que llegó el instante en que dejé de aletear y me quedé mirando mi encierro, sin juzgar sólo observaba, y me di cuenta que no estaba atrapada, que las puertas no estaban cerradas y que fue sólo mi percepción de encierro, lo que me hizo sentirlo. Pude haberme culpado por no haberme dado cuenta antes de mi error, pero en lugar de eso preferí valorar el conocimiento que adquirí, y entre tantas cosas que aprendí estaba el comprender que la desesperación o ansiedad jamás solucionarán nada, y que sólo cuando soy capaz de silenciar las voces que me atormentan seré capaz de escuchar la voz profunda y sabia de mi Ser, esa voz que nace del Amor que vive dentro de cada uno, ese Amor que engendra y guía.
Hoy es el día del círculo perfecto, ese círculo que da inicio y cierre a un ciclo, a uno de tantos ciclos que me afectan. No hay forma de describir el cierre perfecto de algo que estuvo tan recargado de dolor, de tanto daño, pero, a pesar de ello, sí se puede decir sin equívoco alguno que la paz que se siente al final no viene de la acción de un alguien externo. No importa quién sea, nadie externo podrá darme la paz profunda y serena que sólo puedo encontrar dentro de mí, que sólo puedo encontrar cuando retomo la conexión sublime con mi Ser, con mi interior. He allí el círculo perfecto, cuando aparecen lo humano y lo sublime y te sientes parte de ambos, cuando te sientes Uno con el Todo y regresas a tu centro, cuando eres capaz de soltar todo dolor y todo daño.
Aprendí a amar inmensamente, y por eso puedo perdonar también. Te suelto, suelto todo… dejo que lo que quiera irse se vaya, y dejo que lo que me hace daño también lo haga.
Que, a partir de hoy, sea el Amor quien guíe mi nuevo camino, que guíe mis pasos hasta llegar a destino. Que sea el Amor que con sus lazos una lo que debe ser unido.
Que sea el Amor transparente, que sale de todo mi Ser y no de mi mente.
Que sea el Amor, que ilumina como sol, que cierre este ciclo de mi corazón.
Sí, que sea así, que sea el Amor y sólo el Amor el que llene el vacío de mi corazón…

24/09/13 08:09 p.m. - 08:16 p.m. - 08:57 p.m. - 09:17 p.m.
25/09/13 01:07 a.m. - 03:49 p.m.
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sábado, 14 de septiembre de 2013

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Me pregunto cuándo volverás

Fuente Imagen: Google.

014. Me pregunto cuándo volverás. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Bella durmiente de mi corazón,
hace unos meses entraste en el sueño profundo
del cual no te has levantado de nuevo,
y me he perdido de tantos recuerdos
que no tuvimos tiempo de construir.
Recorro tu casa
y veo tus ropas,
la soledad de tu cama
y la silla que usabas.
Recorro el camino que un día siguieron tus pasos,
me siento en la sala o en la cocina,
me siento a esperarte,
me siento a soñarte.
Por las noches extraño
que me mandes a dormir temprano,
que me mandes a cerrar la puerta
apenas se oscurezca.
Por el día extraño
no verte caminar el pasillo,
no verte sonreír conmigo.
Me he quedado pegada
en el tiempo que tú estabas,
esta casa está tan llena de recuerdos
y ahora predomina tu silencio.
A veces me pregunto cuándo volverás,
si ya ha sido suficiente del paseo que emprendiste,
si estás extrañando tu casa y quieres regresar,
me gustaría que pudiésemos conversar.
Cuándo volverás es mi pregunta,
cuándo será el regreso a tu hogar,
cuándo, mi bella durmiente, cuándo será,
esta espera, cuándo terminará…

14/09/13 08:47 p.m.- 09:02 p.m. Regalo de cumpleaños para ti Maita (15/09/25-03/05/13)
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viernes, 13 de septiembre de 2013

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El camino del perdón

Fuente Imagen: Google.

013. El camino del perdón. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Llego a casa después de un largo día de trabajo. Me siento agotada. Pongo las llaves sobre la mesita de la sala, me quito la chaqueta y los zapatos, me duelen los pies. Me invade la sed, busco algo para beber y regreso a la sala. Habría sido un largo, aburrido y cotidiano día de trabajo si no fuera porque me pasé recordándote, y recordando lo que eras… o lo que fuimos. Pongo el vaso sobre la mesa y me quedo mirándolo, pero en realidad no lo miro, sólo he fijado mi vista en él pero mi mente yace en otro camino, en otro tiempo, en otra época. No sé por qué tengo la leve sensación de que esta casa está más silenciosa que nunca, es como si nadie estuviera aquí adentro… hasta mi mente se ha quedado en silencio. Suspiro ante el pasado que se asoma a mi ventana. Bebo otro sorbo y miro el reloj. Miro el piso, las paredes, el cuadro que nunca terminé de pintar, el cuaderno de notas donde a veces escribo alguno que otro verso, la guitarra que dejaste olvidada y la felicidad que quedó socavada. Miro todo y no miro nada.
Por mucho tiempo he intentado regresar a mi centro, reencontrarme con la paz que perdí, entender lo que nunca entendí, y aceptar lo que tuviese que aceptar aunque no estuviera de acuerdo con ello. En el camino de toda esta “terapia” de vida, aprendí mucho hasta de mí misma; entendí que muchas cosas las aprendí mal, y tuve que desaprenderlas para reaprenderlas como debieron ser; entendí que debía hacer algunos ajustes en mi vida, que jamás cambiaría mi forma de ser, pero que la vida no se trata de “cambiar” sino de “ajustar” y en eso me he enfocado, y la verdad siento que es mucho lo he avanzado. Me siento orgullosa y feliz con ello. Me siento más segura e independiente. Me siento en paz conmigo misma. Sin embargo, me queda algo pendiente, lo sé, puedo sentirlo… y llegó el momento de hacerle frente.
Me levantó de mi asiento y busco el teléfono. Vuelvo a mi sitio y tomo una respiración profunda. Marco tu número. Me invade el nerviosismo, no sé si me contestara otra mujer o algún familiar.
- Aló -. Es tu voz y se acelera mi corazón.
- Hola -. Te digo.
- Hola -. Me respondes. Llevamos mucho tiempo sin hablar, pero aún puedes reconocer mi voz.
Te pregunto si puedo hablarte unos minutos y me dices que sí. Tomo aire de nuevo y comienzo.
No sé cómo empezar esta conversación, la verdad no lo sé. Sin embargo, siento que hay cosas que necesito decirte, porque siento que es lo que falta por resolver en mi vida, por resolver de esa época en la que tú eras el protagonista principal. Te culpé de muchas cosas que sucedieron, pero ahora sé que yo también falté en más de una. No, no buscaré justificarme, porque cuando uno va pedir perdón lo que menos tiene que hacer es justificar sus propios errores. Te he llamado para decirte que lo siento, que lo siento mucho, que me equivoqué, que en definitiva quiero hacerme responsable de la parte que me corresponde en todo el problema. Quiero pedirte perdón por las cosas que deba pedirlo. Y yo también quiero perdonarte por todo el dolor que sentí, por todo el daño del cual te he creído responsable… No sé cómo es perdonar, no sé cómo o por dónde empezar, pero tengo toda la intención y voluntad de hacerlo. Lamento de verdad el cómo terminó todo esto… Necesitaba que lo supieras. No, no necesitas decir nada ahora. Sólo déjame terminar diciéndote: gracias por escucharme.
Colgué la llamada, y me recosté sobre el sofá.
No sé, la verdad no sé cómo se puede perdonar tanto daño, pero prefiero averiguarlo y zafarme del rencor, para dejar de recordar este dolor una y otra vez hasta el cansancio. Al daño no hay que agregarle más daño, eso es lo único que tengo claro. Desde hoy comenzaré a dejar de recordar lo malo.

El camino del perdón tiene muchas vías,
y yo aún no conozco cuál es la mejor,
la que a mí me funcionaría,
pero sí sé algo:
me cansé de tanto daño,
del que me hizo él,
del que me hice yo
y del que me hago recordando.
Estoy dispuesta a dejar lo pasado,
a perdonar el daño causado,
porque merezco algo mejor que vivir sufriendo
o vivir añorando.
Hacia el horizonte iremos caminando,
y aprenderemos a perdonar,
aprenderemos a soltar
y un día volveremos amar.
Amar, reír y soñar…
en un nuevo caminar.

13/09/13 07:54 p.m. - 08:03 p.m.
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miércoles, 11 de septiembre de 2013

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Alegría

012. Alegría. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

En medio de las penumbras despiertas,
y la luz se posa a los lejos,
te invade, te inunda, te llena.
Recuperas la vista
que la sombra dejó a ciegas,
y te das cuenta que el tormento se ha acabado,
que los gritos que inundaban ya no existen,
que sólo la serenidad persiste
y sientes una rara alegría,
la tristeza se ha hecho serena.
Te pones de pie,
pues la fuerza ha regresado a tus piernas,
te levantas de la caída
que has llevado a cuestas.
Al mirar tus manos la luz está en ellas,
la miras, la contemplas,
te parece raro no sentir dolor,
rencor o tristeza.
Todo yace en calma,
la alegría se acrecienta.
Alegría sin razón,
sin causa o consecuencia,
alegría rara,
alegría plena.
Alegría de Principio,
de Alfa y Omega.
Alegría que borra la furia,
el rencor, la vergüenza.
Alegría de la vida.
Alegría que se siembra.
Alegría que queda y prevalece
sobre las oscuridades y tinieblas,
que te hace creer
aunque creer ya no puedas.
Alegría de la Luz,
y del sol que rodea,
de la fina verdad,
que la verdad prevalezca.

