viernes, 29 de octubre de 2010

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Fuerte

Fuente Imagen: Google Images.

A veces vamos caminando despacio a través de la ciudad,
y mientras otros nos miran… nosotros les miramos,
llegando a ver mucho más de lo que ellos querrán aceptar.
Nos reunimos en las entrañas de la gran ciudad
y más de alguna idea se me cruza por la cabeza,
tan sólo pienso y observo, observo…
cada cambio en las expresiones de los rostros,
puedo saber quién sonríe de verdad
y para quién sólo es una costumbre.
Me siento fuerte entre las entrañas del mundo,
ahí caminando sobre las piedras de la calle,
sintiéndome tan imponente ante las hormigas,
pero más pequeño que la ínfima parte del espíritu que me conforma.
Fuerte, pero más débil de lo que es conveniente expresar
y pienso en todo lo que no puedo expresar.
Fuerte, nuevamente fuerte
para dejarme creer en lo que me puedo convertir si creyera en mí.
Sentada entre decenas de personas
y una situación que no me deja ir,
algunos huyen de las ventanas que muestran la inmensidad,
mientras otros vagan en la diversidad…
Entonces pienso:
"Aquí está el mundo, y yo en medio de él
puedo elegir creer y ser,
hacer y ceder,
puedo elegir entre ser fuerte y perder,
observar y conocer".
Mi pequeña sonrisa pasará inadvertida,
como los sueños o pesadillas que sólo conoce mi almohada.
Me gustaría ser fuerte otra vez.
Me estorba el pasado, la televisión que suena,
los gritos de la vecina y las heridas que no cicatrizan.
Miro mi cabello y está desorganizado
pero mis pensamientos se dirigen al mismo camino:
Ser fuerte, quiero dejarme ser fuerte,
porque sé que lo sería si lo creyera, si me lo dijera.

Fuerte, fuerte otra vez…
Waldylei Yépez
09/09/2010 12:55 p.m. Santiago de Chile.
Inspirado por una melodía
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sábado, 16 de octubre de 2010

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De las ruinas del Castillo II: El Imperio de Razón

016. De las ruinas del Castillo II: El Imperio de Razón. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Cada hombre es un Castillo. Cada Ser, su Creador.

Se escuchaban las risas entre los pasillos. Todo era un festejo en aquella sala, la principal del Castillo. Se hizo un banquete en honor a Corazón; a él podía vérsele con una sonrisa inmensa. La puerta principal estaba totalmente abierta y sin nadie que vigilara, pues así había sido su orden. Corazón quería vivir en un sitio donde el miedo, a ser atacado, no limitara la belleza de su entorno. Entonces, quitó la vigilancia de todo el Castillo, dejando así el paso a todo visitante o experiencia que quisiera llegar.
El Guerrero Razón no estaba muy de acuerdo y se opuso totalmente, pero Corazón convenció al Guerrero Intuición y éste cedió a su petición.

- No me gusta la idea. ¡Estamos expuestos! ¡Somos vulnerables! -. Gritaba Razón.
- Corazón piensa que no es necesaria tanta coraza en el Castillo, nuestras últimas experiencias han sido muy satisfactorias hermano. De mi parte, le doy mi voto a esta petición y sé que no comprendes el por qué, pero ya verás que todo estará bien -.
- Si algo sucede Intuición, tú llevarás la responsabilidad de lo que pueda pasarle a Corazón, y serás tú quien se lo explique al Creador… -. Sentenció Razón.

« ¡No me interesa lo que diga mi hermano! Mi deber es proteger a Corazón, y lo haré… así sea en contra de su propia voluntad ». Pensaba.

En la fiesta del banquete, Corazón bailaba con los habitantes del Castillo que incluían a Intuición, pero Razón estaba muy cauteloso mirando a todos lados como un fiel guardaespaldas.

- ¡Relájate Razón! ¡Hoy estamos de fiesta! -. Le decía Corazón mientras lo empujaba a la pista de baile.
- Bailaré después -. Se excusaba echándose hacia un lado.

De repente, otro guerrero se le acerca a Razón y conversan en voz baja. Éste se había convertido en su mano derecha.

- ¿Qué tal la fiesta? -. Le dijo sonriente.
- ¡No me vengas con esas cosas, Desconfianza! -. Le respondió.

