lunes, 26 de septiembre de 2011

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Carta a los cielos

Fuente: Google Images.

005. Carta a los cielos. Colección Orígenes. Waldylei Yépez.doc

El título de esta carta me parece tonto, debería decir: “Carta al cielo”, pero como no sé si existe uno solo, porque hay tantas religiones y creencias juntas, entonces mando la carta a todos los cielos que puedan existir. La razón fundamental es que, al final, no quiero que alguien me diga que la envié al cielo equivocado, porque el “verdadero” era el suyo, el de su propio dios.
La razón de esta carta, porque nadie escribe para no decir nada, es que me puse a pensar que debía visitar el cielo, sí, ¿por qué no? ¿Acaso Dante es el único que puede ir a donde se le antoje? Él sí pudo “visitar el infierno”, entonces yo hoy “visitaré el cielo”. ¿Quién será capaz de decirme que no puedo? ¿O quién me lo va impedir? Defienden tanto el llamado libre albedrío, pero te imponen algunas cosas que no puedes hacer como, precisamente, visitar el cielo para hablar con Dios (sea cual éste fuere). Al parecer los únicos privilegiados que pueden hacer eso son los religiosos, sobre todo aquellos que se la pasan dándose golpes de pechos por los errores que van a seguir cometiendo, porque además tienen la certeza de que su dios va perdonarlos, como si esto fuera una obligación de la divinidad. Lo otro es que ellos “no van al cielo” para hablar con su dios, parece que los rituales y vestimentas que usan son suficientes para tener una “línea directa” con él. Pues yo no tengo rituales ni vestimentas, ni buscaré que otros me hablen de la vida y la muerte, la reencarnación o la resurrección, o como prefieran llamarle a esos temas, por eso iré directamente a tocar la puerta del cielo sin más rodeo, sin intermediarios porque es mejor hablar las cosas importantes con el de más alto rango, sí, iré hablar con Dios. Seguramente no tendré respuestas directas, seguramente mis oídos no escucharán una voz, pero al menos me desahogaré yo pues tengo algunas cosas que comentarle.
Bueno, he tocado la puerta. Uno siempre se imagina que esta puerta es inmensa e imponente, y que lo que habrá después serán nubes y luz… eso es lo que precisamente veo. No logro distinguir la cara de nadie, aunque supongo que lo normal sería buscar los rostros de los amigos y cercanos que ya se fueron allá, o eso es lo que le dicen a uno. No niego que me gustaría ver un par de rostros conocidos ahí, pero la verdad no tengo tiempo de ponerme a conversar con ellos, pues estoy aquí para hablar con Dios. Ahí veo una luz que viene desde arriba, sí, así se lo imagina uno porque así nos enseñaron que era, ya saben que necesitamos una representación gráfica porque nuestro cerebro no puede imaginar aquello que nunca ha visto, por tanto, les aseguro que veo lo que cualquier persona vería, total todos somos iguales ¿o no? Así nos lo han enseñado, aunque “ciertas condiciones aplican” porque a la hora de la verdad: un religioso vale más que yo a los ojos de su dios. Ya, estas cosas no son importantes. Me acerco a la luz, y supongo que es con Dios con quien hablaré ahora. Obvio, no lo voy “a ver” eso sería una blasfemia, porque cómo una pecadora como yo iba a ver a Dios… ¿no?
Y como ya estoy aquí, Dios, te diré un par de cosas:

La verdad comenzaré diciéndote que estoy molesta, sí, la vida me ha parecido tan injusta en los últimos días. ¿Qué quieres que te diga? Hay cosas que le pasan a la gente que no son nada agradables… ¿Sabes? Me gusta hablarte así, como si fuéramos amigos. Lo que pasa es que los tipos de allá “abajo”, porque supongo que el cielo está “arriba”, bueno los tipos de la tierra, te dicen que Dios es cercano pero, al mismo tiempo, no lo eres tanto. ¿Sabes qué más dicen? Que es una virtud tener temor de dios. Básicamente, resulta una estupidez que yo te esté hablando así, yo “debería” tener temor de ti… Eres amor, pero me puedes castigar. ¿Acaso me vas a castigar por venir hasta aquí y hablarte? Insisto en que hay un libre albedrío, yo lo usé para venir y para hablarte como amigo. ¿Eso despertaría la furia de dios? Y si esto es así, entonces a dios no le gusta que use mi libre albedrío… ¿eso es así? Todo termina en una pregunta, así parecen ser las cosas contigo… De cualquier manera, si además de ser todopoderoso también lo sabes todo entonces ya sabías que vendría, y también sabes qué me trajo hasta acá…
Te contaré algo que seguro ya sabes, eso del libre albedrío le trae problemas a las personas. Claro, desde un punto de vista individual qué bueno poder hacer lo que se te plazca, el gran problema es cuando eso de “hacer lo que se te plazca” afecta a otras personas. Y por eso estoy aquí, por eso estoy molesta. He estado preguntándome por qué la vida de alguien desaparece por la acción de otro. Vidas prometedoras, gente joven, ellos “se han ido” porque otros “le quitaron” lo que tenían. En algún punto, hemos sido muchos los que nos hemos preguntado: ¿dónde estabas tú? No es un reproche, no lo tomes como ofensa, es sólo un punto de vista. Sin embargo, en este punto de la vida llego a pensar que esto no es tu responsabilidad. Pero, y aquí es cuando tus grandes seguidores echan sobre tus hombros todo el mal de la humanidad, hay quienes dicen que todo esto pasa porque lo decidiste así, porque necesitabas a esa persona que se fue “junto a ti”, supongo que se refieren a que los necesitabas aquí en el “cielo”. Alguien una vez me dijo que si eso era así, entonces deberías dejar de decidir esas cosas. Insisto que en este punto de la vida, por alguna extraña razón, tengo la certeza de que tú no decides esto.
Allá, en la tierra, existía una chica muy inteligente, que pudo haber sido una gran profesional pero alguien más decidió apagar su vida un día de carnaval. También existía un muchacho que, porque se había convertido en un “obstáculo” para alguien de poder, desapareció del mundo por encargo. Y más recientemente otro muchacho, que cuando estaba trabajando, se le acercaron para robarlo y lo dejaron tendido rogando por su vida en su último aliento. Y así una suma inmensa de casos, por tanto, me es imposible no estar molesta por ello.
¿Sabes? A estas alturas, creo que perdí mi tiempo en venir a verte y tú perdiste el tuyo. Justo en este instante, tengo la plena certeza de que no tienes nada que ver con todo esto y no eres a quien “debo reclamarle” o a quien demostrarle mi molestia.
Te pedí claridad para ver y entender lo que no podía, y terminé soñando con un tsunami… supongo que se trata de la ola gigantesca de preguntas que tengo.
Supongo que es mejor que me vaya, éste no es mi lugar… no aún. Uno pensaría que después de visitarte podría estar con más paz, y no es cierto, no para mí…
Hasta luego, Dios.

Y “bajé” de aquella visita con la misma frustración con que subí, con las mismas preguntas y con la misma molestia. Quizás debió ser así…

Quizás Dios no estaba preparado para hablar conmigo,
quizás yo no estaba preparada para escucharlo a él.
Quizás todos los que se fueron
estén felices en su cielo,
mientras yo lucho contra lo que no veo,
mientras yo lucho contra lo que no entiendo.
Les digo adiós a ellos porque no me queda de otra,
les digo adiós aunque el corazón se destroza.
Adiós amigos y familiares cercanos,
que estén bien en ese cielo… en ese cielo lejano.
Aunque “la ida” a mí me parezca que fue muy temprano… demasiado temprano.

26/09/2011 04:41 p.m.
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sábado, 24 de septiembre de 2011

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Llegué a pensar que debía escribir algo para una despedida

Fuente: Google Images.

Llegué a pensar que debía escribir algo para una despedida,
pero jamás creí que me despediría de ti.
Se suponía que debía hacerlo hace un mes,
pero no lo supe hasta hace horas, como tres.

Sí, llegué a pensar que debía escribir algo para una despedida.

Esta noche he rememorado muchas cosas,
y no creí que esto terminaría así.
No pensé que otros tuvieran que llevarte rosas,
y no creí que tendría que llorar por ti.

Llegué a sentir que algo quizás ocurría,
pero jamás que se tratara de que te irías.
Lloro desconsoladamente en un rincón oscuro,
quizás porque mi alma yace al desnudo,
y todo mi rostro está empapado
al saber que ya no estás a nuestro lado.

No sabía cómo decirte,
no sabía cómo despedirme,
entonces te escribí estas líneas
aunque quizás no sea suficiente para una despedida.

Te quiero mucho, hermano.
Ahora, con nuestro padre, estarás a su lado.

Un día le escribí al Halcón y al Albatros,
pero no sabía que hoy a ti te escribiría.
Ojalá allá descanses y seas feliz,
y que cuides de tus hijos
como tu padre cuidó de ti...

Como nuestro padre, cuidó de ti...

* A tu memoria querido hermano.
Waldylei Yépez
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lunes, 12 de septiembre de 2011

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Blasfemia literaria

Fuente: Google Images.

Hoy será el día en que, diga lo que diga,
será lo que yo diga.
Hoy será el día en que, aunque diga lo que diga,
mis ideas no van a ser vencidas.

Porque hoy no usaré palabras de otros,
ni compraré expresión a antojos,
porque aprendí que las letras se copian
pero no valen más si te las copias.

Por eso quizás yo tenga mejores formas,
mejores formas de expresarme,
pues teniendo un poquito de tu apoyo:
"el chorrito de agua
se convierte en un arroyo".