Alegría,
como un árbol de vida,
alegría.
Como la luz del día,
alegría.
Del verde bosque
al gran silencio,
alegría.
Como un salto a la gloria,
alegría.
Como una fuente de paz,
alegría.
Alegría que va más allá,
alegría que llena de paz…

11/09/13 05:01 p.m. - 05:17 p.m. - 05:23 p.m.
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miércoles, 4 de septiembre de 2013

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Adiós mi pequeño superhéroe

Fuente Imagen: Google.

011. Adiós mi pequeño superhéroe. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Tocan a la puerta. Siento un susto invadir mi estómago, mis dedos ligeramente comienzan a temblar, tomo aire en una respiración profunda y luego indico que pueden pasar. Se abre la puerta y te veo entrar, señalo con mi mano que te sientes en un puesto frente a mí. Cierras la puerta y te sientas, no dices nada pero tampoco es necesario que digas algo.
Me quedo mirándote fijamente, hace tanto tiempo que no te veo pero tu rostro evoca aquellos momentos felices de mi vida. Las cosas no terminaron bien entre nosotros, para mí fue un final catastrófico y cruel, he trabajado todo este tiempo para poder superar todas esas cosas que me ocasionaron tanto daño, entre ellas tus propias palabras. Verte cambiar tu comportamiento fue para mí un choque mortal, darme cuenta que no eras lo que yo creí ha sido el golpe más grande que he recibido, pues sabías cuán importante para mí era la sinceridad y al final sólo obtuve de ti las tres cosas que más me desagradan de la vida: la mentira, la traición y la cobardía. Pero no te cité a este encuentro para hacer de él un desahogo de reproches, o para revivir todo el dolor que he intentado superar, ni para que me recuerdes que no eres quien yo creí por tanto tiempo, o para que me recuerdes “el estorbo” que fui para ti o tus ganas inmensas de deshacerte de mí… lo siento, es difícil no recordar también las malas cosas cuando veo tu rostro, es difícil que no se me endurezca la voz, es difícil no enumerar cuáles de tus acciones y palabras me provocaron tanto dolor, dolor que en su mayoría yo no merecía. Déjame respirar profundamente para volver a mi centro, como te digo los reproches no son el objetivo de este encuentro.
Cierro mis ojos unos instantes y respiro varias veces profundamente. Abro mis ojos nuevamente. Cuando lo nuestro se fue al precipicio, yo te desconocí por completo, no supe qué había pasado con el hombre que yo amaba, sólo sabía que se había ido y que ahora tenía frente a mí a quien de verdad eres, por eso ya no me querías a tu lado porque ya no podías seguir fingiendo y eso lo entiendo. Pero aunque me abandonaras, aunque me apartaras de tu lado yo seguía amando al hombre que se suponía que eras, y lo extrañé mucho. Fue realmente difícil vivir entre la ambivalencia de amarte y odiarte a la vez; amaba al hombre que eras y odiaba al hombre que eres, no sé cómo una misma cara puede generar dos cosas tan diferentes. Te amé y te odié con todo mi corazón, y en esa lucha interna creo que ambas cosas se apagaron. Sin embargo, al final del proceso me di cuenta que me faltó algo por hacer y era despedirme del hombre que amaba; sí, sé que no existe pero simbólicamente yo necesito despedirme de él, por eso te he citado aquí, en este espacio de mi mente, porque tu rostro me recuerda a él aunque ya no eres exactamente como él, incluso tu rostro ha cambiado o mi percepción de él lo ha hecho. Quiero decirte algunas cosas y al final me gustaría que te levantaras y te fueras, así sin decir nada, sin mirar atrás. Quiero reescribir el final tranquilo que me arrebataron, quiero despedirme del personaje que amé y quiero dejarlo ir, así como dejas ir al protagonista de una novela cuando lees la última hoja y cierras el libro.
Como quiero hablarle a él y no hablarte a ti, porque tú sólo evocas dolor y reproche, cerraré mis ojos y le hablaré desde mi corazón, con ese último pedacito que aún guarda algo bonito, porque quiero hablarle con amor y cariño. Respiro profundo.
Con los ojos cerrados busco en mi corazón eso que sentí por ti, eso que me hacía sonreír, que me hacía soñar. Tardo un poco en encontrarlo porque el dolor ha opacado muchas cosas, pero allí está… ahí puedo ver el pedacito que queda de ese amor que no tenía fronteras, que era tan grande que se expandía por todo mi cuerpo, qué lástima lo pequeño que se ha hecho. Junto mis manos y entrelazo mis dedos, pareciera como si mi mano tomara la tuya, la mano del hombre que amaba. Siento nostalgia, iba a mantener mis ojos cerrados pero al final los abro y te miro. ¿Qué fue lo que te pasó? Es la pregunta que pasa por mi cabeza. ¿Qué fue lo que nos pasó? Te digo. Decido dejar eso de lado y me concentro en sentir el amor que sentía por ti. Me sonrío y decido hablarte:
Mi príncipe bonito, mi amado y gran tesoro. Cuánta admiración y respeto siente este pequeño corazón por ti. Mi superhéroe, el hombre invencible que es capaz de cualquier cosa. Me dices que exagero, que no eres tan bueno como yo creo, pero te replico que sí lo eres, que eres grande, que eres hermoso, que eres increíble. Tenemos tantos planes a futuro, la casa, los hijos… cuánto nos entusiasma el futuro. Te cuento mis sueños, te cuento mis quejas cotidianas de mujer, me río de tus bromas y las escenas graciosas. Te pido tu opinión sobre mis proyectos, te planteo unos nuevos. Conversamos de la vida, filosofamos un rato y psicoanalizamos en otros. Criticamos la política, la religión y ciertas actitudes de la gente. Damos paseos entre árboles y flores, entre pajaritos y girasoles. Jamás el cielo ha sido tan azul, tú haces que sea pleno, haces que me sienta segura. Me encanta tu rostro, tus besos y abrazos, me encanta tu piel y tu olor. Me encanta cuando me dices que tenemos una buena comunicación, que entiendes que hay que ser auténticos, que sacaremos adelante esta historia de dos. Eres el hombre perfecto para mí. Me encanta compartir helados contigo, salir a pasear, salir a comer. Me encanta acompañarte a comprar ropa, a ver si el pantalón te queda o no te queda bien. Me encanta apoyarte en tus proyectos, que si quieres comprarte un piano pues yo te apoyo con eso. Me encanta verte sonreír, me encanta verte feliz. Sí, había cosas que no me gustaban, pero las omitía porque no eran tan importantes, yo quería estar contigo y no me importaba sacrificar algunas cosas, yo quería estar para ti. Mi amado sol, mi azul del cielo, mi ídolo, mi todo… cuántas cosas bonitas eres capaz de inspirar. Cuántas cosas bonitas fuiste capaz de inspirar. Mi héroe, mi amor…
Gracias por el hombre que fuiste, por haberme tratado tan bien. A pesar de tus defectos, no tengo algo importante que reprocharte, aunque pensándolo bien sí tengo algo, te reprocho el haber desaparecido de la noche a la mañana, y haberme dejado con el otro tú que sólo era soberbia, egoísmo y frialdad. Pero ya no importa, no creo que lo hayas hecho por maldad, supongo que sólo llegó el momento en que te tenías que ir aunque no me preparaste para tu partida. De cualquier manera, a todos nos toca partir alguna vez, y ésta es mi propia despedida. No te diré que te recordaré, porque es más probable que el tiempo borré tus recuerdos. Tampoco te diré que te amaré, porque lamentablemente mi amor por ti sólo se escribe en pasado, y lo poco que quedaba acabo de usarlo para traerte aquí y despedirme de ti. Quiero agradecerte por esa última cena de aniversario, aunque fuésemos los únicos comensales en aquel restaurante igual fue lindo. También recuerdo aquel parque donde montamos bicicleta juntos, fue una experiencia mágica. Gracias por todas esas cosas bonitas.
A veces me gustaría recordar lo que sentía cuando te besaba, cuando acariciaba tus cabellos o recorría tus brazos y tus dedos, el tiempo se ha encargado de borrar todas esas cosas.
Bueno mi pequeño superhéroe, es hora de decir adiós. Sí, sabía que no sería fácil para mí, pero agradezco la oportunidad de despedirme de ti. Lamento que no hayas sido real, lamento que sólo hayas sido un fantasma, que todo haya sido fingido, porque eras tan valioso, eras tan hermoso que es una pena que sólo seas un sueño, una invención. Lamento que la mayor de mis felicidades se haya convertido en una mentira, en una ilusión.
Gracias, por lo que haya que decir gracias, y adiós.
Te vi levantarte del asiento si decir más, y saliste de la habitación como te lo pedí sin mirar atrás. Se cerró la puerta a tus espaldas, me levanté y cerré con llave la misma.
Y así mis últimas palabras fueron:
Adiós mi pequeño superhéroe, ha sido una gran alegría y una gran tristeza haberte conocido. Ha sido una gran alegría y una gran tristeza haber estado contigo. Adiós.


