lunes, 27 de septiembre de 2010

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Cielo vs. Infierno


Fuente Imagen: Google Images

014. Cielo vs. Infierno. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Con cariño: Para la niña que sufrió cuando le asustaban las llamas eternas.

Bienvenido. Déjame ser el anfitrión de este instante, de este espacio. Disculpa lo sencillo de esta habitación, sé que es demasiado simple ver cuatro paredes blancas y sin siquiera un mueble para sentarse. Pero, ¿Quién necesita un mueble? Vamos a sentarnos, sí, aquí en el piso. Bien, al menos yo estoy cómodo. ¡Vamos! Siéntate conmigo.

¿En qué te hace pensar este espacio vacío? Seguramente en nada, porque quizás pensemos que aquí no hay nada. Sin embargo, aquí puedes encontrar el todo. Ya sea tu propio todo interior o el todo exterior que conoces (que en verdad es sólo una ínfima parte de ese exterior real que conforma al mundo).

Esta habitación es como un lienzo en el cual puedes pintar lo que quieras. Podrías tomar algunas brochas, pinceles, lápices o marcadores y crear un retrato de tu vida, no diré que bonito o feo porque esas calificaciones son subjetivas, de mi parte usaría colores vivos. Gustos hay muchos en el mundo, así que tienes libertad de decidir cómo decorar este sitio, es tu mente, es tu visualización; eres libre de crear aquí y ahora.

Quiero imaginar en este instante que estas paredes están decoradas de vegetación, además nuestro piso quiero que también lo sea y el techo ya no es blanco sino que tiene forma de cielo. Justo ahora todo cambia y ya no estamos en la habitación, estamos en medio de una vegetación. A mí me parece fantástico esto de imaginar. Dejemos el cielo, pintemos las paredes de un horizonte y cambiemos el piso por agua, y estaremos entonces sentados sobre el mar. Podemos reproducir aquí cualquier cosa, cualquier escena. Vamos a revivir un episodio familiar, el que quieras. Puedes verte a ti mismo sentado conversando con familiares o amigos, en tu casa, en la casa de los abuelos; ahora estas paredes son idénticas a las de ese sitio. Ves las expresiones corporales de esas personas, si quisieras hasta podrías escuchar sus voces. ¿Justo al lado de quién estoy sentado? ¿Dónde estás sentado o parado tú? Déjame mirar por la ventana que está allá al fondo, me ves moverme por todo el espacio y resulta que ahora formo parte de aquella escena, pero nadie nos ve, somos dos visitantes que han revivido un recuerdo pasado, pero tampoco tiene que ser pasado, podría ser futuro como una vivencia que querrías tener. Vuelven a cambiar las paredes, techo y piso, ahora estamos rodeados de estrellas, estamos en algún punto del Universo. Nuestra mente es tan poderosa que podemos vernos en otros sitios, reviviendo recuerdos, conversando de nuevo con alguien que no vemos desde hace años. Incluso podemos representar cosas nunca antes vistas a través de hipótesis de cómo pueden ser las mismas, y a través de estas suposiciones acercarnos a una idea más conocida que sí podamos asimilar o expresar hacia nuestro exterior, pues resulta que nuestro exterior no puede ver lo que nosotros vemos en esta habitación de nuestra mente, porque todo lo que está acá es abstracto así que lo traducimos de alguna manera para darle forma más concreta. Es así, valiéndonos de las cosas conocidas, que representamos aquellas que no podemos explicar porque nunca se han visto. Este es el caso del Cielo y el Infierno, nadie los ha visto y ha vuelto para contarlo, no podemos verificar y hacer un estudio científico de las puertas hacia esos sitios, pero podemos representar basándonos en cosas conocidas aquello que desconocemos. Creamos hipótesis que nos ayudan a tener una idea más concreta, porque lo abstracto es más difícil de entender por todos. ¿Qué hacemos en este caso? “Traducimos” de tal manera que nos aseguremos que esas explicaciones las pueda entender cualquier persona, intentando, por supuesto, que se mantenga la esencia de la imagen original.

Apoyándome en la publicación de la señora Conny Méndez y su revista “El Nuevo Pensamiento”, me atrevo entonces a enumerar algunas de las representaciones concretas que se han hecho sobre cosas relacionadas con creencias.

