domingo, 27 de febrero de 2011

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Otras manos

Fuente Imagen: Google Images.

Al nacer, fueron otras manos las que le recibieron.
Las de su madre no querían hacerlo.
Y su silencio no calmó el llanto de la criatura.
Lo hicieron otros brazos, generosos por demás,
pero nunca los de la madre, que le faltaban desde ya.

Al llegar a casa, ella regaló al bebé
al primero que se lo recibiera,
y ése otro fue quien dio de comer
a la pobre criatura que aquélla no quisiera.

Al crecer, pensó en buscar a sus padres,
le dijeron que su madre le tuvo de dieciséis,
que era inmadura,
y su padre, se perdió después.

Dieciséis, dieciséis,
quién dijo que se puede vivir sin pensar en consecuencias.
Dieciséis, dieciséis,
eres capaz de crear una vida y destruirla a la vez.

Su propia madre le advirtió de la vida
y ella dijo que sería libre de hacer lo que quisiera,
ahora yo sé que sí hizo lo que quiso:
me dejó en abandono,
me dejó muy solo.

Nunca escuché de sus labios un te quiero,
o una frase de amor,
tan sólo el silencio fue capaz de regalarme.
Nunca “creció” ni fue responsable,
ni ahora que tengo la edad que ella tenía
es capaz de acercarse.

No le odio, ni buscaré para reprocharle
pero aún me repito:
¿Por qué? Si yo era tan inocente, ¿Por qué?
¿Por qué ha dejado mi vida en otras manos,
cuando yo le acompañé desde su vientre?
¿Por qué prefirió despreciarme
cuando no fui yo quien la abandonó?

He escuchado tantas veces
recriminaciones de terceros,
que ella es esto y lo otro.
Yo no diré nada, total ni siquiera la conozco,
ella no me permitió hacerlo.

Pero, ¿Por qué?
¿Por qué me dejó si yo era tan inocente?
No le importó si tenía hambre o frío,
sólo se fue.

“Sólo tenía dieciséis”
pero eso no es excusa,
yo también llegué a los dieciséis
y eso no me quitó responsabilidad
en los actos de la vida.

Y la historia dijo:

Al nacer, fueron otras manos las que le recibieron.
Las de su madre no querían hacerlo.
Y su silencio no calmó el llanto de la criatura.
Lo hicieron otros brazos, generosos por demás,
pero nunca los de la madre, que le faltaban desde ya.

Otras manos,
fueron otras manos quienes le dieron de comer,
le cobijaron del frío,
y llenó el vacío que le dejó su falta de querer.

Otras manos,
¿Por qué?
No fueron las tuyas las que me recibieron al nacer.
¿Por qué?

Waldylei Yépez
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viernes, 25 de febrero de 2011

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De las ruinas del Castillo V: La caída del Rey

020. De las ruinas del Castillo V: La caída del Rey. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Cada hombre es un Castillo. Cada Ser, su Creador.

El tiempo parecía detenerse en aquel minuto trágico. ¿Qué era lo que estaban viendo? ¿Qué era lo que había pasado? Nadie lo entendía. Se quedaron inmóviles. Y aquel cuerpo tendido no era más que un cuerpo inerte, sin vida, sin brillo. Al Corazón ya no se le oía latir.

- Está muerto… El Corazón está muerto -. Alguien susurraba.

La Llama reaccionó y corrió a donde estaba él. Y el Amor lloró sobre aquel Corazón herido… Sobre aquel Corazón muerto.

Confianza estaba en trance, no daba crédito a lo que veían sus ojos. El Creador le había dicho que aún no pasaba lo peor, pero jamás imaginó que lo peor sería la muerte del Corazón. Y sí, aquella era la más grande de las tragedias, sobre todo porque ella sabía que la Llama del Amor también iba morir en cualquier momento.

Razón, apenas reflexionando un poco, pensó en la consecuencia que esta muerte traería para el Castillo.

« El Castillo será destruido muy pronto…». Pensaba.

Intuición tampoco reaccionaba.

- Corazón… -. Apenas se les escuchó decir.