04/09/2013 02:44 p.m. - 03:01 p.m.
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lunes, 26 de agosto de 2013

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La mujer en el espejo


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010. La mujer en el espejo. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Me encierro en el baño,
me siento mal por tantas cosas,
me he callado tantas cosas,
y ahora lo veo cuando me miro al espejo.
Me siento una tonta,
¿por qué me siento tonta al mirarme a la cara,
si de tonta no tengo nada?
Bajo los ojos, no quiero verme,
me veo triste y muy cansada,
¡cuánto delata mi mirada!
Decido hablar conmigo
como nunca ha sido,
me miro a los ojos
y es entonces que digo:
lamento haberme hecho tanto daño,
siempre creí que tomaba las mejores decisiones,
y a costa de mi felicidad, hice a los otros felices.
Decidí creer y me hice vulnerable,
dejé atrás mi grandeza y mi intuición,
hasta me vi mendigando amor
aguantando el maltrato y la opresión.
Dejé que me gritaran,
dejé que decidieran por mí,
dejé que me trataran como un trasto viejo
que se echa a la basura por lo añejo.
Llegué a sentirme “nada”
porque ya nadie “me necesitaba”,
llegué a pensar que era mejor
si dejaba de latir mi corazón.
Llegué a pensar que era fea,
que nadie me querría por lo vieja,
y que a nadie le interesa ya el amar,
o lo que esconde mi mirar.
Pero ahora que decido verme a los ojos
veo con espanto lo que me he ocasionado,
estuve siempre para otros,
pero nunca estuve a mi lado.
Jamás me di cuenta de tu grandeza,
de la grandeza de la mujer en el espejo,
no vi el amor tan inmenso que tus ojos expresan,
no vi a la reina ni vi a la princesa,
no vi que debía ser bondadosa conmigo misma,
no vi que debía tratarme con respeto.
Me paro firme ante mi reflejo
y me sonrío,
no importa que parezca una loca,
desde hoy hablaré conmigo,
me diré muchas cosas
y celebraré tantas otras porque yo lo merezco,
¡soy la mujer frente al espejo!
Desde hoy me diré mirándome a los ojos:

Yo me amo con todo mi corazón.
Soy la persona más importante en mi mundo.
Soy digna y merecedora de amor.
Soy una guerrera independiente.
Soy amorosa y soy cautelosa.
Soy hermosa y soy preciosa.
Yo soy exitosa.
Me rodean cada uno de mis triunfos.
Me siento plena, me siento libre.
Me siento serena.
Yo soy mi propia autoridad.
Yo elijo y decido.
Hoy yo sé cuánto valgo,
y no me importa el pasado.
La vida es buena.
¿Qué puedo hacer hoy por mí?
¿Qué puedo hacer para verme feliz?
¡Hoy me esforzaré en ser feliz!
¡Hoy me he reencontrado a mí!

26/08/13 04:50 p.m. - 05:34 p.m.
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domingo, 25 de agosto de 2013

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Amor con sabor a dolor

Fuente Imagen: Google.

009. Amor con sabor a dolor. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

La madrugada me ha encontrado
trabajando en el computador,
y yo me he encontrado
con la queja de un amigo,
él se queja del amor.
"¿Qué es el amor?"
le ha preguntado al mundo,
yo, en silencio,
lo mismo me pregunto.
Le escribo en privado,
él sólo leyó,
no supe decir más,
quizás concluí que el amor
es sólo pena y dolor.
Seguí en mi trabajo,
él siguió en su silencio,
de vez en cuando volteaba a verle,
pero no volví a escribirle.
Nada se le puede decir a un corazón triste,
poco escucha, poco entiende,
todo es gris en este corazón valiente.
Valiente porque mucho ha soportado
y aún sigue palpitando,
aunque a veces no quiera,
aunque a veces desee apagarse
para no sentir lo que siente.
Amigo, ya no sé si escribo sobre tu dolor
o sobre el mío,
sobre tu desesperación o la mía,
ya no sé si me entristece sentir tu pena
o si tan sólo he recordado la que llevo a cuestas.
Reprochaste lo mucho que duele,
pues sí, ¡vaya que duele!
pero como te digo:
no sé si escribo sobre tu dolor
o sobre el mío.
Creo que esta noche somos un par de tontos,
sufriendo por otro par de tontos
que nada saben de lo que sentimos por dentro,
que no imaginan que sufrimos en silencio.
La tristeza ha llegado a ser tan palpable
que he dejado mi trabajo de lado
para escribir sobre este amor desgraciado,
y no me siento mejor por ello,
a veces pienso que la felicidad es un destello.
¿Qué es el amor?
No lo sé, pero me dejó un sabor muy amargo,
no tiene la dulzura que por ahí prometen,
sólo sabe a dolor, soledad y desamor,
quizás sólo eso es el amor: puro dolor...

25/08/13 04:12 p.m.
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viernes, 2 de agosto de 2013

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Al Perú

008. Al Perú. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

La tierra del poderoso imperio,
la tierra del valiente,
la tierra del Inca
y del sol naciente.
Inti, el supremo dios.
Pacha Mama…
Pacha Mama de mi corazón.
Cuzco, el centro del poder.
Lima, la capital de un nuevo amanecer.
Al grito de: "¡Somos libres!
¡Seámoslo siempre!",
aclamo la gallardía del hombre libre,
del hombre valiente,
que superó los obstáculos de la opresión,
opresión que le hizo gemir de dolor
hasta que la libertad lo alcanzó,
hasta que San Martín a viva voz proclamó,
y la espada de Bolívar lo confirmó.
¡La cima de los Andes sostiene el pendón bicolor!
¡Allá en lo alto se ve el Nuevo Sol!
¡Que se sienta el rugir del león!
Junín y Ayacucho sellan mi libertad,
ahora vamos con nuestra potestad,
y no nos detendrá el enemigo y su maldad.
¡Adelante Perú que ha llegado el nuevo día!
Con la vicuña, nuestra quina y la cornupia,
las riquezas y victorias llegarán con la lucha.
En mi pecho con orgullo, la escarapela peruana,
que se note cada día nuestra riqueza humana.
La inmensidad del Pacífico será testigo en nuestro avance,
derramando bendiciones desde ahora en adelante.
Allá en la cima de los Andes se ve el pendón bicolor,
sí allá tocando el cielo, tocando el sol.
Inti, el supremo dios,
y el aguerrido Inca que la Pacha Mama amó.
Este es el Perú y su Nuevo Sol…

02/08/13 08:12 p.m. - 08:18 p.m. Dedicado con mucho respeto al pueblo peruano.
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jueves, 1 de agosto de 2013

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Oración al Arcángel Rafael

Fuente: Google Images.

007. Oración al Arcángel Rafael. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

A ti clamo Amado Arcángel peregrino,
tú que representas la Curación de Dios
porque “Dios sana” es tu nombre.
Rafael, amigo mío,
las dolencias del cuerpo y el alma nos acechan,
nos hacen desfallecer,
generan dolor en nuestro cuerpo
y en nuestro espíritu también.
Sé nuestro protector y nuestro guía,
cúbrenos con tu verde manto de esperanza
y regenera cada célula de nuestro cuerpo.
Quítanos las dolencias que nos impiden sonreír,
que nos impiden ver la belleza del día,
que nos quitan la alegría que merecemos.
Transforma la energía negativa que pretenda rodearnos,
sé nuestro bastón de apoyo espiritual
ante el camino de la vida que debemos recorrer.
Guía a nuestros responsables médicos,
que sus manos sean provistas con el don de la salud de Dios
y que ellos puedan sanar a otros con su amor.
Intercede por nuestra vida,
que podamos liberarnos del pasado
retomando nuestros caminos esperanzados,
transformados y con una nueva visión.
Aquí estoy y este es mi cuerpo,
el templo maravilloso de mi espíritu,
y hoy mi cuerpo goza de todo el amor y toda la atención necesaria,
amo mi cuerpo y mi cuerpo tiene perfecta salud aquí y ahora.
Gracias Rafael,
gracias por tu infinita protección,
gracias,
gracias te doy.

31/07/13 06:58 p.m. - 07:11 p.m.
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Las cosas que se han ido

Fuente: Googles Images.