¿Cómo harías tú para expresarle a una persona que estás viviendo una situación muy difícil en casa, donde hay muchos problemas y sientes una profunda frustración, tristeza y dolor? ¿Con qué lo compararías? Piensa un instante. Te diré que la comparación que muchos harían es: “estoy viviendo un infierno”. Pero eso lo podemos hacer ahora, que ya tenemos un conocimiento previo de que el mismo es un sitio donde se sufre. Sin embargo, pongámonos a pensar en el momento que alguien, por primera vez, quería decirles a sus iguales humanos sobre este sitio. Recuerda, el pensamiento es algo abstracto por tanto no tiene forma concreta, y absolutamente todo nace de una idea, entonces, alguien debió pensarlo primero y después llevarlo a palabras que pudieran comunicarle a sus iguales la idea que se tiene. Pero, ¿Cómo representaríamos un Infierno para que los demás lo entiendan? Bueno veamos las características: Debe estar totalmente privado de la presencia de Dios, por tanto no puede tener cielo, y para que eso no suceda debe estar tapado como una cueva, pero tampoco puede entrar la luz del sol… ¡subterráneo! Así debe ser ¿no? Sin cielo, sin luz, sin presencia de Dios, entonces se cumple las características. Y como necesitamos un nombre, ya lo tenemos: “subterráneo”, pues resulta que infierno viene del latín inférnum o ínferus: ‘inferior, subterráneo’. Ya tenemos una parte de ese sitio, y tenemos esta habitación de tu mente donde estamos ahora, así que vamos a decorar esto de tal manera que sea una caverna subterránea. No tenemos la luz del sol, no podemos ver el cielo y sabemos que estamos encerrados pero falta el dolor, el sufrimiento, y como comprenderás esas cosas no pueden ser representadas como un automóvil o una casa; son sensaciones o emociones, son estados mentales, entonces debemos acercarnos de alguna manera gráfica para poder decirle a nuestro exterior “esto es lo que se vive allí dentro”. Evocamos entonces al fuego, porque realmente duele quemarse, y si queremos decir que duele demasiado entonces lo necesario es quemar “todo el cuerpo”, por tanto, las llamas rodearán el entorno y no habrá manera de detenerlas, pero para completar necesitamos que sea por toda la eternidad, así que chasqueemos los dedos y que se enciendan las llamas… Bienvenido a mi infierno, el que acabo de construir para ti. No me mires con esa cara de extrañeza, ¿Cómo es eso de que acabas de construir un infierno para mí? Pues es totalmente cierto, nuestro entorno puede construir “infiernos” para nosotros y nos van afectar si y sólo si se lo permitimos. ¿Todavía lo dudas? Camina sonriente por la calle y si se aparece un tipo y te raya la madre ¿Seguirás con la sonrisa? Si estás en tu casa y te visita alguien indeseado ¿Seguirás con la sonrisa? Si estás de vacaciones y tu jefe te llama a trabajar ¿Seguirás con la sonrisa? Las cosas que nos rodean pueden influir en nuestro estado de ánimo, para bien o para mal; son diversas las situaciones que podemos vivir día con día que “nos dirán cómo sentirnos”.

Si yo comenzara a mostrarte imágenes que tú detestas, si llenara esta habitación de periódicos con malas noticias. Si comenzara hablarte en un tono de voz cada vez más alto, más alto, más alto… Si en vez de gritarte a lo lejos, te gritara al oído… Y escuchas que mi voz se hace cada vez más y más chillona, ¡Ya no quieres escucharme! ¡Quieres taparte los oídos!… ¡Es suficiente! Me gritas. Aún sientes demasiado ruido, quieres que todo se calle y que te dejen en paz… pero resulta que yo no he subido el volumen de mi voz, y aún así el pensar en cosas feas puede conectarte con este infierno…

Retomemos entonces, un cuadro de personas con cara de terror y envueltas en llamas expresará un gran tormento. Pero, un tormento se puede vivir cuando se está esclavizado por los celos infundados… Es como vivir en un infierno ¿no? En este caso, no es el entorno el que construye el infierno, sino que yo mismo lo construyo para mí, y por ende, le construiré otro infierno a la persona que esté conmigo. No eres capaz de construir uno sino dos infiernos a la vez… quizás más.