De repente, la Llama les gritó:

- ¡Ayúdenme! -.

Valentía y Confianza corrieron y entre los tres movilizaron aquel cuerpo a uno de los cuartos del Castillo. Razón e Intuición no se movieron de sus puestos, no reaccionaban.

- ¡¿Cómo diablos pasó esto?! -. Por fin dijo Razón.
- No lo sé, hermano. No lo sé -.

Truenos y relámpagos se apoderaron del exterior. Todo el Castillo estaba rodeado de espíritus y soldados del mal, eran tantos que aquello parecía una gran niebla de oscuridad. Entonces se escuchó cuando las hordas comenzaron a gritar:

- ¡MUERTE AL REY! ¡MUERTE AL REY! -.

Luego hubo silencio, como si estuvieran esperando ordenes de alguien.

- ¡EL REY HA MUERTO! ¡EL REY HA MUERTO! -. Fue lo siguiente que se escuchó.

Razón e Intuición se miraron entre ellos.

- Ya lo saben… -. Dijo Intuición.
- Tenemos un traidor. Alguien vendió a nuestro Rey -. Respondió aquel.

En la sala aparecieron algunos Generales del Castillo.

- ¡Las hordas se preparan para atacar! -. Dijo uno de ellos.
- Tomen posiciones defensivas -. Ordenó Razón. - Yo estaré en mi estudio -. Terminó diciendo.

Los generales se extrañaron de su actitud. En plena guerra, ¿Y él quería estar solo en su estudio? Entonces miraron a Intuición, como esperando alguna orden.

- Yo también estaré en mi estudio -. Dijo y se fue.

Algún General comentó:

- Seguro necesitan estar solos para planificar una estrategia. Mientras, nosotros estaremos en posición de defensa -. Los otros asintieron.

Razón caminaba por el pasillo con la mente en blanco, aún no sabía cómo procesar el hecho de que Corazón estuviera muerto. Lo mismo le pasaba a Intuición, que se dirigía al otro lado del Castillo.
Llegó a su estudio. Cerró la puerta y se sentó en un sofá. Todo estaba oscuro. Comenzó a hablar solo:

- Con la muerte del Corazón vamos rumbo a la destrucción. Un Castillo sin Amor y Corazón, deja de ser fuerte. No podrá aguantar un gran ataque y estamos en medio de eso precisamente. Los fantasmas externos, siempre saben aprovecharse cuando el interior es sólo destrozos… ¿Cómo no nos dimos cuenta? -.

Las sombras crecían a su alrededor, esas figuras oscuras que se alzaban desde el piso y se posaban frente a él. Razón las veía llegar. Las veía sentándose a su lado, y la energía negativa se apoderó del entorno. Razón estaba apunto de sucumbir ante las sombras del pesimismo.

Al otro lado del Castillo, Intuición vivía una escena similar. Las sombras lo envolvían, esas sombras del dolor que son capaz de opacar los más bellos sentimientos y emociones. Él estaba apunto de sucumbir al abismo, puesto que todo por lo cual había luchado ya no existía. Lloró, se permitió hacerlo.

Aquel instante en el Castillo era terrible: Corazón muerto, el Amor apunto de morir, Razón sucumbiendo ante el pesimismo e Intuición cayendo en el abismo; el mal exterior con su eminente ataque y el mal interior capaz de abrir las puertas infernales. Nada parecía estar bien, nada.

En el cuarto de Corazón, la Llama del Amor permanecía a lado del cuerpo inerte. Sin embargo, sus fuerzas se habían debilitado mucho, su flama se extinguía muy rápidamente. Confianza estaba muy preocupada por ella.

- Mi señora… -.
- Estoy bien, Confianza -.
- No es así… -.
- Debe descansar para reponer fuerzas -. Le dijo Valentía que aún estaba con ellas.
- El Amor sin un Corazón no sobrevive, no importa que vaya y descanse. Mi final llegará más temprano que tarde -.

Confianza y Valentía se pusieron cabizbajos, no sabían qué hacer. Mientras, la Llama miraba a su Corazón con mucho cariño y le sonreía.