006. Las cosas que se han ido. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Veo que la luz se hace tenue
mientras tarareo una canción,
recuerdo que un día fue nuestra,
fue “nuestra canción”.
No puedo evitar recordar lo pasado
cuando juntos cantábamos su letra,
o cuando uno le preparaba el té al otro
o cuando en silencio nos miramos a los ojos.
Muchas cosas se han ido ya
y yo sigo tarareando la misma canción,
con una emoción distinta
y un sabor a distante;
a veces el amor te hace sentir alucinante.
¿Sabías que aun te recuerdo al preparar el té?
También me río de las tonterías que hacías
y de las bromas que inventabas;
aun me sonrío por la ternura que mostrabas.
Miro caer el atardecer y así como oscurece,
veo desvanecerse la luz de lo que eras,
de lo que fuimos.
Se enfría mi té mientras pienso que no me pensarás,
que te has olvidado de tantas cosas,
de tanta complicidad,
y que ahora estás feliz sin mí.
Y revivo el momento en que te fuiste,
odio verte partir, odio verte diciendo adiós.
Miro al techo como buscando respuestas,
como buscando las estrellas que no se ven
y la luz del sol que se apagó,
pero nada encuentro, y nada encontraré.
Recuerdo cada una de tus ropas,
cada una de tus palabras
y las celebraciones de las que fuimos parte…
recuerdo que son cosas que se han ido,
y que ahora estás feliz sin mí.
Nuevamente recuerdo los momentos tristes
y odio verte partir, odio verte diciendo adiós,
y aún no sé por qué tuvo que ser así.
Ya no importa, ya no importa por qué tuvo que ser así.
Yo sigo tarareando aquí, sé que sin mí eres feliz.
Sé que sin mí eres feliz, y yo sigo tarareando aquí…

31/07/13 06:02 p.m.
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miércoles, 31 de julio de 2013

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Este es mi corazón

Fuente: Google Images.

005. Este es mi corazón. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Podría conversar contigo de mí,
podría decirte: estas son las cosas que he hecho,
estas son las piezas que forman lo que soy,
y puede que yo haya cambiado con el tiempo,
pero el tiempo nos cambia a todos ¿o no?
He leído muchos libros
y he escuchado tantas canciones,
todas hablan de la vida,
pero nadie realmente te enseña a vivir.
Aquí estoy,
soy bastante joven para entender,
eso me han dicho,
pero ¿qué es lo que los demás pueden saber?
¿Acaso han conocido mi corazón?
¿Acaso han intentado conocer mi razón?
Cada mañana me despierto
esperando un nuevo día,
creyendo que puedo volver a empezar
y que esta vez no fallaré.
Cada mañana me despierto
creyendo que alguien honesto he de encontrar,
alguien a quien valga la pena mostrar lo que soy,
alguien a quien valga la pena decir estas cosas,
decirle: ésta soy yo.
Sí, aquí estoy,
soy joven, amargada e inocente,
he amado con todo mi corazón
y también he odiado con todo mi corazón
a aquel que me traicionó.
He renunciado muchas veces,
pero también he triunfado muchas veces,
me han hecho pedazos la vida
y salí adelante aunque me creí vencida.
He llorado mucho porque sé que las personas
pueden ser injustas, frías y crueles.
He llorado mucho por entender
que a veces la vida no es como uno quiere,
pero soy terca, valiente y auténtica
y también sé que las personas
pueden ser buenas, sinceras y honestas,
y un día las encontraré y valoraré,
y ellas valorarán lo que yo soy y puedo dar,
sí, nos unirá nuestra bondad.
Este es mi corazón
con cicatrices y heridas,
con vendas que evitaron se desangrara
de tantas puñaladas.
A veces suave porque no pierde su esencia,
a veces distante por miedo a equivocarse.
Sincero porque jamás dirá lo contrario de lo que piensa,
valiente porque defiende a quien ama con uñas y garras,
inocente porque a pesar de todo cree en la vida,
amoroso porque no cree en el odio y su rostro.

Este es mi corazón.
Este soy yo.

31/07/13 05:06 p.m. - 05:14 p.m.
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sábado, 27 de julio de 2013

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Matilda Santos Dumont: Los días más tristes de mi vida

Fuente: Google Images.

004. Matilda Santos Dumont: Los días más tristes de mi vida. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

- ¿A dónde la llevo señorita? -. Preguntó una voz masculina.

Podría haberle dicho cualquier cosa, podría haberle dicho que me llevara al mismísimo infierno pues ya me sentía como si estuviese allí. Yo estaba como en otro mundo, además estaba muy cansada, el viaje había sido muy largo. Por fin contesté su pregunta, él asintió y puso en marcha su taxi.
Era de noche ya, yo veía los vidrios empañados. No escuchaba que estuviera lloviendo, y aun así veía que gotas obstaculizaban mi visión. Sentí que se me mojó la mano, fue entonces que caí en cuenta de que era yo quien estaba llorando. Disimulé y limpié mis ojos, levanté mi mirada y divisé un lugar familiar para mí: estaba transitando por mi barrio.
Llegamos a la calle señalada, me bajé del auto y suspiré al ver la fachada de mi casa. El taxista me ayudó a bajar mi pesada maleta del auto, tomé mi mochila adicional, mi cartera y unas bolsas. Le pagué al taxista y se fue, mientras yo entraba con todas mis cosas a la casa. Al abrir la puerta escuché pasos acercarse, allí frente a mí apareció mi madre con una gran sonrisa al verme llegar, pero yo apenas di unos pasos y me lancé a sus brazos a llorar. Preocupada me preguntó qué pasaba, apenas logré responder: “me dejó, él terminó conmigo” y se me quebró la voz. Mi madre lloró conmigo mientras seguíamos abrazadas, ella me decía que no entendía y me preguntaba qué había pasado, le respondí que yo tampoco entendía y que, al igual que ella, me gustaría saber qué había pasado.
Dejamos las maletas a un lado, le pregunté si me había comprado lo que le pedí y me dijo que sí. Trajo las cervezas, yo no tomaba pero en ese momento creía en lo que los demás dicen: que la cerveza me ayudaría a desahogarme y sentirme bien. La destapé y tomé el primer trago, hice un gesto con mi rostro pues nunca me ha gustado el alcohol y, aun así, seguí con el siguiente trago. Mi madre me miraba con preocupación y tristeza, yo estaba terriblemente deshecha. Mi voz se quebraba, apenas podía hablar, sentía un dolor horrible que me recorría el cuerpo, me dolía el alma. No tenías ganas de nada.

- ¿Qué fue lo que pasó? -. Volvió a preguntar mi mamá.
- Él decidió terminar conmigo -.
- ¿Por qué? -.
- No lo sé con exactitud, la verdad no lo sé… pero te contaré las cosas que sucedieron los últimos días -. Ella asintió y comencé a contarle.