Hoy decidí que no buscaré poemas para ti,
ni le creeré a nadie que otros escribirán mejor,
creeré que si tengo algo que decir
seguro preferirías que lo dijera yo,
pues yo también sé hablar de amor
y puedo describirte al sol.

Digo que quizás, tal vez, podría ser,
yo no necesitase a Neruda
para declararte un pensamiento,
o hablarte de la grandeza del firmamento.

Sólo necesito algunas cosas,
y para ello no requiero saber demasiado,
como dicen por ahí: "ser mucho literario",
pues lo literario no siempre es lo soñado.

Porque no creo que Baudelaire
diría lo que digo yo.
Y si Neruda leía a Quevedo,
¿a quién le importaría eso?

¿Será que si leo a Góngora
las cosas me saldrán mejor?
¿Mallarmé pondría las letras
a tus pies?

Blasfemia literaria,
quizás eso puedo ser,
quizás eso quiero ser...

Y qué importa
si la luna parece torta,
lo que importa es lo que siento ahora,
y que quizás a nadie más le importa.

Insisto que no sé quién es Víctor Hugo,
insisto que no leí la Ilíada,
desconozco el oxímoron
o que la metáfora es marrón.

Sólo digo que quizás,
y sólo quizás un tal vez podría ser,
yo pudiera escribir al revés
y lograría decirte lo que eres para mí.

A lo literario
le regalaré un desacato,
porque tantas reglas
ya me aprietan los zapatos.

Sé que muchos querrían matarme ahora,
que blasfemo de las letras,
no creo que sabiendo
quién es el Quijote,
me sienta más grandote...

Insisto que muchos querrán matarme,
insisto que digo lo que no quieren que diga,
pero quizás tal vez podría ser
yo sea el más ordinario de la clase entera,
pero si tú eres mi apoyo
no me tocará el enojo.

Estoy diciendo que podrías salvarme,
estoy diciendo tantas cosas
sin siquiera inspirarme.

Todas estas letras son mi blasfemia,
sin palabras vulgares,
y aún así me hacen volar como aves,
no permitas que las palabras se traben.

Y es que lo escrito pertenece al pasado,
el siglo de oro murió hace ya tanto,
pero antes de que me digan:
"esto es lo peor que pudieses haber escrito",
te diré lo que quiero:

Quizás, quizás si me miras a los ojos
yo podría ser mejor,
tú eres mi apoyo,
mi dulce mar,
mi buen arroyo.

Y antes de que me echen de aquí,
diré que no necesito de palabras de otros,
no permitiré que Neruda te hable por mí
porque yo tengo mis propias palabras
y mis propios enojos.

Al olvido las dulces palabras de amor,
con mis propias palabras te hago mi declaración...

Sí, así de "vulgar" escribo yo
y aún así sé describir al sol
y escribirte: amor...

Y escribirte... mi amor.

Waldylei Yépez
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sábado, 10 de septiembre de 2011

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El Halcón y el Albatros

Fuente: Twitter.

Hacia arriba,
hacia el cielo,
muy allá,
sobre el mar,
donde las olas perseverarán
y el silencio te envolverá.

Hacia arriba
en vuelo alto,
un vuelo incierto
donde ruge el mal tiempo.

El Halcón y el Albatros,
con alas abiertas,
al viento enfrentaron
y con entusiasmo volaron.

Allá se les ve,
allá se les ve volar.
Allá se les ve,
allá se les ve surcar.

Siendo los mejores en su especie,
los mejores en su actuar,
levantando Desafíos
o iluminando Viña del Mar.

El Halcón de Chicureo,
allá en la Colina,
se quedará en el corazón
al igual que su canción.

De los marinos se dice,
se dice que vuelven,
vuelven reencarnados en aves
o convertidos en Diomedeidaes.

Diomedeidaes les dicen,
otros les dicen Albatros
que vuelan entre el azul y amarillo,
navegando, como lo haría Cubillos.

El Halcón y el Albatros
han emprendido su vuelo,
sobre el mar que tanto amaban,
hacia la isla que anhelaban.

El Halcón y el Albatros de Juan Fernández,
ellos que siempre tuvieron un corazón bien grande,
se despiden de la tierra,
se despiden hacia el cielo.

El cielo les recibe,
les recibe iluminado,
porque siempre fueron buenos...
muy buenos hermanos.

El Halcón de Chicureo,
el Albatros del océano,
le dicen adiós al mundo
pero Chile los extraña tanto...

Adiós, buenos amigos,
adiós, buenos hermanos,
ojalá un día emprendan vuelo
y así puedan visitarnos.

Y así puedan visitarnos...

* A la memoria de los Felipe C. (Felipe Cubillos y Felipe Camiroaga) eternos visitantes
de la Isla Juan Fernández.

Waldylei Yépez

Fuente: Google Images.
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