Para concluir esto del infierno, me gustaría comentar acerca de La Divina Comedia de Dante Alighieri. ¿Por qué? En alguna oportunidad me dijeron que Dante era o fue un “maestro” al cual le fue permitido visitar el infierno y describirlo en su obra ya mencionada. En primera me corresponde decir que el poder de las letras es tal, que es posible crear y hacer sentir al lector aquello que se intenta expresar. La composición escrita ha sido investigada muchas veces y se sabe que el escritor puede dejar plasmado, junto a las letras, sus propios estados de ánimo. Por tanto, Dante como así mismo cualquier otra persona, que tuviera su talento, pudo describir este infierno sin problema alguno. Ya lo hemos mencionado, tenemos la posibilidad de suponer cosas, podemos traer a la realidad concreta pensamientos a partir de algo ya conocido. Dante evoca conocimientos ya conocidos como, por ejemplo, cuando menciona a Judas Iscariote. Pero además, menciona a Casio y Bruto que son nada más y nada menos que los que provocaron la muerte de Julio César, esto ocurre cuando él se encuentra en la presencia de Lucifer. Es obvio ver que estos tres personajes son los resaltantes, al punto de que los relaciona directamente con el príncipe de las tinieblas. Uno por traicionar a Jesús y los otros a Julio César. Investigando un poco sobre el autor encontramos que escribió un tratado en latín donde expresa sus ideas políticas, en ellas se encuentra la necesidad de la existencia del Sacro Imperio Romano. Podemos ver entonces cuán importante es el Imperio Romano para el autor y la conexión de por qué Casio y Bruto se encuentran entre los más traidores de todos. Si la Divina Comedia se hubiese escrito en nuestros días, es casi seguro que no hablaríamos de Casio y Bruto sino de personajes como Hitler. ¿Qué quiere decir esto? Dante fue un hombre que tenía un gran talento, y que pudo usar su bagaje de conocimientos previos para crear una obra. Pero esto no quiere decir que él, por obra y gracia de lo Divino, tocara las puertas del infierno y lo dejaran pasar al punto de toparse de frente con el propio Lucifer. Si a él le hubiese llamado la atención otros personajes, o hubiese vivido otro período de tiempo, entonces otros serían esos traidores que La Divina Comedia menciona.

Cerrando con ese comentario, entonces regresemos a nuestra habitación mental de tono blanco. Sí, regresamos acá donde no hay nada, no hay pensamientos que aturdan ni mucho menos. Liberándonos de las visualizaciones anteriores, sigamos con nuestra conversación…

¿Qué pasa con el Cielo entonces? El Cielo es un lugar donde todo es armonía y paz, donde se está en tranquilidad, según las religiones y creencias. Si tuviéramos que pensar en un cuadro que invocara la idea de Cielo encontraríamos uno, por supuesto, pintado con ese cielo que podemos ver si miramos hacia arriba, nubes, personas felices o niños felices tocando la tan conocida arpa, eso es infaltable. ¿Pero de dónde sale esta idea? De un pensamiento, como nace todo. Imaginemos nuevamente la primera vez que alguien debió “traer” a la realidad concreta aquello. Revisemos las características: Cielo es opuesto al Infierno, y si este último es subterráneo pues aquel otro debe estar en las alturas, sí, así grande, donde necesitemos mirar hacia arriba y nunca hacia abajo. Porque resulta que si miramos hacia abajo, estaríamos viendo algo “menos que nosotros”, pero si lo Divino es más grande (y está alejado de los humanos), entonces tiene que ser hacia arriba, difícil de alcanzar porque recuérdese que al cielo van sólo los elegidos y redimidos, o sea no cualquier gente… El cielo evoca luz y ¡qué coincidencia que en el cielo esté el sol! Definitivo, no hay mejor prueba que aquello para estar totalmente seguro que allá arriba, donde reside la luz, es el “lugar preciso” para la gente que es buena. Sigamos entonces. Tenemos la inmensidad, tenemos la luz (que por sí misma evoca todo lo bueno), la grandeza más grande de todas que sólo puede tener lo Divino, porque imposible que un simple humano tenga tal grandeza y por eso estamos tan pero tan separados del cielo. Ahora, ¿Cómo hacemos que un simple humano, que a lo más puede saltar, pueda llegar hasta allá arriba? Bueno, las aves pueden volar, lo que le hace falta al hombre son las alas… ¡Entonces vamos a ponerle alas! ¡Perfecto! ¡Vamos bien! Seguidamente necesitamos una expresión de deleite, y esa expresión se consigue por ejemplo con la música, podemos entonces pintar a la persona tocando un arpa, pues el arpa era el instrumento musical por excelencia en la época, aún no se inventaba el piano pero si esto hubiese sido así, seguramente los cuadros que representan al cielo tendrían a los ángeles tocando el piano. Recordemos nuevamente, podemos representar lo abstracto de manera concreta utilizando lo que ya conocemos, es la única forma de que otros puedan entender nuestro mensaje al querer comunicarlo. Nuestro mensaje será entendido si y sólo si nuestro exterior tiene algún conocimiento previo del tema, pues de no ser así nuestro mensaje no será entendido o interpretado de la manera correcta.