Hace ocho días yo tenía un noviazgo que parecía estable, no todo era color rosa pero tampoco era negro. Nunca intenté esconder mis defectos, lo que mostré fue lo que yo era. Sí, no dudo que podía mejorar muchas cosas, pero ninguna de ellas era tan grave. Como dije hace ochos días todo estaba bien, al menos lo parecía para mí, pero él llegó del trabajo y se sentó en la cama a escribir en su computador, yo tomé el mío y me senté a su lado. Por la forma en cómo estaba sentado yo no podía ver su pantalla, así que no sabía qué hacía en esos momentos, yo mientras veía algunas páginas en internet y planificaba algunos proyectos. Escuché un raro sonido de repente, como si él se estuviese ahogando, lo miré y al verlo me preocupé, dejé el computador a un lado y me acerqué a preguntarle si algo le pasaba, creí que estaba enfermo por su actitud y su mirada, al final entendí que debía ver mi correo electrónico cosa que me extrañó, tomé de nuevo el computador y vi que tenía un correo de su parte, me dijo varias cosas y que terminaba conmigo. En ese momento se me vino el mundo encima, sabía que esto era un gran problema, el primero que tendríamos después de tanto tiempo juntos, en ese momento no le di tanta importancia a que estuviera terminando conmigo por correo electrónico, tenía fe en que arreglaríamos las cosas. Salí y me encerré en otra habitación, él se fue a llorar a la habitación de sus padres. Durante toda la noche me sentí muy mal, quería arreglar el problema pero no sabía cómo hacerlo, casi no pude dormir. Al día siguiente él se fue a trabajar temprano, no supe nada de él hasta después del mediodía cuando llamó a la casa y pidió hablar conmigo. Recuerdo que tomé el teléfono y el me hizo una pregunta diciéndome: “Amor, estoy en la agencia de viajes me dicen que hay chance para el vuelo del lunes, ¿quieres que te compre el pasaje?”. Me quedé helada y me enojé, ¿por qué me estaba ofreciendo un pasaje de avión el día posterior a un problema que sólo me comunicó por correo electrónico? ¿Por qué me llama “amor” justo cuando me estaba demostrando que quería que me alejara de él? Le respondí con firmeza que no, que no quería que comprara nada y terminó la llamada. Me preguntaba: ¿cuál es el apuro? ¿Por qué el desespero para que me vaya si ni siquiera hemos podido hablar las cosas? Yo seguía encerrada en mi habitación, no entendía lo que ocurría.
En algún momento de la tarde, escuché a lo lejos algo que sería un puñal a muerte para mí, su madre, en una conversación con otra persona, insistía en que yo debía irme de la casa. Recuerdo que sentí como si me estuvieran clavando una navaja, mucho dolor se esparció por mi mente y mi cuerpo, no podía creer lo que oía y el tono de eso mismo. Realmente no podía creerlo. Esa mujer que yo quise como si fuera mi segunda madre, por muchísimo tiempo se portó bien conmigo, me trató incluso como una hija o al menos eso fue lo que yo pensé, me abrió las puertas de su casa y junto con su esposo me regalaron un juego de llaves de ese hogar antes de que me mudara. Esa mujer tan comprensiva, esa mujer que yo creí tan justa, que yo admiraba y respetaba, de un momento a otro lo único que quería era sacarme de su casa, pero era incapaz de decírmelo a la cara. Después me enteraría que ella había sido la primera en asomar la posibilidad de que yo me fuera, en una conversación privada con su hijo le preguntó si yo me iría, allí entendí por qué su hijo me había llamado para ofrecerme un pasaje de avión en menos de 24 horas después de ese correo electrónico. Ahora menos entendía lo que estaba sucediendo, y para mí comenzaba a ser inmensamente preocupante que él no hubiese hablado cara a cara todo, si la cosa era tan grave ¿por qué no me lo dijo? ¿Por qué lo escribió?
Después de escucharla a lo lejos, después de sentir en su tono de voz la urgencia de que yo me fuera, después de sentir ese puñal que me atravesaba el corazón con el hecho de saber que me había convertido en un “estorbo” para ella, decidí ceder y decir que sí al pasaje de avión, y se hizo efectiva la compra a través de internet esa misma noche. Yo realmente la quería, la quería mucho. ¿Cómo una persona puede cambiar de un día para el otro? ¿Cómo? Jamás tuvimos un problema, jamás tuvimos una discusión, ni con ella ni con él, nunca hubo un insulto, no habían señales de que algo estuviera tan mal, y ahora resultaba que las personas que yo quería y amaba estaban desesperadas para que yo me montara en un avión y me alejara cientos de kilómetros. Era incomprensible, lo era.
Yo había dejado mi familia, mis amigos y mi vida en otro país por estar con él. Me enfrenté a un cambio brusco de paradigmas, de cultura, de sociedad, de ambiente, de clima y lo hice por amor a él. ¿Y ahora me enteraba de que era un “estorbo” en esa casa? ¿Cuándo? ¿Cuándo las cosas cambiaron tanto? Lo peor de todo es que él no me decía: “no te amo”, “ya no quiero estar contigo”, “quiero que te vayas”, no me decía nada de eso, cuando hablaba le daba tantas vueltas a las cosas que no decía nada al final.
Comenzó mi lucha contra el reloj, cada minuto que pasaba me recordaba que tenía un pasaje comprado que me llevaría a otro país lejos, que me alejaría irremediablemente del amor de mi vida, que al abismo caerían las buenas cosas, los buenos recuerdos, el amor, los sueños de futuro, la familia que construiríamos, la casa que tendríamos, todo eso estaba al filo de la navaja y yo no sabía cómo salvarlo. Estaba en un país donde desconocía muchas cosas aún, donde no tenía familia, en una casa donde viviría los últimos días a la espera de mi viaje sólo por compromiso humanitario, porque sabía que la dueña de casa me quería fuera de ahí pero de donde “no me podían echar” porque sabían que no tenía a dónde más ir.
Todo esto empezó el martes por la noche con ese correo electrónico, el miércoles por la noche ya tenían el pasaje comprado con fecha del siguiente lunes, el jueves y viernes me hice la fuerte mientras él no estaba en casa en el día debido a su trabajo. Yo sentía que su mamá vigilaba mis pasos, que no le gustaba la idea de que me quedara hablando con él a solas, por eso no podía hablar realmente, para ella ya todo estaba dicho, pero no se había dicho lo realmente importante, él sólo me había escrito un correo electrónico por Dios. Yo insistía en salvar la relación que tenía años, y como no podía hablar con él en casa intenté enviarle correos electrónicos entonces, a los cuales me respondía que lo dejara tranquilo, que mientras más le insistía más quería alejarse de mí, y yo aún sin entender el por qué.
Fue muy duro sentarme a la mesa a comer esos días, nadie tocaba el tema sino que hablaban de otras cosas mientras mi desespero y ansiedad iban aumentando conforme pasaban las horas. Al llegar el fin de semana fue el colapso total, él estaría allí todo el tiempo y yo querría hablar con él, querría arreglar las cosas y él sólo querría que lo dejara tranquilo. Sentía como si me quedaran 48 horas de vida, sentía que iba caminando rumbo al abismo, a una muerte segura y aún no entendía por qué. Él siguió usando el corazón y la cadena que le regalé, seguía con mi foto en su teléfono celular, hasta que se lo hice notar y dejó de usarlos. Me confundía su actitud, yo no entendía nada, estaba que me volvía loca, quería morirme eso quería, ya no quería seguir sintiendo que estaba condenada, ya no quería seguir sintiendo el dolor profundo e inmenso que tenía en mi cuerpo. Estuve tirada en el sofá sin ganas de moverme, preguntándome una y otra vez qué diablos había pasado, por qué él estaba haciendo lo que estaba haciendo, o si acaso me estaba castigando por algo, realmente yo estaba muy mal. Buscaba siquiera que su madre me hablara, quizás ella sabía algo que yo no sabía, alcanzó a decirme que su hijo no era de decisiones precipitadas y salió otra interrogante: ¿Entonces esto viene de atrás? ¿Entonces esto es planificado? Mi cabeza decía tantas cosas en ese momento, me quedé en el sofá tirada, su madre me preparó un té de manzanilla y se sentó a mi lado, creo que en el fondo sentía lástima de verme tan mal. Puse el té a un lado y de súbito me dirigí al cuarto donde él estaba, cerré la puerta y quise hablar nuevamente, esta vez le supliqué que salváramos la relación y él sólo me dijo:

- No puedo hacer nada por ti -.

Estaba ya tan herida que pensé que no me podían herir más, pero sí, esas palabras me hirieron más. Me senté a un lado mientras lloraba, él estaba a mi lado. Me vio y quizás le dio lástima.

- Sé que me voy arrepentir de esto -. Dijo y pasó su brazo derecho por detrás de mí como para “abrazarme”.

Sentí tan frío aquel abrazo, fue tan falso. Definitivamente ese no era el hombre que yo había conocido. Salí del cuarto y creo que su mamá se metió hablar con él, no lo recuerdo bien. Regresé al sofá y en algún punto tomé el té de manzanilla. Yo me estaba muriendo y a él poco le importaba.
Estuve encerrada lo más posible en mi habitación, pero tenía que salir a sentarme con ellos a la mesa en horas de almuerzo y cena. Es la experiencia más cruel que he vivido en toda la historia de mi vida. Yo apenas pasaba bocado, a veces simplemente no comía. Era realmente duro escucharlos hablar de planes a futuro, de salidas a tal o cual lado, de promociones en la televisión. Hacían planes de visitar un sitio frente a mí, cosa que harían los siguientes días y yo me decía: Por Dios, en los siguientes días yo no estaré aquí, ¿por qué hacen planes de viaje, planes de un lindo paseo y de futuro cuando yo estoy condenada a viajar en pocas horas? Dios mío, ya no podía más… ya no resistía más.
Ese domingo simplemente no salí de la habitación, me mantuve metida en el computador con los audífonos puestos porque me causaba mucho daño escucharlo hablar a lo lejos. Me atormentaba su tono de voz. En la tarde tomé la maleta, la abrí y cuando intenté moverme para buscar mi ropa casi caigo de rodillas, el cuerpo me temblaba, me faltaba el aire… ahí supe lo que significaba respirar dolor. Me obligué a mover mis piernas y brazos, poco a poco fui echando adentro de la maleta mis cosas, ahí supe que debía olvidarme de algunas que no podría llevar conmigo como mi colección de libros y alguna que otra ropa. Yo seguía encerrada en esa habitación, era cuestión de horas el subirme a ese avión.
Más tarde alguien me dijo algo que le habría confesado la mamá de él, este alguien le decía a ella que él debía hablarme claramente, que si él sólo me quería como amigo yo debía saberlo, a lo cual ella contestaría:

- Él jamás se lo va decir así, él se lo va decir a su manera -.

Eso me molestó mucho, pero ya era muy tarde y ellos estaban durmiendo. Me preguntaba entonces: ¿cuál es su manera? ¿Ocultarme que no me ama para evitarme dolor? ¿No ve acaso que me ha causado más dolor su silencio? ¿Por qué no me habló de frente? ¿Por qué simplemente usó un correo electrónico? ¿Por qué no me miró a la cara? ¿Por qué? Yo merecía la verdad, y en vez de decirme que no me amaba hizo lo contrario, me dijo que me amaba pero que igual ya habíamos terminado. Entonces era mentira, me dijo que me amaba para no mirarme de frente y hablarme con la verdad. Me sentía tan decepcionada.
Me quedaban como cuatro horas para dormir, intenté hacerlo pero casi no pude, me atormentaban sus mentiras y me atormentaba lo que sentía que su madre me ocultaba.
Al despertar en la madrugada, pues había que levantarse muy temprano para ir al aeropuerto, estuve molesta pues me sentía muy engañada. Su padre puso la mesa para desayunar pan con té, él se quedó durmiendo en su habitación y yo me senté a la mesa junto a sus padres. La noche anterior, antes de enterarme de lo que me atormentaba, yo me despedí abiertamente de ellos llorando y les regresé la llave de la casa que ellos me habían regalado, además les pedí que sólo me llevaran hasta la puerta del aeropuerto, que no se quedaran y estuvieron de acuerdo.
Los tres estábamos sentados en la mesa, fue entonces que decidí hablar y le expresé a ella lo que me había enterado, ella hizo una expresión en su rostro sorprendida de que yo supiera lo que ella había dicho. La expresión de su rostro cambió y se endureció, en todo el tiempo que la conocí jamás la había visto así conmigo. Fue realmente triste ver esa mirada, fue muy triste. Me dijo afirmando que él ya había hablado conmigo, y que simplemente las cosas no habían funcionado. Sí, me afirmó algo que no estaba en capacidad de afirmar y aun así lo hizo, me mintió mirándome a los ojos y sin ningún remordimiento. Ya yo no quería decir nada más, no valía la pena. Me di cuenta que lo que había sido una relación de dos personas, había pasado a ser una relación familiar donde todos tenían voz y voto, y él nunca estaba para dar la cara.
Terminamos de tomar el té, movimos las maletas hacia el auto y me comunicaron que sólo el padre iría conmigo al aeropuerto, la madre se quedaría para apoyar a su hijo que “estaba pasando un momento terrible”. Al salir ella y yo nos dimos un último abrazo, frío y falso como nunca había abrazado a nadie. En toda mi vida sólo he recibido dos abrazos falsos, el último de él y el último de ella, las personas que quise y que amé, pero que a última instancia desconocí porque ya no eran lo que me habían mostrado en varios años. Subí al auto sin mirar atrás y nos dirigimos al aeropuerto, su padre intentaba conversar sobre algún tema trivial pero las palabras no le salían, era el único que yo sentía que estaba realmente afectado, es el único que al final pensé que valía la pena como persona. Llegamos al aeropuerto y bajamos las maletas, me despedí de él y lo abracé.