El Guerrero Desconfianza permanecía cerca de Razón, según lo que le conviniera a este último. Razón sabía que él podría serle muy útil, además lo había nombrado el siguiente al mando después que Corazón cometiera la locura de desproteger al Castillo. Ambos permanecían muy pendientes de todo lo que ocurriera a los alrededores.

- Tranquilo mi Señor, yo me he encargado de todo lo necesario… ya sabe, por si surge alguna sorpresita inesperada -. Le decía Desconfianza.
- Eso espero, espero que estemos preparados por si acaso…-.
- Ya sabe que la desconfianza siempre nos hace dar un paso adelante… -. Le sonreía con malicia, como aquel que sabe más de lo que dice.

Continuó la fiesta sin mayor percance.

- ¡Qué extraño! -. Se escuchó a alguien decir. - No nos avisaron que habría una tormenta, pero el cielo está muy oscuro -.

La mayoría siguió sin prestar mayor atención, pero Desconfianza y Razón no estaban tan seguros de que “no fuese nada”. Se miraron entre ellos. Desconfianza asintió, como si le estuviera diciendo que captaba su mensaje. Dejó el vaso que llevaba en la mano y salió rápido de la sala.

Razón se acercó a una de las ventanas. Miraba con recelo.

« Esto no puede ser bueno… Cielo oscuro… Estamos muy vulnerables; hasta el más mínimo ataque podría llegar a esta sala ». Pensaba.

Desconfianza salió del Castillo. Miró a los alrededores y aunque ya era de noche, estaba mucho más oscuro que de costumbre.

- Esta oscuridad es más espesa… es más… perversa -. Se dijo para sí mismo.

En un momento dado, comenzó a escuchar un leve sonido. Pero no podía ver nada a lo lejos, la niebla también se había hecho presente. Se apresuró a llamar a otro guerrero fiel a Razón, le dio un recado y le dijo que era urgente que Razón lo supiera. El guerrero corrió a la sala.

Llegó a la presencia de Razón y en voz baja repitió las palabras de Desconfianza. Asintió. Luego Razón le dijo algo al oído, la expresión de premura se posó en el rostro del guerrero, el cual salió corriendo poco después. Razón siguió mirando por la ventana, su rostro se endureció.

- Esto no es bueno… -. Se escuchó la voz de Desconfianza que llegó al lugar. - Aún no puedo asegurarlo, pero si estoy en lo correcto el sonido a lo lejos podrían ser caballos y vienen directo hacia acá -.
- ¿Guerreros? -.
- No puedo asegurarlo, la niebla es muy densa -.
- ¿Ves esa niebla más oscura que hay en el cielo? No es niebla común, son espíritus malignos… -. Lo miró con firmeza.
Desconfianza entendió.
- Podemos defendernos… -.
- A mi señal, las sueltan…-. Desconfianza asintió. - Ve a tu puesto, y prepara a los muchachos -.
Desconfianza corrió en medio de la fiesta. Los demás lo vieron pasar, pero no causó mayor impresión.

Afuera era aún mayor el sonido del galopar de los caballos. Razón por fin pudo divisar a los mismos, supo cuán grande era el ataque.

« ¡Rayos! ».

Mientras, Corazón bailaba en medio de la sala. Entre los presentes, así saliendo de la nada, una daga lo apuñala de muerte por la espalda. Él suelta un grito de dolor y cae al suelo.

Al otro extremo de la sala, Razón grita a todo pulmón mirando por la ventana:

- ¡CIERREN LAS PUERTAS! ¡CIERREN EL CASTILLO! -.

Pero ya era muy tarde, los caballos y sus soldados los habían rodeado y algunos entraron al recinto. Comenzaron a volar grandes rocas que, con lanza piedras, llegaban desde el lado enemigo y las mismas chocaban contra el Castillo creando un horrible sonido de guerra.

Razón subió la mirada, los espíritus malignos también habían llegado.

- ¡GÁRGOLAS! -. Y se abrieron unos pasadizos secretos, en el piso, a lo ancho de Castillo, entonces desde las oscuridades se veía cómo figuras monstruosas con alas salían. Las inmensas Gárgolas, protectoras del Castillo y arma infalible contra espíritus, brujas y maleficios, se alzaban y atacaban en defensa del recinto.