- Mi Corazón ha muerto y su Amor con él -. Se cumplía la profecía.

En la sala principal, los Guerreros del Castillo yacían en posición de defensa. Todos eran concientes de que las cosas no estaban bien, y aunque no supieran sobre la muerte del Corazón, dentro de ellos presentían que estaban viviendo una gran tragedia. Era como si se despidieran, pues algo muy malo estaba por ocurrir.

- Nos van atacar, señor -. Decía uno de los soldados a su superior. Éste último se limitó a mirar hacia el frente, no dijo nada pero su cara mostraba una gran preocupación.

Las gárgolas, encima del Castillo, estaban alborotadas pues era inminente el ataque de los espíritus del mal.

- Tenemos que hacer algo -. Le dijo uno de los generales a otro.
- Debemos esperar a nuestros líderes, Razón e Intuición, de nada sirve lanzarnos impulsivamente a un ataque. Debemos tener una buena estrategia, si no es así moriremos mucho más rápido de lo que pensamos. La impulsividad nunca deja nada bueno -. Respondió el otro.

La Razón y la Intuición sencillamente no estaban disponibles. Pasaban por un proceso de dolor y de crítica para sí mismos, no comprendían ni se perdonaban haber dejado al Corazón a merced de la muerte.

Razón yacía cabizbajo.

- ¿Qué va pasar ahora? -. Se preguntó a sí mismo.

Puso sus manos sobre su rostro, apoyando los codos de sus brazos sobre sus piernas. Un segundo después, descubrió su rostro y se quedó mirando hacia el suelo absorto en algún pensamiento. Afuera se escuchaba el choque de grandes piedras contra el Castillo, también el alboroto de los soldados del mal.
Razón miró hacia la puerta y se levantó de su asiento, su rostro expresaba firmeza. Al mismo tiempo, Intuición desde su estudio miraba de la misma manera su puerta. Ambos comenzaron a caminar, y salieron de los respectivos sitios en donde estaban. Nadie lo notaría, pero los pasos de estos dos guerreros yacían increíblemente coordinados, como así mismo comenzaron a tener la misma mirada. Parecía como si la Razón y la Intuición se hubiesen vuelto uno solo, como si se hubiesen fusionado. Atravesaron los pasillos y se dirigían a la sala principal, al llegar al sitio cada uno salió por las puertas laterales y se encontraron de frente.
En aquella sala habían muchos soldados y generales, se quedaron mirándolos al llegar y esperando sus ordenes.

- ¡Prepárense! -. Dijeron al unísono.

En el cuarto del Corazón, la Llama moría junto a su amado. Alguien irrumpió aquella escena.

- ¡Valentía! Razón e Intuición darán la orden de ataque, te necesitamos… -. Dijo aquel que llegó.
- Ve con ellos… -. Le dijo Confianza.
Él asintió.
- ¡Espera! -. De repente le gritó Confianza. - Necesito que me hagas un favor… -.
Valentía le escuchó y asintió. Salió corriendo de aquel cuarto segundos después.

- ¿Qué necesitabas? -. Preguntó entonces la Llama.
- Necesitamos la ayuda de algunos guerreros, no quiero dejarla sola por eso envié a Valentía a que los buscara él -. Respondió Confianza.
- ¿Cuáles guerreros? -.
- El Creador me dijo que los guerreros Comunicación, Constancia y Esperanza podrían ayudar en estos difíciles momentos -.
- El Creador... -. Suspiró la Llama. - ¡Cuánto me gustaría que estuviese aquí ahora! -.

En la sala principal, los generales preguntaban a los guerreros qué hacer.

- Nos defenderemos, pero antes de eso necesitaremos ayuda… -. Respondieron ambos a una sola voz.

Caminaron entonces hacia la sala que comunicaba con las puertas del infierno, al llegar le pidieron a los soldados que las abrieran. Los generales se miraban entre sí, muy extrañados.

- No hay mucho tiempo… ¡Ábranlas! -. Y así lo hicieron.

Al primero que vieron fue a la Autocrítica. Éste le hizo señales a los guerreros Errores de que no atacaran, lo mismo pidieron Razón e Intuición a los correspondientes bajo su mando. Autocrítica se acercó a los guerreros.