- Fue un placer conocerlo -. Le dije mirándole a los ojos. Evidentemente afectado me deseo que fuera feliz.

Subió al auto y se fue. Tomé mis cosas como pude y entré al aeropuerto. Casi no podía caminar por causa del dolor que sentía en todo mi cuerpo, aquello era terrible, realmente lo era. Tuve contratiempos con el tema del pasaje, de por sí ya tenía muchos problemas, sabía que cualquier cosa que sucediera tendría que resolverla yo porque, para ese momento, literalmente ya no contaba con nadie en ese país.
El único que nunca me abandonó fue Dios, fue el único que no me dio la espalda, que no me engañó, que no me traicionó y que no me mostró una cara para luego mostrarme otra. Realmente es muy triste pasar por algo como eso, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
Fue un calvario enorme hacer la gran fila de entrega de equipaje, me obligaba a caminar, como podía empujaba ese pesado equipaje que sobrepasaba mis fuerzas, más que contenido me pesaba el dolor y me quitaba las fuerzas de todo, hasta de vivir. Me sentía enferma, me sentía morir.
Luego vino la espera en la puerta de embarque, yo estaba como en otro mundo. Un pasajero se acercó a preguntarme algo, yo no le entendía lo que me quería decir, ni siquiera podía responderle. Llegó el momento de abordar, subimos al avión, busqué mi asiento y quise guardar mi mochila en el compartimiento superior, pero yo no tenía fuerzas y no era capaz de levantarla. Una señora del puesto de atrás vio que estaba en apuros y se apresuró a ayudarme, entre las dos pusimos arriba el equipaje, le agradecí. Me senté en mi puesto y yo seguía en otro mundo. Un rato más pusieron en marcha aquel avión, se movió por la pista y tomó posición, entonces aceleró y con él se aceleró mi corazón. De repente sentí que las ruedas se despegaron del suelo, y me dije cerrando los ojos:

- ¡Dios mío! -.

Atrás comenzaba a quedar esa ciudad, esa ciudad donde fui feliz, donde amé y donde creí que me habían amado. No podía creer lo que estaba pasando.
Después de muchas horas de vuelo llegué a la capital de mi país. Recogí mis pesadas maletas nuevamente, y de nuevo no podía con ellas. Recuerdo que empujaba con mi rodilla el equipaje para poder moverlo, las fuerzas de mis brazos ya no eran suficientes, y terminé con la rodilla llena de moretones. De nuevo me tocó esperar en la puerta de embarque, pues mi destino final no era la capital. Esperé muchas cosas la hora del vuelo, luego éste tuvo varios retrasos. Me desesperaba, quería llegar a casa, quería ponerme a llorar como una niña, quería dejar de hacerme la fuerte ante esas personas. Quería gritar que había cosas que no entendía, y hasta quería insultarlo a él por lo que me estaba haciendo. No entendía por qué si yo nunca había sido mala, él me había destruido de esa manera. Nunca lo insulté, sólo le dije “imbécil” en una de las primeras conversaciones porque creí que estaba echando todo por la borda cuando aún me amaba, en ese momento yo no sabía que él no me amaba y que no era capaz de decírmelo de frente.
Por fin salió mi vuelo local y en una hora estaba llegando a mi ciudad. Vino el proceso de las maletas nuevamente, luego salí y tomé un taxi a casa.

- Tú nunca me dijiste que tenías problemas con él -. Preguntó mi mamá.
- No podía decírtelo porque nunca los tuvimos -. Le respondí. - Y si lo hubiésemos tenido, creo que su madre igual se habría metido en la discusión. Bien claro dejó que ella no iba permitir que peleáramos, lo dijo -.
- Entonces, ¿esto fue de repente? -.
- Literalmente de la noche a la mañana -.
- ¿Crees que lo tenía pensado desde antes? -.
- Por las palabras de su madre: “él no es de decisiones precipitadas”, yo creo que sí. Además, había detalles que daban a entender que si no pasaba ahora, no pasaría mucho más a futuro para que yo saliera de ahí… eso confirma que ella sabía cosas que yo no sabía -.
- No sé qué decir hija, todo esto me toma de sorpresa -.
- Si te toma de sorpresa a ti mamá, ¿qué queda para mí? Tantos años creyendo que él era un buen hombre, que era correcto, que era justo, que era honesto. ¡Tantos años creyendo que teníamos una bonita comunicación! Todo fue falso, todo -.

Mi madre me miraba con tristeza y con amor. Yo lloraba mientras seguía tomando esa amarga cerveza.

-  Mírame, yo que ni tomo y veme aquí queriendo emborracharme con un par de cervezas, queriendo desconectarme del mundo, queriendo olvidarme de todo… -. Decía mientras un trago seguía al otro.

Terminé efectivamente mareada, un par de cervezas y ya no podía ni caminar. Me fui a dormir y no supe nada más de mí hasta el siguiente día.
Había terminado mi sufrir en el país del hombre que amaba, pero comenzaba el sufrir en mi propio país. Las primeras semanas fueron terribles, casi no comía, me despertaba ansiosa o no podía dormir, me sentaba en mi cama y me repetía: “no entiendo, no entiendo, no entiendo”. Casi me vuelvo loca de dolor, pensé en ir a un psicólogo para que me recetara pastillas para dormir, pero luego desistía porque no quería volverme una adicta a esas pastillas. Fue un proceso extremadamente terrible.
Después de tres semanas, le envíe un correo electrónico para hacerle saber que los proyectos profesionales que teníamos juntos ya no seguirían, pero como mi trato al dirigirme a él fue formal, se molestó. Y en medio de esa molestia, me escribió un correo electrónico largo donde sí comentaba puntos en los cuales yo había fallado, ninguno era algo grave y se podía trabajar, se lo hice notar y le insistí en salvar la relación, a lo que él respondió:

- Ya me hice a la idea de que no estamos juntos -.

Me quedé pasmada. ¿Era tan fácil para él hacerse a la idea de eso? Habían pasado tres semanas y yo recordaba “ese gran amor” y lo sufría, pero él simplemente “ya se había hecho a la idea de que no estábamos juntos”. Ahí me dije: “Sí, efectivamente es obvio que ya no me ama, y que cuando me lo dijo la última vez simplemente mentía”.
Respecto a lo que yo estaba sufriendo, que no podía dormir y todo eso, se limitó a decirme:

- Si te destruyes a ti misma es tu culpa. Ya no soy responsable de ti -.

Y sobre mi insistencia de salvar la relación, o cuestionarlo:

- Te he perdido todo el respeto por no respetar mi decisión -.

Ahora se trataba de su decisión, se trataba de lo que le hiciera bien a él ¿y a mí que me atropelle el tren? Se supone que una pareja son dos personas, se supone que uno es responsable de enamorar a la otra persona y esa responsabilidad no te la puedes quitar de un día para el otro, pero eso hizo él, ahí “se lavó las manos” y lo que importaba era él, su decisión, su tranquilidad. Y yo fui la que perdió su respeto, sí, la que actúo mal y perdió su respeto…
Pasaron días en que no supe de él, sin embargo, eso no me impedía recordarlo y yo quería terminar las cosas bien, me parecía que era justo, en honor a “tanto amor”, que no quedáramos como enemigos. Así que nuevamente le escribí en tono reconciliatorio de amistad, y su trato volvió a ser amable. Yo quería terminar las cosas bien y dejarlo libre, tenía claro que la comunicación se iba acabar, pues jamás habría intentado ser amiga del hombre que amaba y que ya no me amaba a mí, eso es absurdo, pero quizás él creyó que podíamos ser amigos y me contó que estaban remodelando la casa, y que además se había comprado un auto tomando las sugerencias de sus padres. Mi primera reacción fue de incredulidad, yo no podía creer lo que estaba leyendo. No había pasado ni un mes cuando hizo todo lo que no quiso hacer cuando yo estaba presente. Se negó en innumerables ocasiones a comprarse un auto, se negó a la opción de un apartamento, y la idea de remodelar la casa nació desde antes de que yo viviera con él, se tenía incluso un croquis de cómo iba a quedar y allí representadas estaban las modificaciones pertinentes que debían hacerse para crear un nuevo sitio para guardar su auto. Postergó mucho una operación que quería hacerse en los ojos, y la planificó justo cuando se deshizo de mí. Ahí comenzaron de nuevo mis cuestionamientos: ¿Entonces ése era el problema? ¿Yo era una carga económica? Todo lo que yo creía de él comenzó a chocar con lo que ahora estaba sabiendo, y sólo tenía más y más preguntas.
Tres meses después de aquel correo electrónico que comenzó todo mi sufrimiento, y terminó con toda mi alegría, recibí un último correo electrónico. Sí, jamás volvió a darme la cara ni hablarme en voz, sólo me escribía. Ese último correo tenía una confesión que yo jamás me habría esperado, jamás lo habría imaginado y que no lo hubiese creído si él mismo no me lo dice.