Dentro del Castillo todo era un caos, a los guerreros al mando de Intuición les había caído por sorpresa el ataque y no llevaban sus armas consigo. Por su parte, Intuición estaba preocupado por Corazón quien había sido herido a traición por alguien que se infiltró. El Corazón había sido traicionado. Intuición trató de protegerlo de nuevos ataques, pero muy pronto se vio rodeado de muchos enemigos.

« Abrimos nuestras puertas, y quedamos a merced del mal ». Él pensaba.

- ¡Razón! -. Gritó Intuición.

Razón se volteó y vio que Corazón estaba herido, además rodeado de mucha plaga que quería exterminarlo. Saltó y corrió al lugar. Llegó como todo un guerrero con su espada, y entre él e Intuición protegieron a Corazón.

- ¿Ahora estás satisfecho? ¿Ves lo que provocó tu ingenuidad? -. Le gritó Razón a Intuición con total rabia y reproche. Intuición sólo calló, sabía que se había equivocado.

Entre los espíritus y los soldados del mal, apoyados de sus grandes piedras, destrozaron mucho el Castillo en pocos minutos. Aquello había sido un cataclismo, y un golpe de muerte a Corazón.

Razón le gritó a su hermano.

- ¡Lleva a Corazón al lugar seguro! ¡Debemos protegerlo! -.
- Yo debo quedarme contigo, lo enviaré con otros soldados -.
- ¡No! Nadie lo protegerá como alguno de nosotros dos, y sólo tú sabes cómo llegar a ese lugar a parte de mí. ¡Tú debes ir con él! -.
- Razón e Intuición deben estar juntos, fue la orden del Creador -.
- ¡Yo soy más fuerte que tú! ¡Yo puedo manejar esto! Si dejas morir a Corazón nada tendrá sentido, y si él muere será por tu culpa. ¡Tú nos llevaste a esto! ¡Es tu culpa Intuición! Te lo advertí, esto era muy fácil de deducir pero no me escuchaste, aunque sea hazlo ahora y trata de enmendar un poco lo que tu sentimentalismo le ha ocasionado al Castillo -.

Intuición no supo qué decir. Miró firmemente a Razón, después se volteó y ayudó a Corazón a levantarse y juntos se dirigieron a los pasadizos más secretos de todo el Castillo. En el camino Corazón le decía.

- Tú debes estar junto a Razón, debes quedarte con él. Sólo cuando están juntos es que puede existir equilibrio en el Castillo. Juntos son más fuertes -. Decía Corazón.
- Lo sé, mi Señor. Pero también es cierto que todo esto es mi responsabilidad, así que primero lo llevaré a un lugar seguro y regresaré a la batalla -. Contestó.

Las gotas de sangre caían de vez en cuando al suelo.

- ¿Cómo está mi Señor? -.
- Un Corazón puede aguantar muchos golpes, mi fiel Intuición. Incluso puede aguantar las puñaladas que le dan, puede desangrarse pero no morirá. Un Corazón muere, si y sólo si él quiere morir…-.

Lágrimas de impotencia derramaba Intuición. Había puesto “en bandeja de plata” a su Señor, no lo había protegido como él prometió. Ahora él se desangraba; es mucha responsabilidad saber que por tu culpa, se desangra un Corazón.

En la sala principal del Castillo, continuaba la guerra. Razón, ahora también al mando de los guerreros de Intuición, luchaba contra todas las fuerzas siniestras que amenazaban al Castillo.

En otro lugar, en uno de los tantos pasillos, se escuchaba correr a alguien. Se abrió una puerta y la sombra pasó hacia dentro de una habitación.

- ¡Tenemos un gran problema! -. Gritó una voz femenina.
- ¿Qué sucede, Confianza? -. Otra voz femenina le contestó.
- Mi Señora, Llama del Amor -. Se hincó ante ella. - El Castillo está siendo atacado por fuerzas del mal, a través de todos los flancos -.
- ¡¿Dónde está Corazón?! -. Le preguntó sumamente preocupada.
- Nadie lo sabe, la última vez que se le vio iba acompañado de Intuición. Mi Señora, él iba herido… todos creen que ahora está escondido en algún lugar, al cual nadie tiene acceso -.
- Debemos encontrarlo, Confianza. Si el Corazón no está presente, la Llama del Amor se apagará… y es muy difícil encender un Amor ya extinto -. Le dijo con premura.
- Pero, ¿Cómo lo vamos a encontrar? -.
La Llama del Amor se quedó pensando.