- Esto sí que me sorprende. Su Creador me encierra y ustedes… ¿Me dan la posibilidad de escapar? ¿De qué se trata este gesto? -. Preguntó con una sonrisa irónica.
- Queremos hacer un trato -. Respondieron a una sola voz.
- ¿Y es que ahora ustedes hablan así? -. Se burlaba. - ¿Cómo hacen para coordinarse de esa manera? -. Moría de risa.
- Esto es importante… -. Le respondieron con seriedad.
- Ya, bueno está bien -. Burla. - Es que me causa gracia escucharlos… -.
Razón e Intuición respondieron muy firme y claramente.
- El Corazón ha muerto… -.
Se escuchó una ola de asombro en la sala y la Autocrítica borró de su rostro todo indicio de risa.
- ¿Qué están diciendo? -.
- El Castillo será destruido con el próximo ataque de las fuerzas del mal -.
- ¿Qué es lo que planean hacer? -.
- Hagamos un trato y vamos a unir fuerzas, nosotros solos no podemos con lo que se viene de afuera. Los guerreros Errores te hacen caso, si les ordenas ayudarnos te seguirán -.
- ¿Y por qué están tan seguros de que vamos a ayudarlos? -.
- Porque siempre se puede sacar algo bueno de la Autocrítica y de los Errores -.
Autocrítica los miró con firmeza y luego se volteó a mirar a los guerreros bajo su mando, casi todos asintieron.
- Está bien. Nuestros conflictos son con ustedes y no contra el Castillo, además de que nos conviene defenderlo… ¿Cuál será la estrategia de ataque? -. Terminó por decir.

Todos se unieron en la sala principal. Los guerreros Errores lucharían de la mano con los Triunfo e Ilusiones. Todos los que conformaban aquel Castillo lucharían juntos contra las fuerzas del mal.

- Eso es inteligencia -. Murmuraba alguien. - Teníamos unas puertas infernales que hubiesen podido jugar en nuestra contra, en lugar de ello nuestros líderes han puesto de su parte a la Autocrítica y los Errores. Tenemos un enemigo menos, y un aliado para enfrentar lo exterior. Es una buena estrategia -.

Se hizo silencio en la sala.

- Tenemos que defender al Castillo desde varios puntos -. Decían Razón e Intuición al unísono.
Miraban a los generales a su alrededor, necesitaban elegir quienes serían los encargados de las posiciones principales.
- ¡Señor! -. Irrumpió una voz aquella sala. - Ellos podrán ayudarnos… -. Y aparecieron tres guerreros junto a aquel.
- ¿Quiénes son? -.
- Comunicación, Constancia y Esperanza -.
- Muy bien, Valentía -.
- El Creador fue quien los recomendó antes de irse -.
Razón e Intuición asintieron.
- Necesitamos seis grupos: Uno de ellos se quedará aquí para defender el núcleo del Castillo, los otros cinco se posicionarán formando una estrella de cinco puntas, nuestro símbolo de balance y protección. En la punta de Fuego: Autocrítica. En la punta de Tierra: Valentía. En la punta de Agua: Constancia. En la punta de Aire: Comunicación. Y en el Espíritu: Razón-Intuición. Esperanza se quedará en el núcleo, se encargará de defender el Castillo si algún mal entra, la Esperanza es lo último que perderemos -.
Tomaron un respiro y prosiguieron.
- Esta noche ha sido la caída de nuestro Rey. Pero además, esta noche daremos nuestra vida por el Castillo y les demostraremos a las fuerzas del mal que no les será fácil destruirnos. ¡Que la muerte llegue cuando ya no tengamos nada más que dar! ¡No vamos a morir guardándonos lo mejor que hay en nosotros! ¡Se metieron con el Castillo, entonces aténganse a las consecuencias! ¡Y VÉANNOS LEVANTARNOS DESDE LAS RUINAS DEL CASTILLO! -.
Comenzaron los guerreros a gritar.
- ¡QUE VIVA EL REY! ¡QUE VIVA EL REY! -. Y corrieron a tomar sus posiciones.