- Yo no soy el hombre que “habíamos” construido mientras estuvimos juntos -.

El último balde de agua fría que me faltaba, pero la pieza fundamental que le da sentido a lo vivido: al cambio brusco, al no reconocerlo, el no saber quién era ese hombre con quien estaba hablando porque no era el que yo había conocido.
Resultó ser que efectivamente él no era el hombre del cual me había enamorado. Ese hombre que yo amaba, que aún amaba, no existía, era irreal, fue un personaje de telenovela que se cansó de un día para el otro de seguir fingiendo. Ahora tenía sentido lo que antes me repitió: “que estaba desgastado”. ¡¿Cómo no va estar desgastado si ha estado fingiendo por años?! Fingiendo mientras repetía que teníamos una buena comunicación, fingiendo haciendo el papel de “hombre perfecto”, fingiendo el papel de hombre correcto, franco y honesto… por años. Yo creo que eso se le olvidó cuando hizo su declaración, se le olvidó que tuvimos una relación de años. Quizás lo obvió para no “sentirse tan mal”.
Eso sí, ahí no dudó de compartir la responsabilidad con ese “habíamos”, porque obvio tenía que dejar claro que yo también “tenía culpa”. Pero antes no pensó en los dos cuando me dijo que me había perdido el respeto por no respetar su decisión, aquí se trataba de SU decisión y lo que pase conmigo no importa, total yo ya no era su responsabilidad. Sin embargo, cuando le atacó la culpa ahí sí pensó en dos pues “habíamos construido” ¿no?
El noviazgo también lo habíamos construido entre los dos, y cada uno era responsable del otro, era responsable de hacerle saber las cosas a tiempo, era responsable de ese amor que había hecho nacer y crecer dentro del otro. Eran años de palabras bonitas, eran años de afecto, años… hasta que un día “chao contigo”, sin hablar las cosas, sin dar la cara, detrás un correo electrónico y alejándome cientos de kilómetros. Qué manera más fácil de arreglar las cosas, qué manera más fácil de deshacerse de las molestias, qué manera más fácil de deshacerse de las personas… Esperaba más que eso, ¡pero espera! Verdad que el hombre a quien le importaba hacer las cosas bien es justo el que no existe, verdad que el hombre bueno y del cual me enamoré no existe, se me olvidaba eso. Ese hombre que yo amaba era otra cosa, era un hombre justo, era un hombre sabio, no era tan egoísta y le importaba el bienestar de los demás, ese hombre no era solamente una apariencia de bueno, ese hombre no habría calculado fríamente mandarme lejos en un avión, ese hombre me habría respetado, ese hombre habría tenido dignidad, habría tenido respeto por sí mismo, me habría hablado mirándome a los ojos, me habría dicho la verdad, habría tenido reciprocidad… pero ese hombre no existe, nunca existió.
Me siento tan tonta, es como haber tomado un libro romántico y haberme enamorado del protagonista, y justo haber llegado a la última hoja y leer en la última línea: “Lo siento, el hombre que aquí conociste y aprendiste a amar, en verdad no existe”. ¡Por Dios! ¿Cómo se vive con ese punto final en la historia? ¿Cómo?
Yo no merecía esto, y ahora tengo que aprender a vivir con ello.
Qué fácil te quedó todo ¿no? Puedes salir tranquilo a la calle, tienes asegurado el no volver a encontrarme, el no tener que enfrentarte a mis ojos. Puedes hacer de cuentas que todo está bien, si quieres volver a fingir con otra persona pues nadie lo va saber… realmente eres un buen actor, y yo la tonta que se enamoró.
Te odié. De repente te odiaba y te amaba a la vez, ¡qué terrible contradicción! Y hoy siento que no vale la pena ninguna de las dos. Como dice alguien por ahí: “El odio no libera del dolor, si fuera así este mundo sería feliz”, y no, yo no he sido feliz. Supongo que tú sí, lograste lo que querías, y lograste mucho así que espero que te alcance para ser enormemente feliz. Creo que ya ni eso importa, no me debería importar lo que pasara contigo si total el “tú” que yo amaba no existe más, nunca existió. Pero hasta aquí sufro, aquí es cuando me despido yo, chao a ti y chao al que nunca existió. Simplemente adiós.

Creí en la vida que estaba construyendo,
pero no me di cuenta que yo sólo era parte de un guión,
que era la víctima perfecta de un personaje,
de una novela que termina en desamor.
Remontando a los días más tristes de mi vida
recorro de nuevo el dolor,
amé y me engañaron,
creí y traicionaron.
No quiero rencores ni odios
que ensucien mi corazón,
pero muy fuertes han sido las mentiras,
el engaño y la traición.
Me siento muy tonta por haber creído tanto,
me siento culpable por haber esperado tanto,
me siendo desilusionada del amor y las personas,
no quiero ser parte de una novela, de una obra.
He amado y nada bueno me ha dejado,
he odiado y nada bueno me ha dejado,
ya no sé qué esperar de la vida,
ya no sé si me vienen verdades o me vienen mentiras.
Remontando a los días más tristes de mi vida
recorro de nuevo el dolor
y con él he escrito cada párrafo, cada verso,
cada parte de esta historia gris que ya no tiene color.
Así es, aquí yace la verdadera historia de Matilda Santos Dumont…

27/07/13 02:49 a.m. - 03:21 a.m. - 02:40 p.m.

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viernes, 26 de julio de 2013

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Tren de Santiago

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003. Tren de Santiago. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Qué rápido se mueve la vida,
qué rápido pasan las cosas.
Los viejos recuerdos se van,
y los nuevos recuerdos no han de llegar.

El viento sopla sólo de ida,
y ahí a lo lejos se pierde de vista,
ahí a lo lejos va el tren,
ahí a lo lejos se fue.

Ahí va el rápido tren que no llegará a destino,
y que marcará al futuro.
Ahí va el rápido tren que será principio
y final para algunos.

Desconsuelo para amigos y familiares,
para toda una nación que llora la pérdida de sus iguales.
Un profundo dolor causa este viaje permanente,
los que se fueron, ya no podrán volver a verles.

Una plegaria por aquellos que se han ido,
que su viaje sea tranquilo.
Un día volveremos a verlos,
por ahora, descansen en lo eterno.

Adiós hermanos y amigos,
que en el trayecto la paz sea contigo.

El tren de Santiago ha partido,
ahora ha tomado un largo camino,
un camino a la eternidad,
un camino a la inmensidad.

26/07/2013 03:56 p.m. – 04:05 p.m. – 04:46 p.m. En memoria de los afectados en el accidente de tren en Santiago de Compostela.
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miércoles, 24 de julio de 2013

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Por el hombre que amaba

002. Por el hombre que amaba. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

Meses aguantando el frío del invierno,
un invierno que nunca antes viví,
simplemente porque así era su ciudad
y yo estaba feliz de tenerlo junto a mí.
Por ese hombre fui capaz de mucho
desde cambiar de lugar, cultura y sociedad
hasta convertir su verdad, en mi verdad.
Fui capaz de hacer muchos cambios
y los demás pensaron que yo era una tonta,
mientras sus bocas me llamaban “valiente”...
“¡Qué valiente es esa tonta!”.
Pero estaba junto a ti,
tú que eras todo para mí.
Por el hombre que amaba fui capaz de mucho,
desde abandonar mi vida
hasta callarme las cosas que no debía.
Pero en mi mente y corazón todo parecía maravilloso,
sólo me bastaba que él dijera que me amaba,
y creí en cada cosa que decía, cada cosa que planteaba.
¿Qué puede hacer a una mujer cambiar tanto?
¿Qué puede hacer que una mujer haga tanto?
Todo lo que necesité fue amarlo
y abandoné todo por seguirlo, por acompañarlo.
Hice muchos esfuerzos,
más de lo que los demás vieron;
por el hombre que amaba aprendí a omitir detalles,
a mentir diciendo que siempre estaba bien.
Y ahora sólo me pregunto:
¿qué significa estar enamorada?
¿qué significa estar ilusionada?
¿vale la pena sacrificarse
si a estas alturas ya lo olvidaste?
Fui una tonta muy valiente
o valientemente tonta,
pero te amaba y mi corazón era feliz,
sólo necesitaba oír que me amabas
y todo lo demás valía la pena para mí.
¿Qué significa sacrificarse por amor?
¿Vale la pena sacrificarse por amor?
¿Vale la pena sacrificar mi vida por tu amor?
¿Vale la pena tan alto costo sólo para escucharte decir: “mi amor”?
Por el hombre que amaba...
por amarte a ti
me olvidé de mí,
por amarte a ti
me llamaron “tonta”,
sí, por amarte a ti,
en una tonta me convertí,
por amarte a ti...