« Cuando el Corazón se aleja y cae en la distancia. Cuando un Corazón es encerrado en una Caja de Cristal, a favor o en contra de su voluntad… sólo un Gran Amor puede rescatarlo de su encierro, sólo un Gran Amor es capaz de pasar a través de las oscuridades, a través de las más intensas sombras y salir victorioso. Sólo un Gran Amor puede encontrar y rescatar a un Corazón herido y atrapado ».

- Yo puedo encontrarlo -. Contestó la Llama del Amor. - Pero necesitaré de tu ayuda, Confianza -. Culminó.
- Yo seré su fiel compañera, Llama del Amor. La protegeré y ayudaré para que su flama no se extinga -.

Salieron del cuarto con la firme intención de no darse por vencidas.

« Sólo el Amor puede romper el cristal, donde esté encerrado un Corazón ».

Por su parte, la guerra contra el Castillo era fuerte. Razón era el máximo líder ahora, y junto a sus tropas pudo hacer retroceder al enemigo. Los sacaron del Castillo y cerraron las puertas. Se dio la orden de cerrar absolutamente todo el Castillo, y así se hizo. Las Gárgolas se apostaron en las fachadas exteriores a vigilar, para ese momento la niebla de maleficios y espíritus también había cedido.

- Amigos… -. Razón se dirigía en un discurso a los presentes. - esta noche hemos sido atacados, de la forma más vil, por nuestros enemigos. Corazón e Intuición confiaron en que todo estaría bien, y el mal se aprovechó para darnos un golpe bajo. Esta noche el Castillo se ha convertido en ruinas, como pueden verlo. Intentaron destruirnos y en cierta forma lo lograron. Dañaron a nuestro Corazón, pues él confío y creyó estar rodeado de seres que le querían, pero fue traicionado cuando menos lo esperaba. Corazón está ahora con mi hermano, Intuición, en una Caja de Cristal y donde ya nadie podrá hacerle daño. ¡Es nuestro deber protegerlo! ¡Ya no vendrá nadie más a querer dañar nuestro Corazón! -. Se escuchaban los aplausos. - Les aseguro que ésta es la mejor decisión que hemos podido tomar. ¡Corazón debe permanecer para siempre en ese sitio seguro! -.
- Es cierto -. Se escuchaba entre murmuraciones.
- Guerreros bajo el mando de Intuición, ¿Están de acuerdo con nosotros? ¿Podemos contar con ustedes? ¿Son ustedes fieles al Castillo, a las nuevas decisiones que se han tomado? -. Preguntaba Razón.

Los Generales se miraron entre ellos. No sabían cuándo Intuición volvería, pero estaban seguros que él estaba cuidando en persona a Corazón.

- Nosotros seguiremos la iniciativa de nuestro Director Intuición. Él ahora está protegiendo con su vida a Corazón, y hubiera querido que nosotros hiciéramos lo mismo. Por tanto, los Guerreros del Sentimiento ahora estarán bajo el mando del Guerrero Razón. ¡Somos fieles al Castillo! -.

Se escuchaban aplausos.

- A partir de ahora, no existirá ni un solo pensamiento, idea, ni nada que no pase por la supervisión de Razón. Todo, absolutamente todo, lo aprobaré o rechazaré bajo los criterios que correspondan, y que garanticen el bienestar de los habitantes del Castillo y la de nuestro Señor Corazón. Toda Emoción y todo Sentimiento será manifestado, si y sólo si tiene autorización previa de la Razón. Se comenzará a controlar y a ordenar, con el propósito de preservar la integridad de lo que nos quedó en estas ruinas. El exceso de confianza e ingenuidad nos llevó a donde estamos ahora: ruinas; ahora nos toca tomar acciones, aplicar la lógica y la deducción, entonces estaremos bien… -.
- ¡Sí, Señor! -. Gritaron al unísono. - Combatiremos a su lado, y daremos nuestras vidas por el Castillo y por Corazón -.
- ¡Eso no está bien! -. Se escuchó una voz.
- ¿Quién ha dicho eso? -. Preguntaba Razón.
- He sido yo -. Se mostró entonces la Llama del Amor, junto a su compañera Confianza.
- ¿Por qué dices que no está bien? -.
- La solución jamás podría ser encerrar a Corazón en una Caja de Cristal, y mucho menos para siempre. Debemos sacar a Corazón de donde está encerrado, y sí: encerrado, que no es lo mismo que estar protegido -.
- No entiendes, queremos que él esté bien -.
- El fin no justifica los medios -.
- Estás equivocada, y no voy a dejar que pongas en peligro a nuestro Corazón. Arréstenla -.