A lo lejos, en el cuarto del Corazón, Confianza miraba la movilización de soldados. La Llama, ya casi extinta, se posó a descansar sobre el pecho de su amado. Quería morir allí cerca de su Corazón.

Los guerreros tomaron sus posiciones. Las puertas principales se abrieron, y los primeros en salir a enfrentar aquel mal fueron: Razón e Intuición. Los soldados del mal se burlaban, esa es la principal característica de lo externo cuando quiere hacer daño a lo interno.

- Puede que hayan asesinado a nuestro Corazón a través de la Mentira y la Traición. Pero incluso ellos no son nada, son demasiado insignificantes ante lo que el Castillo representa -. Comenzaron a decir los guerreros. - Creen haber destruido al Castillo, pero justo ahora cuando más dañado está: es que se encuentra más fuerte. Los grandes daños crean grandes dolores, pero son estos apenas crisoles que te enseñan a ser más sabios y más fuertes. Mataron al Corazón, pero unificaron a la Razón y la Intuición, por tanto, el mal externo será destruido. Quedar en ruinas no significa destrucción, tan sólo significa oportunidad. Y ésta es nuestra oportunidad de volver a levantarnos. Ahora estamos unidos, ahora estamos más vivos… -.

En ese momento, dentro de aquel cuarto en el Castillo, la Confianza se asombra y se asusta ante lo que ve: el Corazón desesperado intentando tomar aire. La Llama se levanta con sorpresa y la Confianza la ayuda porque está débil. Corazón comienza a toser.

- ¿Qué ha pasado? -. Pregunta sin casi poder hablar.
- Estabas muerto… y has resucitado -. Le dice Amor con los ojos enjugados.

En el campo de batalla los guerreros se preparan.

- ¡Guerreros de la Luz! ¡Defiendan el Castillo en el nombre del Rey! -. Gritan Razón e Intuición a una sola voz.

Todos saltan a luchar contra las fuerzas del mal.

De repente, Razón lanza al aire su espada y lo mismo hace Intuición. Un tercer personaje aparece de un salto por sobre sus cabezas y toma las espadas, cae delante de ellos.

- ¡Creador! -. Se escucha gritar a algunos guerreros.

Éste une las espadas y forma la nueva Espada de Doble Filo.

- ¡YO SOY EL QUE YO SOY! -. Y de la nueva espada sale un rayo de luz que termina rodeando al Castillo, formando así un escudo protector. - Nadie morirá esta noche. El Amor que yace en el núcleo del Castillo lo protegerá, porque el Amor es Luz y la Luz cuida de sí misma. Que las fuerzas del mal se destruyan por sí solas, en cuanto a nosotros no dejaremos que nos toque su energía negativa. Se aproxima un nuevo día, y la oscuridad le teme a la luz, por tanto, todos los ataques cesarán pronto. No será necesario gastar energía en ellos -. Decía el Creador a todos sus guerreros.
- Creador… el Corazón ha… -. Intento informar Razón e Intuición.
- Si el Corazón de verdad estuviera muerto, yo no estaría aquí… -. Respondió.
- ¿Entonces? -.
- No es tan fácil matar a un Corazón, un gran Amor siempre puede revivirlo. Así mismo, la Conciencia del Ser puede mantener vivo a un Corazón que ha sido traicionado por las mentiras. Amar es igual a Ser. Amar es mucho más que esperar a que me amen, Amar es dar todo de sí y ser feliz por ello, ser feliz por entregarse plenamente. El Corazón vivirá siempre que lo que ha pasado esta noche suceda, la unión y equilibrio dentro del Castillo es la presencia del Ser, de la Conciencia. El Corazón vive y el Amor vive porque todos ustedes hacen eso posible. Todo está conectado -.
Los guerreros asintieron y el Creador les regresó sus espadas.

A lo lejos se veía llegar la luz del sol.

- Ha sido una larga noche, pero no será la más larga de todas. Siempre deben estar preparados, siempre. Los procesos internos apenas están comenzando -.
- ¿Cuándo culminarán? -.
- Siempre que haya vida, jamás culminan. La vida es un profundo y constante aprendizaje. Jamás se deja de aprender… -.