Quiero aprovechar para realizar un comentario respecto a esas cosas que se interpretan de una manera y de otra según sea la persona. En alguna ocasión escuché decir que era malo, en términos de pecado, comer carne de cerdo (cochino, puerco, chancho,… como gusten decirle) porque estos animales siempre andaban entre la mugre, el barro y la cosa, y que además no podían mirar hacia arriba, donde está el cielo, porque en sí mismos son como “pecadores”; básicamente nacen con la “marca de pecado”, y por eso no pueden mirar hacia arriba. Entonces, vamos a fijarnos en eso de que: “lo que sea que no pueda mirar hacia arriba, donde está el cielo, es pecador o malo”. Ahora vamos a suponer que los humanos no pudieran mover su cuello hacia arriba, sino que solamente pudieran mirar hacia delante y hacia abajo. Para el momento de pintar el Cielo y el Infierno, basándonos en las características que ya dijimos, dime tú ¿Dónde crees que estaría el Cielo? ¿Dónde crees que estaría el Infierno? Me atrevo a decir que el Cielo estaría hacia abajo y el Infierno hacia arriba: El Cielo, que es morada de lo Divino, nunca puede dejar de estar a nuestra vista, pues debemos ser buenos (qué casualidad que con un problema en el cuello, no tengamos hacia donde mirar…), y el Infierno, que representa lo malo, “hay que darle la espalda”. O quizás no, quizás el Cielo sí estaría a nuestras espaldas pero no porque queramos alejarnos de lo Divino sino porque “somos tan pecadores que no podemos ver el rostro de Dios” ¿Se ve lo que quiero decir? ¿Se nota que son los seres humanos los que interpretan cosas abstractas, dándole un significado concreto, para que pueda ser entendido en palabras por sus iguales? ¿Y que después, valiéndose del poderío que tenga, imponer esa concepción a los demás? Una idea, interpretada por un humano, llega tan lejos como su poderío político le permita…

En definitiva, si estás rodeado de cosas positivas que te hacen sentir feliz: junto a tu familia, con un empleo que te guste, teniendo una buena calidad de vida,… podrías expresar que: “vives en el Cielo”. Caso contrario, si tienes problemas de celos con tu pareja, no tienes un trabajo estable y de paso los jefes que te tocan son malos, si tienes un montón de cuentas por pagar, problemas con tu familia,… podrías decir: “mi vida es un Infierno”. Retomando la idea de “Ángeles y Demonios”: ¿Qué es Infierno? Es el estado mental donde todas las cosas están mal, donde los pensamientos negativos se apoderan de tu tranquilidad (y buena salud mental) y te convierten en alguien con un estado no-armónico. ¿Y el Cielo? Es el estado mental donde todas las cosas están bien, donde existen pensamientos positivos y te sientes tranquilo, eres alguien en un estado armónico.

Tu vida aquí y ahora puede ser un Cielo o un Infierno. Tú puedes pintar las paredes de tu mente en la manera que quieras. Tú decides si vivir en medio de los celos o no. El entorno sí influye en nuestra vida, pero nosotros podemos decidir cuánto y cómo. Por ahora, pintemos estas paredes con un nuevo Albor y nos vemos en una próxima ocasión. Despierta…

10/08/2010 05:38 p.m.
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