El guerrero Desconfianza quería tener el honor de arrestarla, pues siempre ha sido contrario al Amor, y por tanto, ahora quería ser su opresor. Entonces Confianza se opuso sacando su espada.

- El problema no es entre nosotros, Confianza -. Le dijo Desconfianza.
- Soy fiel compañera del Amor, y no dejaré que intentes siquiera estar cerca de ella -.

Desconfianza desenvainó su espada.

- ¡Esto no es necesario! ¡Nuestros enemigos están afuera, no aquí! -. Se escuchó a alguien decir.
- Nosotros no permitiremos ni que el Amor o la Confianza intenten poner en peligro a nuestro Corazón, si hemos de reprimirlas… lo haremos. Depongan sus armas. Esto no debe ser una guerra entre nosotros, pero si ustedes quieren… responderemos -. Decía Razón con el rostro endurecido.

La Llama del Amor colocó su mano sobre el hombro de Confianza. Ella asintió y guardó su espada. Desconfianza sonrió con malicia.

- Ustedes -. Dijo Razón señalando algunos guerreros. - Escóltenlas hasta el cuarto del Amor, y que ninguna salga de allí… a menos que yo lo ordene -.
- ¡Sí, Señor! -. Y las llevaron de regreso al cuarto. Allí quedaron encerradas.

- Mi Señora, si no encontramos a Corazón su flama se apagará -. Decía Confianza.
- Me temo que ya comenzó a pasar, y no porque no esté Corazón sino por el inmenso frío que ahora embarga al Castillo -. Miraba por una ventana con mucha tristeza.

Al otro lado del Castillo, Intuición se encontraba con Corazón.

- ¡No puede ser que nos hayamos quedado encerrados aquí! -.
- ¿No sabías que esto se cerraría automáticamente al entrar? -. Preguntaba Corazón.
- No, mi Señor. Mi hermano nunca me lo dijo -. Decía con frustración.
- Tenemos un gran problema, Intuición -.
- Sí, lo sé. Salir de aquí no va ser tan fácil -.
- No hablo de ese problema -.
- ¿Entonces? -.
- Dejaste a tu hermano solo con todo el poder sobre el Castillo. Encerró a su Corazón, en un sitio en el cual, si bien no le pasaría nada tampoco lo dejaría salir. Te alejó sin dejarte oportunidad de participar en sus decisiones, lo cual significa que se hará su voluntad… y bien sabes lo frío que puede llegar a ser tu hermano -.
- Tenemos que salir de aquí -.
- Hay algo más que me preocupa… -. Dijo con la cabeza cabizbaja y la cara triste.
- ¿Qué cosa? -.
- La Llama del Amor. Sin un Corazón que alimente su flama, se va apagar… -.
- Pero, pero mi Señor… Es precisamente su Llama la que mantiene cálido el Castillo, sin el Amor muchas cosas no llegan a ser posibles… -.
- Eso es algo que tú lograste entender, pero Razón no. Él no lo sabe. Como así mismo no sabe muchas cosas, porque no las comprende… por eso te necesita a su lado, por eso tu presencia crea el equilibrio -.
- Debe haber alguna forma de salir de aquí… -.

Comenzó hacer frío dentro del lugar donde se encontraban. Ambos se miraron.

- Razón se ha impuesto. Terminará haciendo cosas que creerá que son buenas, pero cuyas consecuencias no lo serán tanto… -. Dijo Corazón.

En la sala principal, Razón ordenaba a los guerreros doble vigilancia.

- A partir de hoy las cosas van a cambiar. La razón se impondrá ante la ingenuidad, y nunca más los ataques de los soldados y espíritus malvados del Pasado y el Futuro podrán hacernos daño. ¡Ahora estamos preparados! ¡Y nuestro Corazón está resguardado! ¡Jamás volverán a engañarnos ni a traicionarnos! Empezaremos a estar mucho mejor, porque nuestra desconfianza nos hará dar muchos pasos adelante. Éramos vulnerables… pero esa época terminó, ahora comienza el Imperio de la Razón… -.

Todos levantaron sus espadas como símbolo de triunfo.