Los guerreros regresaron al interior del Castillo, y se encontraron con el Corazón y su Amor…

Puede que tu Castillo sea constantemente atacado,
y puede que la Autocrítica quiera aplastar tu Razón.
Puede que la Intuición a veces no esté presente,
y puede que al Corazón lo dañe la Mentira y la Traición.
Pero jamás la Llama del Amor puede extinguirse,
ni hay que dejarla sola con la Desconfianza y la Duda.
El Amor debe ser lealmente acompañado por la Confianza y la Comunicación.
Que la Constancia no deje de aparecer y la Valentía esté presente.
Que la Esperanza sea lo último que se pierda…

Levántate siempre, aunque todo parezca en ruinas…

Levántate desde las ruinas del Castillo pues…

Cada hombre es un Castillo y cada Ser, su Creador.

Tú eres su Creador.

25/02/2011 08:04 p.m.
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Zombi

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En las pequeñas cosas yacen eternas fortunas o infortunios.

El otro día cuando hablaba con él
se disculpaba por el silencio en que se sumió.
Me decía: tenemos que hablar,
no se trata de mí,
no se trata de mi familia,
pero está bueno ya...
Nunca te olvidaré.

Su decisión fue como bomba
que cayó en mi cabeza,
y me convirtió en un zombi:
caminando sin caminar,
sin comprender,
y estando sin estar.

Las pequeñas cosas hicieron que significara mucho para mí.

Pero el otro día lo vi callarse cuando llegué.
Su familia comenzó a fingir.
Y la seriedad de la relación
se la llevó la imaginación.

Pero...
No se trata de ti,
ni de tu familia,
… llegamos hasta aquí.

Así me convertí en zombi:
caminando por el mundo
sin caminar.
Mirando sin estar.

Derrumbó mi mundo,
¿Y ahora cómo lo recupero?

Y así me decía:
tenemos que hablar,
no se trata de mí,
no se trata de mi familia...
pero esto llega hasta aquí.

Es tan fácil para ti,
pero yo...  ¿Cómo vuelvo a vivir?

Waldylei Yépez
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jueves, 17 de febrero de 2011

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Una razón


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Dame una razón para creerte,
aunque ya no quiera.
Una razón que me haga superar la barrera,
del odio que has sembrado en mí.
Dame una razón…

Es que si me muevo por el mundo: en quiebra,
me despojo de mis ilusiones
y recapacito de este amor,
la situación a la muerte: se asemeja.

Es que, aunque ya no quiera escuchar tus palabras,
te aseguro que las mentiras que me engañan,
me dieron más felicidad
que saber la verdad.

Entonces, dame una razón,
y sólo una, para creer en ti.
Una vez más…

Cuando él me habla del futuro,
me siento triste de que sea él
y no tú.
Siento desvanecer mi corazón.
A él no lo amo, como te amo yo.

Por eso, dame una razón para creer en ti.
Para creer de nuevo y sobrevivir,
a la tempestad que se aproxima.
Por favor, dame una razón…

Sé que nuestros mundos, no son uno.
Sé que fui quien no perdonó.
Sé que fuiste el que cambió
ese tesoro que te di,
por la que hoy duerme junto a ti.

También sé que ya no podré perdonarte,
que no hay posibilidad de reconciliarse,
que nunca podría olvidar
que mi amor tú pisoteaste.

Sin embargo, aún en silencio, me gusta creer
que hay una razón
por la cual yo pudiera amarte,
y rescatar mi corazón
de estas garras del olvido,
el odio y la pasión…

Dame una razón,
y sólo una razón…

Tanto me gustaría creer en ti.
O quizás ser más justa, y amarlo a él
como él me ama a mí.
Me gustaría no pedirte una razón,
sino pedírmela a mí, para sacarte de aquí,
para sacarte de mi corazón…

Tanto quisiera tener una razón,
para entender que ya no existe un “dos”.
Para borrar este amor,
y amarlo a él,
así como te amé yo.
Pero necesito de una sola razón:
que no tengo hoy…
Que no tengo hoy.