24/07/13 05:39 p.m. – 05:48 p.m.
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lunes, 22 de julio de 2013

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Carta de despedida a mi suegra

Fuente: Google Images.

001. Carta de despedida a mi suegra. Colección Lo dicho y lo nunca dicho. Waldylei Yépez.docx

He tardado mucho en escribir esta carta, y llegué a pensar que no debía escribirla, que sólo debía simplemente olvidar, pero me es imposible hacerlo si tengo cosas que decir aún. Sé perfectamente que no leerá esta carta, sé que lo que menos espera ahora es saber de mí, y yo jamás le enviaré lo que escriba aquí. No hago esto por usted, lo hago por mí.
Imagino que está frente a mí ahora, una silla frente a la otra. La imagino mirándome seriamente, ni yo ni usted parecemos felices, pero creo que nadie está feliz cuando tiene cosas importantes que decir, y que el otro no quiere oír.
Suegra y yerna, ése era el parentesco que tuvimos un día, hace muchísimo tiempo atrás. Recuerdo muchas cosas de ese tiempo, recuerdo que me importaba mucho lo que usted pensara, que intenté en muchas ocasiones hacer evidente mi cariño, y que llegué a quererla tanto que la comparé con mi madre, porque usted logró despertar ese sentir en mi interior y sus muestras de afecto sólo lo reforzaron. Creí que era mi amiga, realmente lo creí.
Recuerdo que le llamaba en cada cumpleaños y en cada día de las madres, yo me sentía tan contenta, era una gran celebración y yo quería hacerle sentir todo ese cariño, quería hacerle sentir mi alegría por usted. Su persona me inspiraba un gran respeto, una gran consideración, y aunque habían ocasiones en que sentí que usted estaba cometiendo una equivocación, jamás la contradije. Supongo que me gustaba la idea de mantener una gran relación entre suegra y yerna, supongo que me hacía sentir bien tener una suegra que yo creía que era mi amiga y una madre a la vez, y no quería que esa fantasía se perdiera.
Me cuesta hablarle, me cuesta realmente mucho hablarle en pasado, hablar de lo bonito como algo que quedó tan atrás. La puse en un pedestal, el más alto y hermoso pedestal que mi imaginación pudo crear, y así de larga y dura fue la caída cuando se rompió.
Recuerdo que me abrió las puertas de su casa con mucho cariño, que también tuvo muchos bonitos gestos conmigo y le agradezco cada una de esas cosas, realmente lo agradezco. Pero tengo algo que reprochar, y es justo lo que tengo aquí atragantado, lo que no he podido decir en tanto tiempo y que me ha destruido en silencio. Cuando su hijo decidió terminar conmigo, realmente nunca me habló mirándome a los ojos, realmente nunca me dejó claro sus motivos, él sólo escribió un correo electrónico y me lo envió estando sentado a mi lado. Yo pensé que ese sería el primer gran problema que tendríamos, pero tenía fe en que podíamos arreglarlo, porque no todo estaba dicho, y ahí fue cuando apareció usted preguntando si me iría de la casa, sí, él me lo dijo: usted fue la primera en asomar la posibilidad de que yo me fuera. Él se fue a trabajar al siguiente día y yo me quedé tan dolida encerrada en mi habitación, y desde ahí escuché cuando usted insistía en una conversación con alguien más en que yo debía irme, para mí haber escuchado su tono y sus palabras fueron un puñal a muerte, jamás esperé que la mujer que había aparentado ser tan comprensiva conmigo ahora estuviera tan desesperada para que yo abandonara su casa. El tono de voz de esa mujer que escuché a lo lejos era el tono de alguien que quería echarme de casa, y eso para mí fue terrible… hubiese preferido que me dijera de frente: “vete de mi casa”, eso habría sido más franco y honesto. Después de escucharla a lo lejos, decidí efectivamente irme a pesar de que yo aún no sabía qué era lo que estaba pasando, pero no podía aguantar el hecho de que usted, una persona que yo quería tanto, sólo quisiera que yo me fuera como si yo fuese una extraña a quien hay que correr de la casa. Me sentí traicionada por usted, y así me he sentido todo este largo tiempo. Y para terminar, la última conversación que tuvimos, cuando mirándome a los ojos me aseguró que su hijo ya había hablado conmigo, que no había nada más que decir… yo no podía comprender cómo era posible que una persona que yo había admirado y respetado tanto, me mintiera mirándome a los ojos. Me aseguró algo que no estaba en su capacidad asegurar, aun así lo hizo… pero sus palabras eran una mentira, él no había hablado conmigo realmente, ni siquiera se había atrevido a mirarme a los ojos y decir: “terminamos”, “vete” o “no te amo”. Él era un cobarde ante mis ojos, y usted se había convertido en una mentirosa de un momento a otro… era mucho para mí, yo no entendía cómo habían cambiado tanto en un día.
Sufrí un penoso infierno, no sabía qué le había pasado a mi relación de años, no sabía cómo me convertí en un “estorbo” de un momento a otro, realmente no entendía nada y casi me vuelvo loca por el dolor. Fueron muchas semanas terribles para mí, hasta que llegó la confesión que terminó de matar el amor que sentía. Nuevamente un correo electrónico fue la vía, esta vez él me confesaba lo que jamás me habría pasado por la mente, básicamente me dijo que él no era el hombre que yo conocí, el hombre que “habíamos” construido cuando estábamos juntos. Creo que se le olvidó que estuvimos muchos años juntos, y ese fue el quiebre total de todo lo que yo creía hasta ese momento. El hombre que yo amaba era irreal, no existía, era una invención en la cual, según él, yo también tenía responsabilidad. Lo chistoso es que nunca me di cuenta de nada.
E insisto, usted me miró a los ojos aquel día y me aseguró que él ya había hablado conmigo, me mintió señora, me mintió mirándome a los ojos y es una imagen que no he logrado quitar de mi mente. Ahora entiendo cuánto daño te puede ocasionar la gente que uno ha amado, y no es poco.
Si tan sólo hubiera hablado conmigo a tiempo, cuánto daño habríamos evitado. Pero no, optó por el silencio, por tratarme con amabilidad falsa. Allí es donde somos muy diferentes, yo miro a la cara y soy franca, no ando con rodeos ni palabras falsas. Y si hubiese tenido la posibilidad, le habría dicho todas estas cosas a la cara y no las escribiría en esta carta.
Y a pesar de todas estas cosas, aún me siguen doliendo en el alma, pues yo fui auténtica. Esperé demasiado de ustedes, esperé demasiado de usted. Pero ya aprendí la lección, es mejor no esperar nada de nadie, y hay que estar atentos porque la traición llega de quien menos uno espera.
La idealicé y fue mi culpa. Esperé demasiado de la imagen de una suegra, pero uno siempre aprende aunque sea por las malas, uno siempre aprende, lástima que a veces sean tan dolorosas las lecciones de la vida.
Le agradezco las cosas buenas que hizo por mí, le agradezco los actos humanos que tuvo conmigo, le agradezco su preocupación y el apoyo que en su momento me dio. Le agradezco lo bueno, y lo malo intentaré olvidarlo para no albergar reproches en mi corazón.
Recuerdo que yo no entendía por qué se estaban despidiendo así de mí, era una despedida “para siempre” y yo aún no comprendía por qué, a veces en la vida supongo que hay cosas que no se comprenden sino que simplemente se aceptan, pero me tomó mucho tiempo llegar a esa conclusión. Hoy acepto esa “despedida para siempre” que me dieron, aunque yo no la merecía en ese momento pero hoy la acepto, y respondo del mismo modo.
Ojalá algún día aprendan a tener más respeto por el otro, a entender la importancia del diálogo y no mentirle a los demás asegurando cosas que no pueden asegurar. Ojalá un día aprendan que no se es bueno por guardar silencio, se es bueno cuando no se engaña a las personas haciéndoles creer que somos de una forma distinta a lo real. Se es bueno cuando uno mira a los ojos y habla con la verdad. Para ser bueno uno debe demostrarlo con acciones, y no con palabras disfrazadas.
Si ahora estuviera realmente frente a usted, si estuviera diciéndole estas cosas a la cara seguramente me miraría como me miró esa madrugada, era una mirada tan dura, llena de esa seguridad que le hace creer que es la única que no está equivocada… qué tristeza me dio esa mirada, qué tristeza me dio ese último abrazo. Lamento que ese último abrazo haya sido tan frío, haya sido tan falso… eso también intentaré olvidarlo.
Adiós señora, y no se preocupe que no volverá a saber de mí, sí, exactamente como ustedes quisieron que fuera.
Hoy les he concedido su deseo.
Adiós al pasado y todo lo que significó.
Adiós… sólo adiós.

21/07/13 10:23 p.m. – 10:41 p.m.
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