- Los cambios en el Castillo son necesarios, y a partir de ahora resurgiremos de las ruinas mucho más fuertes, porque hemos aprendido que con sentimentalismos no llegamos a nada. Ahora somos fuertes, somos razonables… somos triunfadores -.

- ¡Razón! ¡Razón! ¡Razón! -. Gritaban al unísono.

El Amor, la Confianza, Intuición y Corazón permanecieron encerrados, y fue entonces que las cosas cambiaron mucho, dentro aquel Castillo…

- Ahora, yo mando -. Decía Razón mientras Desconfianza sonreía maliciosamente.

Continuará…

16/10/2010 4:30 p.m.
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martes, 12 de octubre de 2010

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Ya no necesito que leas esto

015. Ya no necesito que leas esto. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Persona especial,

Quisiera saludarte, pero no creo que sea necesario pues no sabrás que te saludo. Quisiera despedirme, pero hace ya mucho tiempo que tú te despediste de mí cuando te olvidaste que yo existía. Más yo, aunque quise, nunca pude despedirme de ti.

Hasta hace muy pocos minutos, te busqué por última vez. Aunque llevo mucho diciendo que sería la última vez, y viví de “ultimas veces” por mucho tiempo. Ésta sí será la última… ¿Y cómo sé que de verdad será la última? Porque mi corazón se ha embargado de resignación, de una forma tal que tus recuerdos se han cubierto con mantas, sí, así como cuando alguien se cambia de casa y quiere proteger los muebles de tanto polvo que les caerá, de tanta telaraña a la que estarán expuestos. Sé que tus recuerdos estarán expuestos al polvo, la telaraña y al olvido. ¿Sabes? Intenté que no fuera así, intenté aferrarme tanto a ti que mi necesidad de buscarte se hizo terrible; esperé muchas veces en silencio que te acordaras de mí, que te acercaras… que en resumidas cuentas, me apreciaras como yo lo hacía contigo. Sé que yo también me equivoqué, y he pagado muy caro mi error; sufrí de la manera que nunca sabrás… Ya no necesito que lo sepas.

Te extraño. Siempre lo hice. Los suspiros salen de mi ser, de verdad que me aferré mucho a ti… hay demasiada nostalgia en mi pecho, demasiado dolor.

Como sé que no leerás esto, te diré las cosas que no quiero que sepas. Durante mucho tiempo estuve siguiendo tus pasos, pues quería saber si estabas bien. Leí en sigilo muchas cosas que escribiste, y en más de una ocasión quise darte mi opinión y es cuando recordaba que ya no existo para ti. Cuando presentía que la tristeza te rodeaba, quise con todo mi corazón darte la mano y hasta abrazarte. Y cuando me pasaron cosas muy fantásticas, yo quería compartirlas contigo… pero no estabas, y no podía hacerme presente porque había quedado muy fuera de tu vida.

Soñé muchas veces contigo, y hasta te imaginaba caminando junto a mí. Me quedaba con la esperanza de que las cosas volverían a ser como antes, que regresaríamos al punto en que nuestros caminos se separaron y continuaríamos desde ahí: desde donde nos quedamos. Que todo esto no sería más que un viejo recuerdo, y que nuestra presencia en la vida del otro sería algo positivo… sí, creí en esa ilusión por mucho tiempo y pasaron los días, las semanas y los meses… Me quedé tan atrás en el tiempo, con la esperanza que me acompañaba. Pero resultó que hasta la esperanza se cansó, y a solas me dejó sobre aquella banca. Aún así, te esperé. Sin la esperanza que me acompañara, pero igual te esperé.

Podría hacerte llegar esta carta si quisiera, podría buscar alguna forma para que te toparas con ella… pero no lo haré. No lo haré porque ya no necesito que leas esto. O quizás sí me gustaría que lo leyeras… Pero, ¿Para qué? Gasté mucho de mi vida queriendo estar con quien no quería estar conmigo, queriendo hablar con quien no deseaba hablarme. Escribiéndole a quien jamás leyó lo que escribí. Necesitaba de ti, pero ahora necesito aprender a no necesitarte, y mi primer paso es éste: escribir sin necesidad de que lo sepas… Ya no necesito que lo leas.


Aún no sé cómo dejarte ir.

Aún no sé cómo sacarte de mí.

Aún no sé cuándo se irá el dolor,

de, por fin, comenzar a decirte adiós.

… Decirte adiós.

12/10/2010 5:13 p.m.
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