Dame una razón…

Waldylei Yépez


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sábado, 12 de febrero de 2011

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Al otro lado del abismo


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019. Al otro lado del abismo. Colección Albor. Waldylei Yépez.doc

Abrió sus alitas y las expandió completamente. Miraba fijamente al horizonte mientras medía la fuerza del viento. Aquel pequeño de ojos soñadores, imaginó alzar el vuelo y enfrentarse a la distancia, a la frontera… al abismo que los separa muchas veces. Pequeños, pequeños de plumas suaves, pájaros de corazón valiente, que de cuando en cuando alzan vuelo para encontrarse.
Allí puede vérseles, uno a lado del otro, frente al abismo que se impone. Uno al lado del otro, sin querer separarse. Uno al lado del otro, así es como quisieran quedarse.
Sus miradas se entristecen, saben que ha llegado el momento de despedirse, de despedirse nuevamente… Y es que estas despedidas de repente saben a muerte, porque son despedidas inacabables: muchas son, muchas serán… muchas vendrán.
Sus ojos se iluminan cuando se encuentran, porque la vida está en compartir, en sencillamente estar. Cuando alguno se va, ya no hay color, ya no hay vida, ya no la hay.
Pájaros que se enfrentan a miles de kilómetros, que vuelan a lo alto y aterrizan para estar juntos, pues juntos son felices. Pero, ¡Ay de aquellos pobres! Cada despedida trae su propio destrozo, su propia herida.
Él alza el vuelo y se enfrenta al abismo en pleno, y ella se queda sobre la rama del árbol que está por irse al abismo, no porque caiga sino porque el abismo se vuelca a ella al verlo partir. Lo ha visto partir otras veces, y otras tantas es ella quien le tocó irse.
¿Cómo se puede vivir de encuentros y despedidas? Ellos sí que lo saben. Parecen tranquilos, pero sólo parecen… sabe Dios qué les pasará por dentro.
Y a la caída de la noche, cuando ella lo recuerda partir, su corazón se destroza y le ataca la más letal de las melancolías. Se queda muy quieta y su respiración se hace lenta. Se acurruca ante el frío que le embarga y su mirada se vuelve triste. Cabizbaja.
Recuerda cuando ella se despidió, recuerda cuando él lo hizo… piensa en todas las veces que volverá a ocurrir. Le parece triste. Nada se puede decir. Se queda muy quieta y melodías muy tristes rondan su cabeza. Siente morir… una vez más.
No queda otra cosa que un abismo entre ellos. No queda otra cosa que la esperanza de que un día, aún muy lejano, vuelvan a estar juntos. No queda otra cosa… tan sólo queda la nada y la triste canción de la caída del sol.
Hace tanto frío ahora. Sus ojos quedan empañados. Un arranque de coraje le hace levantar la cabeza, así como cuando alzas la vista para que las lágrimas no caigan, pero igual lo hacen aunque tú no quieras.
Alza su propio vuelo en sentido contrario, pues hay una vida que continuar aunque parezca que la despedida te arrebata todo.
Al cerrar el día parece que todo termina, pero mañana será otro día… y aquella pajarita que cree morir por su despedida, seguirá el camino con la esperanza de volver a encontrarlo un día...

Los pajaritos regresan a su mundo.
Cada uno está al otro lado del abismo:
tierra, mar y montaña,
arena, piedra y un gran río,
he allí el gran espacio que a ellos separa,
he allí el espacio sombrío.
Nuevas despedidas vendrán
y un día, alguno, irá al otro lado
a visitar al ser que más han anhelado:
“El Amor vence las fronteras”
pero también causa penas,
las penas que dejan dolor
el dolor de saber de tu adiós.
Pues no basta sólo con escuchar tu voz,
ese canto anhelado que hace aparecer al sol.
Su sol se fue, se fue su sol.
Siguen siendo uno,
pero sus mundos siguen siendo dos…
Siguen siendo dos…

24/09/2010 – 11/02/2011 – 12/02/2011 1:06 a.m. – 10:45 a.m. – 10:52 a.m.


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